CUATREROS
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
LOS FRAGMENTOS
Cuatreros, Argentina, 2016
Escrita y dirigida por Albertina Carri.
*** Hay que verla
Carri vuelve con todo. Un exigente film en el que se reúnen cuestiones familiares, políticas y cinematográficas con total elegancia y honestidad
La periodista dice y pregunta: “Señor, estamos hablando de cambios; cambios de clima, de ambientes, cambios muy particulares… ¿Cuáles piensa usted que fueron los logros y cuáles las frustraciones?” Él responde: “¿Logros? Le diría que… Uno, la paz”. En ese momento, el archivo utilizado en el que se ve al presidente de facto Galtieri pierde el centro del plano y otras dos imágenes que contextualizan el discurso del dictador ingresan en el cuadro y lo dividen en tres. Se oye entonces el mugido de una vaca, otros sonidos menos distinguibles y entra la voz de Albertina Carri, que atraviesa toda la película en un tono rabiosamente confesional.
La descripción precedente quiere dar cuenta del funcionamiento de una poética exigente y conceptualmente justificada. Que el film trabaje casi siempre con la pantalla dividida, que el sonido, las imágenes y la voz en off estén a veces reunidos en el plano y en ocasiones en tensión o desavenencia es una estrategia estética y un lugar de enunciación existencial y político. Los efectos del poder, las marcas de una dictadura fragmentan. La poética fragmentaria es aquí una política, un espejo incómodo.
A lo largo de los 85 minutos, Carri trabaja sobre una figura a la que su padre sociólogo y desaparecido le dedicó un libro en 1968: Isidro Velázquez. El libro en cuestión se tituló Formas prerrevolucionarias de la violencia, y la inteligente manera de citarlo en un inicio zanja una doble distancia: la de aquel tiempo respecto del nuestro y la de la posición política del padre respecto de la posición política de la hija. En este sentido, como expresó Oscar Cuervo en su excelente crítica sobre Cuatreros, el nuevo film de Carri constituye también un distanciamiento respecto de Los rubios, la otra película que la directora dedicó a la historia de sus padres militantes y desaparecidos. La posición de la cineasta y la del padre difieren enteramente en el film; en la vieja jerga de aquel entonces, se trata de una síntesis dialéctica (y afectiva).
La controversial y mítica figura de este cuatrero supo ser un ícono de la rebelión popular. Una película sobre él desapareció con el propio director (Los Velázquez, de Pablo Szir); muchos otros también quisieron hacer ese filme sobre un personaje enigmático. Carri se lo propone, viaja al Chaco, investiga, relee el libro de su padre, consulta. Cuatreros es el resultado “negativo” o el fuera de campo de una imposibilidad, aunque suficiente y satisfactorio.
Al final se entienden muy bien las razones de Carri; son propias, pero son también públicas, y Velázquez ha sido un estímulo heredado que resucita simbólicamente y deviene contemporáneo. Implacable y despiadada, honesta como una demente desinhibida pero más racional que el propio Descartes, Carri interpela al presente y le arranca a su impuesta ahistoricidad los signos de una antigua contienda que su padre identificó y que regresa a nuestra época como una ubicua agitación de la que no se sabe bien qué pensar ni qué hacer frente a ella.
*Esta crítica fue publicada en otra versión por el diario La voz del interior en el mes de abril 2017
Roger Koza / Copyleft 2017
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