CRÍTICAS BREVES (170): EL REVERENDO / FIRST REFORMED
El reverendo / First Reformed, Paul Schrader, Estados Unidos, 2017
La tardía invocación a Robert Bresson, viejo maestro de toda una vida para Paul Schrader, comienza siguiendo al pie de la letra la austeridad y un régimen estético abocado estrictamente a lo necesario, en este remedo de Diario de un cura rural, en que el religioso en cuestión está interpretado por Ethan Hawke con la altura dramática que se requiere; el actor no es bajo ningún aspecto un modelo bressoniano, pero la economía de gestos y su disposición anímica para transmitir el tormento de un alma en pena bien podrían haber convencido al inigualable maestro francés (en cada pasaje en que escribe el diario que reemplaza a la oración, la gracia no está lejos de ese hombre). El relato es diáfano: el pastor evangélico de la iglesia First Reformed, alguna vez padre, es solicitado por un miembro femenino de su iglesia para auxiliar espiritualmente a su desesperado marido, quien no reconoce signos vitales en el mundo circundante. La mujer espera un bebé, y este radicalizado ecologista estima que bajo las circunstancias en curso y un porvenir catastrófico indetenible, traer un nuevo ser al mundo constituye un acto de impiedad. La resolución de este dilema, que el propio Toller describe como “·enfermedad mortal”, citando a Kierkegaard, no es otra cosa que una extensión de su propio abismo, que ni siquiera el Altísimo (o su vocero preferido, Thomas Merton) es capaz de conjurar. Una vez que todos los elementos dramáticos se despliegan en el relato, Schrader prescinde del inicial ascetismo formal de encuadres vacíos y geométricos y no se priva de ahí en más de algunas secuencias kitsch que, en el mejor de los casos, evocan a Tarkovski y en el peor a Subiela, no sin cierto sadismo propio de la simbología cristiana. La resolución dramática es casi un oxímoron, un instante de kitsch bressoniano, donde el estilo trascendental que supo conjeturar Schrader en su famoso libro para comprender el cine de Ozu, Dreyer y Bresson se plasma en la versión del propio director estadounidense.
Roger Koza / Copyleft 2021
Roger yo sé que a mucha gente le gustó la pelicula pero toda esa alegoria de la mujer embarazada cual virgen maria y ellos dos flotando a mí no me convenció. Sí juzgo como motivo de analisis el final donde podria haber una relectura de taxi driver, donde Travis Scott vaciaba esa ira sobre los otros pero aquí no termina de suceder por otros motivos.
A mí solamente me gustan los primeros 30 a 45 minutos; luego, sinceramente, es por momentos, muy despareja y en algún que otro momento medio cualquier cosa; se redime en el mismísimo final, cuya rareza reside en ser justamente un desenlace tan kitsch como bressoniano al mismo tiempo Saludos. R.
PS: reescribí este comentario porque me pareció injusto. Añado algo más. Sostener el plano final del modo en el que lo hace, solamente por haberlo dejado durar y arriesgarse en esa duración lo transforma por exceso en algo extraordinario.
Roger! Merton y THe Cloud of Unknowing entre calvinistas, Bernanos y «todo es gracia» , varias cosas mezcladas. Pero lo que yo rescato son los 3 minutos de la charla entre adolescentes, debo haberla escuchado mil veces en
Eso es lo bueno, y esa escena también. Pero toda la secuencia voladora es verdaderamente vergonzosa. Incomprensible en un cineasta de peso y experiencia. Abrazo, señor Logos. R
La mezcolanza teológica es otro punto enigmático, incluida la iconografía New Age.
Lo que no comprendo, es por que no escribís una sola linea de lo que no te gusto de la película.Digamos que te gusto la primera media hora, te quedan cien y picos de minutos. Inclusive me atrevo a decirte con todo respeto, que no se puede calificar a tu texto de critica. Yo diría que es apenas un reseña que no le hace justicia al autor.
