DADDY LONGLEGS / GO GET SOME ROSEMARY
UN AMIGO LLAMADO PAPÁ
Daddy Longlegs / Go Get Some Rosemary, EE.UU., 2009
Escrita y dirigida por Joshua y Ben Safdie
*** Hay que verla
La segunda película de los hermanos Safdie es misteriosamente universal y un paso adelante después de su interesante aunque despareja ópera prima, La adorable ladrona.
Había una vez una época en la que los jóvenes se escondían para fumar sus primeros cigarrillos y se dirigían a sus padres sin el tuteo, que suele denotar familiaridad y cariño; se hablaba con cierta distancia y asimetría, lo que para nosotros hoy resulta entre ridículo y bizarro, y, en última instancia, antidemocrático. Hoy lo sabemos: los padres son camaradas lúdicos en la niñez y posteriormente, en la adolescencia, compinches y amigos. A papá ya no se le dice “señor” sino “chabón”.
La segunda película de los hermanos Joshua y Ben Safdie, visceral en su registro y precisa en su relato, con elementos autobiográficos y que explicita comportamientos y prácticas de una sociedad específica y una clase social identificable, retrata, más allá de su contexto, una experiencia reconocible. Un padre relativamente joven apenas puede cuidar a sus hijos pequeños durante los 15 días de custodia que le tocan, aunque sí puede jugar y convertirse casi en un niño. Los tres, a veces acompañados por una novia no menos infantil, viven un universo simbólico sin límites: dar rienda suelta al deseo es la única ley. Así lo percibe el rector de la escuela, por ejemplo, que le advierte a Lenny (una interpretación genial de Ronald Bronstein) que uno de sus hijos golpeó a un maestro.
Lenny trabaja como proyectorista de un cine de películas clásicas; es evidente que sabe hacer bien su trabajo, aunque para cumplir un horario y responder a las mínimas exigencias de esta actividad experimenta una tensión devastadora. La inestabilidad laboral, emocional y doméstica es una constante, de lo que se predica un estilo de registro: la cámara en mano comunica en su perceptible vaivén el desequilibrio; y también se transmite la poca sabiduría que Lenny puede legar a sus hijos, que se expresa en una visita al Museo de Ciencias Naturales de Nueva York, en donde él subraya la importancia de mirar los detalles mientras los chicos observan a los animales. Aquí, la puesta en escena se compone de una suma pertinente de detalles. Lo que se ve como aleatorio (Lenny fumando en el baño, saltando una reja, durmiendo con un amigo en frente de sus hijos, yéndose de viaje de fin de semana familiar con una mujer que se levantó en un bar, o el encuentro con un excombatiente de Vietnam pidiendo dinero en la calle) y lo que queda fuera de campo (¿Hay abuelos? ¿Por qué tan sólo quince días al año?) son los signos que articulan la experiencia subjetiva y cultural de los personajes.
Daddy Longlegs (“Papito Piernaslargas”) pertenece a la famosa línea del cine indie estadounidense conocida como “mumblecore”, películas de poco presupuesto cuyas historias giran alrededor del malestar en la cotidianidad. La herencia del cine de John Cassavetes es ineludible, aunque reconocer un cameo del cineasta Abel Ferrara como un ladrón callejero y saber que los intérpretes infantiles son los hijos de un miembro de la banda Sonic Youth indican otras referencias culturales del underground neoyorkino.
Hay una escena onírica formidable en la que Lenny lucha con un insecto gigante, un sueño en el que puede ejercitar mucho mejor su función paterna, más todavía cuando en la vida diurna una decisión riesgosa puede llevar a sus hijos a dormir por varios días. En ese sentido, Lenny es perverso, porque ni legisla, ni protege, y en un mundo sin leyes y sin límites su legítimo amor por sus descendientes directos los puede poner en peligro, más allá de los placeres transitorios de un buen momento. Una de las consecuencias identificables de cuando los padres dejan de legislar y devienen en compañeros.
Esta crítica fue publicada en otra versión por el diario La voz del interior durante el mes de julio 2011
Roger Koza / Copyleft 2011
Hay un par de situaciones en la película que recuerdo especialmente: cuando el padre, para calmar a los chicos, les da un somnífero que pone en riesgo sus vidas (lo cual demuestra que es tan amigable como irresponsable) y el momento en que sus hijos lo increpan, sobre el final, cuando se encuentran inesperadamente con la novedad de una mudanza. Es muy interesante la ambigüedad del personaje del padre, su espíritu divertido mezclado con una inmadurez que termina irritando a los mismos pibes (y, para qué decirlo, a muchas señoras en la platea).
Un abrazo.
Respecto a tu comentario, desearía desdoblar mi humilde opinión en dos partes: lo cinematográfico y lo extra-cinematográfico, que se desprende del análisis de la película pero que es un tema aparte, me refiero a la siempre problemática relación padres-hijos.
