CORRECCIÓN Y POLÍTICA: NO ENTRE SIN GOLPEAR

CORRECCIÓN Y POLÍTICA: NO ENTRE SIN GOLPEAR

por - Ensayos
27 Ene, 2021 05:06 | comentarios
Con esta última entrega finaliza un extenso intercambio entre dos cineastas que asumen una posición política común y desde ese lugar discuten sus diferencias respecto de algunos temas clave de la política, la corrección política y la cinefilia.

Pablo, creo que se puede dialogar (y polemizar) sin que sea necesario utilizar el formato epistolar, o la segunda persona. De todos modos, me queda poco por decir, al menos en relación a tu última respuesta. Espero que todo esto redunde en algún texto tuyo que podamos seguir discutiendo. Pero las revistas en papel no permiten mucha ida y vuelta, salvo que funcione bien su contraparte virtual, que suelen no atender (y ahí es donde uno sospecha que no les interesa demasiado discutir, solo quieren ver su nombre en un papel al lado de John Ford).

Resumiendo la objeción de tu última intervención, en principio decís que fui «descuidado» en el uso de ciertos términos, para luego parecer algo descuidado vos al amontonar peliculas. Vayamos por partes, a ver si nos entendemos, porque en el fondo estamos de acuerdo. Pero los matices son importantes, porque definen qué camino finalmente seguimos.

En relación a lo primero que me señalas: cuando digo que hay términos que “responden a una problemática cultural de izquierda” (o «progresista», para ampliar y a la vez focalizar mejor el problema), me refiero a que por más que sean usados (vampirizados, hegemonizados, parodiados, etc) por la nueva derecha, no podemos simplemente desentendernos de ellos. Además de imposible, no es inteligente. Es no haber entendido la lección de Gramsci, que en cambio la nueva derecha usa a su favor (ni hablar la de los posestructuralistas), aunque después conviertan esos nombres propios en slogans para arriar a sus seguidores contra el sucio trapo rojo.

No se trata solo de «causas materiales», esa es en última instancia la lección de Gramsci. Y si algo aprendió el sistema es que no todo se reduce a la ingenieria química, el lavado de cerebro y otras técnicas que no funcionaron ni en la guerra fría. Eso es sobre lo que han alertando Fisher, Curtis o Žižek, siguiendo la lección de aprender de las derrotas: «cómo el Capital engulló las demandas del ‘68» y muchas otras venidas de diversos colectivos, despojados ya de reivindicaciones universalistas. Por eso puede haber un feminismo liberal, o «personas de color» que votaron a Trump. Porque, como sugiere Jorge Alemán, no es lo mismo la lucha contra la opresión que contra la explotación.

Modern Times

Claro que fuera de los «países desarrollados» todo esto no funciona de modo tan claro como en esa tradición en la que «liberal» no remite a conservador, pero la victoria del macrismo y el caudal de votos que conserva tienen mucho que ver con ese nuevo discurso de derecha, que permea todas las clases. Y que puede tomar muchas de esas reivindicaciones «progresistas» (cuando no contradicen su dominación), además de burlarlas.

Entonces: no dije que «el deterioro global del estado y la salud de la conversación pública» se deduzca ni reduzca a un “problema cultural de la izquierda», sino que algunas formas «progresistas» de esta (entendiendo así fuerzas mas enfocadas en la desigualdad social de ciertos colectivos que en la «igualdad, libertad y fraternidad» universales), en vez de desactivar esos argumentos y usos «por derecha» muchas veces los alimentan o complementan, hasta ser parte del Realismo Capitalista. Encima dejándonos sin armas criticas para pensar o representar este mundo neoconservador, cuando más lo necesitamos.

Cuando hablo de «un arte temeroso de ofender» me refiero al que podría hacerse por izquierda pero viene coartado o autocensurado, no al de derecha, que efectivamente se muestra siempre menos cauteloso (como en todo lo demás) y puede avanzar hasta hablando en lenguaje inclusivo.

Justamente, como la derecha se hace la «sensible» mientras se victimiza, está claro que hay que hacerse cargo del problema, en vez de renegar de una cultura política de la cual también es responsable la perdida de rumbo de la izquierda. En principio, asumiendo que desde mediados de los 70 estamos instalados en esta «vida de derecha» (entre nosotros muy claramente tras la dictadura, como señala Schwarzböck), no por fuera de ella. Por eso, ya cinematograficamente hablando, «es posible estrenar una película como ​4X4 sin que nadie se queje demasiado», o creer que Eastwood es el último adalid del clasicismo y no quién le da el último palazo a su tumba, sobre la que viene luego a jugar Tarantino.

Yendo entonces a las películas: si El año del descubrimiento produce en el futuro algunas de las movidas que señalas, bienvenido sea. Pero la cita de Monroy reafirma lo que dije: si «el tiempo ha dejado las que existen incompletas”, hay que preguntarse por qué han faltado esas imágenes. Y no es sólo en el cine argentino o el español, aunque nos toque más de cerca. Buena parte del cine contemporáneo está en deuda con la deriva conservadora del mundo, con la que no parece saber qué hacer salvo ser parte de ella. En ese sentido creo que hay que volver a cuestionar todo, empezando por el canon cahierista y su herencia.

