CINEFILIA ONLINE (15): UN LUGAR LLAMADO BUENOS AIRES

CINEFILIA ONLINE (15): UN LUGAR LLAMADO BUENOS AIRES

por - Cinefilia online
25 Mar, 2016 06:01 | comentarios
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La parte del león

Por Roger Koza

Un posible recorrido para seguir la generosa oferta (y aún gratuita) de Odeón, la plataforma de cine argentino que lanzaron recientemente el INCAA y Arsat, es tomar una serie organizada por la idea de ver Buenos Aires a través de las películas. Más allá del interés de la trama, se trate de un documental, una comedia o un policial, el espectador podría seguir tanto el filme oficial que justifica su título, y que no es otra cosa que la propuesta inicial nacida de un guión, como también ese otro filme secreto, o clandestino, como le gustaba decir a Ruiz.

Un filme estupendo para probar esta doble vía de percepción es la ópera prima de Adolfo Aristarain, La parte del león (1978), una de las tres grandes películas del director, cuya obra completa está disponible en la plataforma. En ese primer filme, Aristarain elige el policial, y sin apartarse de las reglas del género pone en relieve un clima de época, lo que en cierta medida explica las conductas de los personajes, cuyos deseos han sido reducidos a la salvación privada.

La trama es conocida: un pobre empleado, interpretado por Julio De Grazia, está a punto de divorciarse y sobrevive a su angustia en un cuarto que alquila en un edificio de segunda categoría. La oportunidad de su vida pasará por un fallido robo de un banco. Un par de asaltantes logran sacar el dinero de la entidad pero en la huída deberán dejar el botín en el tanque de agua del edificio en donde vive el personaje de De Grazia. Lógicamente, el empleado encontrará los millones de pesos, pero necesitará cambiarlos a una nueva moneda nacional en curso (un giro vernáculo de la trama, en total sintonía con la economía argentina de la época). ¿Podrá trocar los viejos billetes? ¿Los ladrones lo encontrarán? ¿Qué pasará con su exmujer y su hija? Ahí están todos los elementos narrativos que se pondrán en juego.

Pero así como el filme es apasionante en tanto que su relato sugiere cómo el dinero organiza simbólicamente las aspiraciones de una clase social específica, no menos sorprendente es descubrir Buenos Aires en 1977, fecha que el filme pone al descubierto al mostrar un diario en el que se anuncia la muerte de Charles Chaplin. En La parte del león, las calles de Buenos Aires, las inmediaciones de un banco, una oficina o la vista desde los techos de los edificios reflejan todo un período. El tiempo pretérito adquiere nitidez en su fantasmal reaparición; el que estuvo ahí recordará una sensación de Historia que solamente las películas pueden revivir. El que no, capturará los espectros de una Buenos Aires disipada, acaso irreconocible.

Odeón no solamente cuenta con la obra completa de Aristarain; también se pueden ver las películas de Jorge Cedrón, hasta hace poco inhallables en su mayoría. No hace falta decir que Operación masacre (1973) merece un repaso obligatorio, si es que nunca se ha visto el filme más importante de Cedrón. Pero en la oferta hay otros títulos, como El otro oficio (1967), un cortometraje fascinante en el que un trabajador calificado (Héctor Alterio) intenta conseguir trabajo en una ciudad en la que el desempleo parece ser una variable de la economía.

Los recorridos del personaje de un lado a otro permiten que Cedrón incorpore el exterior de la ciudad como un correlato de la inhospitalidad en la que está sumido el personaje. Un viaje en tren puede ser un suplicio, no menos que la espera que se padece mientras los desempleados hacen fila para una entrevista, algo que Cedrón decide mostrar con dos o tres contundentes travellings laterales que retienen ese sentimiento ambiguo de esperanza y resignación experimentados por el trabajador antes de que le confirmen si podrá ofrecer su fuerza de trabajo a cambio de un salario. Por cierto: lo que sucederá con el personaje de Alterio es una humillación reconocible y estructural.

En El otro oficio, Buenos Aires luce lúgubre. Es 1966 y, si bien la hostilidad de la ciudad no parece ser la que hoy puede constatarse, el registro sí entrevé la soledad de sus habitantes. Hay una escena hermosa que puede pasar desapercibida: el personaje de Alterio duerme un rato en un banco de una plaza en Retiro. El reloj de la Torre de los Ingleses lo despierta. Al levantarse observa a un vendedor ambulante y le compra algo para comer. En ese pasaje intrascendente, propio de una cotidianidad insignificante, se concentra una época, una forma de intercambio vincular y un modo de estar en el mundo.

¿Qué filme verá el lector si busca la película clandestina en El crítico, Mujer lobo, El estudiante, El bonaerense y tantas otras películas que tienen como escenario Buenos Aires?

Este texto fue publicado por el diario La voz del interior en el mes de enero de 2016

Roger Koza / Copyleft 2016