CINECLUBES DE CÓRDOBA (68): UN DÍA LARGO CON CORTOS
Por Roger Koza
A veces se olvida que el cortometraje es cine de poca duración y no una forma menor mediante la cual simplemente se ensaya alguna idea de cine, como si se tratara de los primeros pasos para llegar a realizar una película en el futuro. En la historia del cine existen títulos contundentes de breve duración que por sí mismos podrían justificar la existencia del séptimo arte. El mejor ejemplo es la obra completa de Artavazd Pelechian: todas sus películas, a excepción de un mediometraje, son cortometrajes, y muchos de ellos obras maestras absolutas, como Los habitantes y Las estaciones.
El próximo miércoles 20 de mayo, en el Cineclub Hugo del Carril (Bv. San Juan), durante todo el día, empezando desde las 15 horas, habrá una programación dedicada exclusivamente a cortos. Se verán títulos que demuestran que la duración de una película no define ni su solidez, ni su rigor. Las películas seleccionadas de Johan van der Keuken, Tim Burton, Gus Van Sant, Wes Anderson, François Truffaut, Jean Eustache, Jacques Demy y Jean-Luc Godard, entre otros, son pruebas suficientes para comprobar que una película es autónoma del tiempo que la define.
Imprescindible resulta no dejar pasar las tres maravillas de Joris Ivens que se proyectarán a las 23 horas: El Sena ha encontrado París es una de las películas más hermosas que se han hecho jamás acerca de un río. Ivens permite entender cómo la existencia de un escenario natural puede definir no solamente la arquitectura y el espacio público de una ciudad, sino también la forma en que la gente se reúne en ella. Es una película de una poesía evidente, en la que se conjura cualquier vestigio de kitsch. No menos impresionante es Valparaíso. Ivens, viajero incansable, podía filmar una ciudad desconocida y arrancar con su cámara imágenes de algo que los propios habitantes desconocían de su propia ciudad. El mistral es otra película fascinante, y la primera película de Ivens sobre el viento, obsesión singular del director que finalmente clausuró su carrera con su obra maestra Historia del viento. En esta ocasión, Ivens registra las consecuencias que tiene la presencia del viento en las ciudades. El resultado es genial, porque el viento es un fenómeno atmosférico que se resiste a ser filmado por su propia inmaterialidad, fuerza invisible que solamente se reconoce cuando mueve otros entes, entre ellos a los propios hombres. Algunos planos de la reacción física de las personas caminando en la calle ante el poder del viento frío y seco conocido como mistral constituyen momentos de genuina emoción, pues el director holandés consigue mostrar la relación intrínseca e inconsciente entre los fenómenos naturales y los hombres.
Además de los cortos de Ivens, se podrá ver la misteriosa Siete piezas para un cine en blanco y negro, de Otar Iosseliani, una película de género, si se quiere, con algunas escenas de tiros. En la sección en la que se pasa el filme de Iosseliani, también se verá Beppie, de Johan van der Keuken, y Portrait, de Sergei Loznitsa, dos títulos excelentes. Sin embargo, el plano secuencia de 6 minutos de Prólogo, de Béla Tarr, es lo más deslumbrante que se verá en esa sección. El travelling lateral que va de derecha a izquierda registrando la interminable fila de personas esperando por su plato de comida en un comedero estatal es la forma justa y exacta de retratar el malestar europeo que, ya en 2004 –momento de realización de la película–, se podía verificar en los países más periféricos del viejo continente.
Este texto fue publicado por el diario La voz del interior durante el mes de mayo de 2015.
Roger Koza / Copyleft 2015
Gracias por el aviso. Da para ir a internarse al cineclub ese día. ¡Lástima que no los repiten!