CINECLUBES DE CÓRDOBA (94): FELICES JUNTOS
Por Roger Koza
La pícara puritana, título español para The Awful Truth, cuya traducción aproximada sería “la terrible verdad”, es una de las grandes películas de la historia del cine. La comedia americana conoce en este filme de Leo McCarey de 1937 su perfección absoluta. Nada, absolutamente nada, está de más: cada gag es perfecto, cada palabra elegida en los parlamentos de los actores tiene precisión y lucidez, el tiempo de las escenas fluye sin detenerse y la trama destila un entendimiento del vínculo amoroso sin parangón. Aquí se afirma, incluso se demuestra, la legitimidad del amor monogámico sin proponer una superstición o una mentira piadosa que lo justifique.
El gran Cary Grant interpreta a Jerry, la prodigiosa Irene Dunne, a Lucy. Están casados, es evidente que se quieren, pero la cosa no funciona, al menos por un tiempo. Él le miente, ella también, como se evidencia en la primera escena de peso en el filme cuando se descubre en el reencuentro después de no verse un tiempo que él supuestamente viene de Miami y ella de la casa de su tía Betsy, procedencias falsas que el filme no se esfuerza en esclarecer pero sí en establecer. En esa escena se enuncia la idea, que se repetirá varias veces, de que “el matrimonio se basa en la fe”. El filme rechazará esa creencia y sugerirá una sustitución: el matrimonio se basa en una extraña forma de conocimiento y un saber reír junto al otro.
Mientras esperan el divorcio, Jerry y Lucy conocerán a otros posibles amantes, pero quedará claro que todavía se quieren y, hasta llegar a la resolución de que sí desean seguir juntos, McCarey propone un conjunto de situaciones en donde ambos personajes van reconfigurando sus molestias y enojos. Para eso, McCarey no recurre a la palabra sino a los gestos faciales apenas detectables: en las reacciones de los rostros de los amantes se puede leer todo su progreso emocional, el aprendizaje necesario para poder volver a elegirse.
La gracia consiste en que todo ese proceso de reacomodamiento significa para la película una cantidad de situaciones humorísticas desopilantes. La irrupción de Jerry en un concierto privado de Lucy, una escena cuya tensión cómica se suscita en torno a un sombrero, o el momento en el que Lucy se hace pasar por la hermana de Jerry frente a la familia de su nueva prometida, son fragmentos irrepetibles del genio de una época fulgurante de Hollywood. En esa época hasta los perros sabían hacer su papel. Nadie olvidará después de ver este filme al genial foxterrier llamado Smith. (Sábado 16, a las 19 h, en Pasión de los fuertes, Bv. San Juan 49)
Los jóvenes de Claire
Claire Denis es una cineasta única. Sus películas nunca dejan de sorprender. Un buen ejemplo puede ser la escena más extensa de US Go Home, película comisionada para el proyecto televisivo Tous les Garçons et les Filles de Leur Âge, en el que se les pidió a distintos directores que hicieran una película sobre temáticas juveniles que transcurrieran en el período histórico de la propia juventud de los realizadores. El año elegido por Denis es 1965. Son tiempos de Guerra Fría y eso explica la presencia militar estadounidense en Francia.
La escena señalada tiene lugar en una fiesta privada de adolescentes en la casa de un anfitrión misterioso y rico, una escena que en cualquier otro filme sería de transición o secundaria y que no llevaría más de unos 4 minutos de duración. Denis extiende el tiempo de la escena en sincronía con el tiempo subjetivo de los personajes y sostiene entonces el segundo acto de su película por 25 minutos aproximadamente, sin apelar siquiera a una saturación de situaciones problemáticas que pueda desviar la atención de lo que se impone en la puesta en escena: observar a los jóvenes bailar, besarse, tomar bebidas y a veces tener sexo.
La reticencia a narrar en demasía es estrictamente proporcional a la intensidad con la que Denis va recorriendo ese espacio doméstico y registrando los detalles de la interacción entre los asistentes a la fiesta. El argumento consiste en divisar conductas: formas de bailar, abrazarse, fumar, mirar, seducir. Se trata de hacer hablar una época en las coordenadas de la propia experiencia; se trata, también, de hacer sentir el tiempo de los personajes. La particular extensión de los tiempos de las escenas duplica la administración del tiempo de los protagonistas. De ahí la vivacidad que se verifica en una escena previa a la mencionada, en la que uno de ellos baila y canta (por un buen tiempo) en la cama, secuencia que anticipa en cierta medida el final glorioso de Bella tarea, la obra maestra indiscutible de la directora.
El argumento oficial es el siguiente: tres jóvenes, dos de ellos hermanos, van a una fiesta, la pasan más o menos bien y de regreso conocen a un militar de rango que tratará de llevarlos a casa en automóvil. El militar es Vincent Gallo; el hermano mayor, el magnífico Gregoire Colin. (Miércoles 13, a las 22 h, en el Cineclub de la Biblioteca, Bv. San Juan 49)
Este texto fue publicado en el diario La voz del interior en el mes de abril 2016
Roger Koza / Copyleft 2016
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