EL APRENDIZ / THE APPRENTICE

EL APRENDIZ / THE APPRENTICE

por - Críticas
28 Dic, 2024 11:28 | Sin comentarios
No despertó el escándalo esperado. Tampoco incidió en la última elección estadounidense. No le resta mérito alguno: es un retrato (im)piadoso de la subjetividad triunfante de la década en curso de este siglo.


EL TIBURÓN DE MANHATTAN

Como sucede hoy entre nosotros, el mundo es leído en el yermo universo simbólico de categorías binarias del protagonista. Para él solo corresponde saber si se es un matador o un perdedor. Cualquier otro atributo está subordinado a las dos posiciones antitéticas entre quienes dan órdenes, imponen las reglas y acumulan dinero y poder y aquellos que permanecen a su merced. Cuando el joven Trump le explica a una de sus mujeres su filosofía social saturada de testosterona añade una exégesis clave: ser un asesino equivale a ser un ganador. Es la visión dominante del mundo; he aquí una genealogía lingüística de la voluntad de poder de nuestro tiempo, he aquí al mayor referente de la rampante matriz con la que se gobierna. 

El aprendiz se ciñe a un período de la vida del próximo presidente de Estados Unidos. La infancia y el siglo en curso quedan reservados para futuras películas o biografías. El segmento elegido se limita a la década entre 1970 y 1980, tiempo del nacimiento del hombre de negocios, tiempo de aprendizaje. 

En efecto, Trump fue moldeado por la pedagogía de un inescrupuloso de otro tiempo: Roy Cohn, hombre de leyes cuya interpretación de la justicia reivindicaba la pretérita posición de Trasímaco en el Gorgias de Platón: a las leyes las escriben y las trasgreden los poderosos; en la práctica y en el siglo XX, todo se compra, todo es motivo de extorsión, todo responde a la lógica de los negocios. Observar en acción a Cohn no dista mucho de seguir los actos desinhibidos de una aberración como Hannibal Lecter. No hay moral, solo voluntad de poder a secas y objetivos estratégicos a cumplir. Trump observó, escuchó, asimiló. Pronto será por segunda vez presidente. 

Más que un biopic El aprendiz es un doble retrato abreviado: el de una psicología en consonancia con un modelo social que hoy se vierte como el único disponible en el orden vigente. Trump no es otra cosa que una hipérbole de un capitalista total. Todo lo que pasa y lo que existe se regula en relación con la ganancia, la dimensión afectiva se atiene a las reglas de la economía. La discusión entre la primera mujer de Trump, él y su abogado, a propósito de los acuerdos prenupciales en materia de bienes, es la glosa de una forma de vida espiritualmente mezquina. Hay otros ejemplos de mayor miserabilidad: lo que sucede con un anillo en el desenlace alcanza la cúspide de la avaricia. 

Quien haya leído un poco sobre la historia de Trump y su imperio inmobiliario confirmará los datos conocidos de la historia de su fortuna. Aunque varios detalles completan una perspectiva: el lazo con Cohn establece un nexo con el pasado que lleva a conjeturar de dónde proviene el imaginario político del señor con piel naranja. La relación del jurista con el senador Joseph Raymond McCarthy constituye no solamente una genealogía política, sino también un léxico y una noción de enemigo. El aprendiz desempolva una tradición y un instante privilegiado de transmisión generacional. Trump no deja ser un espectro reciclado del siglo XX.

Quien está detrás de cámara nació en Teherán y se educó cinematográficamente en Estocolmo. ¿Por qué ha sido él el elegido para esta película sobre estadounidenses? Los títulos precedentes de Ali Abbasi (Border; Holy Spider) tienen algo en común con El aprendiz: son retratos de seres monstruosos. Un monstruo nunca deja de ser humano, pero, si se lo reconoce como tal, debería producir vergüenza. Como la indecencia está de moda, un monstruo acopia seguidores y gana elecciones. 

Pero El aprendiz no sería lo que es si no fuera por Sebastian Stan como Trump y Jeremy Strong como Cohn. El primero acude a los reconocibles gestos grotescos del presidente en instancias pasajeras como un primer beso o la desesperación muda frente a la pérdida de un ser querido, porque Stan prefiere incursionar por los secretos del alma de su personaje y evitar la mimesis perfecta y el calco conductual. Strong, por su parte, emplea su cuerpo y lo erige como una expresión física del poder, hasta que la biología y sus desperfectos acaban paulatinamente con la sensación de ser invencible. Descubrimiento, quizás piedad. Los monstruos son vulnerables. El milagro radica en que ambos seres monstruosos compartieron algo parecido a la amistad. No fue el sexo, tampoco el poder lo que los unió. Trump y Cohn se sabían infinitamente solos, y por esa razón usurera llegaron a compartir perversamente algo parecido al afecto que solamente puede atribuírsele a la amistad. 

El aprendiz / The Apprentice, Canadá-Dinamarca-Irlanda-Estados Unidos, 2024.

Dirigida por Ali Abbisi.

Escrita por Gabriel Sherman.

*Publicada en otra versión por La Voz del Interior en el mes de diciembre.

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