DOS DÍAS, UNA NOCHE / DEUX JOURS, UNE NUIT
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Koza
Dos días, una noche / Deux jours, une nuit, Bélgica-Francia-Italia/2014
Escrita y dirigida por Jean-Pierre y Luc Dardenne
** Válida de ver
Una buena película que paradójicamente denota el límite del método de los hermanos Dardenne
Plano de apertura: una mujer vencida y triste se despierta en el sofá de su casa. Plano de clausura: la misma mujer camina por la calle con dignidad, dispuesta a dar nuevas luchas, convencida de que puede; una ligera sonrisa se apodera discretamente de su rostro, ya no es la misma. Entre un plano y el otro, el tiempo real (y lineal) al que alude el título. En ese lapso, los hermanos Dardenne, los responsables de dos películas admirables como Rosetta y El hijo, proponen un drama laboral en clave de suspenso.
La descripción precedente del estado de ánimo del personaje no resulta de ningún modo una develación de cómo se resuelve el conflicto central de la trama: una mujer casada con un cocinero y madre de dos hijos debe convencer a sus compañeros de fábrica de que vuelvan a votar a su favor en un plebiscito interno para que ella no pierda su trabajo. Son 16, y el voto significa renunciar a un bono de 1000 euros, aparentemente para todos. Ese es el precio de la solidaridad y la trampa de la patronal, capaz de inventar una oposición entre los empleados de una empresa de paneles solares para racionalizar los gastos. Según dice el descarado gerente, la competencia asiática se hace sentir.
Lo que sí se siente muy bien es la depresión de Sandra, una inestabilidad psíquica que precede al inminente despido. Con el apoyo de su marido, no obstante, juntará fuerzas y luchará, no siempre con constancia (lo que habilita una acción-escena lamentable, un subrayado dramático impropio de los Dardenne). Aún así, durante el fin de semana irá visitando a cada uno de los compañeros para que voten por ella. En cada encuentro se expone una racionalidad: los votantes deben hacer cálculos materiales y morales, y tomar una decisión. Repentinamente, el suspenso no acabará en la votación. Habrá un giro final que redoblará el problema moral. Una prueba de virtud para el personaje, una evidencia del límite de un método de trabajo para los cineastas.
¿Cuál es el problema de Dos días y una noche? Frente a los estrenos exangües que poco tienen para decir sobre el sufrimiento de la gente común, el filme es casi un llamado al heroísmo cívico. ¿Será acaso la presencia de Marion Cottilard, una estrella global interpretando a una proletaria? La actriz está perfecta, y la proletarización de su semblante luciendo su musculosa de oferta semanal y siempre a cara lavada funcionan. La cuestión de fondo es otra: los hermanos Dardenne no consiguen superar una idea de resistencia individualista, como si la insurrección colectiva estuviese castrada en el imaginario político en el que conciben sus relatos morales. Aquí, dadas las coordenadas simbólicas de la historia, tenían una chance.
Dos días y una noche es la constatación de un sistema estético tan amable como marchito. El cariño por los personajes y la rectitud de estos, en ciertos momentos, parecen insuficientes. Es que el confort de la moral cumplida es aquí el amaneramiento y aplazamiento de la política. Eso no impide que algunos pasajes sean conmovedores e incluso hermosos.
Esta crítica fue publicada en el diario La voz del interior en el mes de octubre 2015
* Aquí desarrollo un poco más mis objeciones, en la crítica que escribí durante su estreno mundial en el festival de Cannes 2014
Roger Koza / Copyleft 2015
A Rosetta le cabría la misma conclusión que se enuncia aquí: «La cuestión de fondo es otra: los hermanos Dardenne no consiguen superar una idea de resistencia individualista, como si la insurrección colectiva estuviese castrada en el imaginario político en el que conciben sus relatos morales.» ¿Por qué entonces, Rosetta es destacable y esta última de los Dardenne, no?
