CORRECCIÓN Y POLÍTICA: NO RECONCILIADOS
Estimado Pablo:
Respondo tu réplica siguiendo tu estilo de carta, aunque no quisiera hacer ese remedo de Movie Mutations que la crítica joven parece querer imitar (sin suerte, porque para eso hay que ser un Gran Crítico que escribe desde alguna ciudad central en el mapa), lo que es parte del problema. De todos modos debo decir que me gustó leer tu comentario, porque aunque no coincida en algunos puntos y matices hay una base común sobre la que podemos disentir. Es curioso entonces tu reconocimiento de que “me cuesta estar en desacuerdo con mucho de lo que decís”: el problema sería estar de acuerdo por simple afinidad (por compartir un mismo espacio de publicación o haberle a uno gustado lo que hace el otro). Tus palabras me confirman lo que había imaginado viendo tu corto, pero eso no me impide advertir un desacuerdo, tal vez no radical pero evidente, aunque me cuesta ver el eje preciso de tu respuesta: así que iré respondiendo algunas de las cuestiones que vas desgranando, tratando de ordenarlas para ver si podemos llegar a la que creo es la discusión central.
Porque, como escribí en la nota que dio origen a este intercambio, la cuestión no es tanto El año del descubrimiento como su recepción. Que a su vez era una excusa para pensar en la cacareada “corrección política”, a la que creo que en ningún caso hay que desestimar sino interrogar, viendo quien la invoca en uno u otro sentido. Desde ya que “la hipocresía de los obamistas de Caballito que se emocionan con el #BlackLivesMatter mientras votan al partido de Patricia Bullrich no es algo que vamos a descubrir acá, ni un fenómeno exclusivo del ámbito de los festivales de cine”. Pero hay que entrarle al problema por algún lado, y nuestro ámbito es este.
Ciertamente, el uso del término “corrección política” (“en un país donde prendés la radio y está Baby Etchecopar, prendés la tele y está Feinmann y donde Millei va a discutir a los gritos en los paneles televisivos”) viene agitado por derecha. Pero no es “ridículo, casi obsceno” recoger el guante, en tanto demos cuenta de ese marco de discusión. Porque “corrección política” y “cultura de la cancelación” no son términos que “es mejor evitar”: como la misma palabra “progresismo”, puede ser un mote que intenta ser hegemonizado para socavarlo, pero hay que hacerse cargo de que responde a una problemática cultural de izquierda.
Porque, efectivamente, “son fenómenos que poseen un recorrido histórico”. Por eso hay que entender que tanto “la inserción de la generación del ‘68 dentro del mundo empresarial, de los consejos de marketing y de recursos humanos” como “las malas lecturas de algunos autores franceses dentro de la academia norteamericana”, etc, son cuestiones que cualquier revisión crítica (no solo posmarxista) debe incorporar para pensar su derrotero. Los citados Mark Fischer o Adam Curtis, entre otros, son una muestra (desde la siempre lúcida tradición marxista inglesa) de cómo hacer una historización crítica de esos fenómenos, que no hacen más que dar cuenta de la “batalla cultural” que ya Gramsci entrevió (para ser a su vez burlado por la alt right), y en cuya persistente derrota seguimos inmersos.
Dicho esto, es cierto que llamar “corrección política” “a todo lo que sea acomodamiento, pereza o simplemente ir junto a la corriente” fue una generalización que tal vez no dejaba claro este contexto de discusión. Ahora, “porque justamente sobre la naturaleza ambigua de términos como ese se refugian los miserables y los fascistas” es que hay que problematizarlos más que cancelarlos… Obviamente son “fenómenos muy complejos, más grandes que sus manifestaciones en el campo cinematográfico”, pero es hablamos de(sde) este campo.
Vos mismo mencionás como ejemplo la presentación conjunta de Revista de Cine y La Vida Útil, realizada en el marco de las actividades del último Festival de Mar del Plata, donde “un visiblemente indignado Sergio Wolf” dijo que “si una película empezará como empieza The Naked Kiss de Fuller las feministas incendian el cine”. Decís que la pregunta “no es por qué no se podría hacer hoy The Naked Kiss sino más bien ¿por qué alguien querría hacer The Naked Kiss hoy?”. Podría decirse lo mismo de cualquier otra película que “ya está hecha”, pero hay ejemplos aún más urticantes que el cine de Fuller (al que en todo caso habría que “cancelar” por sus engendros macartistas, pero como el cahierismo se los perdonó nadie lo va a sacar del Panteón: estará ahí con Kazan, al cuidado de la fundación Scorsese).
No fue el único exabrupto de la presentación conjunta de esas revistas hermanadas: Wolf también se refirió al crítico Jonathan Rosenbaum como “personaje cancerígeno”, injuria que no solo no mereció comentario alguno de sus partenaires sino que despertó algunas sonrisas cómplices. No hace falta hablar de “microfacismo” para lamentar esos pequeños gestos miserables, enarbolados sin contradicción por los adalides de la libertad cinéfila. Pero no se podía esperar algo mucho mejor de una charla cuyo centro fue la última película de Tarantino… Esa es la agenda renovadora que manejan las revistas de papel en Argentina. Claro que también hay sitios de internet abocados a la lucha contra el “cine de tesis”, otra de las bestias negras de la brigada anticancerígena (pero dejemos esto para otra nota).
Agregás que te “resulta un poco irónico que sea el director de Esto no es un golpe el que despotrique contra la corrección política cuando cuesta imaginar una película más políticamente correcta que esa”. Más irónico es que Wolf votó El año del descubrimiento en La Internacional Cinéfila. Entonces: es claro que “para muchos cinéfilos la idea de poner la de Hong y la de Carrasco en una misma lista no genera el mismo ruido que genera en vos por cuestiones que hacen a la naturaleza misma del gesto cinéfilo”. Lo que estoy impugnando es precisamente ese gesto y su naturalización. Y sí: hay algo “irreconciliable” ahí, de eso se trata.
