CINECLUBES DE CÓRDOBA (89): 1964

CINECLUBES DE CÓRDOBA (89): 1964

por - Cineclubes de Córdoba, Críticas breves
22 Feb, 2016 05:56 | comentarios
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El prestamista

Por Roger Koza

Los libros no envejecen. Reformulación, precisión: ciertos libros desconocen la fatalidad de su inevitable anacronismo (o el destiempo impuesto por el tiempo) ¿Por qué mitigan el olvido? Es difícil saberlo, aunque es fácil postular la universalidad de sus intrigas y cuestiones. Las películas tampoco envejecen, y menos ahora que encuentran una eternidad cómoda y popular en el ciberespacio. Solamente ahí El dinero de Marcel L’ Herbier, el filme de título homónimo de Robert Bresson, El color del dinero de Martin Scorsese y tantos otros filmes sobre esa invención insólita en la que todos creemos son contemporáneos de películas estrenadas en el 2016.

Es una pena que esa coexistencia virtual no alcance a la cartelera oficial. ¿Por qué un cine comercial no puede estrenar películas ‘antiguas’ y desconocidas de 1945, 1968 o 1983? El mito de lo nuevo domina el imaginario. Sin embargo, algunas salas locales alternativas se desentienden de este hábito de mercado y promueven el encuentro con los clásicos. Ahí están las valientes salas Cine Arte Córdoba y el Cineclub Municipal Hugo del Carril. En la primera sala (27 de Abril 275) han tomado la decisión de fijar los miércoles, en doble horario nocturno, como el día de los clásicos. Este miércoles van con Zorba, el griego (1964), un filme que inmortalizó a Anthony Quinn y que no necesita de mayores comentarios.

La otra sala (Bv. San Juan 49) sigue con la conocida Feria de Clásicos y está exhibiendo películas más o menos consagradas de tiempos pretéritos. Las de Herzog, Chaplin, Antonioni, Rossellini merecen verse en pantalla grande, aun cuando en algún caso el cinéfilo las conozca de memoria. Pero lo más estimulante de este ciclo son las películas ‘secretas’.

Una de ellas es sin duda El prestamista (1964) , del gran Sidney Lumet, uno de esos directores de Hollywood que no llegaron a ser reconocidos solamente por su nombre por el gran público, aunque muchas de sus películas son clásicos indiscutibles. 12 hombres en pugna (1957), su ópera prima, extraordinaria película sobre la falibilidad del juicio jurídico y la endeble verdad de la justicia, es una película famosa, aunque suele ser reconocida como la película con (o de) Henry Fonda.

En El prestamista el tema del dinero es fundamental. Dice el personaje interpretado por Rod Steiger, un sobreviviente de los campos de concentración nazis: “Lo único absoluto después de la velocidad de la luz es el dinero”. Ese pesimismo localizado en el dinero como el gran organizador simbólico de todas las prácticas humanas no es otra cosa que la enunciación que racionaliza el sufrimiento de todos los personajes, y en el caso de Sol Nazerman (Steiger) indica, además, la introyección indeseada de la vileza nazi en su propia vida anímica.

El relato transcurre principalmente en el negocio de Nazerman. Por ahí pasan personas de todo tipo a vender objetos insólitos. Uno de los asiduos clientes viene en realidad a tener una conversación con Nazerman, al que le suelen decir profesor; otros buscan doblegar la contundencia de la soledad ciudadana. En ese sentido, Lumet le dedica varias secuencias a la ciudad de Nueva York, que luce proletaria y abandonada; las caminatas de Nazerman, sesgadamente, introducen una lectura documental de la década de 1960, momentos formidables de registro.

Pero la mayor exigencia formal de Lumet pasa por visibilizar los efectos del Holocausto en el psiquismo de su personaje, cuyo remordimiento y culpa por haber sobrevivido lo convierte en un fantasma de carne y hueso cuyo pasado se entromete minuto a minuto en su presente. Los raccords le sirven a Lumet para sugerir cinematográficamente una continuidad constante del pasado en el presente. Si en la calle están apaleando a alguien, si un perro ladra, si él viaja en tren, los sonidos y las imágenes lo remiten al campo y esa confusión cognitiva se ve plasmada en pantalla: dos tiempos se visualizan y se corresponden, una forma de continuidad en la experiencia del personaje.

La secuencia más lograda al respecto es una en el que una mujer negra se ofrece a Nazerman por 20 dólares y este alucina un recuerdo: soldados alemanes que violan mujeres judías. A partir de un travelling interrumpido por mínimos fundidos en negro en el que se ven varias piezas en fila y a las mujeres desnudas dispuestas para el placer de la tropa aria, Lumet condensa una figura indesmentible de la abyección. He aquí un travelling de la abyección, pero no en un sentido rivettiano. (Sábado 27, a las 23.00h).

Este texto fue publicado con otro título y en otra versión por el diario La voz del interior en el mes de febrero 2016

Roger Koza / Copyleft 2016