Estimado Jorge: No, no tiene nada que ver un caso al otro. El caso en Rosetta paasa por la adolescencia y en una sitaución marginal de la misma. Nada hay ahí que esté de más. Incluso su intento de suicidio es enteramente comprensible y lógico en la progresión dramática en aquel film extraordinario. Por otro lado, ese film es de 1999. En 2014, los Dardenne ya han dejado de buscar sino repiten un sistema. Puede funcionar, y no está mal. Pero en este caso, se trata de un espacio colectivo y laboral, primera vez que tienen en su universo presentacional una institución concreta. La insistencia sigue siendo entonces concebir la resistencia en términos individuales. En este sentido, tampoco hay una mirada a fondo sobre la desmantelación de los vínculos solidarios entre los trabajadores, algo que el cine no ha puesto mucha atención (¡Un cineasta que lea a Richard Sennett!). Todo pasa por su protagonista y su coraje y convicción. Acá tenía una opción real y concreta, e incluso contaban con elementos potencial y dramáticos de ver más a fondo los modelos de relación entre los trabajadores. Son contextos distintos y edades diferentes. Y en el caso de Rosetta, el trabajo adolescente carecía de legislación; no así en este caso. Saludos. RK
Rosetta es también un filme sobre el trabajo en la sociedad capitalista europea moderna. La magnífica escena inicial, empieza justamente con el despido de Rosetta y su resistencia a perder el puesto de trabajo, y mucho de lo que sigue es una búsqueda desesperada, pero INDIVIDUAL por insertarse de nuevo en algún puesto laboral. Todo el tratamiento de los Dardenne en ese filme se focaliza en las acciones INDIVIDUALES de la protagonista y no hay el más mínimo atisbo de un planteo más político por parte de los hermanos belgas. Me parece muy bien exigirle más a un cine que habla de los trabajadores y su lucha política, pero si elevamos la vara, todo el cine de los Dardenne queda cuestionado, no solo «Dos días y una noche.»
El tema es cómo entender los materiales del film en su propia propuesta y lógica, y a partir de ahí analizarla. El contexto de Rosetta es el desempleo adolescente sin ley laboral (hasta ese momento, porque luego sabemos que el film llevó a que exista una ley). La precariedad absoluta en la que vive el personaje y sus condiciones materiales de vida son de mínimas. Es una estado de guerra. En sus propios materiales está implícito lo individual, pues ahí el sujeto está desajustado, es una pieza aislada. Es el pan antes de la moral, la célula que sobrevive más allá del colectivo. Con El hijo hay corrimiento hacia un drama familiar y policial; y podríamos seguir hasta llegar a esta última película. El personaje de este film no está en la misma línea de supervivencia que Rosetta. Es otra realidad en varios sentidos. Elegido ese contexto, la elección de guión de identificar el problema en la heroína es justamente la debilidad del film y el límite del propio sistema, impotente de trabajar con protagonistas colectivos. A mi juicio, es del orden de la evidencia. Y la distinción entre películas es ostensible. RK
Considero, que la última película de los Dardenne es un salto cualitativo de gran importancia respecto a su filmografía previa. Si los hermanos belgas debutaron con aquella entrañable película que es Rosetta, una chica que vivía en los márgenes del sistema, desesperada por encontrar un medio de vida que le permitiera subsistir, y habitando en un terreno de casas rodantes, que es la forma que toman las “villas miserias” en el mundo desarrollado, ahora su personaje principal es una mujer claramente inserta dentro de la sociedad en la que vive, una obrera, una proletaria, que no por eso la pasa del todo bien.
El McGuffin de los Dardenne: “Bono o Sandra”. Algunos críticos han cuestionado el escaso realismo de esta situación, que se inserta en el guión para justificar todo el desarrollo dramático posterior. Pero más importante que el realismo del planteo, que no deja de tenerlo, interesa analizar la estrategia de la patronal, tan repetida pero no por ello menos efectiva: Enfrentar a los trabajadores unos con otros, a partir de falsas opciones. Desde este punto de vista, la disyuntiva de “Bono o Sandra”, se muestra verosímil y por lo tanto legitimada dentro del registro realista que los Dardenne eligieron para este filme. El siguiente diálogo entre Manu y Sandra, pone en evidencia esta estrategia patronal:
00:12:25,122 –> 00:12:27,974
No es tu culpa si pierden
sus bonos porque tú te quedas.
00:12:28,827 –> 00:12:31,232
Tu jefe decidió esto,
no tú.