Asi que me parece bien rever todo Rosselini… Si es para discutirlo. Tenemos que dejar de abstraer postales como «la caminata de los personajes» en sus películas (o esas meras similitudes formales a las que son afectos tantos críticos impresionistas), porque siempre van a estar descontextualizadas. Digo: no es lo mismo la caminata de Bergman en Italia que la del chico de Alemania… Hay que historizar (el derrotero de las imágenes y las filmografías). Porque si reducimos todo a «cierta perplejidad de la condición humana» caemos en un humanismo genérico y en conclusiones tranquilizadoras.

Mountains May Depart

Del mismo modo, no podemos leer igual todos los «momentos en los que Jia Zhang-ke hace algo parecido»: no es lo mismo 24 City​ que Mountains May Depart. Algo pasó en el medio, con relación a la realidad (capitalista) china. Por eso, si no leemos cada obra dentro de su contexto vamos a quedarnos siempre encerrados dentro de los límites del cuadro, en todo sentido.

Hay que analizar trayectorias, relaciones, etc, además de buscar invariantes autorales que pueden ser superficiales. De lo contrario el mismo análisis puede devenir vago y complaciente. Volviendo a Rossellini: No veo «una perplejidad frente al vértigo de la historia humana en Viaggio in Italia», aunque si «una perplejidad que emerge de nuestro encuentro con el Pasado Profundo». El problema es que para Rossellini todo seria (o se resolvería con) una cuestión de fe, digamos. Por eso su cine «fascista» no es tan distinto al posterior, aunque nadie quiera (literalmente) verlo.

Lo que no significa que no se pueda hacer una «reapropiación» de cualquier obra (como hace en filosofía Zizek con Lacan y Hegel, por ejemplo). Pero para eso deberíamos vincular esos films con nuestros problemas concretos y presentes. Tal como hicieron clásicos y modernos, y los Cahiers entendieron bien.

Porque si reducimos todo a un descenso o perplejidad, por usar tus palabras, no veo cómo vamos a encontrar un punto de apoyo (una agenda propia) que nos permita salir de esa deriva sin rumbo ni de los lugares establecidos a los que nos hace volver.

Eso (además de al trabajo maquinal con los propios materiales) es lo que llamé «perezoso». Pero tanto como eso me preocupa cierta confusión que vislumbro más claramente en este texto tuyo, luego de toda esta amable discusión, y que tiene (no solo) que ver con esa «ensalada» de la que te haces cargo. Porque si después de un discurso radical como el que enarbolas, esa conciencia política no es puesta en cuestión a la par que los problemas de la cinefilia (despues de todo, ambos tienen finalmente la misma raíz cultural), esa contradicción señala los límites que esa conciencia tiene que atravesar (a diferencia de aquellos que ni siquiera la tienen, o no se interrogan sobre su propia práctica).

Doy un último ejemplo, en base a lo que vos mismo añadiste después de tu texto, lamentando no haber puesto a Loden al lado de Poliak. No es tanto que no haya relación entre ellas, como que una sea un «redescubrimiento» del sistema de festivales y su crítica asociada, y otra una cineasta que nunca tendrá ese privilegio porque ni siquiera trabajó en los márgenes de las cinematografías centrales (el eje Usa-Europa, que hace tiempo integra también a los países asiáticos que le son afines). Digo: ¿Que sentido tiene dedicarle desde el sur un dossier a la única película de Loden, como hizo La vida útil, salvo estar a tono con los mandatos de la cinefilia globalizada, cuya lógica colonial es justamente lo que hay que romper? Hay que ocuparse del cine que esos circuitos ni siquiera pueden «redescubrir». Marcos Uzal, actual director de Cahiers, decía en la encuesta de la misma revista que acababa de descubrir a Favio (seguramente gracias a que habla castellano y tiene amigos latinoamericanos), pero dudo que sea capaz de dedicarle un dossier, y mucho menos que Favio llegue a Criterion alguna vez, ni tampoco lo vas a ver girando por esos festivales como «redescubrimiento».

Entonces, nuestra agenda debiera ser «descubrir» lo que ellos nunca van a ver: como ya entrevió Rocha en los 60 (discutiendo hasta con su amigo Godard), dejemos de replicar ese falso internacionalismo, que nunca nos incluye. Nuestros problemas son otros, también políticamente hablando. No significa esto que renunciemos a esas tradiciones, porque nosotros si las conocemos tanto como ellos (la lección de Borges la aprendimos bien, pero hasta él uso la literatura universal para pensar la literatura argentina). En ese sentido, lo que sigue faltando es aquello que Cahiers bien supo hacer: repensar todas esas tradiciones sin dejar de pensar en la propia. Ese es el único punto de apoyo que nos permitiría tener una mirada propia y apropiada. Y tal vez un cine más interesado en pensar el presente. En ambos casos, dejando de lado toda «corrección», impuesta o asumida políticamente para no inquietar ese statu quo.

(Fin de la serie)

* Fotograma de encabezado: Este es el romance del Aniceto y la Francisca, de cómo quedó trunco, comenzó la tristeza y unas pocas cosas más…

Nicolás Prividera / Copyleft 2021

Las notas precedentes: 

Corrección y política: 2020, año cero (Leer aquí)

Corrección y política: No reconciliados. (Leer aquí)

Corrección y política II: Respuesta a Nicolás Prividera (Pablo M. Weber)(Leer aquí)

Corrección y política: A propósito de El año del descubrimiento (Nicolás Prividera) (Leer aquí)

La Internacional Cinéfila (Leer aquí)