Pero no tiene nada que ver con “tapar por completo a las películas en sí”, como sugiere otro brulote de la cinefilia “pura”. No pondría El año del descubrimiento en una lista de “mejores” por razones estrictamente cinematográficas, no para diferenciarme de quienes la mezclan con la de Hong, lo que sería absurdo. En la segunda parte de la entrevista de Jacobin que mencionás avanzo más sobre esa impugnación “de la replicación de estilos cinematográficos”, pero nada tiene que ver eso con El año del descubrimiento: está claro que su recreación visual no se relaciona con la “replicación estética del pasado” como nostalgia. Lo que no significa que con “sus tres horas y media, su puesta y montaje austeros” no me parezca “bienalizable” (un hallazgo como neologismo).
Por otra parte, me parece muy problemática la idea de que “al dolor y al sufrimiento, más que representarlos, los transforma en la materia cinematográfica última sobre la cual se yergue la película”: no sé qué es la “materia cinematográfica última”, me parece un principismo ontologista difícil de tragar. Porque si la única justificación (de la estética por la ética) es que lo que “emerge en esas tres horas y veinte es algo del orden de la verdad”, bastaría tener un gran testimonio para tener una gran película, y no es necesariamente así. Como ya dije, lo que vale en sede judicial no siempre vale en el cine (por poner un solo ejemplo: las imágenes del juicio a Eichmann son un documento, la película que Eyal Sivan hizo con ellas es otra cosa, sin merecer tampoco ser celebrada como una obra maestra).
Y “una nostalgia huérfana, llena de rabia y bronca” sigue siendo nostalgia. No existe algo así como una “nostalgia politizada” (una suerte de oxímoron), sino una “melancolía de izquierda” (hay un bello libro de Enzo Traverso sobre esta idea benjaminiana). Si “una de las tareas más importantes de nuestro arte en el presente” es “la destrucción del Realismo Capitalista”, la nostalgia es poco efectiva en cualquiera de sus formas (más bien es parte del consumo capitalista, como señala Fischer). En cambio, la melancolía puede adoptar a veces ciertas formas de resistencia como las que Christian Gundermann denomina “actos melancólicos” por oposición a esa cultura de la nostalgia (tan cara a la cinefilia). Desde ya que atribuir una obra a una u otra sintonía es algo discutible. Pero nunca puede estar dada por la mera cualidad de sus materiales
La materia del cine siempre es la voz, los rostros, y cualquier otra forma humana o tocada por lo humano (alguien dijo por ahí que “filmar la naturaleza es de derecha”: habría que precisar la cuestión y decir que “naturalizar” es de derecha, en cualquier ámbito y por cualquier medio). No se trata de la materia (ni de la naturaleza misma) sino de lo que un cineasta hace con ella. Y me parece perezoso lo que hace López Carrasco. Pero cuando dije que El año del descubrimiento es una ristra de charlas de café, era solo despectivo en lo de “ristras”: aclaré también que al cine argentino le faltaban charlas de café. El tema, como siempre, es de que manera filmar(las).
Citás, finalmente, Viaggio in Italia de Rossellini, para sugerir que “El año del descubrimiento es como los cuerpos fosilizados de los enterrados en Pompeya, que tanto afectan al personaje de Bergman (…) Y uno como espectador termina como ella, deambulando, huérfano por las ruinas de ese pasado que se niega a morir”. Me parece una interpretación desmesurada, no solo de la película de López Carrasco sino de la de Rossellini también (el problema no es el pasado, que siempre se resiste a morir, sino qué tipo de deambular se propone como vital: la orfandad también tiene un sentido histórico, no es una forma asintomática de la nostalgia).
Pero expresar porqué esa valoración excesiva de Viaggio in Italia me parece uno de los desatinos más dañinos del cahierismo nos llevaría demasiado lejos, en todo sentido (a ver si nos ligamos el mote de “cancerígenos” por criticar a Rivette). ¿Quiénes somos nosotros, en este lejano rincón del mundo, para cuestionar la formación misma del canon de posguerra, ese valuarte cinematográfico del Plan Marshall? ¿Y cómo vamos a pensar el cine argentino o latinoamericano sin esperar la bendición del Viejo Mundo? (a ver si hay que preguntarse por qué no se filman entre nosotros ciertas conversaciones de bar, como cuando Wolf se pregunta con falsa o real ingenuidad –lo mismo da– por qué no se hacen películas sobre los años 80). Sin duda es más fácil seguir la agenda que continuamos importando (“para integrarnos al mundo”), y hacer otro especial sobre Tarantino o Hong Sang-soo (el mejor cineasta de la última década para los votantes de La Internacional Cinéfila)
*Fotogramas de encabezado: Había una vez en Hollywood+Siempre te amaré (Viaggio in Italia)+Samuel Fuller y Jonathan Rosenbaum).
Nicolás Prividera / Copyleft 2021
Las notas precedentes:
Corrección y política II: Respuesta a Nicolás Prividera (Pablo M. Weber)(Leer aquí
)
Corrección y política: A propósito de El año del descubrimiento (Nicolás Prividera) (Leer aquí)
La Internacional Cinéfila (Leer aquí)
Hola Nicolás, ¿cuál es el libro de Enzo Traverso que mencionas? Me interesa la melancolía y Benjamin.
Zara es «Melancolía de izquierda: Después de las utopías» el libro de Traverso
Perdón que arranque el debate desviando el foco, pero la alusión directa y el epíteto de miserable me resulta innecesariamente ofensivo. Efectivamente Sergio Wolf dijo lo de Rosenbaum como lo de “las feministas”. Cualquiera que lea La vida útil podrá constatar que esos comentarios no representan para nada el pensamiento de ninguna de las personas que escribimos allí. Sin ir más lejos, el número 3 arranca con una editorial larguísima que de alguna manera intentó rendir homenaje y dialogar con las Movie Mutations de Rosenbaum; de hecho vos mismo haces alusión (también despectiva) a ese intento de “imitación” en el comienzo del texto; pero para desprestigiarnos en este párrafo preferís ver “la sonrisa cómplice”. Lo que vos puedas esperar o no de la presentación o las revistas de Argentina está perfecto, habla más de vos que de las revistas. Pero tratarnos de miserables por algo así es absolutamente injusto. Podríamos haber manifestado explícitamente en esa charla nuestro desacuerdo con cualquiera de sus dos comentarios, pero en el momento consideramos que hubiera sido un problema para la charla (que no tenía que ver con el feminismo ni con rosenbaum) y para todas las personas que estaban trabajando para realizarla, y era mejor «dejarla pasar». Quizá nos equivocamos. De todos modos, eso no nos convierte en miserables.
