CRÍTICAS BREVES (138): EL ESLABÓN PODRIDO
*** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
El eslabón podrido, Valentín Javier Diment, Argentina, 2015 (**)
La sexta película del director de Parapolicial Negro: Apuntes para una prehistoria de la Triple A funciona como un reloj suizo. El relato fluye, los actores se lucen, los constante movimientos de cámara denotan elegancia y los encuadres exhiben conocimiento del lenguaje para determinar la posición de los actores y los espacios en los que se mueven. El regreso a la ficción de Valentín Javier Diment es incuestionablemente sólido. La historia se circunscribe a un pueblo sin nombre; hasta casi el final del relato, cuando aparecerán un par de patrulleros, el tiempo histórico podría ser hoy, ayer, tres décadas atrás o incluso más lejos en el tiempo. Lo que se trata aquí es de atacar minuciosamente el presunto decoro del costumbrismo, más allá de cualquier marca de época. En efecto, los personajes representan justamente ese universo referencial: está la puta y el tonto del pueblo, el cura y su iglesia, la cantina y sus clientes, el burdel y sus usuarios, el viejo y el perverso, el matrimonio feliz y el insatisfecho; todos, o casi todos, son habitués de la mujer que ejerce el oficio más viejo del mundo. En los ojos de Diment, la humanidad merece su deceso. Sin embargo, el nihilismo inescrupuloso que ordena simbólicamente los actos de los personajes no impide que estos puedan experimentar sentimientos nobles. En varias ocasiones el rostro de Luis Ziembrowski, quien interpreta al tonto del pueblo que lleva leña de casa en casa, mira al personaje de la madre moribunda o a su hermana prostituida con una irreconocible dulzura. En él se sintetiza la necesidad extrema que puede tener un hombre por aquellos que lo ayudan a sobrevivir en un universo al que nunca podrá pertenecer. Es un trabajo magnífico del actor, incluso cuando su personaje descubre que con un hacha puede purificar la Tierra de la presencia de todos los representantes de la especie. Si El eslabón podrido no llega a dar un salto mayor es porque su vital pesimismo retrocede a la hipótesis de que la podredumbre reside en la naturaleza humana sin apostar a trabajar y a su vez fijar su festín sangriento en una dimensión política del desencanto. Es un límite y, para un film de género, un desafío ineludible, si es que no pretende sucumbir a la legítima fugacidad del entretenimiento.
Esta crítica fue publicada en el diario La voz del interior en el mes de junio de 2016
Roger Koza / Copyleft 2016
Hola Roger. Muchas gracias por tus comentarios!
2 cuestiones con las que no concuerdo. Decís que «En los ojos de Diment, la humanidad merece su deceso.» Eso, (lo digo porque me conozco, je), no es así. Ni en mí ni en la película. Me da la sensación de que eso puede devenir de que hayas entendido que la película justifica el accionar de Raulo, cuando no lo hace para nada. De hecho, la apuesta es a una de venganza en la que la venganza está mal (un anti vengador anónimo, por decir de algún modo). Contra lo que sería la clásica de venganza en que todo justifica al vengador, acá el vengador no está justificado bajo ningún punto de vista sino todo lo contrario. Lo entiendo, entiendo sus mecanismos, pero no lo justifico para nada, ni yo ni la película.
Y de ahí voy a la segunda cuestión: No tiene un vital pesimismo la película. Y si marca algo respecto de la capacidad destructiva innata del humano, lo hace a la vez que marca que eso convive con la capacidad amorosa. Esa ambivalencia, señalarla, es política. Hay un conflicto político claramente aludido, y una posición respecto de eso. Podría resumirlo así: el que maneja los mecanismos de la razón es el fuerte, e intentará por todos los medios que el que no los maneja, siga sin manejarlos, porque eso le conviene para la explotación. Pero no tiene que olvidarse que el dolor provoca reacciones, y que en tanto y en cuanto le imponga al débil una lógica de débil, no puede reclamarle luego que este reaccione, (según el fuerte), de modo «ilógico», «irracional», fuera de esa lógica que se esfuerza por sustraerle al débil. Y cuando este explote, es un verdadero peligro tanto para el fuerte como para sí mismo.
Por otro lado: la idea de que el abuso hace explotar una comunidad con la sola necesidad de que el abusado ponga un límite («con ese no quiero pasar al cuarto»), es también lectura política. Que la mujer, poniéndose firme en su decisión, directamente anula la circulación del capital patriarcal de una comunidad cuyo funcionamiento económico se basa en esa patriarcalidad.
Eso nomás, me pareció interesante abrir debate en relación a esto con lo que no acuerdo de tu lectura. De nuevo muchas gracias!!
