CINECLUBES DE CÓRDOBA (103): LA REALIDAD ANTES DE CANNES
Por Roger Koza
Antes de filmar juntos La larga noche de Francisco Sanctis, ganadora del último BAFICI y luego única película argentina que participó en el Festival de Cine de Cannes, Andrea Testa y Francisco Márquez habían hecho una película cada uno. En ambos casos se trató de documentales con perfiles políticos precisos; se podría decir que eran películas complementarias y con una agenda similar: visibilizar las deficiencias de un sistema social, interrogar la pobreza y asimismo insinuar una genealogía de esta identificando la educación y la política como los dos únicos modos posibles de transformación de la vida social; esos son los temas de Después de Sarmiento (2014) y Pibe Chorro (2015)
Ambas películas, además, tienen una indirecta sintonía con la ópera prima de ficción codirigida por la pareja, que sitúa su relato en la última dictadura-cívico militar del país, y en la que se intenta filmar la deliberación moral que tiene lugar en la conciencia de su protagonista, cuya decisión potencial tiene efectos decisivos sobre la vida de otros. En Después de Sarmiento, la entusiasta profesora de Lengua le pregunta a sus alumnos qué entienden por deliberación moral. Todo el filme no es otra cosa que el retrato de la laboriosa tarea de educar y constituir una conciencia democrática y crítica en muchos adolescentes que tienen una procedencia social específica. A diferencia de otras décadas, el colegio, que solía contar entre su alumnado a jóvenes de clase media, es ahora un secundario con muchos alumnos que provienen de villas cercanas a Retiro. Hay que vencer el cepo a la imaginación, dice una docente.
La secundaria elegida por Márquez en Después de Sarmiento lleva el nombre del prócer de la educación vernácula. Situada en pleno centro porteño, en la calle Libertad, casi llegando a la esquina de Juncal, el Nacional Número Dos es una escuela pública que supo contar con un gran prestigio académico en el pasado, como lo manifiestan algunos exalumnos en un encuentro institucional, entre ellos la actriz Antonella Costa, que aprovecha para repudiar en la reunión a la era menemista que le tocó vivir como alumna. Pero la película de Márquez no es un documental institucional sobre ese establecimiento educativo sino una radiografía microscópica de la institución educativa en general bajo las coordenadas simbólicas que se dan en la educación pública. (Jueves 18, a las 18 h, en el Auditorio de la Facultad de Ciencias Químicas, Haya de la Torre y Medina Allende, Ciudad Universitaria, UNC)
En Pibe Chorro, Testa construye un retrato coral sobre el significante estigmatizante al que se refiere el título y esboza las comprensibles aunque inadmisibles causas de la perversa producción social de sujetos que terminan “eligiendo” la delincuencia frente a una sociedad que los expulsa sistemáticamente.
Como sabe que los ojos ven lo que están entrenados para ver, Testa elige varias tácticas formales con las que desnaturaliza la percepción arraigada socialmente sobre el joven criminal. En ocasiones apuesta a la poesía (de Vincente Zito Lema), en otras al testimonio de los pibes como también de los ciudadanos que suelen temerlos. En una ingeniosa decisión de puesta en escena, Damián Quilici, un estandapero de la cultura villera, empieza su texto en un espectáculo y de pronto aparece transportado a la calle siguiendo en plena continuidad con el texto que venía diciendo. El efecto es magnífico, porque lo cómico, en un contexto, se trastoca en amenaza en otro contexto. La percepción es un problema político. Las intervenciones de juristas, sociólogos, militantes de base y líderes sociales, como también el testimonio de los propios pibes, son pertinentes en este trabajo de deconstrucción sobre la delincuencia juvenil.
De todos modos, la máxima contundencia crítica proviene de un travelling que recorre las calles de las villas y que al elevarse de a poco y emanciparse de la gravedad consigue contemplar el delirio obsceno de la injustica estructural cuando se divisa un muro que separa una villa de un country. (Jueves 18, a las 20 h, en el Cineclub La Quimera, Pasaje Escutti y Fructuoso Rivera)
Este texto fue publicado en el diario La voz del interior en el mes de agosto de 2016
Roger Koza / Copyleft 2016
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