Ramiro, lamento que no hayas comentado en la carta previa de Pablo Weber que hacía referencia al episodio, y de pronto ahora parezca ofensiva la palabra “miserable” pero no “cancerígeno”, cuando por otra parte yo no llamé así a nadie, sino que hablé de “pequeños gestos miserables”…
Digo: era ese el momento para decir que esos comentarios “no representan para nada el pensamiento de ninguna de las personas que escribimos allí”. No veo como podría ser más “desprestigiante” un comentario mío que esa doble falta de respuesta: a los dichos de Wolf y al texto de Weber.
No veo como eso hubiera sido un problema para la charla, del mismo modo en que no era un problema que le contestaras a Weber, ni un problema que vengas ahora aquí a hacer tu descargo, aunque a esta altura parece que se convirtió en una acusación.
Yo no soy insultante, y tampoco despectivo: simplemente creo que hay cosas que no se pueden «dejar pasar», como parece que ahora sí hacés aquí. En buena hora, aunque creo que te equivocás de destinatario.
Estoy intentando publicar este comentario hace rato pero se me borra, no sé qué pasa:
«Nicolás gracias por la respuesta. Voy a pensar otro formato para mi próximo texto, para no replicar el epistolario a la Movie Mutations. Dame un par de días que me están matando en el laburo. Una sola cosita: me parece un poco forzado lo de «revistas hermanadas» para hablar de Revista de Cine y de La Vida Útil. Basta un solo hecho para comprobarlo: Miguel Savransky y yo escribimos en LVU. Ambos tenemos perfiles muy distintos a Revista de Cine y lo más probable es que ellos no estarían interesados en publicar textos nuestros. Sin embargo, LVU si. De hecho a mí me publican una columna hace como tres años, cuando apenas había hecho un corto que se había mostrado en FICIC y FestiFreak. Quería marcar apenas eso porque me parece evidente, pronto desarrollaré más argumentos con respecto a lo que me respondes. Un abrazo y gracias de nuevo por responder.»
Pablo, tomate el tiempo que quieras y hacelo en el formato que quieras. Tampoco es necesario que sea una respuesta directa a mí ni que sea aquí… Ojalá estas discusiones se dieran en otros ámbitos.
En ese sentido, y en relación también al comentario de Ramiro (que lamentablemente es tardío, desviado, y deja afuera todo lo que que venimos hablando), no veo “forzado” lo de «revistas hermanadas» para hablar de Revista de Cine y de La Vida Útil. Por empezar, ellos mismos se unieron para esa presentación conjunta en la que ni siquiera el episodio que comentamos dio para discusión: no veo cual sería la discusión entre ellas, así como no veo por escrito la discusión en ellas, aunque sé que alguna debe haber…
Miguel Savransky, vos y otros (Tomas Guarnaccia, Jotafrisco) tienen perfiles muy distintos a Revista de Cine, pero también al de La vida útil (aunque todavía conserva cierta ambigüedad en su perfil), o al menos no les he leído ahí a ustedes las discusiones que dan en otros lados. No creo que sea autocensura y mucho menos censura, simplemente las revistas tienen una línea editorial (más o menos clara, más o menos contradictoria) y eso define “naturalmente” los límites de la discusión (como en el zoom conjunto).
Desde ya que eso es más evidente en Revista de Cine, pero aunque La vida útil aun parezca estar buscando lo que quiere decir, también se desprende una visión del mundo y del cine de los editoriales y diversas notas (como el mencionado “homenaje” a Movie Mutations, a la lección de Quintin, etc, etc), mientras que también es evidente cuando hay algo que sale de la norma o es discordante. Pasó a su modo en Cahiers, en El Amante y en todos lados: a veces esas discusiones se pueden incorporar a las publicaciones (lo que para mí es siempre lo más interesante), pero tarde o temprano los desacuerdos se van haciendo notorios y difíciles de sobrellevar. A menos que los disidentes se terminen plegando a la “línea editorial”, o que esta cambie.
El “cancerígeno” se refería a Rosenbaum, el “miserable” a nosotros, por eso respondo a este y no a aquel. En todo caso, al comentario de Pablo podría haberlo respondido Wolf. Me corrijo: tu comentario no es “desprestigiante”, es deliberadamente despectivo y es un calificativo que sale de una inferencia que en el mejor de los casos es una lectura posible. ¿Qué te permite afirmar públicamente la complicidad de una sonrisa sin antes dudar de su sentido? Lo único que podés afirmar es que no respondimos, y los motivos de esa falta de respuesta (como ya lo dije) tuvieron que ver con el respeto al trabajo de todo un grupo de personas y a una institución que nos invita a realizar una actividad, y que detenerse a pelear hubiera significado arruinarla. Esta también era una lectura posible que no hiciste. La diferencia entre salir al cruce en una charla por zoom y responder un comentario en un sitio web son tan evidentes que me parece ridículo tener que explicártelas, son “diálogos” que funcionan en temporalidades distintas.
