CINECLUBES DE CÓRDOBA (26): VER Y DISCUTIR
Por Roger Koza
Dos secuencias breves de El lobo de Wall Street tienen más cine que las dos horas de tortura bienpensante de 12 años de esclavitud. El ninguneo de los miembros de la plutocracia del Oscar ante el filme de Scorsese es escandaloso. Película de un nervio insólito y pletórica de ideas: alcanza ver a Di Caprio arrastrándose por el suelo para llegar a su auto en un trance de parálisis por ingesta de drogas para darse cuenta de que Scorsese filma con una libertad insólita. Tal vez, la obscenidad de la riqueza caucásica les resultó demasiado cercana a los votantes, un espejo mugriento. O tal vez se avergonzaron de que la decadencia es el secreto estructural del capitalismo triunfante.
El lobo de Wall Street es una película fascinante, pero, mal que les pese a sus apologetas acríticos, es imperfecta e ideológicamente inestable. El problema es su punto de vista y el gran sujeto colectivo que permanece fuera de campo: los explotados, los ingenuos y ambiciosos especuladores de poca monta que caen alegremente en las trampas de Jordan Belfort. Cuando Scorsese alcanza a espiar el horror de los desposeídos, la secuencia dura menos de 20 segundos, como si ya no supiera ponerse en el lugar de los que cobran el sueldo mínimo. De todos modos, El lobo de Wall Street, el gran relato de un sinvergüenza que aprende el juego de un sistema para hacerse millonario, es una película que debe ser revisada para entender sus logros y sus desaciertos. Es un filme querido para Scorsese, y también para sus admiradores, que ningunean películas valiosas como Kundun y La invención de Hugo, el Scorsese afectado según ellos. La violencia extrema y la codicia infinita atraen mucho más que la serenidad de un religioso y la pasión trágica de un cineasta obsesionado por su oficio.
Una obra maestra del 11/9
La hora 25 es la mejor películas de Spike Lee junto con Una tragedia americana. En esta elegía conmovedora sobre Nueva York herida (concebida aquí como un experimento multicultural) el triste destino carcelario de un vendedor de drogas de Manhattan (interpretado por Edward Norton en su mejor trabajo hasta ahora) se intercala con la reciente tragedia del 11/9, que se refleja en la historia de un hombre y su redención imaginaria. Tres secuencias extraordinarias justifican ver este filme una y otra vez: la “falsa” salvación del epílogo; la golpiza solicitada por el personaje de Norton a uno de sus amigos para evitar el potencial maltrato en la penitenciaría en la que vivirá muchos años; el memorable monólogo de Norton frente al espejo en el que se materializa poéticamente el alma de una sociedad. Es una de las mejores películas estadounidense de la década pasada.
El teatro de la liberación
En el Cine Teatro Córdoba se podrá revisar una de las grandes películas del año pasado: César debe morir, de los hermanos Taviani. Los directores italianos demuestran una vitalidad admirable y una gran eficiencia creativa para entremezclar los órdenes de la ficción y el documental en este filme en el que algunos prisioneros de una cárcel de máxima seguridad consiguen alterar su experiencia de encierro a través de la interpretación de una obra teatral de Shakespeare. La puesta en escena perfecta, la claridad del punto de vista (ideológico) y la brevedad elegante del relato, que no contiene ni una escena de más o de relleno, convierten al filme de los Taviani en un ejemplo de solidez poco frecuente en el cine contemporáneo.
Otro nazi entre nosotros
La hermosísima sala del Espacio INCAA de Ciudad de las Artes retoma sus funciones. Este primer ciclo está dedicado a los grandes éxitos del cine argentino del 2013. Por ejemplo, podrá verse Wakolda, de Lucía Puenzo. La tercera película de la directora, basada en su novela de título homónimo, propone una revisión del pasado oscuro de Bariloche, un segundo hogar para muchos miembros de la SS. El tenebroso Mengele es el elegido y la trama pasa por ver cómo incidirá en la intimidad de un matrimonio argentino cuya hija preadolescente será tratada por el delirante científico.
Cuando Lacan conoció a Méliès
Este martes 18, a las 18.30hs, empieza el ciclo dictado por la psicoanalista Diana Paulovsky en el Hugo del Carril. En “La cuestión humana”, el sujeto (amable) de saber que reside en todo psicoanalista toma el cine como paciente; dicho de otro modo: las películas son síntomas de una época y el psicoanalista su intérprete. Este año los tópicos elegidos son las relaciones familiares y el lugar de la mujer, por lo que se entiende muy bien que uno de los filmes a analizar sea Antes del anochecer, de Richard Linklater.
Roger Koza / Copyleft 2014
Al hablar de nazis en bariloche asocié con Echeverría y no se si sabías que encontraron al represor relacionado con la desaparición de Juan Hermann; te paso la información
http://www.anbariloche.com.ar/noticia.php?nota=41307
Muchas gracias. Echeverría: sus películas del tema son mis preferidas. El documentalista más grandioso de los últimos años es prácticamente un desconocido. RK
Para mi esos 20 segundos que mencionás, exculpan a Scorsese de inestabilidad ideológica.
Y la Hora 25 es tal cual la reflejás en la nota.
Muy buena la entrevista a Serra. Me gusta más cuando habla.
Abrazo.
Tenés que ver el film. Creedme. Hay otro temas en el film de Scorsese a criticar en un sentido negativo. No fue una crítica lo que escribí sino un señalamiento. Si logro terminar un libro propio en este año, habrá varias críticas que aquí no están en él. Entre ellas, El lobo…Abrazo. RK
Lo voy a ver; promesa.