El sindicato: Se ha cuestionado que la protagonista no recurriera al sindicato del sector para plantear su reclamo. Pero es realista que en una empresa pequeña, no se piense ni se considere viable recurrir al gremio por un conflicto laboral. Los mismo directores lo dejan planteado así en el reportaje que publica el diario Página12, aquí:
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/5-36989-2015-10-20.html
La familia: Ante tantas películas que han criticado a esta institución (muchas veces con razón y con talento) creada desde los albores de la humanidad , o la variante de retratar a familias disfuncionales (otro tema repetido en el cine contemporáneo), los Dardenne nos muestran familias tradicionales, y las reivindican. No desde una mirada conservadora, sino como un espacio legítimo, que no solo cumple sus roles primordiales básicos (desde la perpetuación de la especie, placer sexual incluido, pasando por la socialización del individuo, hasta la contención afectiva) sino que, en sus miradas, le asignan un nuevo papel: es una verdadera escuela para la lucha de clases. Y los Dardenne retratan ese rol con una escena admirable por la economía de recursos. Vemos a los cuatro miembros, reunidos alrededor de la mesa familiar. La cámara, está ubicada a la distancia justa para que los cuatro entren en la escena sin necesidad de recurrir a los planos y contraplanos. Están armando el listado de los compañeros de trabajo de Sandra y todos hacen su aporte. Sandra y su esposo, utilizando la guía telefónica de papel, y la niña, con una notebook, quizás recurriendo a Google Maps, como buena “nativa digital”, trata de apropiarse de ese objeto que es la computadora para ponerlo al servicio de las necesidades de sus padres. Ella también educa. El niño, algo menor, es el único que solo está como espectador. Pero no lo mandan a jugar por ahí, sino que se queda presente recibiendo una soberbia lección práctica de cómo no resignarse y luchar.
La película, sin ser su tema central, explora los límites de hasta donde la familia puede reinventarse en lugar de darla por muerta.
Aquí las escena descripta:
La pareja: El retrato de la familia de Sandra que hacen los Dardenne, tiene otros puntos fuertes. Sus miradas de la pareja, asignan al hombre la mayor responsabilidad de garantizar la cohesión afectiva y el equilibrio emocional de sus miembros. Ese rol siempre reservado a la mujer en el esquema de la sociedad patriarcal clásica, acá pasa al hombre. Sí claro, en parte es por la enfermedad de Sandra. Pero Manu (brillante actuación de Fabrizio Rongione) lo hace, no se queja y es eficiente. No es solo que lo intenta, sino que lo hace muy bien. El apoyo permanente a Sandra, desde calentar y servir la comida para los hijos, hasta correr al dormitorio, a consolarla, acompañarla en varias de sus visitas a los compañeros de trabajo, alentarla en todo momento a seguir en la lucha por defender su puesto de trabajo, y tratar de sacarla de la depresión con su contención, hacen de Manu el nuevo hombre con el que muchas feministas desearían estar casadas.
Por si todo esto que se muestra no fuera suficiente mérito, los hermanos Dardenne nos regalan otra escena magistral, donde se pone en evidencia que el machismo está desterrado de su mirada, evitando otro lugar común en muchos filmes que retratan crisis de pareja. Me refiero a la supuesta imposibilidad para el hombre, de postergar sus necesidades sexuales, viéndose impelido sin más a la infidelidad.
La depresión: Los Dardenne eligieron construir el personaje de Sandra padeciendo depresión. Y este es otro acierto. Y la interpretación de Cotillard es totalmente acertada. Solo quien haya convivido con un enfermo depresivo, puede entender lo ajustadísimo de su papel. Podrían haberla “enfermado” de muchas cosas, pero no cayeron en el lugar común de hacerle sobrellevar un cáncer, por ejemplo, sino que eligieron una de las más dolorosas enfermedades que un ser humano pueda padecer, y que es un típico fruto podrido engendrado por la sociedad capitalista. Mientras otras dolencias psiquiátricas como la enfermedad bipolar, son tan viejas como el hombre, y ya eran descriptas en la antigua Grecia, la depresión a secas, es el “regalo” que el sistema capitalista ha legado al hombre contemporáneo. Será en poco tiempo la mayor fuente de incapacidad laboral en los países desarrollados, como no se cansan de recordar la Organización Mundial de la Salud y la OIT. Está claro, los Dardenne no viven en una campana cristal, no solo crean bellas películas, sino que se informan. Pero la depresión tiene, además del sufrimiento para el paciente y el entorno familiar, un rasgo siniestro: no parece una enfermedad laboral, aunque en lo más recóndito lo sea. La empresa no tiene la culpa, no es como caerse de un andamio o perder un dedo triturado por una máquina, como mostraba Elio Petri en “La Clase Obrera va al Paraíso” (1971). Es una enfermedad que puede llegar a matarte, pero si la muerte ocurre, va a ser casi seguro fuera del ámbito de la empresa. Y para el capitalista es lo único que importa.