Yo también creo que hay cosas que no pueden dejarse pasar, pero también sé que muchas veces me equivoco. Probablemente no haber intervenido cuando Wolf se refirió despectivamente a “las feministas” fue un error. Pero eso no me convierte en un miserable (en todo caso miserable es quien proclama con ligereza semejante afirmación), me convierte en un ser humano. Ese es el problema con tu forma de “discutir”: como vos no admitís como posibilidad el error (ni ajeno ni propio), porque a cualquier paso le atribuís o una intencionalidad o un síntoma, no hay posibilidad de divergencia. Están los que piensan como vos o los que están equivocados. Por esa misma razón en tus supuestos “diálogos” nunca te tomas el tiempo de hacer preguntas (que no sean retóricas). Probablemente por esa misma razón venís diciendo más o menos lo mismo hace diez años, como si el mundo no se hubiera movido un centímetro.
Afortunadamente, todos cometemos errores, incluso vos. Te doy un ejemplo: creer que Revista de cine y La vida útil están “hermanadas” sólo por el hecho de que compartimos dos presentaciones. Somos parte de una comunidad y eso nos lleva a compartir espacios e interesarnos por lo que los otros hacen, por eso podemos presentar juntos, leer su revista y escuchar sus ideas. Eso no te hermana con nadie, ni te hace pensar igual que nadie. Sin ir más lejos, este sitio es un ejemplo de ello.
Finalmente, te pido por favor que dejes de hablar con tanta soltura de nuestro perfil, de lo que la revista dice y no dice, mientras efectivamente no la hayas leído. Todas tus afirmaciones vienen de leer dos o tres textos de una revista que entre sus 4 números suma más de 100; donde participan además de los editores una gran cantidad de personas que efectivamente constituyen lo que la revista es. Esa falta de interés en leer a fondo y la posterior soltura con que hablas de lo que somos o no somos, lo que buscamos o no buscamos, habla más (mal) de vos que de nosotros. Una recomendación de por dónde empezar: el dossier sobre Joseph Kahn del número dos que está atravesado por el problema de la corrección política en el cine norteamericano contemporáneo y va a tono con el diálogo con Pablo.
PD: mi comentario no es más “desviado” que tu alusión completamente lateral a nosotros, en un texto que va por otro lado.
Ramiro: El mote de “cancerígeno” se refería a Rosenbaum, yo en cambio no traté de miserable a nadie. Lee la nota y mi contestación de nuevo: hablé de «pequeños gestos miserables».
El comentario de Pablo podría haberlo respondido Wolf, pero hablaba de una presentación conjunta en la que ustedes estaban y dónde nada dijeron.
Mi comentario es «deliberado» en tanto señaló esa omisión. No es «despectivo», es descriptivo. La «inferencia» puede hacerla cualquiera que vea el vídeo en Youtube, si no lo bajan como la presentación del número dos, donde discutimos algunas de estas cosas en persona.
Pero la palabra «complicidad» la pones vos. La cuestión central no es el gesto sino el silencio. Que hasta aquí acompaño, hasta que una palabra mia pudo más (que la de Wolf).
Decís que «los motivos de esa falta de respuesta tuvieron que ver con el respeto al trabajo de todo un grupo de personas y a una institución que nos invita a realizar una actividad, y que detenerse a pelear hubiera significado arruinarla». No veo como responder a eso significaría más falta de respeto que no hacerlo, ni tampoco implicaría «pelear»: se llama debatir, Ramiro. Y más que arruinarla hubiera dignificado la actividad, además de hacerla más interesante.
No hay «diferencia entre salir al cruce en una charla por zoom y responder un comentario en un sitio web», salvo en esa «temporalidad distinta» que a algunos les permite reaccionar, aunque no necesariamente pensar mejor la respuesta.
A ver, volvamos atrás: el problema no es tanto «no haber intervenido cuando Wolf se refirió despectivamente a las feministas” sino debatir incluso esa cuestión en mejores términos. Pero llamar a alguien «cancerígeno» sale de toda medida, incluso si uno no respetara al personaje. Encima Wolf nunca aclaró porque lo seria… Ni se lo preguntaron. En cambio hubo evidentes sonrisas. Y a mi en ese momento, mientras lo veía, me pareció un gesto miserable. No hay ninguna ligereza en eso. Ponele vos el nombre que quieras a molestarse más por la reacción de un espectador (aunque seguramente no fui el unico) que por la falta de propia, que una vez más excusás atacando al dedo en vez de lo que señala.
Así que en todo caso el problema es tu forma de discutir, no la mía: No se trata de admitir como posibilidad el error (algo obvio), sino de lo que hacemos con eso. En todo caso el error inicial fue de Wolf, que desde ya nunca pedirá disculpas y menos por acá. Vos simplemente apareciste cuando te ofendió otra palabra, que ni siquiera les estaba dirigida en lo personal.
Y no, no todo tiene «intencionalidad», pero todo puede ser leído como síntoma. Y desde ya pueden ser lecturas divergentes. Aquí con Weber estamos discutiendo sin enarbolar esa pavada de «están los que piensan como vos o los que están equivocados», que sirve justamente para no tener que pensar. El quintinismo que nos parió.
Estás comentando en la tercera nota de un diálogo, Ramiro. No hace falsa la pregunta socrática sino la voluntad de contestar, que como verás aquí mantengo hasta en los comments. Aunque como también verás solo aparezcas vos para hablar de una palabra que te ofendió, y no de todo lo demás, empezando por esa presentación que Weber trajo a cuento.
La idea de que vengo «diciendo más o menos lo mismo hace diez años» si es despectiva, para usar tus términos. Desde ya, trato de mantener un punto de vista coherente con lo que pienso, pero nunca deje de ver cine ni mucho menos de debatir, como muchos otros…
Revista de cine y La vida útil no son (por el momento) iguales. Pero compartir presentaciones y sentirse «parte de una comunidad» es lo que aquí llamé «hermanadas» (no hermanas).
Uno puede «interesarse por lo que los otros hacen y escuchar sus ideas», pero si tiene alguna diferencia debe decirlo. Efectivamente, este sitio es ejemplo de ello.
Yo, como verás, estoy tan interesado que hasta veo esas presentaciones… Así que no hablo con «soltura» ni leí «dos o tres textos». También leo los editoriales. Y todo aquello (como esta misma intervención tuya) donde pueda ver no lo que son o no son, sino lo que quieren, buscan o pretenden.