Estimado Hernán: desconozco que entiende usted por crítica; la sección de «Críticas Breves» intenta retomar una tradición (anglosajona, aunque no es exclusiva a la misma) en la que se intenta glosar una lectura sin trabajar en profundidad en un texto extendido. No es aforística, pero tampoco robusta en términos argumentativos, lo que implica un desafío (quizás no logrado de mi parte) en decir dos o tres cosas centrales con cierta densidad conceptual que configure un camino de lectura y discusión. Lo que me guste a mí es secundario, y es bastante fácil -a mi juicio- de entrever en mi breve texto (la comparación con Subiela y el señalamiento acerca de un bressonismo kitsch indican una valencia negativa). Sobre la justicia o no al autor, creo haber escrito con el mayor de los respetos por él y asimismo por los momentos extraordinarios que tiene el film. La crueldad, la alegoría, la metafísica fantástica desandan esos 30 a 45 minutos iniciales que sí me han parecido fascinantes. Luego son intermitencias, de momentos hermosos con otros de una maldad gratuita y esencialmente tosca. Saludos. R
Roger: entiendo por critica la toma de posición frente a una película y la validación de sus argumentos, de manera elegante o no. Tradición anglosajona? no tengo idea de eso. Para ser una critica breve al menos le faltan dos párrafos, a mi entender. Humildemente le confieso que no es fácil entrever cual es su posición frente algunas películas, me parece que su estilo a veces abandona al lector en un nudo de palabras distinguidas y nimias. No percibí en ningún momento una falta de respeto al autor.
Con su respuesta y la reformulación de la respuesta a Javier, me completa un poco mas sus opiniones sobre la película y sus formas. Gracias por la respuesta.
Saludos.
Hernán:
1. Toda la crítica de cine, o cualquier crítico de cine escribe, sabiéndolo o no, en un murmullo disperso al que podemos llamar una tradición. En Argentina, existen, y como sucede con la mayoría de los saberes o formas de conocimiento, las tradiciones locales están en tensión entre estas y con otras que no son de aquí. La tradición anglosajona que tampoco es homogénea pero sí tiene algunos que otros rasgos en común en sus escuelas y vertientes ha sido decisiva en mi propia formación. Aprendí a hacer lo que hago -para bien o para mal- leyendo a Jonathan Rosenbaum, Jim Hoberman, Manny Farber, Kent Jones, Adrian Martin, Gilberto Pérez, entre otros. Tampoco me es ajena la tradición francesa. Bazin y Daney son centrales en mis años de formación (y aún hoy lo son). Esto no es ni bueno ni malo, ni tampoco deseable, es simplemente una cuestión fáctica y personal.
2. Si usted lee lo que yo suelo publicar en este sitio podrá verificar que suelo escribir críticas de 550 a 1700 palabras; según mi deseo de decir algo sobre un film tomo esa extensión abierta como límite. Esas son críticas por antonomasia. Lo que aquí llamo «Críticas breves» es lo que en la tradición mencionada se conoce como «Encapsulated movie review». Tiene la descripción de qué es esa modalidad de escritura breve en mi respuesta anterior. Esa modalidad no pasa de 300 palabras. Los dos párrafos que usted precisa o entiende que faltan aquí son los que sobran en lo que suelo publicar como crítica a secas, aquí y en otros espacios. Tal vez lo confunde por dos cosas: una práctica común de una tradición que desconoce; la tendencia cada vez mayor en algunos medios que publican criticas de 300 palabras como si fuera críticas a secas.
3. Para mí es casi un elogio que usted me indique que en ocasiones no puede saber si me gusta o no un film; es irrelevante que yo exprese eso, aunque me parece que se nota bastante. Lo que nunca habrá de tener problemas conmigo es dificultades para saber qué pienso y cómo pienso el cine y por consiguiente el mundo en general. Por otra parte, lo que escribo, si tiene algún valor, tiene por objetivo producir una posible mirada o inquietud sobre un film (y por consiguiente del cine y del mundo). Quizás a usted no le sirva lo que yo escribo y me parece muy bien que así lo perciba. Yo, sinceramente, no quiero convencer a nadie de nada; sí quiero decir lo que pienso acerca de todo esto a lo que le dedico mi vida.