La relación de Sandra con su esposo, y en especial con sus hijos, está retratada con maestría. La frialdad que muestra Sandra en el vínculo con sus familiares, es otro característica de una persona depresiva. Ya que la enfermedad bloquea en gran medida, la expresión de sus emociones y sentimientos.
Otra razón de mucho peso que justifica la elección de esta enfermedad como atributo de la protagonista, es que su superación o alivio, se va logrando en la medida que ella se va comprometiendo cada vez más en su lucha, interactuando con sus compañeros. Si la depresión es una enfermedad social, su cura o alivio, pasa por las mismas coordenadas.
Una afirmación de Manu, el esposo de Sandra, hacia los 5 minutos de iniciado el filme, lo pone blanco sobre negro:
00:05:43,912 –> 00:05:47,577
Para dejar de llorar, sólo tienes que
luchar para conservar tu trabajo.
O cuando su hija dice:
00:10:06,902 –> 00:10:09,179
¿Si mamá pierde su trabajo,
se va a enfermar de nuevo?
La escena del intento de suicidio, está filmada con sobriedad, sin exageraciones melodrámaticas, por lo que por sí misma no es cuestionable. El problema, para un filme que pretende narrar una historia que dura “dos días y una noche”, es que exige otra escena en el hospital, donde el guión debe inventar un “alta temprana” que ningún médico practicaría en la realidad, con una persona que acaba de intentar suicidarse. Rompe con el tono naturalista que la película venía teniendo hasta aquí.
La amistad y la solidaridad: Los hermanos belgas, reivindican al espacio de trabajo, como un lugar que no solo permite obtener un sustento para el trabajador, sino también como un ámbito para desarrollar la amistad y la solidaridad. Juliette (Catherine Salée), la amiga y compañera de trabajo de Sandra, es un personaje con una presencia fuerte en el filme, y constituye la principal aliada. Pero también, en el devenir de esta lucha de Sandra, surge una nueva relación de amistad y solidaridad. Me refiero al personaje de Anne (Christelle Cornil), la chica que primero le dice que necesita el bono, pero que después de discutir con su marido y abandonarlo, decide comprometerse con el destino de Sandra.
Estas afirmaciones quedan sintetizadas en una escena clave: Sandra invita a Anne a dormir a su casa, cuando se pone en evidencia que no tiene un sitio acogedor a donde ir. Cantan en el auto, en una de las pocas secuencias en que se descomprime un poco lo angustiante de la situación. La cámara, como si fuera un personaje más dentro del auto, barre con un paneo el rostro de los tres actores, yendo y viniendo al ritmo de la música, entre un rostro y otro, y contagiando al espectador la alegría del momento.
La elección del lugar: Si bien en el filme no se menciona directamente el nombre del lugar, Anne, pide que la dejen en Plaza Kuborn. Luego, con la ayuda de Google Maps y Wikipedia, es posible deducir la localidad donde se encuentra esta plaza. Las acciones del filme transcurren en Seraing, una ciudad francófona de Bélgica situada en Valonia, en la provincia de Lieja. Se trata de una urbe industrial de alrededor de 60.000 habitantes. Esta referencia concreta a una ciudad que existe, es otro acierto que demuestra el fuerte énfasis realista que los Dardenne quieren darle a su obra y prueba que la poética de un filme, no siempre requiere de coordenadas geográficas difusas para sustentarse. Es una vuelta a la mejor tradición del neorrealismo. Es que la ciudad es un protagonista de primer orden, condicionando la movilidad de Sandra y sus posibilidades de acceso a los domicilios de sus compañeros de trabajo. La mayor parte de las escenas transcurren en exteriores, incluso las conversaciones con sus colegas, Sandra las realiza, en la vereda o en espacios abiertos o negocios. Ninguno de ellos la hace pasar a su vivienda, poniendo en evidencia un cierto distanciamiento afectivo, que se constituye en un obstáculo más, para el logro del objetivo de Sandra.