Te agradezco la recomendación de por dónde empezar, pero no encontré aun nada a tono con el diálogo con Pablo. Y tu comentario “desviado” no me da muchas esperanzas, debo decir.
Lamento la falta de esperanza, sigan pues por la senda que mejor les siente. Abrazo
Son ustedes los que eligen la senda que mejor les sienta, Ramiro (de hecho vos aquí estás hablando por otros). Yo dialogo con todos los que quieran hacerlo. En el número 2 escribí una respuesta a una nota de Candela, que no tuvo a su vez respuesta, al menos directa. En la presentación del número 3 Lucía decía que eran «hijos» de quintín y quién habla, por plantear así miradas enfrentadas. Yo agradezco la mención, pero además de no ser el mejor representante de esa tradición, debo decir que no la veo tan representada en la revista como la otra. Uno elige sus padres y sus hermanos, y está muy bien. Solo hay que asumirlo.
Abrazo
Soy lector habitual de Ojos Abiertos y sigo con atención lo que siempre se publica. De hecho es el único medio de cine que sigo con atención. Mi explicación es sencilla: no dedico al cine el 100% de mis preocupaciones, entonces distribuyo mi tiempo entre varias cosas. Y Ojos Abiertos es un proyecto que me resulta muy interesante porque tiene una linea editorial muy fuerte que no excluye los debates. A veces mas explicitos y a veces implícitos. Cualquiera que lo lea regularmente sabe que Prividera y Koza no piensan igual, pero tampoco en contrario, aunque sus valoraciones de ciertas películas sean a veces totalmente discrepantes. Yo mismo no estoy siempre de acuerdo con Roger, pero sé cual es su posición, lo que me permite ver a través de su escritura el cine del que escribe. Seguramente no pensamos lo mismo sobre Pedro Costa, Hong o Zama, pero esa diferencia no conduce a un malestar ni a un encono sino al simple reconocimiento de que pensamos distinto. En ningún caso esto lleva a desconfiar maliciosamentd de su mirada, ni de su escritura ni de la linea editorial que sostiene. Esa misma linea editorial permite que Prividera escriba con un tono y un criterio muy diferentes al de Roger. Ojos abiertos no es la voz de Roger sino un proyecto que incluye sus diferencias pero también un reconocimiento de cada uno de ellos -también puedo incluir a García, que cuando escribe no tiene problemas en discrepar con Roger y que esa discrepancia no rompa con la comunidad de intereses que les hace posible sostener un ámbito de dialogo posible. Para poner un par de casos testigo: esto seguro de que sobre Once upon a time un Hollywood o Richard Jewell las posiciones de los tres son muy distintas y eso no hace eclosionar la linea editorial de Ojos abiertos. Con Prividera tengo diferencias mas marcadas que se expresaron aquí y en todos los otros espacios que compartimos. Sin embargo, cuando veo que hay un texto suyo lo leo porque me aporta su perspectiva aunque sea muy diferente a la mía, porque él sostiene ideas que en Argentina nadie mas sostiene. A veces estamos mas de acuerdo de lo que parece pero nuestros tonos para debatir hace que en seguida salten chispas. Chispas que hasta ahora no quemaron el tejido sobre el que venimos discutiendo desde hace al menos 14 años. Discrepamos, incluso sobre sus propias películas, pero discutir con él me aporta un punto de vista que no encuentro en ningún otro crítico/ autor argentino, aunque después aplique mi navaja de Okham para pensar en los problemas que plantea aunque nunca vayamos a ponernos de acuerdo.
Esta larga serie de notas y discusiones fue propiciada por la Internacional Cinéfila. Es mas interesante seguir las discusiones que vinieron después que contar cuantos votos sacó El año del descubrimiento o la de Hong. Evidentemente hay una inteligencia editorial que hace que Ojos Abiertos sea un campo posible de diferencias fuertes y aun así haya una posibilidad de que se diriman argumentando y no ofendiéndose porque no coincidamos sobre el valor de la ultima de Tarantino. Ese es el tipo de fraternidad que Ojos Abiertos posibilita, una fraternidad donde lo fraterno no oculta la diferencia. Como pasa en la vida con los hermanos. Así que creo que el trabajo de Roger vale la pena porque aporta un piso de discusión posible que no termina en la injuria. No sé si hay otros medios en Argentina o en el mundo donde estas diferencias sobre el cine afloren. Si no existiera OA no habría en Argentina otro sitio donde discutirlas sin caer en el narcisismo de las pequeñas diferencias. La conversación entre Prividera y Pablo Weber es una prueba de que se puede argumentar sin ofender.
La lectura de esta serie me llevó a ver el vídeo de la presentación de las dos revistas a las que Prividera llamó «hermanadas», lo que ofendió a Sonzini. Después de verlo, no me explico por qué Sonzini se ofende. Los 6 que aparecen en ese vídeo hablan y se dan la razón unos a otros todo el tiempo. A lo sumo puede surgir una diferencia entre si la ultima de Avengers es mejor que la penúltima. Cuando Wolf dice que Rosenbaum es cancerígeno o cuando señala que el feminismo hoy haría imposible filmar The naked kiss no solo nadie se ofende. Lo curioso es que nadie ahí vea una punta para discutir dos temas muy delicados. Porque cancerígeno no es una palabra como otras, revela una intención de ofensa clarísima. Y hablar del actual movimiento de las mujeres en cualquier ámbito hoy despierta discusiones calientes, sobre todo si hay mujeres presentes, por la potencia que tiene el movimiento feminista, uno de los acontecimientos históricos mas poderosos de la época, un conflicto que nos interpela a todos continuamente. En la presentación de las dos revistas esa provocación política de Wolf no mueve ninguna aguja, pero si acá Prividera dice que las dos revistas están hermanadas eso motiva una ofensa para Sonzini, lo cual muestra que Sonzini puede tolerar los brulotes de Wolf, «para no arruinar el debate» pero reacciona ofendido ante un debate que no sea narcisista. En cambio, los disertantes del video creen necesario esquivar este problema y hablar de los efectos especiales de Star Wars. Yo no me voy a ofender por esa tolerancia, lo curioso es que no se vea que ahí hay una prueba de dos revistas hermanadas por privilegiar los efectos especiales de Avengers y pasar por alto el conflicto caliente del feminismo. Si las revistas no estuvieran hermanadas esos brulotes no pasarían desapercibidos. Lo que las hermana es que hay un acuerdo tacito de que el movimiento de las mujeres no es un tema del cine. Está clarísimo que esos dos puntos son prácticamente lo único que había para discutir en ese encuentro, porque en el resto es difícil encontrar diferencias.