Coincido Roger casi totalmente respecto de El lobo… La película demuestra que Scorsese conoce todos los detalles del oficio y el tratamiento del personaje principal no deja de tener ciertos aspectos interesantes. Por lo pronto, a mi generó una extraña combinación de empatía y repulsión y, en general, ganas de que la fuera muy mal, y esto, creo, es meritorio y dificil de lograr en cualquier narración. De todos modos, y más allá del autocentramiento del film, me parece que el problema es que Scorsese se fascina con su historia y no se pregunta nada interesante sobre su protagonista. Encadena una serie de situaciones, lanzamiento de enanos y delación incluidas, como si no hubiera allí material para sugerirnos qué piensa él del asunto. Esa forma de contar su cuento es sospechosa: ¿para qué semejante despliegue de ideas cinematográficas, semejante lucidez en el montaje, si no hay en fondo un punto de vista personal que le de a la película el espesor que finalmente declina?
A propósito, volví a ver después de El lobo… La isla siniestra. Creo que es el mejor film de Scorsese y que ha tenido una recepción por demás equívoca. Invito a revisarlo.
Muy buenos los apuntes. Dan ganas de ver la de Serra ¿cómo, dónde?
Saludos
Querido Roger:
Me cuento, sin ninguna culpa, entre los que ningunean Kundun y La invención de Hugo Cabret, para mi las dos peores películas de Scorsese.
No lo escribí ni por vos, ni por Nico, sino porque es una lectura generalizada con la que no concuerdo. He defendido abiertamente La invención de Hugo, e intenté dar argumentos en su momento, para muchos poco convincentes. Y Kundun, en su momento también, no me pareció una obra maestra como a Rosenbaum, pero sí un esfuerzo interesante por muchos motivos (y si se lo compara con el film sobre Buda de Bertolucci, que fue contemporáneo, tal vez se lo puede apreciar de otro modo ). Bajo ningún aspecto quiero escudarme con mi sugerencia de leer la crítica de Rosenbaum sobre Kundun; simplemente recuerdo que fue él uno de los pocos defensores de aquel film.
Los infiltrados me parece el film más pobre de MS.
RK
Para peores en las últimas décadas tiene para elegir, parece: todos nombran una diferente… En ese sentido (y siguiendo en esta a JG), renuevo mis votos por «Hugo», ya que ver a Scorsese convertido en Disney es más lamentable que ver sus biopics desangeladas (entre las cuales tal vez la más bizarra sea «Kundun», mal que le pese al venerable Rosenbaum y a mi amigo RK). Los buenos también se equivocan, que se la va a hacer.
Sinceramente me gustaría que alguien me explique como piensan que debiera haber sido el film de Scorsese para que quede clara su posición frente a su personaje.
Todo el despliegue que MS hace para retratar a su personaje, es el que merece la historia de ese tipo, ni más ni menos. Lo que veo allí es una ajustada puesta en escena que se condice con el tipo de personaje y las características de los hechos que se suceden. Pero bueno, de eso se trata la discusión cinéfila, que muestra por ejemplo que dos tipos inteligentes y con conocimiento como Jorge García y Roger Koza difieran tanto en los dos filmes que se mencionan de MS. Kundun no la vi, pero adhiero a la posición de García sobre HUGO, salvo que para mi la peor es Pandillas de New York.
Conccuerdo y difiero con Roger respecto de El lobo…
Concuerdo en lo pletórico de ideas, cinematográficas y políticas, de este último Scorsese. Y en que ese es el motivo por el que se vuelve intolerable para la plutocracia hollywoodense. Creo que el modo más sádico que tienen es nominar a una película para después no darle nada. Y El lobo, junto con Gravity, son dos películas que aportan a la historia del cine más que todas las otras juntas nominadas y premiadas este año en Hollywood. Gravity fue reconocida porque su exaltación de la voluntad indoblegable es más digerible para esta plutocracia que la deformidad scorseseana. Digo deformidad con toda la carga admirativa con que puedo usar esta palabra.
Por otro lado, no coincido con Roger en el caracter «ideológicamente inestable» de la película. La opción de Scorsese es rigurosa, porque nos invita a ver el mundo de la especulación financiera desde los ojos de un cretino irredimible y ahí hace saltar todas las alarmas de los mecanismos de identificación que tan bien funcionan en el cine norteamericano. Esto no es nuevo en Scorsese: en Taxi Driver lo hizo con un taxista paranoico y facho, en El rey de la comedia lo hizo con otro paranoico que quiere ponerse en el lugar de los ganadores aunque sea por una noche. En Buenos Muchachos y Casino se pone en la piel de traidores, asesinos y delatores. Son siempre puntos de vista que minan el humanismo bonachón que tanto le gusta a Hollywood y su público y a la vez minan el ejercicio de identificación por el que este cine funciona.
Para producir este efecto revulsivo Scorsese no necesita mostras más de 10 segundos a los perdedores del sistema. Quizá mostrarlos un segundo más sería debilitar el caracter revulsivo de la operación. Más aún: creo que el final, con el público neocelandés tratando de aprender del crápula los mejores métodos para estafar al incauto, advierten sobre la peligrosa fascinación que ejercen los winners sobre los losers (que son la mayoría de los espectadores de sus películas). La mirada embobada y admirativa de los perdedores es un estilete mucho más incisivo que un plano de varios minutos sobre los excluidos del sistema.
Creo que hay que seguir avanzando en el análisis del punto de vista en el cine de Scorsese.
Y para mí la peor es Hugo. (No vi Kundun).