Lluvia

Por Roger Koza

¿Hacia donde se dirige la atención cada vez que miramos un film? Como si se tratara de una ley de gravedad narrativa, seguir la palabra en boca de los personajes o las acciones de estos conlleva delimitar la atención al centro del plano. En una habitación en donde hablan dos personas la percepción se detiene en el ping-pong discursivo de la conversación, además de en las variaciones de gestos que produce una palabra proferida por el emisor sobre el receptor y viceversa. Sin embargo, en la periferia del campo visual suceden cosas, y a veces hasta más relevantes. Lo mismo ocurre en los espacios abiertos. ¿Qué sería entonces el cine sin el imperativo del argumento sostenido en la vida lingüística de los personajes, con la atención desplazada hacia lo “secundario”?

Lluvia es una película muda del gran cineasta holandés Joris Ivens sobre las mil y una formas de percibir en Ámsterdam ese fenómeno atmosférico tan hermoso al que llamamos lluvia, cuya definición científica comporta una precisión no menos admirable: precipitación líquida de partículas de agua. Los múltiples encuadres de Ivens abordan los efectos de la lluvia en el pavimento, en los canales, en los techos de las casas, en las conductas de la gente y en los cambios de ritmo que produce en la cotidianidad de una ciudad. Se trata de una fenomenología integral de la lluvia que permite así despejarla del lugar involuntario de la observación cotidiana. He aquí una forma de ensayo poético que solamente es posible en el cine en la medida en que el cineasta pruebe con otros posibles caminos de registro.

En A propósito de Niza, de Jean Vigo, el territorio se reconoce primero por vía aérea. Los planos cenitales desde una altura considerable dibujan visualmente una extensión. La ciudad francesa ubicada al sur del país, vista desde el cielo, parece bastante homogénea. Una vez que la cámara aterriza prosigue el reconocimiento físico de sus barrios, edificios y habitantes. Desde las alturas no se percibe ni la división de tareas, ni las diferencias entre quienes pueden administrar su tiempo para dedicarse al ocio al lado del mar y quienes deben obedecer horarios para poder subsistir al lado del mar. El gran momento del film es aquel en el que Vigo registra en contrapicado a un grupo de personas bailando en un puente imponiendo a sus imágenes un ralentí que desnaturaliza la acción de los bailarines. La naturaleza mecánica de la cámara cinematográfica devela aquí una perspectiva de otro orden. Es fascinante y secretamente aterrador. (Ambas películas se exhiben el miércoles 11 a las 15.30 h, en el Cine Municipal Hugo del Carril, Bv. San Juan 49).

Lejos de ella

Si bien Lejos de ella es un melodrama (primero) y un drama personal (después), lo que implica darle gran importancia a la vida emocional de los personajes, Jia Zhangke no deja de acentuar la relevancia de la geología de su película. El director concibe el territorio chino como una especie de palimpsesto en el que las transformaciones socioeconómicas de un país reescriben físicamente su geología, y eso es también Lejos de ella. En ese sentido, las locaciones elegidas por Jia responden a una forma de filmar la historia del país, que en todas sus películas está presente; he aquí el costado documental de su cine. Véanse en Lejos de ella las escenas que transcurren al lado de un río, o los modos de registro sobre las calles y las fábricas. Ahí se pone en juego otro film dentro del film.

Que la historia es el tema indirecto de Lejos de ella se adivina en su estructura dividida en tres partes (1999, 2015 y 2025), tres períodos filmados en tres formatos distintos y afectados por un principio visual de expansión (Lejos de ella empieza en 4:3 y culmina en cinemascope) que explica el movimiento de la historia en China, cuyo destino posible está signado por la canción que se escucha en el inicio y en el conmovedor final: Go West. El devenir occidental de China es el verdadero tema de la película.

En esa gran Historia se sitúa la historia de Zhang, la mujer que elegirá en su juventud casarse con uno de sus dos pretendientes, con quien tendrá un hijo, y que muy pronto dejará de ver, dado que el mejor futuro posible para él será al lado del padre en tierras lejanas. La soledad del personaje de la gran Zhang Tao se acrecienta con el tiempo y es uno de los incuestionables motivos por los que Lejos de ella conquista la empatía de los espectadores. Pero el film de Jia ofrece mucho más que la tristeza y la dignidad de una madre; el personaje discreto de Lejos de ella es el territorio y cómo la relación de sus habitantes con este sobrecoge, expulsa y desarraiga. (Del jueves 12 al domingo 15, en el Cine Arte Córdoba, 27 de abril 275)

Este texto fue publicado por el diario La voz del interior en el mes de abril 2016

* Aquí se puede leer una crítica sobre Lejos de ella.

* Otra crítica que escribí en Cannes 2015. Se puede leer aquí.

* Crítica que no publiqué en el blog y sí en La voz del interior. Se puede leer aquí.

Roger Koza / Copyleft 2016