Dos conclusiones: es mucho mas agresivo llamar «cancerígeno» a un critico, aunque ni esté presente, sobre todo si no está presente, que decir que estas dos revistas estén hermanadas y la única ocasión para marcar esa diferencia decisiva (como el trato despectivo hacia el feminismo) se evitó para no arruinar un debate, que paradojicamente se arruinó porque nadie tuvo el reflejo de recoger un guante. Creo que esa manera de no «arruinar el debate» logra que los que debaten sin debatir arruinan la idea misma de debate. Estos acuerdos no explicitados son los que hacen posibles los consensos de la critica y también que entre la creación cinematográfica actual en Argentina nunca aparezcan las tensiones que nos atraviesan y que esta serie de notas empiezan a descubrir
Ya dije en mi primer comentario lo que pensamos en la revista respecto del feminismo y de Rosenbaum. También admití que probablemente nos hayamos equivocado en no dejar en claro nuestra posición en la charla. Por otro parte, decir esto: «Lo que las hermana es que hay un acuerdo tácito de que el movimiento de las mujeres no es un tema del cine» es absolutamente falso. Lee la revista y te vas a dar cuenta. No me ofendo, simplemente respondo porque aluden a mi directamente. Y no creo que esta sea una discusión menos narcisista, más bien todo lo contrario.
De hecho es tan narcisista que para decir una opinión que en tres líneas sobra te tomas 18 párrafos para contarle a todo el mundo por decima octava vez quien sos, como si los que nos tomamos el trabajo de leer esta discusión no lo supiéramos.
Eh! ¡Qué chinchudo, Ramiro! ¡Ni que te hubiera dicho cancerígeno! La hermandad que constaté no se refiere a dos revistas de papel que nunca leeré, sino a la unanimidad absoluta de aquel debate que vos no quisiste arruinar.
«People continued trying to pigeonhole me as a lefty or a righty, and my
work as being liberal or conservative, projecting their own notions on me.
I wouldn’t let them affect my deeply held belief system. Peace and ethics
were my beacons. I wanted to transcend the narrow political terms and
emblems that imprison a creative person. McCarthyism had spawned a
horrible climate of fear and suspicion.»
de «A THIRD FACE My Tale of Writing, Fighting, and Filmmaking»
Samuel Fuller
Gracias por traer a cuento esa cita horrible, no sé si fue para defenderlo o hundirlo… Es
de un cualunquismo de manual.
Ese discurso de «la gente quiere encasillarme como de izquierda o derecha» como si se estuviera más allá de esa dicotomía, lo escuchamos todavía todos los días y ya sabemos de dónde viene… Pero decirlo en defensa de la propia obra (de gobierno o de arte) es de un cinismo atroz. Dios nos guarde de los iluminados que creen «trascender los estrechos términos políticos» por ser «una persona creativa».
Lo más gracioso de todo es eso del «profundo sistema de creencias. Paz y ética eran mis balizas»: Si después de esa frase Fuller largara una de sus risotadas… pero no, lo dice más en serio que Kazan: Como «el macartismo había generado una horrible clima de miedo y sospecha» hicieron películas a tono, como China Gate. Mientras Zinemann hacia High Noon. Pero claro, Zinemann no es un auteur. En cambio Sam tiró una frase en Pierrot le fou y ya no hay con que darle.
A los fulleros: es cierto que «la compulsión de cubrir todos los frentes y de diferenciación debilita el núcleo argumentativo», pero bueno, al menos no lo hago en tuiter… Ciertamente a veces uno deja sin desarrollar algún argumento lateral en notas cuyo eje pasa por otro lado, pero en este caso fue no dejar claro que no deja de ser cierto que hay cosas que hoy ya no se pueden filmar. Por suerte, en algunos casos. Pero sin hacer juicios retrospectivos fuera de lugar, convengamos que si bien Fuller no es igual a Kazan (y sin tampoco obviar que este hizo algunas buenas películas cuando no andaba macarteando) ambos han hecho algunos engendros indefendibles. El problema, y a eso apuntaba, es que si bien podemos intentar a veces separar la obra del artista (o viceversa, como parece ser el caso) tampoco nos podemos hacer los boludos, como Scorsese o los cahieristas lo hicieron a su modo. Más allá de esto, y para despejar la duda que a nadie desvela, tampoco me parece que Fuller merezca un lugar tan destacado, solo para contraponerlo a sus menos rudos contemporáneos del cine posclásico. Digamos que Fuller tampoco es Ray, mi único héroe en ese lío.
Esperemos que no salgan los tarantineanos a llorar también que no se idolatre unamimemente a la última esperanza blanca de Hollywood. Les sugerimos ver The Other Side if the Wind, la película que hace quedar Once Upon a Time como el chupetin cinéfilo que es, aunque tenga mejor prensa que la infumable Mank de Fincher.
