CROSS DREAMERS

CROSS DREAMERS

por - Críticas
26 Mar, 2024 10:33 | Sin comentarios
En la opera prima de Soledad Velasco, cuatro personajes se “montan sobre los tacos” y desenvuelven sus historias, sus deseos, sus sueños.

DEVENIR OTRXS

No hay una sola identidad. Yo viajo de una a otra

Judith Butler

La primera imagen de Cross Dreamers es una gráfica (letras blancas, fondo negro) que declara “No hay nada peor que ser ciego y tenerle miedo a la oscuridad”. 

A continuación, la cámara encuadra un rostro en primer plano, desde la nuca aunque dejando asomar una porción del perfil. Luego, la cámara desciende hasta la mano derecha sobre el volante del auto. Vuelve a subir para encuadrar el espejo retrovisor y mostrar otro fragmento de aquel mismo rostro. Es de noche: la oscuridad es espesa. El vehículo se detiene. Se abre la puerta izquierda. El cuerpo de quien conducía (solo se muestra el cuerpo) gira hasta apoyar los pies en la vereda y, al lado, un par de zapatos rojos, de tacos muy altos y plataforma. La persona se quita las zapatillas y se calza los zapatos. Cierra la puerta del auto, cubre su cabeza con la capucha de la campera y camina sobre el empedrado húmedo. Apenas unos metros. Con la cabeza gacha vuelve sobre sus pasos. Corte.

La frase del inicio y esta secuencia condensan las capas de sentido que va a desenvolver a lo largo de, poco menos, una hora y media Soledad Velasco en la que es su opera prima documental: Cross Dreamers. Al mismo tiempo, dan cuenta del punto de vista (ético, estético) que asume la directora para filmar las vidas, las historias, los motivos, las renuncias, el entusiasmo, la soledad, los aprendizajes de un grupo de varones que practican cross dressing. 

Por fuera de los que exhiben a lxs protagonistas (en un principio, de espaldas, arrastrando valijas), cada plano contiene información que permite contextualizar lo que la película va a contar. A medida que corren los minutos del film y del crepúsculo del atardecer, Ornella, Mabel, Mirna y Paula dejan ver los rostros y los cuerpos que eligieron ser. El brillo de los atuendos que no alcanza para iluminar el sentimiento y la conciencia de satisfacer, por una noche, ese deseo secreto. 

“Siempre tuve la sensación de que mi cuerpo y mi alma, de alguna manera, no coincidían del todo”, afirma una de “ellas” en sintonía con un debate de la época. ¿Quién soy? ¿Quién deseo ser? ¿Cuál es mi identidad? ¿Qué es la identidad? Son interrogantes antiguos que, en las últimas décadas, ganaron la agenda pública social, legislativa, militante. Cross Dreamers los rescata a través de las historias de esxs cuatro personajes que al nacer, la obstetricia y la familia determinaron que eran varones.

Las anécdotas de lxs cuatro se cruzan y complementan, tienen puntos en común (el ocultamiento, la “doble vida”, la salida del closet, el rechazo familiar) y otros divergentes (algunxs se reconocen homosexuales, otrxs heterosexuales, otrxs trans). 

“La primera vez que me puse un corpiño de mujer fue a los seis años. Mi mamá fue la primera que me encontró. Nos costó bastante atravesar eso. A partir de ese momento guardé silencio. Siempre. Demasiadas noches en silencio. Lo único que me ayudó fue aburrirme de estar mal. A todo esto pasé más de cuarenta años para salir a la calle. No se puede dar vueltas con el deseo”. 

La “cuestión de la identidad” ocupa el centro de los estudios de Judith Butler. Según Butler, el sujeto —al que define como una estructura lingüística, es decir social y convencionalizada—, es en permanente devenir. Esto supone una existencia atravesada por distintas formas identitarias (construcciones del yo) a lo largo de la vida, dado que apegarse a una sola identidad sería lo mismo que aplastar la identidad misma. 

“La disociación te enferma. O te enferma el bocho o te enferma el cuerpo. Yo me siento como un árbol que le cayó un rayo y que me partió a la mitad. Y que las dos partes siguen creciendo. Y cuando crecen se alejan. Cuando me visto de mujer, e interactúo, es como si esas dos ramas se volvieran a juntar. Es el único momento que logro sentirme una sola persona”.

Cross Dreamers devela el proceso de transformación de los cuerpos, el encuentro en las fiestas cross, el derrotero que cada unx de “ellos” afrontó para llegar a ser “ella”. El día siguiente al pasado que dejaron atrás. Cross Dreamers (como hace unos años El silencio es un cuerpo que cae, de Agustina Comedi y luego, Sexo y revolución, de Ernesto Ardito) es un documental que empuja la anécdota subjetiva hacia el enunciado colectivo. Desde ese lugar, expone la potencia del deseo sobre las determinaciones institucionales. La felicidad que provee esa elección, el derecho que restituye esa elección, el respeto que reclama esa elección, la convivencia posible y necesaria con esa elección.

“Marcelo Vázquez, Héctor, Mar Vaz o Mabel Contreras es la misma persona que disociada es incompleta, que incompleta era infeliz, que transparente es, finalmente, persona nueva. Artista sin fama. Estudiante sin títulos. Hombre sin hijos. Ser humano sin apuros. Cuando te calzás los tacos, y te pintás los labios, y salís a caminar por la calle, entre respetuosos silencios y tocadas de bocina en busca de travestis no hay vuelta atrás. Tampoco hay vuelta atrás de los años sin reírte. Ni de los desplantes de mal humor debidos al resentimiento. Ni tampoco del miedo. Y ni falta que hace porque todo es siempre hacia adelante…”.

Cross Dreamers, Argentina, 2022.

Escrita y dirigida por Soledad Velasco.

María Iribarren / Copyleft 2024