DECÍ ALGO DE DERECHA

DECÍ ALGO DE DERECHA

por - Ensayos
04 Ago, 2021 08:13 | comentarios
Sobre Nanni Moretti y la identidad política.

En una imprescindible crónica sobre la presencia de Nanni Moretti en el Bafici de 2017 (del que este texto es apenas una nota al pie), Juan Zino se preguntaba: “¿Qué ve la cinefilia de derecha en el cine de Moretti, especialmente de Aprile para atrás? ¿Qué ve en Michele Apicella? ¿Qué ve en Io sono un autarchico, en Palombella Rossa, en Aprile, en La Cosa? ¿Qué ve la derecha en ese cine que ama tanto como yo?”. Desde ya, como sabemos por su reacción destemplada cuando se la designa con ese nombre, esa cinefilia no se reconoce (o no quiere reconocerse) de derecha, y eso es clave para dar una respuesta a la repetida pregunta por su identificación con el cine de Moretti.

Veamos entonces la última expresión de esta equívoca admiración (mucho más notable que la de cierta cinefilia de izquierda por Eastwood o Stallone). Diego Papic inicia una nota en la revista partidaria Seúl (titulada “¿Queremos ganar o tener razón?”) recordando la famosa escena de Aprile en la que Nanni (digámosle así para no implicar tan fácilmente autor y personaje) mira un debate por televisión entre Berlusconi y D’Alema (inequívocos representantes de la derecha y la izquierda). Berlusconi parece avasallar a su rival (quejándose de la injerencia en el poder judicial…), haciendo que Nanni le grite al televisor: “D’Alema, reaccioná. Decí algo. ¡Decí algo de izquierda!”. Papic imagina “a muchos de nosotros en una escena parecida ante los debates que se vienen: ‘Vidal, reaccioná. Decí algo. ¡Decí algo liberal!’”. Detengámonos en esa curiosa doble inversión para ese “nosotros”: Vidal estaría en el lugar de D’Alema y no en el de Berlusconi. E, “izquierda” cambia por “liberal” y no por “derecha”…

Sin embargo, Papic sostiene que ellos están “malhumorados como Nanni Moretti” porque “queríamos votar a Patricia Bullrich, que nos representó muy bien yendo a las marchas y haciendo denuncias, y no a María Eugenia Vidal, que sólo apareció para solidarizarse por Twitter con el Presidente”. En este mundo al revés, Bullrich sería más “liberal” que Vidal (y ninguna de derecha, claro). Pero Papic no puede dejar de expresar que “nosotros los intensos (los halcones) queremos que nuestros candidatos tengan claro (y lo digan) que enfrente hay una banda inescrupulosa e incapaz que, además, simpatiza con las ideas económicas de izquierda más rancias y anacrónicas. Queremos que les muerdan los tobillos a sus adversarios. La palabra ‘diálogo’ nos exaspera”. Sin embargo este exasperado “liberal” sostiene que “para ganar, hay que convencer a los tibios”, porque “tiene sentido suponer que los discursos extremos puedan ahuyentar a algunos”, aunque asume que “si los intensos lo somos [es] porque entendemos que del otro lado hay una banda inescrupulosa e incapaz que, además, simpatiza con las ideas económicas de izquierda más rancias y anacrónicas”. Así, en una nota en la que sostiene que no hay que usar “discursos extremos” (aunque mas no sea para no “ahuyentar”) se despacha contra una “banda inescrupulosa e incapaz” que “simpatiza con las ideas económicas de izquierda más rancias y anacrónicas”… Como Nanni Moretti.

Moretti en Cannes 2021

Papic recuerda otro monólogo de Nanni en el que dice querer filmar la campaña electoral de la izquierda” pero va suavizando el discurso: “De la centroizquierda. De la centro-centroizquierda. Ellos nos insultan, pero nosotros no debemos reaccionar. Debemos tranquilizar a los ciudadanos”. Y luego de afirmar que “gran parte de la comicidad de la película surge de la frustración de Moretti por la tibieza de su espacio político ante el tsunami Berlusconi”, Papic sugiere que “con las etiquetas cambiadas (o quizás no tanto si pensamos en una división entre populismo y república), nuestra situación parece bastante similar”. He ahí la confusión (asumida como confesión) de lo que “parece bastante similar” pero no lo es por “las etiquetas cambiadas”. Porque aunque (tibiamente) suponga que “no tanto”, la “división entre populismo y república” es una construcción de derecha desde hace casi un siglo. Tan innegable como el cinismo de concluir que “tenemos que entender que es más importante ganar que tener razón. Después vemos”. Lo que no impidió que Papic fuera criticado por los “intensos” por… ¡“tibio”! 