En estos días, a raíz de estas discusiones logré detectar la falacia con que argumentan los que enarbolan la autonomía, del arte, que por supuesto no practican, porque desde hace años se comportan como agentes orgánicos de la derecha argentina. No cuesta trabajo evidenciar esto porque Wolf fue varios años funcionario macrista que programó como apertura del Bafici una pelicula que se dedicaba a exaltar la figura demócrata de Aramburu. El cierre de esa edición fue un disparate de Isaki Lacuesta que mostraba a un grupo guerrillero de un país indeterminado pero con acento porteño que se dedicaba a desenterrar restos de desaparecidos (un trabajo que en Argentina realiza el Equipo de Antropologia Forense y no un grupo guerrillero). Este grupo de des enterradores de cadáveres a la vez recibía instrucción militar para volver a la lucha armada. Al ser preguntado sobre por qué programó dos películas tan malas como apertura y cierre, respondió que estaba cansado de las películas donde se glorifique la militancia de los 70, una respuesta que no parecía provenir de ninguna idea de autonomía de la ficción. Como realizador, el mismo Wolf hizo una película llamada «Esto no es un golpe» que se dedica a justificar retrospectivamente la obediencia debida y el punto final y miente deliberadamente sobre la posición peronista ante el intento de golpe carapintada.. Dice que Alfonsín estaba siendo acosado por grupos de izquierda y del peronismo al tratar de defender la democracia, cuando cualquiera que haya vivido ese momento sabe que los principales referentes del peronismo y muchos militantes acudieron ese día en defensa de la democracia.Hay registros de dirigentes del peronismo acompañando a Alfonsín en el balcón. Los radicales posteriores jamas tuvieron un gesto reciproco cunado los golpistas pusieron en jaque a un gobierno peronista (tampoco defendieron las instituciones durante el bombardeo del 55, así que no se puede negar que hay una coherencia histórica del alineamiento del partido radical, no precisamente en defensa de la democracia). Alfonsín usó el apoyo de los dirigentes y las bases peronistas para rodearse en la Plaza pero inmediatamente después negoció con Rico las leyes de la impunidad burlando el apoyo que había recibido del peronismo de entonces. Ahí vemos como Wolf ficcionaliza la historia con sesgos que se desmienten fácilmente. Se puede considerar «Esto no es un golpe» la hija no reconocida de «La república perdida». Hasta aquí no hay ninguna falacia sino una evidencia de que Wolf es muy coherente al reafirmar desde todos los roles que ocupa la misma posición derechista y distorsivq de los hechos. Quizás los jóvenes críticos no tan jóvenes no tuvieron tiempo de saber quien era esa figura que reivindicaba la libertad de la ficción que no es lo que Wolf practica. Estos jóvenes deberían saber que quien se queja del feminismo porque hoy en día los movimientos de mujeres se lo impedirían, también miente en eso.. Podrían enterarse que de artista autónomo no tiene un solo pelo, pero esto es la coherencia politica que practica con todo derecho. Otra cosa es que simule ser autonomo. La falacia es otra: Fuller u otro cualquiera podría hacer hoy películas que el feminismo podría criticar, porque no es lo mismo criticar que impedir. Cuantas películas se estrenan que reivindican la apología por mano propia? Cuantas justifican las sucesivas invasiones y bloqueos norteamericanos a países lejanos? Cuantas películas, aún hoy, degradan la figura de mujer, como hace Eastwood al atribuir a una periodista que hace una campaña en complicidad con el FBI porque se acuesta con un agente del FBI, basándose en un hecho real para injuriar falsamente a la periodista aludida? Alguien impide a Eastwood el falsear los hechos en una película «basada en hechos reales»?
Eastwood puede hacerla y es posible que algunes critiques interpreten ese recurso argumental como una muestra de misoginia. La falacia de Wolf es la siguiente: no es verdad que películas así no puedan hacerse ni proyectarse, pero como cualquier otra película está sujeta a la critica a posteriori que Wolf anhela extirpar. Esto justifica que llame a Rosembaun «cancerigeno», porque con el cáncer no se debate: se lo extirpa. Lo que le resulta cancerígeno es que sean posibles criticas que en los años 50 estaban silenciadas. Wolf es nostalgico de esa epoca de pesados silencios y no de libertad critica. Peliculas como The naked kiss o Dirty Harry o The hurt locker pueden hacerse. Lo que ofusca a Wolf es que esas películas puedan someterse a un análisis político, porque supone falsamente que esas películas no son políticas. Wolf es un agente de la opresión que enarbola hipócritamente la libertad que le niega a quienes no son orgánicos de su facción. Sergio no defiende la ficción, defiende su facción.
Cuando leí que «a raíz de estas discusiones logré detectar la falacia con que argumentan los que enarbolan la autonomía, del arte» esperaba algo mejor que un argumento ad hominem, Oscar. No voy a ser yo quien defienda a Wolf (que además «canceló» Tierra de los padres), pero no todo lo que decís es exacto, y como todo argumento ad hominem es fácil de impugnar o no reconocer como general.
Por otra parte, si bien es cierto que a cineastas como Eastwood o Tarantino se les permite ciertas «licencias» (que vos mismo has festejado, si no recuerdo mal), no deja de ser cierto el problema que surge de la implantación de «corrección política», aunque ese mote (como el de «cultura de la cancelación») sea usado con satisfacción por derecha. El tema es que por izquierda (o progresismo) se les ha dado una buena excusa para hacerse los perseguidos, culturalmente hablando.
En todo caso, hay que deslindar esa cuestión de los límites de lo representable en cualquier época, porque la «libertad» absoluta no existió tampoco nunca en la historia del arte (ni en cualquier lado, salvo en los sueños del liberalismo más ingenuo).
PD: Tampoco ayuda a la discusión decir que uno «jamás leerá» a alguien o algún medio en particular: hasta para polemizar hay que hacerlo.
La contradicción mayor de algunos adalides de la libertad (incluidos ciertos críticos) es que tienen un sistema de lectura tan fuertemente prescriptivo como el que dicen criticar, que en general es mucho más poroso ante las diferencias. Así, como cualquier fanático, no soportan nada que contradiga su sistema o su credo (liberal o anarco hedonista, lo mismo da). Por eso no polemizan con los otros, solo emiten juicios «cancerígenos».