El doble empleo: El trabajo de fin de semana parece ser una institución que tiene plena vigencia en Europa, si nos atenemos a los que esta película muestra. Algunos de los encuentros de Sandra con sus compañeros, ocurren en los lugares de trabajo. Y no es un detalle menor. Este es otro gran acierto del filme de los Dardenne. La mujer visita a sus compañeros en sus domicilios, durante un fin de semana. Pero no todos están descansando o desarrollando una actividad recreativa, sino trabajando para complementar el magro salario de su empleo principal.
Precariedad laboral: El “trabajo a plazo fijo” es una tipología de empleo, que el ajuste neoliberal ha intentado vender como lógica y natural, pero que retrotrae a numerosos sectores de la clase obrera, a las condiciones del capitalismo del siglo XIX. Este fenómeno, también es retratado con suma pericia por los hermanos belgas.
La toma de conciencia: La gran dificultad de todos los obreros aquí, incluida Sandra, es romper con la disyuntiva que les impone la patronal y pensar en otras variantes. En lugar de “Bono” o “Sandra” (la falsa opción del dueño de la fábrica), plantearse la variante más justa: “Bono” Y “Sandra”. Pero esta posición requeriría un nivel de conciencia de clase que los obreros de este filme no poseen. De todas formas, al forzar Sandra una argumentación de cada uno de los compañeros que entrevista, se obligan todos, y Sandra también, a repensar sus condiciones de trabajo, sus vínculos entre ellos y sus relaciones con la patronal.
En la escena final, un gran cierre, vemos que Sandra, aunque perdió la votación y su trabajo, se siente muy bien en lo emocional, aprendió a pelear por sus derechos, y también aprendió que aunque las luchas no siempre terminan con el triunfo, fortalecen, dignifican y curan.
Diálogo final. Sandra habla por teléfono, con Manu, su esposo, luego de la votación desfavorable:
813
01:30:46,974 –> 01:30:49,587
Sí, va a ser difícil.
814
01:30:50,446 –> 01:30:53,041
Pero empezaré a buscar hoy.
815
01:30:54,695 –> 01:30:55,889
Sí.
816
01:30:57,704 –> 01:30:59,046
Sí, ¿al mediodía?
817
01:31:02,681 –> 01:31:06,518
Sí, yo también.
Hasta pronto.
818
01:31:08,197 –> 01:31:11,413
¿Manu? ¿Estás allí?
819
01:31:12,743 –> 01:31:14,437
Luchamos bien.
820
01:31:15,884 –> 01:31:17,758
Soy feliz.
821
01:31:21,200 –> 01:31:22,497
Yo también.
Entiendo; no creo que se trate de ningún salto cualitativo; lo hubiera sido si el trabajo de registro fuera colectivo. La propia lógica de la poética emepleada los lleva a un encierro de perspectiva. Lo que usted demarca y lo que ellos dicen está bien, pero a mi juicio es insuficiente y equívoco. Políticamente. El tema es el paso de una lectura moral a otra política. Saludos. RK
PS: usted debe escribir muy rápido.
Ya tenía esto escrito en mi blog hace tiempo. Trato de mostrar que numerosas facetas respecto a la clase obrera europea que es abordada en el filme han sido pasadas por alto en su critica y conlleva al menosprecio de los méritos de la película. Si en su análisis se dejan afuera tantos temas valiosos que me tomé el trabajo de citar en detalle, su conclusión no hace justicia al filme
Su conclusión sobre mi conclusión tampoco hace justica a mi planeto original el que ya cuestionó en su momento cuando escribí en Cannes. Igual, le voy a responder a la brevedad.
1. Una primera aclaración: los Dardenne no debutaron con Rosetta. Venían de hacer documentales –y muchos-, y la primera película de ficción que se conoció de ellos y que se estrenó aun en el país fue La promesa, una película que es realmente muy buena y que tampoco es la ópera prima de ficción (hay dos previas, menos conocidas y una de ellas bastante rara).