4. Las palabras en sí no son ni «distinguidas» ni «nimias»; las palabras adquieren relevancia en relación a otras palabras; lo nimio depende de su uso. Sobre el término»distinguible» es difícil saber a qué se refiere. Yo no me atengo a reproducir el vocabulario de la cotidianidad y del sentido común, pero tampoco escribo como si aspirara a ser Derrida, Lacan o Joyce, a quienes he leído, y a quienes no se me ocurriría ir a decirles que escriban menos complicado. A mí, sin duda, no me interesa ser complicado u oscuro, pero tampoco abandonaré el trabajo con las palabras y el intento de hacer de la escritura un trabajo en sí y de índole estético. En todo caso, de lo que se trata siempre es de procurar precisión y algo de hermosura. Que esas intenciones no estén logradas en mi prosa es otro problema. A veces puedo, a veces no; a veces le llega a alguien y en otros ocasiones aumentan la disposición del lector a bostezar.
Saludos y que esté bien.
R
Roger:
Vi la película y seguí más o menos el trayecto que vos señalás: aparecen todos los Schrader (el guionista de Taxi Driver, el cineasta de Mishima, el discípulo de Bresson, el ensayista de Trascendental Syle) pero combinados de un modo incongruente. El pastor calvinista remite a Diario de un cura rural, con sus problemas gástricos, sus pseos filmado en contrapicado con el cielo invernal y su alcoholismo: pero a mí me parece más una remake de Luz de invierno de Bergman: la pareja con el marido militante del ambientalismo tiene muchas similitudes con la pareja de comulgantes que van a consultar al pastor que interpreta Gunnar Björnstrand en la de Bergman y el resultado del conflicto es idéntico, también la manera en que repercute en el pastor la decisión del desesperado, con sus crisis de fe (ahí se despega de Bresson para acercarse a Bergman; ya nada es Gracia). También pude apreciar y disfrutar esa contención dramática de la primera mitad de la película y hasta la manera como historiza la angustia existencial de los personajes en el contexto capitalista del saqueo ambiental (hay un interesante diálogo entre dos visiones políticamente antitéticas del protestantismo). Digamos: las preocupaciones existenciales de la corriente europea que Schrader admira y las marcas históricas que nunca faltan en el cine estadounidense. Hasta que pega el giro sobrenatural (u onírico) que remite más bien a otro desesperado, el de El sacrificio, con levitación incluida, aunque filmada sin la elegancia del ruso, sino con torpeza, en disonancia con la tonalidad que hasta ese momento la película traía. A partir de ahí se genera un suspenso involuntario, menos resultado del virtuosismo de Schrader para manejar el arco dramático que del desconcierto que despierta sus zarandeo estilístico, del tipo: «¿y ahora qué otra cosa puede pasar en esta película?». En la última media hora el pastor angustiado empieza a comportarse como Travis Bickle y yo ya estaba francamente desorientado, no tanto por los dilemas teológicos o políticos que añade Schrader como porque las decisiones que va tomando el cineasta parecen no tener rumbo. Como si convivieran dos aspectos de Schrader que en lugar de integrarse hacen cortocircuitos. No es posible integrar a Bresson, Bergman, Tarkovsky y Socrsese en una hora y media sin que el resultado tienda al mamarracho. Lo raro es que si la película hubiera terminado en la escena del suicidio (un poco a la Bergman), tendríamos una película sugestiva, pero Schrader padece de cierta incontinencia que lo hace meter más y más ingredientes, que van restándole relavancia a su película. Quedé mucho más preocupado por Schrader que por el destino del planeta o de la humanidad, que es lo que él pretende trasmitir. Un caso, este autor.
Sí, es un despelote; los primeros minutos, quizás hasta los 35m, me gusta muchísimo la película; son secuencias coherentes y anómalas para el cine de hoy; luego todo se vuelve un desorden conceptual y estilístico inadmisible para un cineasta de su trayectoria y de ahí apenas se vuelve. Reconozco que la secuencia de clausura es tan desatado que por exceso termina siendo efectiva. Igual, a esa altura, el film ya ha perdido la gracia. r