Nicolás: la primera parte de mi comentario está destinada a mostrar que Wolf no practica una concepción de la autonomía de la ficción sino que es un operador orgánico de la derecha de coherencia notable. No es un argumento ad hominem. No toda crítica a las acciones públicas de una persona es un argumento Ad Hominem. Ni su paso por el funcionariado macrista ni su filmografía pueden ser consideradas ejemplos de la autonomía del arte que declama sino altamente subordinados a una facción política, algo que no me molesta pero resulta contradictorio con sus dichos.
La falacia es que Wolf y otros de su círculo sugieren que hoy no se pueden filmar (¿ni exhibir?) películas como las de Fuller. Sí se pueden filmar y exhibir, lo que no pueden impedir es que se las critique desde cualquier punto de vista. Lo que denuncia como «cancerígeno» es una labor crítica como la de Rosembaun, pero que yo sepa no dejan de hacerse ni de proyectarse películas machistas, xenófobas y partidarias de la justicia por mano propia. Pero esta facción considera que estas películas son «autónomas», mientras las críticas que motivan les resultan «cancerígenas». El problema no es que a Eastwood o Tarantino se les permitan ciertas «licencias». No hay que «otorgarles licencias» para que filmen, pueden filmar lo que se les salga (si encuentran los medios para hacerlas) y la misma libertad debe regir para interpretarlas y criticarlas. Si una película como la de Tarantino despierta críticas feministas, por ejemplo, su autor se tendrá que bancar las críticas y podrá responderlas o no.
Yo no «festejo» a Tarantino sino que interpreto sus películas con una perspectiva totalmente distinta a la tuya: donde vos ves una apología lineal de la violencia yo veo otra cosa. La literalidad con la que interpretás el fotograma que ilustra este post te lleva a conclusiones equivocadas. Tu crítica a Tarantino es lineal y descuida la complejidad del punto de vista que sus películas construyen.
Con respecto a la «buena excusa» que dio la izquierda para que la derecha «se haga la perseguida», no imagino a qué te referís. No encuentro que ningún cineasta de derecha haya sido perseguido por ninguna izquierda. A lo sumo habrá sido criticado, lo que no configura persecución. Cuando querés compensar tus polémicas con la derecha cultural con críticas simétricas a una «izquierda cultural» da la impresión de que quisieras colocarte en Corea del Centro.
Por último, no deseo dedicar el tiempo limitado de mi vida a leer ciertas revistas, no lo considero un deber cívico, no me despiertan ninguna curiosidad ni interés. Reconozco que tu persistencia para leer cada editorial y ver cada debate que organizan me ahorra tiempo. Eso se llama división del trabajo: vos leelos a todos y siempre; cuando en tus notas señalás algo que me despierta interés, voy a verlo. Supongo que entre las libertades que aún rigen está la de elegir a qué le dedica cada uno su tiempo.
Saludos
Cuervo: va mi última respuesta a vos acá, porque si ni siquiera lees lo que escribo, y tergiversas y mezclas todo, no es una discusión. Terminas hablando solo, como siempre.
1) No dije que «toda crítica a las acciones públicas de una persona es un argumento Ad Hominem», dije que si arrancas diciendo «logré detectar la falacia con que argumentan los que enarbolan la autonomía del arte» y luego solo te dedicas a criticar a Wolf, eso tampoco es un argumento. Solo señalas un ejemplo, de una contradicción evidente.
2) No, «no dejan de hacerse ni de proyectarse películas machistas, xenófobas y partidarias de la justicia por mano propia», pero eso no agota los límites de lo (in)filmable. Todas las épocas lo tienen, pero en esta funciona de un modo muy curioso.
3) Si «la misma libertad debe regir para interpretarlas y criticarlas», tampoco es cuestión de defender o atacar según las afinidades electivas, como lo hacen quienes críticas. Una vez más, lo que importan son los argumentos. Tarantino y Eastwood no son iguales, aunque ambos le gusten a Wolf, pero tampoco son tan distintos aunque a vos te guste uno y otro no.
4) Yo no veo solo «una apología lineal de la violencia» en Tarantino, y en ningún lado interpreté el fotograma que ilustra este post (que fue elegido por Roger) porque no escribí sobre su última y más sobreestimada película. La idea de que mi «crítica es lineal y descuida la complejidad del punto de vista que sus películas construyen» bien podría decirlo Wolf, y con la misma falta de cuidado que pones vos al leer.
5) Hablando de literalidad, no hablé de «ningún cineasta de derecha perseguido por ninguna izquierda». Me refiero a un clima cultural que tiene muchos nombres (woke, por ejemplo) y que genera un arte temeroso de ofender, en una época de sensibilidades extremadas. Criticar eso no es estar en Corea del centro ni con Seul revista, sino lamentar esas previsibles y evitables criticas, y todo ese aura de perseguidos con la que quiere enaltecerse la alt right, con ayuda de esa «corrección política» que a veces parece prestarse a su propia caricatura.
6) Es fácil «no dedicar el tiempo limitado de vida a leer ciertas revistas», pero difícil criticarlas sin hacerlo. Una muestra del mismo prejuicio con que ellos desestimarán cualquier comentario de tu parte. Y así todos tranquilos. De hecho aquí nadie parece poder discutir nada: solo hay reacciones como ofendidos y ofensores.
7) Tu referencia a la «división de trabajo», donde me mandas a leer para luego aparecer a acotar comentarios como estos «si algo que me despierta interés», se califica sola. Yo no te voy a mandar a hacer nada. Podés dedicar tu tiempo por a lo que quieras, pero si vas a perderlo comentando al menos lee lo que venís a rebatir, en vez de hacerlo con displicencia y engreimiento.
Llega el momento de aplicar mi navaja de Okham, seguí leyendo esas interesantes revistas, que tengo otras cosas que hacer. ¡Feliz año!
No sé qué tiene que ver la navaja de Okham con tus salidas, que no tienen la menor gracia en ningún sentido de la palabra. Yo leo todo, hasta tus comentarios… Deberías agradecer que alguien se digne en contestarte. Sería mejor hacer cualquier otra cosa, siguiendo ti ejemplo, pero uno tiene sus principios. Y sus finales.