CINE MIGRANTES 2015 (01): LA FAMILIA DE DAKAR
Por Roger Koza
Mati Diop es el nombre de una actriz y directora francesa, hija de un músico talentoso llamado Wasis Diop y sobrina de uno de los grandes cineastas modernos del cine africano, Djibril Diop Mambety. Quizás el lector pueda recordar el amoroso filme de Claire Denis titulado 35 rhums. Mati Diop era la hija del protagonista, una mujer bellísima.
Touki Bouki (El camino de la hiena), la ópera prima de Diop Mambety, fue restaurada recientemente por World Cinema Project, la organización que apadrina Martin Scorsese. Por otra parte, a la sobrina del director, que como directora solamente ha realizado cortometrajes y mediometrajes, se le ocurrió volver a la historia que había filmado su tío: ¿qué había pasado, cuarenta años más tarde, con la pareja de amantes que soñaba viajar a París, Nueva York y eventualmente regresar a Dakar como portadores de otra visión del mundo? En 2013, Diop estrenó en el festival de Marsella un filme hermoso titulado Mille Soleils, y efectivamente se reencontró con los personajes de la película de su tío.
Touki Bouki era una película fascinante y escurridiza. La poética narrativa era enteramente no lineal, y los cruces entre un realismo convencional y una fuga sin escala a una dimensión imaginaria alteraban sistemáticamente la lógica del relato y demostraban que la modernidad cinematográfica no era una prerrogativa de los europeos. La historia, paradójicamente, era muy sencilla: Mory y Ant deseaban escapar de Dakar; soñaban con conocer el mundo, o más bien conjurar la alienación que les prometía un país y un continente desesperados. Algunas secuencias eran magistrales, como el montaje paralelo que cierra el filme o la primera escena de sexo (anticipada por un plano similar en el que sexo y muerte están asociados), en la que la sensualidad y el erotismo eran reconducidos visualmente al incesante movimiento del mar.
La sobrina vuelve a Dakar y después de unos tres planos iniciales en los que se divisa a la distancia a Magaye Niang, el actor que interpretara a Mory cuatro décadas atrás, Diop introducirá una secuencia de un matadero, algo que también se veía en el inicio del filme de su tío. Niang se ha perdido y llegará tarde a una plaza en la que se exhibirá Touki Bouki. De todos modos, ya nadie puede reconocerlo como el joven de ese filme mítico, pero la función pública tendrá un efecto inesperado sobre él: querer saber el destino de Ant, quien finalmente (la actriz o el personaje, son indistinguibles) logró asentarse en Alaska y vive allí desde hace décadas. ¿Podrán encontrarse? ¿Desearán los dos hacerlo? Aquí Diop sigue la vía de su tío y también introduce una dimensión fantástica, aunque menos frenética y más poética.
Lo que sucede en los últimos 10 minutos persistirá una vez finalizada la película. Es que aquí el cine atraviesa los límites de la ficción y el documental y queda al desnudo lo que siempre ha sido: un intento de detener el tiempo, una forma fallida de aprehensión de un instante que vale para toda la vida. Los responsables de la programación han tenido una idea perfecta: proyectar las dos películas juntas. El agradecimiento será infinito.
Este texto fue publicado en la revista Ñ en el mes de septiembre 2015
Roger Koza / Copyleft 2015
‘Touki Bouki’ se consigue en la web, por suerte… ¡que ganas de ver ‘Mille Soleils’!!!…
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