2. Yo no he cuestionado el realismo del film. Su verosimilitud no es un problema.
3. La estrategia de la patronal es el punto fuerte que tiene el filme, pues demuestra perfectamente la perversión de la lógica empresarial que divide a sus empleados a través de tácticas de encuentro y promesa, en esa modalidad tétrica y de falsa cercanía en el que el jefe le habla a su empleado de persona a persona. Arreglos secretos, chantaje del secreto. Nada qué decir al respecto. Es un punto a favor. De lo mejor, porque a diferencia de otras cuestiones, no está subrayado.
4. Los mismos directores dicen: “Eso no impide que no pueda pensarse en una reacción contra la patronal”. La reacción que eligieron retratar es esencialmente individual. La desobediencia colectiva fue conjurada de antemano. De tal modo que la derrota de clase es sustituida por el bienestar personal, al que sí doy cuenta en mi descripción cuando diferencio entre la actitud de ella en el inicio y cómo se la ve en el final.
5. Lo más interesante que el filme sí muestra, lejos tiene que ver con la reivindicación aséptica de la familia (tanto como un organizador simbólico del individuo, más allá de su vindicación reaccionaria o su reinvención progresista) pasa por cómo la dinámica laboral afecta la dimensión afectiva familiar. La intromisión del orden laboral en el seno de la familia y los efectos de ello en la dinámica familiar es el fuerte del film. Eso también está bien en Dos horas y una noche porque no se subraya el dilema.
6. Su lectura sobre los méritos del vínculo de esa pareja me parece inocuo respecto al problema que señalo. Incluso así, su valorización me resulta sobredimensionada. En última instancia, la cuestión de la abstinencia sexual involuntaria por parte de él no debería alentarnos a pensar que se trata de un héroe de la lealtad genital. El tema, en todo caso, es ver cómo un sistema económico y social llega incluso afectar la dinámica erótica de una pareja, lo que alguna vez se llamó la economía libidinal. El trabajo interviene sobre el deseo. Eso está, sin duda, pero de un modo casi azaroso y apenas esbozado.
6. No es cierto que el retrato de la depresión se predique de su situación laboral. El relato deja en claro que su depresión es precedente. Estoy de acuerdo en que la depresión es una enfermedad concomitante a un sistema generalizado de organización del capital y su producción y acumulación (aunque no de un modo causal y directo; hay otros elementos). Estoy muy de acuerdo con la referencia al filme de Petri., por cierto. Pero no veo lo que usted ve en el filme. Y creo yo que este rasgo psicológico del personaje está fuera de registro –no en su interpretación- sino en lo que sucede en ese tiempo escaso: la escena suicida es tan innecesaria como ridícula por su resolución. Se recupera del suicidio porque el guión dice que tiene que seguir peleando. En este punto sí es pertinente traer la objeción sobre la verosimilitud. Es un segmento dramáticamente apurado. Justamente la incoherencia está en lo que usted dice y que es cierto: “su superación o alivio, se va logrando en la medida que ella se va comprometiendo cada vez más en su lucha, interactuando con sus compañeros. Si la depresión es una enfermedad social, su cura o alivio, pasa por las mismas coordenadas”. Por eso es todavía más inverosímil el intento de suicidio en el momento elegido, y el modo por el cual el personaje elige ese camino y la milagrosa rapidez de su recuperación (al servicio del guión).
7. Le concedo la importancia de la amistad, aunque es proporcional a la incapacidad colectiva de rebelarse.
8. La locación es un acierto, y nadie cuestiona la lectura de los Dardenne del mundo circundante y la sensibilidad que tienen, que sin duda es honesta, pero aún así la inscripción neorrealista del film me parece inexacta respecto al modo de concebir el espacio cívico. Por un lado, no veo por qué debería asociárseles al neorrealismo. Aún así, en los Dardenne nunca ha existido un trabajo sobre lo colectivo, algo que en cualquier film clásico de esa escuela resultaba en general una evidencia y algo mucho más que un fondo borroso de sujetos. Dicho de otro modo, en los Dardenne no hay nunca una representación de pueblo.
