4TRO V3INT3, Raúl Perrone, Argentina, 2020

El mundo estaba hecho para funcionar, producir y proyectar, y nadie osaba dudar de este predicamento. A fin de marzo se detuvo la marcha y los tres verbos que definían el modo esencial de estar en el mundo fueron interceptados por un desorden biológico. Así, la experiencia del tiempo y el espacio no fue la misma, acaso sigue sin serlo. El presente se estiró, el tiempo se diluyó en el sentimiento de estar y los actos cotidianos ya no estuvieron regidos exclusivamente por la eficiencia y la utilidad. En ese contexto irregular e inesperado, los pibes de Perrone eran expertos, porque no necesitaban de una pandemia para aventurarse a un presente de repetición y sin horizonte alguno en el que proyectarse. Los chicos de 4TRO V3INT3 conocen de primera mano el presente como límite. El hedonismo menesteroso con el que sobreviven a un destino sin promesas consiste en tratar de desplazarse por este conjurando la angustia como sea posible. Hace mucho tiempo que todos los pibes de las películas de Perrone han entrevisto que ser es estar. En esto, el skate no es un objeto entre otros; con el skate se introduce una diferencia en la repetición. Es que deslizarse en patineta, ese movimiento hermoso, constituye la estética de sus vidas. Que Perrone les haya dispensado tanta atención a los jóvenes de 4TRO V3INT3 preparando sus skates y luego jugando con estos excede el mero respeto por las costumbres. Hay en ese artefacto de movilidad, propicio no solo para ir de un lado a otro, sino también para inventar figuras fugaces en el espacio, una expresión que cifra un estado del alma. Ellos saben que no hay ningún lugar adonde ir; por eso el movimiento se realiza con fines casi espirituales.

Roger Koza / Copyleft 2021