CINECLUBES DE CÓRDOBA (53): LA DIMENSIÓN EXTRAORDINARIA DE LO ORDINARIO 

CINECLUBES DE CÓRDOBA (53): LA DIMENSIÓN EXTRAORDINARIA DE LO ORDINARIO 

por - Cineclubes de Córdoba, Críticas breves
03 Nov, 2014 08:34 | Sin comentarios
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Daguerrotipos

Por Roger Koza

Un lugar común: ir al cine para olvidarse de todo. ¿Qué ver entonces? Películas que eviten hablar de nuestros problemas y dilemas, historias que, en la medida de lo posible, transcurran en un mundo lejano o enteramente fantasioso. Si tienen persecuciones automovilísticas y choques, y si proliferan superhéroes disfrazados, todavía mejor. Sin duda, se trata de un legítimo deseo pero, sin saberlo, ese espectador imaginario se puede haber robado a sí mismo un placer tan cercano como desconocido.

En Daguerrotipos (1975), la gran Agnès Varda decide tomar su cámara y filmar simplemente la cotidianidad de la calle Daguerre (que remite lógicamente al daguerrotipo, primer procedimiento fotográfico concebido por Louis Daguerre en 1839), lugar en el que la cineasta nacida en Bélgica vivió por décadas. La cotidianidad del distrito parisino elegido tiene un ritmo signado por la apertura y el cierre de los negocios pequeños de la calle. Varda retrata una panadería, una carnicería, una tienda de perfumes, otra de venta de instrumentos, un almacén, una relojería, y a quienes ahí trabajan y compran. Son tiendas que poco tienen que ver con los modernos shoppings, una forma de expresión de la vida comercial en la que la interacción repetitiva conlleva una forma de conocimiento amistoso entre los implicados.

La voz en off de la directora va sugiriendo algunas ideas generales, pero serán tres preguntas muy concretas a los dueños de esos negocios lo que elevará la película a una dimensión extraordinaria. Cuando se les pregunte sobre el origen, las respuestas despegarán del pavimento y los protagonistas retomarán la dulce memoria de la tierra a la que pertenecen; cuando se les pregunte sobre sus respectivos cónyuges, la conciencia del paso del tiempo será un común denominador entre todos ellos. Pero en la tercera pregunta, cuando Varda les pregunte sobre sus sueños, tendrá lugar el instante privilegiado en el que despunte una secreta dimensión del espíritu. El relato de los sueños sumado a un espectáculo de magia de un tal Mistog, al que asisten todos los miembros del barrio, trastocará la presunta sensación general de “ser prisioneros de nuestras vidas”.

El montaje cruzado entre los geniales trucos del prestidigitador (que vienen a desafiar las certezas y la lógica de los actos cotidianos) y algunas escenas breves de los hombres y las mujeres trabajando equipara los objetos del mago a las mercancías que pasan de las manos de los dueños a los compradores, lo que sugiere eficazmente una zona mágica en la vida cotidiana. (Miércoles 5, a las 20.00 h, en el Museo Caraffa)

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Alice

Los sueños de Alicia

El primer largometraje de Jan Svankmajer, uno de los grandes cineastas surrealistas en actividad, conocido generalmente por quienes están interesado en el cine de animación, es tal vez la mejor adaptación (del espíritu) de Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carrol, incluso cuando lo que toma Svankmajer en Alicia (1989) es la estructura mínima del libro, que va permeando con sus obsesiones vinculadas al alimento, la interioridad del cuerpo y la descomposición del mundo orgánico. En la visión de Svankmajer es más bien el conejo blanco el que persigue a Alicia, una relación que dista de ser amistosa. La animación y el registro se entremezclan constantemente, lo que pone en juego una sustitución dialéctica entre la niña de carne y hueso que interpreta a Alicia y su símil de porcelana. El pasaje del té en la casa del Sombrerero Loco es una prueba de la genialidad del director checo, aunque el desenlace que coincide con la aparición de la Reina de Corazones constituye la apoteosis de un encuentro perfecto entre la física de Lewis y la sensibilidad de Svankmajer. (Jueves 6, a las 20.30 h, en el Cineclub La Quimera, Pasaje Escuti, esquina Fructuoso Rivera)

Llegan del Este

Desde este jueves 6 de noviembre al domingo 9, el Cineclub Municipal Hugo del Carril (Bv. San Juan 49) empieza un ciclo denominado Cine de Europa Central y Oriental. En él se podrán ver 11 títulos jamás estrenados comercialmente en el país. Probablemente, el mayor interés se concentrará en ver qué esta haciendo el veterano director Andrzej Wajda, de quien se verá Walesa, la esperanza de un pueblo (2013), aunque no se debería dejar pasa la oportunidad de revisar Mi perro Killer (2013), de la directora eslovaca Mira Fornay, título que obtuviera en el 2013 el premio principal del Festival Internacional de Rotterdam. Menos conocida aún, y cautivante (acaso el diamante oculto de la muestra), resulta Cinema comunista (2010), del serbio Mila Turajlic, que reconstruye a través de películas la existencia de un país extinto: Yugoslavia, territorio signado por el cine, ya que su líder Josip Broz Tito, cinéfilo confeso, supo darle al cine una importancia insólita.

Esta nota fue publicada por el diario La voz del interior en el mes de noviembre 2014

Roger Koza / Copyleft 2014