CONTACTO EN FRANCIA
En el marco del ciclo Cine y democracia, organizado y programado por Alejandro Cozza, tendré el gusto de dialogar con Adrián Caetano sobre Francia, su antepenúltima película. Será hoy, después de la función que empieza a las 20.30hs (estimo que a las 22.00hs) en el Cineclub Municipal Hugo del Carril, Bv. San Juan, 49.
Hace un tiempo, me hicieron una entrevista general en la que me preguntaban sobre el cine de Caetano. Ezequiel Iván Duarte me preguntaba y yo respondía…
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EIZ: En una entrevista que le hizo a Adrián Caetano en 2009, éste se quejaba del carácter “snob” y “sin ideología” del cine argentino contemporáneo (“No tienen nada para contar”, afirmaba). ¿Cree que el cine debe tener una responsabilidad o conciencia histórica (o que pueda evitar tenerla)?
RK: Un cineasta (y crítico de cine) como Nicolás Prividera viene diciendo lo mismo. Vayamos por partes. Una vez más, la caracterización sin el caracterizado invita a una generalización imprecisa. Toda generalización explicita una ideología. Puedo pensar en algunas películas en donde lo snob es su tema y su forma: El artista, por ejemplo.
Un film sin ideología es imposible, de allí que en la puesta en escena y el punto de vista elegido por un director se puede leer la política del plano, que es el plano de la política. El ojo mira desde un sistema y unas coordenadas simbólicas, y la puesta en escena exterioriza siempre esa mirada. Un film como Excursiones, que me gusta mucho, parece desconocer su costado político, el qué pasa al mostrar a unos jóvenes de clase media alta que parecen vivir en el limbo y cuyas preocupaciones exceden cualquier conciencia política y malestar laboral. No sé si Acuña es o no consciente, pero eso está en el film más allá de la voluntad de su director.
Si Caetano hubiera dicho o explicitado que su flecha iba dirigida al cine concheto de la FUC, habría que decir que no siempre, incluso si es canchero, es snob; y lo ideológico, mal que le (y nos) pese, está por omisión o por un reconocimiento expreso. Lucrecia Martel, por ejemplo, no estaría muy lejos de ese concepto, pero ella introduce el problema de la interacción de clase, la tensión y la seducción entre los distintos. Además, su consciencia hiperbólica sobre todos los elementos que constituyen sus películas implica una puesta en escena perfecta, como si se tratara de una ética y una política demostrada en un orden geométrico. Martel, Caetano y Prividera son los cineastas que han alcanzado una depuración y un entendimiento lúcido sobre lo que hacen y buscan que no es frecuente en otros cineastas del país.
El problema de la conciencia histórica excede, una vez más, al cine. La ahistoricidad de algunas generaciones responde paradójicamente a un tiempo histórico preciso, y es un fenómeno cultural más que estético y cinematográfico. De todos modos, el tiempo histórico se refleja involuntariamente y las concepciones políticas están expuestas en lo que resulta visible o menos visible de un film. Un gesto, una decisión de mostrar o no mostrar algo, un primer plano, una voz en off oportuna u oportunista, un travelling en un momento exacto indican el punto de vista con el que se mira, narra y expone. En definitiva, toda película es política e histórica; no tengo duda de que una película mejora si quien responde por ella es consciente de su historicidad y de su posicionamiento frente a la justicia, la desigualdad, el poder y la rabia.
EID: ¿Le parece que puede existir un cine a-político o pre-político? ¿Cómo ve lo político (y lo histórico) en la obra de Caetano?
RK: Tras todo lo dicho queda claro que no es posible ni un cine pre-político o apolítico, a pesar de que alguien intente cumplir con un objetivo semejante, o crea fehacientemente en ello. Lo político es un a priori (histórico) de la mirada. Quien ha nacido en la riqueza o ha gozado de cierto bienestar ha establecido una experiencia del espacio, del gusto, de los olores, de los colores muy distinta a quien ha nacido en un hogar sin privilegio alguno. Quien es consciente de este a priori (y esto también involucraría al crítico) puede desenvolverse de un modo mejor, pues indefectiblemente pensará con mayor responsabilidad y profundidad la forma cinematográfica y los límites de toda representación.
En el caso de Caetano la conciencia histórica y política resulta evidente en su ópera prima: Pizza, birra, faso ni es espontánea, ni narrativamente inconsistente y menos aún retrata a su marginales como si se tratara de sujetos en el margen de los márgenes; su historicidad precisa devela los estragos de las políticas del presidente Menem y sus efectos estructurales en el orden social. El peronismo difuso de Caetano, siempre presente en la enunciación de un contexto social en el que existen diferencias sociales, implica alguna secuencia en donde las diferencias de clases se manifiesten y quede esclarecida una configuración explícita de las figuras sociales que habitan en una sociedad y en la diégesis del film.
Roger Koza / Copyleft 2013
No es cuestión de hablar sino de hacer buenas películas. «Francia» es más mala que chupar un clavo.
No es cuestión de sentenciar sin explicar la razón de un desprecio; chupar clavo debe ser horrible, no menos que sentir desprecio y no tener palabras para dar las razones y el propio nombre para hacerse cargo.
Y Francia es buenísima.
…Soy uno de los pocos (creo) que no me apasioné con ‘Pizza…’ (más bien todo lo contrario), pero desde que ví ‘Bolivia’ me ‘Caetanizé mal’… aaún no ví ‘Francia’ ni ‘Mala’, pero un decimooctavo sentido me dice que las amaré…
Muy interesante este diálogo, Roger, muy precisas tus respuestas. Tanto que dejan con ganas de más.
Espero que cuando andes por Buenos Aires podamos seguir conversando estos temas en una medianoche radial.
Abrazo
Oscar: acepto la invitación. En octubre pasaré por Buenos Aires. Una posibilidad real de conversar sobre estos temas. Un abrazo. RK