CINEFILIA ONLINE (08): MÁRGENES: CINEASTAS INÉDITOS
Por Roger Koza
Tal vez se trate de una mera casualidad, o quizás haya razones por desentrañar para entender por qué gran parte de la obra de Nicolás Pereda no se ha visto en los grandes festivales de cine de Argentina, algo que también sucedió con Carmita (2013), la tercera película de Israel Cárdenas y Laura Amelia Guzmán, los directores de esa magnífica ópera prima llamada Cochochi (2007). Hoy y mañana, quienes visiten la página del festival online Márgenes (www.margenes.org) podrán revisar la penúltima película de la pareja de cineastas y ver Los ausentes, la nueva película de Pereda que se estrenó unos meses atrás en Locarno.
La repetición es el término operativo en el cine de Pereda, y Los ausentes, tal vez su película narrativa más minimalista, es esencialmente una exposición del método y una nueva mirada a su obsesión. Aquí, la repetición es tanto forma como concepto: la poética de la película trabaja con la repetición y su tema pasa también por aplicar lo que se repite al misterio de la identidad. ¿Un hombre, en su vejez, es el mismo hombre que en su juventud?
En algún lugar cercano al Pacífico, en el estado de Oaxaca, vive un hombre con sus vacas. Los planos generales extensos del inicio se limitan a demostrar la soledad de este sujeto que no tendrá un nombre a lo largo de todo el relato. La forma de presentar al personaje no es antojadiza. Se lo ve de espaldas realizando algunas tareas cotidianas. El lugar es paradisíaco, y su pequeño rancho, no exento de cierta dignidad característica de una austeridad bien administrada, no desentona del todo con la riqueza virginal del ambiente. En cierto pasaje un grupo de surfistas jóvenes atraviesan las zonas aledañas a la casa, lo que sugiere indirectamente que ese terreno puede valer mucho. Un poco antes hay una indicación precisa al respecto: en una secuencia muy elegante, compuesta por un único y lento travelling lateral que tiene lugar en un juzgado, se revela que el viejo vive hace un largo tiempo en esa casa y está peleando por su tierra reclamando su derecho posesorio. Al respecto habrá sorpresas en el desenlace.
Pero Los ausentes no es solamente un silencioso drama social, sino también una adivinanza metafísica. Promediando los 30 minutos de película, un joven aparecerá en escena y enigmáticamente habitará la misma casa del viejo y realizará las mismas tareas (cocinar, ordenar, limpiar un arma). Esta duplicación no tendrá explicaciones, aunque el plano final puede funcionar como un haiku fílmico que expresa sin decir lo que está implícito en este juego de espejos. Esta crónica de un hombre solo es también una indagación filosófica sobre el tiempo y la insustancialidad del yo.
En principio, Carmita es un retrato de Carmen Ignarra, una actriz cubana que podría haber sido una gran estrella de cine pero cuya carrera fue interrumpida quizás por su propio exmarido, un famoso productor mexicano que inventó –según ella– a Cantinflas, aunque en el epílogo, en una carta de lgnarra leída por Cárdenas, la actriz atribuye su fracaso a su temperamento destructivo. Algunos recortes de diario que se ven en el filme indican que Ignarra iba a filmar con Antonioni, una de las tantas citas de archivo que permite hacerse una idea del pretérito status de esta celebridad olvidada en el tiempo. Lo más interesante de Carmita pasa por cierta disputa de poder entre los directores y su protagonista, tensión inteligentemente incorporada en la puesta en escena.
Filmar lo evanescente
En carácter de estreno mundial, Margenes exhibe el lúcido ensayo Todas las cosas que no están, de Teresa Solar Abboud, en el cual la directora propone un viaje por Estados Unidos siguiendo los pasos de Harold Edgerton, responsable de la invención del flash. Los lugares elegidos son un instituto oceanográfico, un emplazamiento caduco de experimentación nuclear en Nevada y un estudio cinematográfico en desuso perteneciente a la milicia estadounidense. La tesis de que el conocimiento es poder queda clara en los 41 minutos de duración del ensayo, aunque aprender sobre los colibríes en pos de visualizar la relación del movimiento con el tiempo y adentrarse en la arqueología nuclear son algunos de los placeres epistemológicos de este filme fascinante.
Este texto fue publicado en el diario La voz del interior en el mes de diciembre 2014
Roger Koza / Copyleft 2014
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