Javier.
Estimado Javier: estaba viajando; ahí subí su comentario; ni bien pueda respondo como corresponde. Muchas gracias por su comentario, desde ya. RK
Estimado Javier,
Paso a responderte.
1. Dice usted: “Cuestiones con las que no concuerdo. Decís que <> Eso, (lo digo porque me conozco, je), no es así. Ni en mí ni en la película”.
Es muy buena la aclaración final. “Ni en mí ni en la película”. Permite pensar un problema metodológico general de la crítica. Al utilizar su nombre Diment” no hablo estrictamente de usted, a quien no conozco, pero que al leerlo por aquí presiento que me dice la verdad. Le creo de inmediato que no existe deseo alguno por ponerle fin a la existencia de los hombres. ¿Estoy loco entonces? Habría en toda crítica un uso del nombre propio que no siempre coincide directamente entre el sujeto empírico (el verdadero Diment) y el sujeto autor del film (Diment cineasta). Esto conlleva múltiples problemas, entre ellos la dimensión consciente de un artista y lo que él o ella desconoce de él. Un buen ejemplo: las películas de Lynch son siempre superiores a cualquier explicación que dé Lynch sobre sus películas. Pero la distinción, no obstante, es más exigente metodológicamente: intenta despegar por completo el hombre de carne y hueso de esa huella que persiste en una obra y que unifica las películas (o los libros) a través de un nombre propio. Es un problema apasionante, pero que excede a este intercambio.
2. Me parece muy pertinente su observación siguiente: “Contra lo que sería la clásica de venganza en que todo justifica al vengador, acá el vengador no está justificado bajo ningún punto de vista sino todo lo contrario. Lo entiendo, entiendo sus mecanismos, pero no lo justifico para nada, ni yo ni la película”. Eso contradeciría mi lectura sobre el nihilismo del filme. Quizás habría que decir lo siguiente: los materiales y las relaciones son nihilistas, no el punto de vista de que unifica esos materiales y mira esas relaciones. Lamentablemente, no llegué a ver ese matiz que usted me indica. Y tiene usted razón en algo más importante aún: la extraña aparición de sentimientos nobles entre los hermanos, más allá del incesto que tal vez está –en este esquema de lectura- fuera de lugar. Como sea, yo sí identifiqué la dulzura del personaje de LS, pero no la referencié al resto de las relaciones. Ese fue mi error de lectura, y agradezco profundamente su gentil intervención.
3. Sobre lo política y la asimetría del poder en la comunidad. Entiendo ese punto de vista, y me parece correcto aunque un poco débil para incitar a una lectura de mayor eficacia política. Creo que la enfática ahistoricidad del film tiende a reunir y simplificar la complejidad humana en términos de naturaleza. Cuando esa operación representacional se pone en práctica se debilita las marcas del tiempo y se postula (indirectamente) la naturaleza humana como explicación última de todas las conductas, concepto del que descreo o al menos sospecho.
Lo felicito por la película. Su antimoralismo y antipuritanismo me resultaron muy saludables. Me reí y me emocioné. Le agradezco entonces por ser usted el principal organizador del placer que tuve en la sala.
Saludos.
RK:
PS: Sepa disculpar mi anacronismo comunicacional; evito el tuteo por pudor. Y no le pido a usted lo mismo, de ningún modo.
Estás disculpado, jeje
Ya seguiremos conversando. En lo que hace a lo natural, lo menciono en términos de las dos referencias básicas temáticas de esta película, que es la conjunción de Freud y Levy Strauss. Creo mucho en el trabajo (político) de pensar lo histórico y lo biológico a la vez, sin exclusión. Y creo que excluir lo biológico es un error (de nuevo, político) muy jodido, y muy habitual en cierto tipo de pensamiento y cinematografía (y lecturas críticas) más «intelectuales» (y las comillas vienen a cuento de que lo intelectual, sin lo biológico, es claramente incompleto).
Abrazo y de nuevo muchas gracias!
J.
Pienso que esto es lo mejor que uno puede encontrar si se interesa por la crítica cinemátografica, un intercambio entre crítico y cineasta en buenos términos (lo que implica un punto de vista reflexivo). La dimensión de una pelicula, tantas veces modulada de manera que escapa a la primera recepción, se vuelve (más) cercana y accesible. Incluso más o mejor (si lo pensamos a lo David Linch) que lo que pueda referir el propio autor. Y se avanza también respecto a la complejidad de la crítica misma. Que fenómeno admirable. Un regalo. Gracias.
Sí.. eso podría llamrse «entrevista», claramente; pero es distinto, es otra la cualidad. Saludos.