CINEFILIA ONLINE (15): UN LUGAR LLAMADO BUENOS AIRES
Por Roger Koza
Un posible recorrido para seguir la generosa oferta (y aún gratuita) de Odeón, la plataforma de cine argentino que lanzaron recientemente el INCAA y Arsat, es tomar una serie organizada por la idea de ver Buenos Aires a través de las películas. Más allá del interés de la trama, se trate de un documental, una comedia o un policial, el espectador podría seguir tanto el filme oficial que justifica su título, y que no es otra cosa que la propuesta inicial nacida de un guión, como también ese otro filme secreto, o clandestino, como le gustaba decir a Ruiz.
Un filme estupendo para probar esta doble vía de percepción es la ópera prima de Adolfo Aristarain, La parte del león (1978), una de las tres grandes películas del director, cuya obra completa está disponible en la plataforma. En ese primer filme, Aristarain elige el policial, y sin apartarse de las reglas del género pone en relieve un clima de época, lo que en cierta medida explica las conductas de los personajes, cuyos deseos han sido reducidos a la salvación privada.
La trama es conocida: un pobre empleado, interpretado por Julio De Grazia, está a punto de divorciarse y sobrevive a su angustia en un cuarto que alquila en un edificio de segunda categoría. La oportunidad de su vida pasará por un fallido robo de un banco. Un par de asaltantes logran sacar el dinero de la entidad pero en la huída deberán dejar el botín en el tanque de agua del edificio en donde vive el personaje de De Grazia. Lógicamente, el empleado encontrará los millones de pesos, pero necesitará cambiarlos a una nueva moneda nacional en curso (un giro vernáculo de la trama, en total sintonía con la economía argentina de la época). ¿Podrá trocar los viejos billetes? ¿Los ladrones lo encontrarán? ¿Qué pasará con su exmujer y su hija? Ahí están todos los elementos narrativos que se pondrán en juego.
Pero así como el filme es apasionante en tanto que su relato sugiere cómo el dinero organiza simbólicamente las aspiraciones de una clase social específica, no menos sorprendente es descubrir Buenos Aires en 1977, fecha que el filme pone al descubierto al mostrar un diario en el que se anuncia la muerte de Charles Chaplin. En La parte del león, las calles de Buenos Aires, las inmediaciones de un banco, una oficina o la vista desde los techos de los edificios reflejan todo un período. El tiempo pretérito adquiere nitidez en su fantasmal reaparición; el que estuvo ahí recordará una sensación de Historia que solamente las películas pueden revivir. El que no, capturará los espectros de una Buenos Aires disipada, acaso irreconocible.
Odeón no solamente cuenta con la obra completa de Aristarain; también se pueden ver las películas de Jorge Cedrón, hasta hace poco inhallables en su mayoría. No hace falta decir que Operación masacre (1973) merece un repaso obligatorio, si es que nunca se ha visto el filme más importante de Cedrón. Pero en la oferta hay otros títulos, como El otro oficio (1967), un cortometraje fascinante en el que un trabajador calificado (Héctor Alterio) intenta conseguir trabajo en una ciudad en la que el desempleo parece ser una variable de la economía.
Los recorridos del personaje de un lado a otro permiten que Cedrón incorpore el exterior de la ciudad como un correlato de la inhospitalidad en la que está sumido el personaje. Un viaje en tren puede ser un suplicio, no menos que la espera que se padece mientras los desempleados hacen fila para una entrevista, algo que Cedrón decide mostrar con dos o tres contundentes travellings laterales que retienen ese sentimiento ambiguo de esperanza y resignación experimentados por el trabajador antes de que le confirmen si podrá ofrecer su fuerza de trabajo a cambio de un salario. Por cierto: lo que sucederá con el personaje de Alterio es una humillación reconocible y estructural.
En El otro oficio, Buenos Aires luce lúgubre. Es 1966 y, si bien la hostilidad de la ciudad no parece ser la que hoy puede constatarse, el registro sí entrevé la soledad de sus habitantes. Hay una escena hermosa que puede pasar desapercibida: el personaje de Alterio duerme un rato en un banco de una plaza en Retiro. El reloj de la Torre de los Ingleses lo despierta. Al levantarse observa a un vendedor ambulante y le compra algo para comer. En ese pasaje intrascendente, propio de una cotidianidad insignificante, se concentra una época, una forma de intercambio vincular y un modo de estar en el mundo.
¿Qué filme verá el lector si busca la película clandestina en El crítico, Mujer lobo, El estudiante, El bonaerense y tantas otras películas que tienen como escenario Buenos Aires?
Este texto fue publicado por el diario La voz del interior en el mes de enero de 2016
Roger Koza / Copyleft 2016
Sin perder de vista el objetivo de la nota, quisiera hacer algunas acotaciones.
Respecto a la plataforma Odeon: Muy buenas las intenciones del INCAA y Arsat al intentar poner a disposición de los cinéfilos la producción cinematográfica argentina. Pero, las aspiraciones no se traducen en resultados del todo aceptables. No solo porque faltan títulos importantes, sino porque la plataforma en sí misma adolece de serias falencias técnicas. En primer lugar el sistema de registración no funciona bien. Un trámite que debería ser rápido y sencillo se transforma en una traba al acceso. En el propio sitio se advierte que si la persona tiene una cuenta en Gmail, Yahoo o Hotmail, podría demorarse la recepción del e-mail con la confirmación del registro, trámite imprescindible para activar la cuenta. Bueno, yo tengo una cuenta en Hotmail, y el e-mail nunca me llegó. Probé a que me reenvíen una segunda (y tercera y cuarta) vez el correo, pero nunca llegó. Decidí usar una cuenta de correo de mi trabajo, pero esta vez tampoco recibí el e-mail de confirmación. Conclusión: no puedo aún ingresar a Odeon. Para el programador del sitio Web, y las autoridades que lo contrataron mi mayor repudio por incompetente.
