CINECLUBES DE CÓRDOBA (84): LOS CINEASTAS DEL MAR
Por Roger Koza
Axioma cinéfilo: ninguna película que transcurra en el mar puede ser mala. Axioma inverificable y posible de ser falseado algún día. Aun así, rara vez una película en el mar decepciona. Algo sucede con ese monstruo natural, inmensidad incivilizada en la que la huella de los hombres desaparece.
Segundo axioma cinéfilo: los cineastas portugueses son los mejores. Tal vez tampoco pueda verificarse este enunciado hiperbólico, típico de cinéfilos, cuyo entusiasmo en ocasiones se impone al trabajo racional sobre sus preferencias. Lo que sí es cierto es que los pueblos ligados al mar tienen una plusvalía física en el desarrollo de su imaginación. Tal vez la elegancia y consistencia de tantos cineastas portugueses no estribe solamente en el paso iniciático de estos por las famosa cinemateca portuguesa. Quizás el mar sea el secreto.
Entre los diez títulos que llegan para la Tercera Semana de Cine Portugués, que tendrá lugar del jueves 26 al domingo 29 en el Cineclub Hugo del Carril (Bv San Juan 49), hay un par que resultan indispensables para el cinéfilo exigente. Uno de ellos es Rabo de Peixe, una película pretérita de Joaquim Pinto y Nuno Noel, los mismos directores de ¿Y ahora? Recuérdame (2013), que volvieron sobre este filme rodado entre 1999 y 2002 en la villa de título homónimo, en la isla de Sâo Miguel, la mayor de las islas Azores, para apropiarse de él, dado que la versión conocida hasta ahora pertenecía a un canal de televisión que había alterado el montaje final de los directores.
La nueva versión remite directamente en su espíritu a ¿Y ahora? Recuérdame, aunque el centro del relato no es aquí las proezas físicas de Pinto sobreviviendo al SIDA y sus meditaciones filosóficas, sino el retrato de la vida de los pescadores, en especial dos hermanos, que les permite a los directores observar una forma de vida que parece resistir a los mandatos económicos de nuestro tiempo, acaso una discreta utopía de resistencia que no se mueve estrictamente por las leyes del mercado ni por un modo de organización laboral en consonancia con la lógica empresarial.
La inquietud filosófica y los apuntes sociológicos afables de Pinto y Noel sobre lo que ven a su alrededor vienen de sus respetivas voces en off, y alguna que otra vez se los ve interactuando con los personajes. Todas las implicancias que involucran a la pesca están aquí minuciosamente descriptas, de tal modo que se entienden todas las acciones encadenadas que conlleva. Si la interacción poética con otras especies constituía uno de los atractivos de ¿Y ahora? Recuérdame, algunos planos acuáticos con la presencia estelar de ciertas especies que viven en el mar cumplen con ese rasgo tan característico de aquel filme. (Y para quienes recuerden a Rufus, el viejo perro enfermo de los directores, aquí se lo ve de cachorro).
En un pasaje inicial, Pinto lee un texto de Simone Weil de 1934: “Un pescador que lucha contra las olas y el viento en su pequeño barco, aunque sufra por el frío, el cansancio, el sueño, la falta de comodidad, los peligros y un nivel de vida precario, tiene un destino más envidiable que un obrero, más protegido en casi todos esos puntos. Y es que su trabajo es mucho más parecido al trabajo de un hombre libre, a pesar de que rutina e improvisación tengan en él un papel a veces grande”. Es el punto de vista de toda la película.
La descripción de Weil se vuelve un poco inexacta cuando uno se confronta con los hermosos y dolorosos planos del trabajo de los pescadores en Mudar de vida (1966), otra de las grandes películas que están en este ciclo. La segunda película de Paulo Rocha, un punto de referencia para muchísimos de los directores lusitanos de nuestro tiempo (la restauración de la copia fue supervisada por Pedro Costa), cuenta la historia de un soldado que después de mucho tiempo de luchar en África regresa a su pueblo natal para llevarse la sorpresa de que su esposa se ha juntado con su hermano mayor y ha tenido familia (el momento en el que se reencuentran en un bosque es cinematográficamente perfecto).
El potencial melodrama que articula el relato tendrá su propio desarrollo, y habrá un giro inesperado que cambiará el derrotero del personaje principal, lo que llevará también a un cambio de escenario. La vida en el mar será sustituida por la vida al lado de los ríos. Ese cambio no debilita el punto de vista de Rocha, que registra y describe la dignidad de los pescadores y trabajadores. (De Rocha también se proyectará su ópera prima, Los años verdes).
Mención aparte: en este ciclo se exhibirá la extraordinaria El viejo de Belén (2014), lo último que filmó el gran Manoel de Oliveira antes de morir, un cortometraje misterioso, complejo, personalísimo y enteramente hermoso.
Este texto fue publicado en el diario La voz del interior en el mes de noviembre 2015
Roger Koza / Copyleft 2015
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