CRÍTICAS BREVES (153): TRES TRISTES TIGRES

CRÍTICAS BREVES (153): TRES TRISTES TIGRES

por - Críticas, Críticas breves
14 May, 2020 09:58 | Sin comentarios
Ya en los inicios, Ruiz era lo que fue: un genio.

Tres tristes tigres, Raúl Ruiz, Chile, 1968

Considerada siempre como la ópera prima de Raúl Ruiz, aunque fácticamente es su segundo largometraje, Tres tristes tigres, transposición desobediente de la pieza teatral de Alejandro Sieveking de título homónimo, empieza como una exploración de un estado de ánimo signado por la errancia y deviene, imperceptiblemente, en su último acto, en un retrato de la humillación de clase y el habitual abuso que los patrones ejercen sobre sus empleados; el cambio de tono es imperceptible, debido a que Ruiz se desentiende de plasmar la realidad circundante con total transparencia y prioriza un matiz ligeramente onírico en el que distintas situaciones ordinarias (charlas en bares y departamentos) desbordan la verosimilitud que puede esperarse en casos semejantes, a través del modo de hacer circular la palabra y la concatenación de actos mínimos, a veces interrumpidos y propensos al sinsentido. Los tres “tigres” protagonistas (un empleado de una concesionaria, la hermana de este, que es bailarina, y un profesor) se limitan a ir de un lado a otro, hasta que un cuarto personaje (el jefe de Tito, quien se acuesta con su hermana por dinero y delante de este) sustituye al profesor en importancia dramática; con él, el film añade un peso político apenas insinuado hasta ese momento de la trama, contrastando lo que hasta allí parece ser solo un conjunto de sketches lingüísticos sobre la identidad chilena con un despliegue lúdico en la puesta de escena capaz de convertir las botellas de todo tipo en personajes secundarios. En ese tiempo, Ruiz no contaba con la colaboración sonora y musical de Jorge Arriagada, tan orgánico y esencial a su universo cinematográfico, aunque el empleo de un par de boleros en escenas clave certifica el ingenio y el saber del cineasta en materia musical. Tres tristes tigres es un ejemplo de lo que Ruiz mismo llamó “un cine de indagación”, por el cual un conjunto de procedimientos estéticos opera una transgresión en la percepción y el entendimiento, cuyos efectos pueden desconcertar pero también iluminar, como bien se puede verificar aquí en una de las escenas más tristes de toda la filmografía de Ruiz, la que tiene lugar en un colectivo y cierra con Tito en el piso.

Roger Koza / Copyleft 2020