Algo parecido le sucedió a Juan Villegas en una nota reciente, publicada en el mismo medio (y con la misma finalidad) titulada “Hay que persuadir”. Villegas dice que prefiere “más la idea de liberalismo, aún con la confusión semántica que tiene en la Argentina, que la de republicanismo, que es más de forma y menos concreta en su formulación de intenciones de transformación social y económica”, y que “el esfuerzo debe sostenerse en la convicción de que el camino para un país más desarrollado, más justo y menos pobre es (…) desde el liberalismo. Y si quieren seguir sosteniendo que el liberalismo es la derecha, problema de ellos”. El problema, sin embargo, persiste. Y como problema propio. De hecho Villegas mismo apunta que “el liberalismo debería hacerse más fuerte en sostener la idea de la libertad como valor supremo para la conquista del desarrollo económico y la lucha contra la pobreza en la Argentina”, sin dar una sola pista de por qué el gobierno de Macri fracasó con tan nobles objetivos. 

Con el mismo lenguaje evanescente de su Diario de la grieta, Villegas solo aspira a convencer a los buenos progresistas de que “el liberalismo sólo puede ser entendido al mismo tiempo en lo político y en lo económico” porque “la idea de ser liberal en las cuestiones sociales pero no en las económicas es una contradicción”, sin ver que esa es (invertida) la contradicción del liberalismo argentino. De cualquier modo, recibió de sus lectores las mismas críticas por “tibio” que Papic. Porque evidentemente el sentido de “república” o “liberalismo” no significa lo mismo en ese exasperado “nosotros” que no osa decir su nombre. La radical diferencia de las citadas películas de Moretti con este problema de “autopercepción” es que si bien giran alrededor del problema de la identidad (política, por supuesto), siempre se trata de saber “qué significa ser de izquierda hoy”. Es decir, se trata de una identidad que asume sus discusiones internas sin dejar de reconocerse como tal.

La crónica de Zino rescata que una de las preguntas en la charla con Moretti en el BAFICI que había causado cierto estupor fue precisamente “¿qué significa ser comunista hoy?”. Y aunque no era más un guiño a una escena de Palombella Rossa,“hubo murmullos de reprobación en la sala”, lo que a Zino le pareció deberse a que “probablemente para quienes no habían visto o no recordaban esa escena la pregunta resultaba brusca y absurda”. Pero hacia la mitad de la charla otra pegunta suscitó una reprobación mayor, esta vez en forma de gritos de “¡hablen de cine!” (lo mismo que  clamaba Lopérfido el año anterior ante quienes pedían su renuncia en el mismo festival). Concluía Zino: “Que sea un tabú preguntarle de política a un director como Moretti marca una manera de entender el cine por buena parte de la cinefilia (…) muy politizada pero que a su vez rechaza las lecturas ideológicas y que parece entender el cine como un sistema cerrado sobre sí mismo”. Se trata del típico gesto de los críticos formados en (o con) El Amante, como Papic o Villegas.

Zino cita un texto de otro de esos críticos, Leonardo D’Espósito, quien  en el libro editado por el BAFICI (Ecce Nanni), dice sobre Palombella rossa que “a pesar de tener como tema la discusión que un dirigente comunista tiene consigo mismo, sus ideas, su historia, sus obsesiones y sus gustos, su base es la idea de que lo más importante que hacemos en nuestra vida es jugar”. Esa reducción de “las contradicciones, del desamparo ideológico, de la crisis de identidad, del cómo, hacia dónde y con quién encarrilar la militancia y el descontento con el mundo” al juego, como resume Zino, es coherente con lo que ya sostenía D’Espósito sobre la misma película en un libro cándidamente llamado 50 películas para ser feliz: “la pregunta ¿qué significa ser comunista? es, en realidad, “¿qué significa ser yo, que me constituye?”. Se trata de una mirada individualista (“liberal”) sobre un film construido (acaso como ningún otro film de Moretti) sobre la pregunta por la identidad política. 

Como comprendió Zino a partir de esa experiencia, “buena parte de esa cinefilia construyó su apreciación del morettismo (al menos de Aprile para atrás) principalmente a partir de entender a Moretti como una especie de Woody Allen europeo, es decir como un neurótico, obsesivo, y terco. (…) En esa mirada, la política y el deber con las ‘cosas justas’ que grita en Caro Diario son sólo un aspecto más de ese carácter polemista, y hasta un elemento de cierta extravagancia. Lo político es una cuestión secundaria, una característica más que hace a la construcción de un personaje inconformista”. Si nuestros críticos “liberales” asumieran esto, tal vez podrían asumir también su propia identidad política… Se entiende entonces que se empeñen en negarla (y que sigan teniendo que recurrir a las películas de un cineasta de izquierda).

Nicolás Prividera / Copyleft 2021