CINECLUBES DE CÓRDOBA (28): MÁS ALLÁ DE LA RED
Por Roger Koza
El sorprendente hombre araña 2: la amenaza de Electro, la película sobre el gran superhéroe proletario convertido ahora en un pibe canchero, ha invadido las salas de la ciudad. Pero, afortunadamente, están las proyecciones de los cineclubes.
Descubriendo a Guiraudie
Recientemente se estrenó su última película, El desconocido del lago. Alain Guiraudie es uno de los grandes directores contemporáneos, dueño de un mundo propio y un cine que no se parece a nada. Quienes se acerquen a Cinéfilo Bar (Bv. San Juan 1020), el próximo martes 9 a las 21hs, podrán constatar en No hay descanso para los valientes (2003) la inventiva de este director nacido en el sur de Francia, hijo de campesinos, miembro del partido comunista y abiertamente homosexual.
Existencialismo lúdico, emancipación narrativa y asociación libre articulan argumento y forma en este relato capaz de combinar géneros cinematográficos con gran libertad. En principio, se trata de la ansiedad adolescente de un joven llamado Basile que vive en una zona rural del sur de Francia. Su delirio inocuo pasa por no dormir porque si se entrega al sueño morirá. La puesta en abismo concebida por Guiraudie responde fielmente a la lógica de los sueños, de tal modo que un personaje que acaba de morir puede aparecer unos minutos más tarde sin ninguna explicación. Algunas secuencias son memorables, como la “partida” de un amante maduro de Basile o la aparición de una cantina en el medio de la nada. Película imprevisible y esencialmente popular, como todo el cine del director.
El sueño americano
No es fácil para un director empezar su carrera con un filme como George Washington (2000), película tocada por la gracia de sus imágenes, que denotan una sensibilidad poética poco frecuente a la hora de retratar el costado sombrío del sueño americano, sin apelar al cinismo obligado del cine indie estadounidense. El debut cinematográfico de David Gordon Green se centra en la historia de un grupo de adolescentes afroamericanos de Carolina del Norte. La extraordinaria escena sobre un accidente y la muerte de un adolescente articula dramáticamente el filme de Green, cuya tristeza sociológica es contrarrestada por la naturaleza amorosa de los vínculos entre los jóvenes. Los encuadres en Scope son formidables, en parte porque enseñan un paisaje urbano que explica sin subrayar la desesperanza de toda una generación. (Cineclub La Quimera, Teatro La Luna, Pje. Escutti esq. Fructuoso Rivera. Bº Güemes
La última de Rohmer
El romance de Astrea y Celadón fue la última película de uno de los maestros indiscutibles de la Nouvelle Vague francesa. Eric Rohmer, a los 87 años, inspirado en una novela de más de 5.000 páginas del siglo XVII de Honoré d’Urfé, sobre una historia de amor que transcurre en el siglo V y cuyos personajes son ninfas, druidas y pastores, demuestra cuán original y provocativo puede ser su cine. Una advertencia en el inicio sobre la imposibilidad de rodar la película en los escenarios naturales e históricos debido a que hoy son espacios urbanizados y modernos indica una preocupación misteriosa: ¿no es acaso el procedimiento normal y característico de cualquier película de época? Si el cine de Hollywood reconstruye los decorados pero sus personajes se comportan como sujetos de nuestro tiempo, aquí Rohmer, austero y brillante, intenta reconstruir la experiencia total del mundo como si efectivamente la película transcurriera en el siglo V. ¿Cómo sonaría la naturaleza en ese siglo? ¿Cómo habría de ser la juventud en tiempos tan pretéritos? La sensualidad domina pero se ajusta también a un discurso sobre los orígenes de la civilización occidental, a menudo introducido por una exégesis de pinturas de la época, aunque la universalidad de su tópico, un romance puesto en peligro por un conjunto de malentendidos, puede ser contemporánea y ser leída, por consiguiente, como una objeción a ese lugar común que concibe el presente como un tiempo menos prejuicioso que cualquier época remota. Una película que no envejecerá nunca, una película intempestiva. (Hoy, a las 20.30hs, en el Cineclub Municipal Hugo del Carril, Bv. San Juan 49)
Dos reposiciones
La reciente ganadora del Oscar a Mejor Película Extranjera, La gran belleza, vuelve a la cartelera. El examen personal que un escritor hace de sí mismo a sus 63 años le permite a Paolo Sorrentino ofrecer un retrato sobre Roma como ciudad y como espacio cultural. El director italiano postula discretamente la belleza como un posible consuelo frente a una cultura sumida en la decadencia. (Cineclub Municipal Hugo del Carril, Bv. San Juan 49, del jueves 11 al domingo 14)
Philomena es la última película del director británico Stephen Frears. Se trata de una adaptación de El hijo perdido de Philomena Lee, del periodista Martin Sixsmith, interpretado en el filme por el gran comediante británico Steve Coogan. La película cuenta la dramática historia de Philomena (Judi Dench), una mujer irlandesa que en su adolescencia fue obligada a dejar a su hijo al cuidado de unas monjas que luego vendieron al bebé. El filme arranca en 2004, cuando el periodista y Philomena emprenden la búsqueda del hijo, y viajan a los Estados Unidos.
Frears es demasiado respetuoso del punto de vista de la propia Philomena, y el anticlericalismo necesario para cuestionar a la institución religiosa está neutralizado por un sentimentalismo ramplón, a menudo imbuido en un espíritu cristiano, cuya injustificada misericordia sustituye la voluntad de verdad. (Cine Teatro Córdoba, 27 de abril 275, del jueves 11 al domingo 14)
Roger Koza / Copyleft 2014
Querido Roger, coincido con tu lectura de El romance de Astrea y Celadón.
El tipo nunca quiso hacer una película histórica «a la americana», como bien decís, con personajes que se comportan como si vivieran en nuestra época.
Fue muy decepcionante en el Bafici de hace un par de años, cuando proyectaron Astrea ver reírse a la gente de cómo se comportaban los personajes y del verosímil que construye Rohmer en la película tratando de reconstruir arqueológicamente un un modo de sentir fenecido.
Parecía que el público no estaba dispuesto a enfrentar una de las pocas manifestaciones de la otredad que nos regaló alguien que realmente sabía mirar atrás, y pedían a gritos «personajes que se comportan como sujetos de nuestro tiempo», como bien decís.
A veces, una forma de ser moderno es ser lo más radicalmente fiel al pasado. Su Percival, el galo es un buen ejemplo:
https://www.youtube.com/watch?v=hnf2-YjBLRA
Por último, cuando se murió Rohmer me dije algo que suena feo porque en parte mostraba que me «alegraba» por su muerte.
Me dije algo así como «me duele que se nos muera Rohmer, pero morir ahora, después de Astrea y Celadón, es el mejor modo de cerrar su largo capítulo sobre el Amor.
Si tiene que venir la muerte como en el Séptimo sello, está muy bien que venga ahora».
Hernán: Perceval es directamente de otro mundo. Me imagino las risitas. Risa debería darnos Divergente. Pronto viene un artículo de García a favor de Rohmer. Prividera ya tiene uno en el blog, y no es justamente positivo. Aquí. Abrazo. RK