Respecto a los títulos citados sobre el final: “El bonaerense” de Trapero, no es un filme que trascurra en la ciudad de Buenos Aires, sino en la provincia, y el título es ya de por sí es elocuente. Hace alusión a la Policía de la Provincia de Bs. As y no a la ciudad capital del país. Pero además, la cita me parece inapropiada porque en “El bonaerense”, la ciudad, cualquiera que ella fuera, el espacio urbano, no juegan ningún rol relevante en el relato. Faltó citar un ejemplo más cercano en el tiempo y más expresivo de lo que la nota quiere destacar. Me refiero a “Reimon” de Rodrigo Moreno, donde los largos planos secuencias en que la cámara acompaña a la protagonista en sus interminables viajes urbanos desde su casa al trabajo y viceversa, dan cuenta de una manera destacable acerca de la forma en que la ciudad condiciona y modela la vida de sus habitantes, o de quienes la visitan todos los días por razones de trabajo, como es el caso de Reimon, el personaje.
Finalmente, como habitante y nativo de esta sufrida ciudad de Córdoba, y por extrapolación, me pregunto cuando será el día en que el cine cordobés se apropie de la calle y convierta a los espacios urbanos en protagonistas de las historias que pretende contar. La película de Rosendo Ruiz “De Caravana” tiene algo de esto, pero a mi juicio no del todo logrado. Es paradójico que la mejor película hecha en Córdoba, que ha sabido filmar como ninguna las calles de Córdoba, haya sido realizada por un español. Me refiero a Hermes Parralluelo y su filme Yatasto. En otro nivel, la última película del cordobés Sergio Smucler, “Guachos de la calle (memorias del desarraigo)”, apuesta también y desde el título, aunque no con el talento del español, a mostrar la dialéctica entre la vida cotidiana de un grupo de jóvenes de una villa miseria de las afueras de la ciudad de Córdoba, su vida cotidiana, su amor por la música y el canto, y su incierto futuro. Como no pude encontrar en este blog, ninguna crítica, aunque sea breve, del filme de Smucler, invito al lector interesado a leer lo publicado por Martín Iparraguirre en su blog «La mirada encendida» en este link: https://lamiradaencendida.wordpress.com/2015/06/05/guachos-de-la-calle-memorias-del-desarraigo/ y una entrevista a su director aquí: https://lamiradaencendida.wordpress.com/2015/06/03/entrevista-a-sergio-schmucler-3/
Por mi cuenta, escribí sobre este filme, aquí: http://comentandocine.com/2015/06/22/guachos-de-la-calle-memorias-del-desarraigo/
1. Me consta que la gente que lleva adelante Odeón solía responder a este tipo de problemas. Así fue hasta noviembre o diciembre. Habría que constatarlo, pero quizás algunos de los que trabajan ahí han sido despedidos. Es decir, trabajaban, ya no están. Es una suposición de mi parte.
2. No se me pasa bajo ningún motivo que El bonaerense transcurre en las afueras de Capital Federal, pero mi idea de Buenos Aires es una en la que esa ciudad se extiende más allá del puente de Avellaneda y la General Paz; en otros términos, es imaginariamente Buenos Aires. Su señalamiento catastral es atendible para una cuestión policial o de otros requerimientos que piden mayor exactitud; es correcto, sin duda, pero la verdad me parece un señalamiento capcioso. Igual, todo bien.
3. Las películas que elegí nombrar son todas aquellas que están en la plataforma Odeón, y Réimon no está disponible como tantas otras que podrían haber estado en la nota, por ejemplo, El hombre robado.
4. Por la misma razón, nada he dicho sobre Yatasto y las otras películas cordobesas. Cuando escriba sobre «Una ciudad llamada Córdoba», entonces nombraré esas películas y otras que tampoco usted nombra, como por ejemplo Mi compañero y Ragazzi; hay muchas más.
Saludos.
Respecto a El Bonaerense, no hago ninguna interpretación capciosa. En todo caso sus ejemplos se prestan a la confusión del lector. No me cabe duda que la forma de relacionarse con el espacio urbano no es la misma de un porteño que la de un bonaerense. De todas formas, su comentario no da respuesta a la obejción principal que yo le hice y es que en «El bonaerense» no hay nada que permita rescatarla como un filme que muestre nada particularmente valioso del espacio urbano, porteño o bonaerense. Sus escenas de exteriores muestra una ciudad tan impersonal que podría ser cualquier gran urbe de la Argentina.
Sigo creyendo que sí es capcioso y contenidamente agresivo su comentario, pero me parece que tiene usted todo el derecho de expresarse como se le dé la gana. (La confusión del lector es un universal capcioso; que usted hable en su nombre es otra cosa).
La forma desangelizada con la que muestra Trapero el Gran Buenos Aires y una zona de intersección de la ciudad de Buenos y lo que la rodea responde a una sordidez nocturna que reconozco muy bien; con mayor precisión, cercano al período, Cozarinsky hizo lo mismo en Ronda nocturna.
Saludos.
RK
Respecto a mi objeción a las fallas técnicas del sitio para registrarse, acabo de probar nuevamente y los errores no se han corregido.
Fíjese que usted tiene problemas con el sitio, yo no; recuerdo que hubo muchas personas que tuvieron problemas similares al suyo (usuarios de Hotmail) y que pudieron solucionarlo con asistencia. Como le dije, quizás en esas depedencias estatales ya no estén disponibles la misma cantidad de personal.