En lo que hace a tu análisis del filme coincido en líneas generales con la evaluación que realizás de la puesta en escena y participo de tu opinión sobre los numerosos aciertos formales y de contenido del filme de los hermanos Safdie.
En lo extra-cinematográfico, no coincido con la evaluación que hacés de la siempre problemática relación padres-hijos. Creo que el juicio acerca del personaje de Lenny es demasiado benigno. Yo soy padre de dos varones que tienen en la actualidad 25 y 18 años respectivamente. He sido compañero de juegos en innumerables momentos durante la infancia, pero siempre entendí que uno no puede ser amigo de sus hijos (aunque todo depende de lo que entendamos por la palabra amigo) No se puede ser amigo, cuando el principio de autoridad (y este es otro término polémico en este vínculo) es atributo solo de los mayores y juega un papel imprescindible en esta relación asimétrica, y máxime en la infancia. En ese sentido, Lenny será un tipo divertido pero es un gran irresponsable, no solo por la tremenda escena en que pone en juego la vida de sus hijos suministrándole una sobredosis de psicotrópicos, sino porque permanentemente los expone de manera innecesaria a los riesgos propios de las grandes ciudades (como cuando manda a uno de sus hijos a comprar algo en un almacén cercano y el pequeño debe transitar por calles donde se ven personajes de presencia amenazante).
El personaje de Lenny me hizo acordar al de Rita Cortese en Glue, donde también intenta ser amiga de sus hijos al extremo de que en algunas escenas la convivencia se torna bastante promiscua. Ninguno de los dos personajes, son la clase de padres que respeto.
Esta película la pude ver en el BAFICI 2010. Como hecho anecdótico, recuerdo que el lugar de la proyección era el Teatro 25 de Mayo, una antigua construcción remodelada y transformada en una hermosa sala. Lo que desconocía, era lo lejos que quedaba del centro, y en el apuro me tome un taxi que me costó una fortuna, que además se movía a paso de hombre porque caía una intensa lluvia sobre Buenos Aires. En conclusión: llegue a la sala 15 minutos tarde con el temor de que no me dejaran entrar, pero por suerte ese día ambos directores iban a estar presentes al inicio de la función y no habían llegado aún, dado que padecían inconvenientes similares a los que tuve yo. En consecuencia la función estaba retrasada. Recuerdo que entre el público presente, bastante numeroso, estaba sentado unas filas más adelante Alejandro Cozza. Yo había asistido en compañía de mi hijo, quien a su vez hizo de segundo traductor. La intervención de los hermanos Safdie fue breve, pero de lo que puedo recordar es que pusieron un énfasis especial en rescatar los elementos autobiográficos que conformaban el filme. Luego, por pura coincidencia viajamos juntos en el mismo tren de la línea B del subte. Ellos se bajaron en el Abasto y yo seguí unas paradas más allá.
Me equivoqué, Rita Cortese no actúa en Glue, pero sigo sosteniendo la opinión sobre la relación que señalé antes entre el protagonista y su madre
Jorge: sin juzgarlo pienso exactamente lo que decís respecto del personaje. Tu asociación con Glue es absolutamente pertinente. Escribí sobre ese film en un texto que se publicó en una revista de Psicoanálisis. El tema era el mismo, aunque se trata de un texto más ambicioso. Saludos. RK
Tres cosas para destacar de la peli: la actuación de Bronstein (parece un documental de su propia vida, sea cual sea esta), el uso y abuso de la elipsis temporal y espacial y, lo principal: la construcción del personaje de Lenny, que no es un tipo cool sino más bien un loquito inmaduro/psicótico/inconsciente, capaz de mandar a dos pendejos de 5 años o menos a comprar al super o ir a pintar paredes y caer en cana cuando le dio pastillas a los nenes.Incluso me gusta que no sea amable con los mendigos o con el director de la escuela. Es un tipo que tiene una inocencia alucinante, que no significa bondad sino actitud colgada ante la vida en todas sus facetas: con sus hijos, en el laburo o con sus mujeres. Por supuesto el climax del personaje es cuando los duerme a los pibes hasta casi matarlos. La frase del amigo médico resume un poco a Lenny y en cierta forma a la peli: el doc dice «no llamo a la policía porque te conozco, pero debería hacerlo» y lo dice dos veces, y lo más gracioso es que Lenny le dice a su novia «viste, dijo que tendría que haber llamado a la policía» como diciendo: habré hecho mal en dormir a mis hijos?. Para terminar, la escena donde estos se despiertan es conmovedora porque por primera vez vemos o sentimos la angustia del Lenny. Creo que luego de eso el tipo será un poquito menos inmaduro, un poco creció, aunque, mmmm….