CINECLUBES DE CÓRDOBA (105): LA TRADICIÓN VERNÁCULA
Por Roger Koza
Los primeros espectadores cordobeses que vieron en 1896 la primera imagen en movimiento jamás se habrían imaginado que unos 120 más tarde aquello podría ser proyectado en múltiples formas. La aparición de la electricidad primero, y las diversas derivaciones de ese invento fundamental, que culmina con la digitalización de todas las experiencias humanas posibles, ha mutado nuestro ser en el mundo.
Como es de público conocimiento, el Gobierno de la Provincia ha organizado un conjunto de proyecciones y algunas actividades relacionadas con la celebración de la primera vez que se vio cine en Córdoba. El historiador cinematográfico Enrique González, quien organizó lo que está estrictamente vinculado al cine, tomó dos decisiones muy acertadas: eligió al crítico de cine Alejandro Cozza para programar varias películas argentinas y convocó también al crítico de cine marplatense José Miccio, uno de los mejores del país, a dictar un curso titulado “Un viaje en 21 películas por el cine argentino”, el cual tendrá lugar mañana y el viernes desde las 9.30 h en el Buen Pastor.
Cozza hizo una selección pertinente a la hora de revisar el pasado del cine argentino. Puntos suspensivos de Edgardo Cozarinsky, Dar la cara de José Martínez Suárez y Los traidores de Raymundo Gleyzer, que ya fueron exhibidos, como también La Patagonia rebelde de Héctor Olivera y Tiempo de revancha, de Adolfo Aristarain, que se verán en el Buen Pastor, el viernes y el sábado respectivamente, a las 20.30 h, son títulos fundamentales del cine vernáculo, películas notables tanto para su época como para la nuestra; incluso revisadas desde hoy tienen una misteriosa actualidad para permitir leer las coordenadas históricas en las que se juega el presente de la nación.
Hay otro título, menos conocido que los recién mencionados, pero no menos interesante y valioso: Apenas un delincuente (1949), de Hugo Fregonese, película producida en su momento bajo la égida de la productora Interamericana, es uno de los grandes policiales del cine argentino (otro es Tiempo de revancha).
La historia que cuenta Fregonese en su cuarta película tiene como protagonista a un empleado de una empresa que presiente después de un apriete de unos mafiosos menores ligados al juego que su vida será siempre la de un esclavo. Un dato ocasional brindado inocentemente por su pretendiente (el tiempo de la pena por estafa es independiente de la cantidad de dinero comprometida) lo animará a llevarse una fuerte suma de su patrón. En una escena magnífica que sucede en la cárcel donde el personaje interpretado admirablemente por Jorge Salcedo pasará unos 6 años, este resume la racionalidad de su delito: “Ganaba 250 pesos mensuales. ¿Cuántos años necesitás para juntar medio millón? 166 años de esclavitud. De los 166 me ahorro 160”.
La relación con el cine clásico americano se ve desde un inicio en la persecución policíaca y también en un tiroteo en un muelle que cumple una función dramática crucial en el relato: la precisión de cada secuencia y el ritmo con el que se encadenan los planos remiten a esa tradición cinematográfica a la que Fregonose también perteneció en cierto momento de su carrera.
Como todo film ligado al dinero, lo que se divisa a la perfección es cómo una sociedad en su conjunto gira en torno a este, que siempre es poseído por unos pocos y deseado por muchos. En el momento en que el protagonista llega detenido a Buenos Aires desde Mar del Plata y es recibido como un héroe por una multitud, el filme alcanza su mayor lucidez sociológica sin pronunciar una sola palabra. (Hoy, a las 19 h, en el Centro Cultural Córdoba, Av. Poeta Lugones 401)
Este texto fue publicado en el diario La voz del interior en el mes de septiembre de 2016
Roger Koza / Copyleft 2016
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