9. Precariedad laboral: El “trabajo a plazo fijo” es una tipología de empleo, que el ajuste neoliberal ha intentado vender como lógica y natural, pero que retrotrae a numerosos sectores de la clase obrera, a las condiciones del capitalismo del siglo XIX. Este fenómeno, también es retratado con suma pericia por los hermanos belgas”. En parte sí, y en especial, todo eso se ve en la actitud de los empleadores. Si usted compara este film con Recursos humanos, sin duda, verá la diferencia de naturaleza en la aproximación al mundo laboral.
10. La destitución de una conciencia de clase, en el que el individuo pierde su lectura de sí en tanto tal está en el film, y usted lo expresa muy bien en este párrafo: “un nivel de conciencia de clase que los obreros de este filme no posee”. Y es este uno de los grandes déficit simbólicos: que los obreros no tenga conciencia de clase es una cosa, que los directores no consigan insinuar algo de por qué no la tienen o mostrarlo de tal forma que eso permita ser problematizado, es un problema mayor, en la medida que aquí se está filmando el choque de clases y la incompatibilidad de intereses.
11. La escena final es genial solamente si uno cree en el aprendizaje individual como conquista de una forma de estar en el mundo. Colectivamente, lo que se filma aquí es la derrota, la obediencia y una absoluta rendición frente al orden imperante. No se trata de filmar la revolución, pero quizás hay otras formas de cuestionar lo que parece inamovible. En ese sentido, el filme sugiere el blindaje absoluto de un sistema.
Agrego algo más, o le diré algo más, que usted ya me había adjudicado en su momento y que aquí vuelve a hacerlo. Por eso le aclaro, para que lo tenga claro: yo no escribo menospreciando a nadie. Y menos aún a los Dardenne. Lejos estoy yo de presumir alguna originalidad en mi planeto o deseo de ser más importante que una película. Pero si veo algo tengo la obligación de decirlo. Puedo equivocarme, pero callarme jamás.
Lo que dije en “La impotencia del método” sigue siendo vigente. Creo que los directores han alcanzado una encrucijada. El paso que usted les concede como un progreso en sus películas recientes y en esta en particular es para mí un paso en falso y un retroceso. Sería genial que hicieran un film sobre Rosetta a los 35 años. Sería genial verla como una sindicalista rabiosa que pone en juego el orden establecido. Y sería genial que las acompañen 100 Rosettas enfadadas y dispuestas a todo. Eso sería un pasaje al acto, y si así fuera el imaginario moral de los Dardenne daría lugar a otra fuerza de justicia de índole política. Sería una toma de posición más radical. Como viene la cosa, la comodidad de filmar lo que nadie puede cuestionar los terminará por convencer que el humanismo es el límite de la rabia y la indignación.
Saludos.
RK
No había visto la película cuando se publicó «La impotencia del método», pero señalé mi desacuerdo con algunas ideas generales acerca del cine de los Dardenne. Ahora que la vi y leyendo este texto de Roger no puedo sino adherir a su perspectiva. Hay una fatiga en el método de los Dardenne, pero sobre todo aparece la evidencia de que el tratamiento formal que les da a los personajes de La promesa, Rosetta, El hijo, El Chico de la bicicleta e incluso El niño no es ni estética ni políticamente adecuado a Dos días, una noche. La traslación del metodo que dio al menos tres obras maestras ya no funciona aplicado mecánicamente a cualquier conflicto político-económico-laboral. En sus films iniciales los Dardenne ponían la mira en personajes del subproletariado en condiciones de exclusión extrema. El mérito que nunca terminaremos de reconocerles es que nos acercaba a la subjetividad acorralada de los excluidos sin subestimarlos ni idealizarlos. Y su realismo estricto no les cerraba las posibilidades a sus personajes. Aun en casos de exclusión extrema es posible que refulja el instante de la posibilidad de la conciencia. Y eso es lo que marcan admirablemente los finales de La promesa, Rosetta, El hijo. Finales ni felices ni infelices, pero abiertos a la posibilidad. A la altura de Dos días… el método parece prevalecer por sobre la verdad de la situación. Acá no se trata de subproletariado sino de un conjunto de trabajadores a los que los Dardenne parecen preferir negarles la posibilidad de la conciencia política.
El párrafo sintetiza exactamente lo que pienso. En ciertas situaciones la cosa funciona(ba). Habrá que ver la próxima. Creo que será un verdadero desafío. Ojalá encuentren una renovación. Saludos. RK