Leviathan

Por Roger Koza

El hombre es un animal que se define por su capacidad de crear hábitos, decía Henri Bergson. Si el autor de La evolución creadora tiene razón, lo primero que hay que analizar son los hábitos perceptivos. En el cine, tener esto en cuenta es fundamental, más en una época en la que hay un trabajo sistemático sobre la percepción y el cine estereoscópico avanza detrás de la necesidad industrial de imponer un modelo de consumo audiovisual. La estética anabólica del 3D por la cual la realidad se satura y sale por la pantalla, como si pudiéramos tocarla con los ojos, es el modelo de nuestra percepción. Vemos de un modo sin saber por qué.

Quienes tengan la suerte de ir a Cinéfilo Bar (Bv. San Juan 1020) el martes 20 a las 21hs podrán experimentar algo radicalmente distinto en materia perceptiva. Leviathan, el extraordinario filme de Lucien Castaing Taylor y Verena Paravel, es un verdadero viaje perceptivo, una propuesta cinematográfica que bien puede competir con las descripciones más alocadas de Carlos Castañeda sobre los efectos de ciertas sustancias psicotrópicas en el flujo de su conciencia. En Leviathan el efecto perceptivo no pasa por la ingesta de una sustancia sagrada sino por el uso de una cámara llamada GoPro y por un diseño de sonido soberbio al servicio de un conjunto de ideas de puesta en escena que reinventan el cine etnográfico.

Filme experimental por excelencia, esta propuesta surgida del Sensory Ethnography Lab de Harvard consiste en un viaje en altamar arriba de un barco pesquero. No hay entrevistas, tampoco textos que indiquen algo en particular, excepto una cita bíblica inicial que asocia el mar con taras metafísicas. Lo que se ve a lo largo de todo el filme es la actividad general en el barco.

Dicho así podría pensarse que se trata de un mero registro directo del trabajo. En un sentido lo es, pero la concepción visual del filme se despega de la modalidad ortodoxa del documental observacional. De pronto, la cámara parece mimetizarse con la mirada de los peces o de las gaviotas. El carácter alucinatorio de Leviathan reside en la invención de una mirada que no siempre coincide con la reproducción de la percepción humana. Literalmente, la cámara parece un animal anfibio, capaz de capturar el movimiento del mar y sus seres vivos. Como Hitchcock en la misteriosa y tenebrosa panorámica de Los pájaros, un poco antes de que las gaviotas ataquen Bodega Bay por primera vez, Taylor y Paravel se apropian de un plano sin referencia humana y desarrollan ese punto de vista a lo largo de toda la película.

Viajando con Ossang

El próximo jueves 22 de mayo, a las 20.00hs, el Cineclub La Quimera exhibirá la famosa Trilogía del paisajede F.J. Ossang: Silêncio, Ciel éteint! y Vladivostok! Si bien puede adivinarse cierta voluntad narrativa, el modo como Ossang retrata los paisajes es mucho más relevante que entender o seguir el relato minimalista. No debe haber muchos directores capaces de transformar la quietud de un lago en una entidad estética digna de una contemplación eterna. En el cine de Ossang, la naturaleza deja de ser paisaje para convertirse en una modalidad inclasificable de la materia. (En Teatro La Luna, Pje. Escuti esq. F. Riviera)

Este texto fue publicado por el diario La voz del interior en el mes de mayo 2014

Roger Koza / Copyleft 2014