CORSINI INTERPRETA A BLOMBERG Y MACIEL
Llinás interpreta a Bloomberg y Maciel
Corsini interpreta a Blomberg y Maciel replica (no solo en su título) la grabación de un álbum para la senectud, del mismo modo en que Concierto para la batalla de El Tala registraba una sesión que tenía como objeto la música compuesta para la misma obra-película. Con estos gestos especulares, una vez más deudores del mundo teatral, Llinás sigue proponiendo introitos y desvíos a su anunciada “Saga de los Mártires Unitarios”, como si cada nueva entrega no fuera sino otro eslabón de un eterno prólogo macedoniano, aunque más bien sean las procedimentales novelitas de Aira el espejo literario de su proyecto. Recordemos que en La liebre también aparecía Rosas, referencia constante de este universo simbólico, suerte de archivillano que a la vez es el traidor y el héroe. Todo depende de quién cuente la historia.
Llinás asume finalmente esto, y por eso su autoconsciente saga parece avanzar tomando las críticas a su episodio previo. Por eso se reserva el cuestionado rol de “unitario”, mientras pone en boca de sus compañeros (Pablo Dacal y Agustín Mendilharzu) sentencias o admoniciones de sus críticos. Del mismo modo, Llinás (el personaje que Llinás construye sobre sí mismo) consiente que para otros Rosas “no es un tirano”. Y si el pasado se conjuga en tiempo presente es porque en estos corsi e ricorsi la historia es y ya no es la misma. Aunque más no sea porque entre Rosas y nosotros median –además de 200 años– las lecciones de Sarmiento y Borges en los siglos precedentes: uno escribió el Facundo (ese espejo invertido), mientras el otro seguía viendo la “tiranía” replicada en su propia época (no hay que olvidar que así llamaron al primer peronismo sus derrocadores).
Hay quienes creen que la tradición es un objeto inerte que recibimos del pasado, o a lo sumo un rio subterráneo. Otros hablan de unitarios y federales como si aún estuviéramos en esa batalla. Acaso son dos formas de la misma insistencia (el error, el error, más que “el horror, el horror”). Pero no deja de ser sugestivo el modo en que esta amable película sobre un cantor que popularizó unos versos evocativos de un siglo anterior se vuelve una imprecación contra una “tiranía” (desde identificación con un linaje menos unitario que antirosista –¿antipopulista?–, o bien literalmente “unitario” en tanto esa pura negación es su única pasión), pero también contra ese poeta que usó la historia como mero medio para un fin puramente estético. Como si fuera la velada o consciente autocrítica de un cine que parece usar esas batallas para sus conciertos. “And yet, and yet…”
Pese a ese título arrebatado, podría decirse que Corsini interpreta a Blomberg y Maciel es acaso la versión más personal que Llinás nos deja de su pasión argentina, aunque esto no sea necesariamente un elogio ya que implica la abierta asunción de una dimensión performativa de la que el documental sigue abusando pero que en la ficción corre el riesgo de convertirse en megalomanía felliniana aun cuando se la entretenga con pasos de comedia. Algunas gracias funcionan (el repetido afán lexicográfico, aunque condescienda al diccionario) y otras no (la repetida dificultad del plano filmado desde el interior de un auto), pero en cualquier caso su límite siempre es “la sangre del año 40” que tiñe las canciones y la Historia. Y también afecta el desarrollo formal de una película que parece detenerse en el largo tramo en que Llinás nos lee una entrada biográfica sobre Camila, repitiendo largamente la única historia que cualquier espectador (argentino) conoce, aunque más no sea por haber visto la película de María Luisa Bemberg, quien supo también filmar un cuento de Julio Llinás.
En la casa que cobija la grabación podemos ver la herencia criolla, en el antiguo mostrador de pulpería o los viejos libros sobre flora, fauna y dictadores. En plena pandemia, es natural que el realizador de Historias extraordinarias evoque un mundo perdido desde la calidez de ese patio interior, pero por eso mismo su evocación pierde peso cuando juega al disfraz, sobre todo cuando es de mazorquero. “Levantemos el ánimo”, dice Llinás tras el episodio de Camila, como si no fuera evidente que todas esas chanzas y canciones conjuran una tragedia que no pasa, o cuyos ecos llegan hasta un presente que también queda fuera de campo.
En las “palabras del director” que acompañan el programa de la sala Leopoldo Lugones (nombre provocativamente subrayado en el trailer), leemos sobre los cancionistas evocados: «Mientras el siglo XX atravesaba su primera gran crisis mundial, cada día más violento y vertiginoso, ellos eligieron dejar de retratar el lado sórdido de las cosas para cantar a una ciudad mítica y valiente». Cambiemos siglo XX por XXI y un nombre por otro, y podríamos estar hablando de la película y no del disco homónimo que homenajea. Pero Blomberg no escapó de su “década infame”, ni Corsini llegó a ver la edición de su afamado álbum, aparecido en el año de 1969 mientras Borges escribía los violentos cuentos de El informe de Brodie, que retrataban el lado sórdido de la ciudad mítica y valiente en las vísperas de otra matanza, anunciada ese mismo año en Invasión. Corsi e ricorsi.
