CINECLUBES DE CÓRDOBA (61): MÁS ALLÁ DEL CARNAVAL
Por Roger Koza
El cine brasileño vive un gran momento y acaso un renacimiento. Por mucho tiempo, la figura mítica de Glauber Rocha y las apariciones intermitentes de los genios de Eduardo Coutinho (asesinado fatalmente por su hijo un año atrás) y Julio Bressane constituían los únicos nombres que parecían elevarse y conjurar a medias la mediocridad de un cine industrial (y de arte) que llegaba del mayor país de América del Sur. A principios de siglo, una película como Madame Satã, de Karin Ainouz, fue una grata sorpresa que señalaba un posible camino a contramano de otra tendencia sensacionalista que se podía verificar en títulos como Tropa de elite y Ciudad de Dios, dos películas reaccionarias si las hay.
Después de una década y algunos años, hay pruebas fehacientes de que algo está sucediendo en el cine del estereotipado país de la samba, y este ciclo que comienza el próximo jueves 26 y dura hasta el domingo 29 en el Cine Municipal Hugo del Carril (Bv. San Juan 49), denominado “Encuentro con el nuevo cine brasileño”, es la oportunidad perfecta para comprobar una cierta tendencia vital y creativa en esta cinematografía.
Las cincos películas elegidas (si se deja afuera a la extraordinaria Branco sai, preto fica, que se verá en esos mismos días en carácter de estreno) son muy buenas: Avanti popolo y Sonidos vecinos, dos óperas primas que ya se han visto en nuestra ciudad, merecen una revisión: la primera, dirigida por Michael Wahrmann, es un filme político sobre la espera infinita de un padre por un hijo suyo que ha desapareció décadas atrás. El trabajo sobre el cruce de lo íntimo con lo político es formidable; no menos genial es Sonidos vecinos, que entrecruza un par de historias que tienen lugar en Recife por las que reluce un temor generalizado, sentimiento protagónico, debido a la asimetría material.
Las otras tres películas restantes también son políticas en sus propios términos. Casa grande, de Felipe Barbosa, arranca con una panorámica fascinante sobre una mansión de clase media alta en la que ya existe una expresión formal precisa que anuncia una lectura doméstica y de clase. Lo que sucede con el hijo de una familia muy acomodada, aunque amenazada por una crisis económica secreta, no es otra cosa que la mirada crítica que el propio joven Barbosa propone en la lógica interior de su película. El despertar de la conciencia política del protagonista es justamente lo que articula una perspectiva que, si bien no juzga, no deja de señalar las diferencias de clase como fenómeno estructural. Si bien lo más importante tiene lugar a propósito del enamoramiento del protagonista con una jovencita politizada, los últimos minutos que coinciden con un viaje a los suburbios son políticamente iluminadores. Las otras dos películas que se verán, Después de la lluvia y Castanha, están en la misma sintonía política y cinematográfica. La primera revisa la recuperación de la democracia en clave juvenil; la segunda se sostiene en un personaje fascinante, travesti y actor.
El mundo del espectáculo
En The American Cinema, un libro de Andrew Sarris, el famoso crítico decía de la obra de Robert Aldrich: “Sus películas invariablemente están perturbadas por la intimación de la decadencia y el desorden”. La descripción es perfecta para sintetizar el universo simbólico de Intimidad de una estrella, filme en el que Charles Castle, una estrella hollywoodense de la década del ‘50 (interpretada magistralmente por Jack Palance) irá sucumbiendo paulatinamente a medida que distintas circunstancias policiales, profesionales y domésticas comploten en contra de su estabilidad emocional y sentido de supervivencia.
El leitmotiv que articula esta fábula moral tan oscura como lúcida estriba en una aseveración expresada en el inicio y repetida en el final: “Charlie Castle es un hombre que traicionó sus sueños, pero que no ha logrado olvidarlos”. La premisa tiene su correlato directo en el momento en que Castle es manipulado por su representante (Rod Steiger) a la hora de firmar un contrato para una película que volverá a alejar a su esposa (Ida Lupino).
Basada en una serie de obras teatrales de Clifford Odets, el origen teatral se percibe más en los trabajados diálogos que en la puesta en escena general, incluso cuando la mayor parte de la película transcurre en el living de Castle, un espacio privado que suele ser sistemáticamente invadido por gente del medio. Aldrich apenas necesita disimular el espíritu teatral de su material debido a que su confianza en cómo llevar adelante su registro lo mantiene a salvo de una acusación de ese orden. Gran crítica a la filosofía moral del mundo del espectáculo, película meticulosa en el seguimiento de los vínculos y el contexto social en el que éstos se desenvuelven. (Sábado 28, a las 19 h, en Pasión de los fuertes, Cineclub Municipal Hugo del Carril, Bv. San Juan 49).
Esta nota fue publicada por el diario La voz del interior en el mes de marzo 2015
* Aquí se puede leer una crítica de Avanti popolo.
* Here you can read another review on Avanti popolo.
*Entrevista con Michael Warhmann.
* Crítica de Sonidos vecinos
*Crítica de Branco sai, preto fica
*Ensayo audiovisual sobre Branco sai, preto fica
Roger Koza / Copyleft 2015
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