Nicolás Prividera / Copyleft 2022
Malísima la nota. Una decepción. En lugar de prestar atención a los debates que la película propone, se dedica a una desganada repetición de los embarullados argumentos de siempre, a los que le añade vicios nuevos: la «crítica a la Zannuck» (esto funciona, esto no…) que Nicolás siempre había sabido evitar, sumada a una nueva imprecisión, culpable de errores dignos de Horacio Berades.
Triste versión de Prividera, que a la testarudez de siempre le añade el desgano y el despi
ste.
Mariano:
No explicás por qué seria «malísima» la nota, ni tampoco cuáles son «los debates que la película propone», y que por lo visto ninguna crítica encontró o levantó… Esta mía ciertamente debate, aunque no te guste. Y bueno, no siempre podemos imponer las discusiones que queremos, ni las lecturas que nos gustaría tener. Vos tuviste esa suerte con HE y LF, pero obviamente este es otro cantar.
Desgano sería no escribir nada, como tantos otros han preferido. Pero si los argumentos fueran «embarullados» podrías hacer algo más que adjetivar. Sos vos el que rehuye el debate.
Efectivamente, hay cosas que notoriamente no funcionan, pero no solo por «desgano» sino porque algo no termina de cuajar. O el juego mismo se embarulla cuando se contamina de realidad. Lo de Camila es un síntoma más que un ejemplo: es de otra película, literalmente. Se puede eludir o se puede filmar. El problema es que la Historia no es un género más, y no se puede hacer comedia con la sangre derramada.
Muy de acuerdo. Yo vi una película acerca de la incomprensión contemporánea y sus bemoles (académicamente dicho).
Y también está la música (salvo que haya que creer que es una mera excusa, y no me pliego).
Menos mal que alguien tiene la deferencia de informarle a Prividera que es una película cuyo eje es la música. Nada podría importarle menos.
Vaya uno a saber que es la «incomprensión contemporánea», expresión que podría irle a cientos de películas menos a esta…
En cuanto a la música, está claro que es el eje, y por eso está dicho desde la primera linea. Lo que no sabemos aún es cuáles son los otros temas que si vendría a debatir (las canciones se las versiona en pulidas copias, y su relectura no se aleja mucho de la consulta del diccionario).
La música importa. La música en el cine es otro tema, pocas veces felizmente resuelto. Esta película es desde su título un ejemplo: se queda en el cover.
[Escribo un poco apurada]. Yo vi a un tipo desesperado por darse a entender en un mundo en que el logos se desvanece en el aire –o donde tenemos esa impresión–. Empieza como si no hubiera nada, como si tuviera que devolver palabra por palabra: un Restaurador, en suma.
Y, sobre todo, la música.
Como me divierto con ustedes dos! Si sus películas fueran tan picantes como estos debates las salas estarian llenas
Ofrezco cincuenta dólares de recompensa a quien pueda explicarme, por ejemplo, qué quiere decir este párrafo sonámbulo (obviamente, el propio Prividera debe abstenerse)
En la casa que cobija la grabación podemos ver la herencia criolla, en el antiguo mostrador de pulpería o los viejos libros sobre flora, fauna y dictadores. En plena pandemia, es natural que el realizador de Historias extraordinarias evoque un mundo perdido desde la calidez de ese patio interior, pero por eso mismo su evocación pierde peso cuando juega al disfraz, sobre todo cuando es de mazorquero. “Levantemos el ánimo”, dice Llinás tras el episodio de Camila, como si no fuera evidente que todas esas chanzas y canciones conjuran una tragedia que no pasa, o cuyos ecos llegan hasta un presente que también queda fuera de campo.
Seguís derrapando, Mariano. En vez de ofrecer plata (dólares encima), podrías explicar vos qué te molesta. Lo otro ya no le debe ni hacer gracia a los que leen esto para «divertirse’. Acá lo único «sonámbulo» es tu participación. Encima ya volví sobre ese párrafo que citas, en mi respuesta anterior. Es clarísimo lo de Camila: vos mismo te extendés sobre ese único episodio verídico para después explicitar que hay que «levantar el ánimo», es decir, volver a las chanzas. El problema, como acá mismo, es que las gracias no alcanzan para tapar la contradicción.
Lo del «disfraz» también será notorio para quien haya visto la película: poner o ponerse, literalmente, esos viejos trajes solo hace más notoria la farsa. Ni tus mazorqueros dan miedo ni tus unitarias evocan víctimas.
Tal vez no se trate de taparla, NP
Tampoco alcanza con exhibirla…
Hola, de casualidad encontré mi nombre en este intercambio de comentarios. No sé si habrá otra Carla Maliandi o existe alguien que está usando mi nombre, por las dudas quiero aclarar que no soy yo.
Estupendo: hemos ascendido a la categoría en la que aparecen los «fakes». Ahora nos queda esperar que Prividera haya sido un «fake» en estas últimas semanas y que el auténtico NP vuelva a escribir esas notas enjundiosas de ayer y no esté pálido despacho que me ha propinado.
Soy Roger: el comentario vino con ese nombre. Y no tengo modo de saber quién es ni cuándo es falso el nombre. Saludos. R
No importan los fakes, sobre todo si solo puede reconocer el burlado y por casualidad. Mejor concentrarse en los argumentos. El comentario que generó está seguidilla muestra los peligros de convertir todo en chanza, y los precedentes lo corroboran.
Hola Carla, no sos la única, yo tambien soy Carla Maliandi.
Júntense a ver «Silvia Prieto» en lo de la tercera Carla…
Hola, Carla! Yo soy Carla, pero no otra Carla Maliandi, sino Carla Maglio. Y no tengo nada que ver con ese comentario fake. ¡Qué confusión!
Carla, ¿Sos pariente de Juan Maglio «Pacho», el autor de «Sábado inglés»?
Efectivamente. Corsini cantó a mi pariente.
Y a mi padre, que nació cuando Juan Félix ya había muerto, le decían Pacho también.
Maglio «Pacho», un príncipe. Y el título «Sábado Inglés» deja entrever alguna preferencia socialista ¿No?
Y que me decís de «Emancipación»?
Ya podés hacer otra saga… Federal para variar.
Una pregunta para Prividera y Llinás, si se encuentran por la calle, o en un bar ¿Se saludan con un abrazo?
¡Por supuesto! Nos enviamos whatsapps todos los días. En general, es Nicolás quien los manda: notas de Seul, twits de Quintín o de Diego Papic, que NP me envía indignado, vaya uno a saber por qué. Acaso suponga que por el hecho de ser antiperonista automáticamente debo hacerme cargo de las barbaridades lanzadas por cualquier petitero macrista que va por ahí lanzando sus infantiles provocaciones.
Indignado? No. Es que no termino de entender cual es la diferencia entre un antiperonista y un petitero macrista… Se ve que hay un antiperonismo «auténtico» también, que no se lleva bien con los arribistas. Habría que hacer una competencia de gorilas.
Sería asimismo interesante una competencia de peronistas. Sin duda no ganaría esa especie sibilina que, sin decidirse a ser peronista, da mil vueltas para nunca quedar mal parada, ubicada confortablemente en una suerte de izquierdilla formidablemente inocua (y perezosa) cuya audacia para evaluar lo «popular» y lo «político» es inversamente proporcional a cualquier experiencia que trascienda la aluvial provisión de estímulos que, con arreglo a horario, le proporcionan las redes sociales. Como verás, no sólo entre las troupes macristas es posible el hallazgo de petimetres.
Ya que te sobró lo que ofreciste antes, ponelo para que alguno explique esta parrafada.
«Competencia de peronistas» hubo y hay, como es notorio en el gobierno. La diferencia es que en el peor de los casos unos mataron a los otros, mientras que los anti tienen en su haber un bombardeo abierto en Plaza de Mayo. No hay ni punto de comparación.
Digo: no sé cómo puede uno decirse «antiperonista» y separarse de estos y otros golpes, como el que están preparando ahora a la luz del día.
El problema es decirse demócrata y después andar, como Quintin y cía, encontrando esa «especie sibilina» en todo lo que no les gusta. Macartismo puro.
En cuanto a «nunca quedar mal parada», en la película que aquí comentamos se juega a sostener una posición «equidistante» que rápidamente se revela ilusoria.
En cuanto a la «izquierdilla formidablemente inocua», lamentablemente parece ser así todo el mundo ante el avance de las derechas. Pero hay que recordar que cuando no quiso ser inocua se la combatió a sangre y fuego. La guerra civil que no fue en el 55 se transformó en genocidio en 1976, con la excusa de que esa izquierda no era inocua.
En cuanto a experiencia, cada generación tiene la suya. Y los que cabalgamos entre dos tenemos algo de ambas. Nos tocó el 76 de niños y los 90 de jóvenes. Los 90, esa época que algunos todavía idealizan, y que otros recordamos con el aroma de gases lacrimógenos. Lo peor, de todos modos, es la sensación de que volverán otra vez, como en 2015. Veremos cómo mantienen la equidistancia las troupes mientras nos censuran, por decir lo mínimo que se va a venir otra vez.
Y vos cuando te encuentres con Carla Maliandi que vas a hacer?
No creo que nos encontremos.
vos sos la que escribio La habitacion alemana??? buena novela!!
Buenas, saludo el debate candoroso. Consulta, en su momento no pude verla en el San Martín. Alguien sabe si aún se está proyectando en algún lugar? Muchas gracias.
Estoy en la misma que vos. Por lo averigüé la dan el 23 y 30 de junio a las 21:00 en Club Lucero (Nicaragua 6048, CABA)
Gracias Tomás! Ahí chequee y efectivamente es así. Saludos