EL BAFICI ANTES DEL BAFICI 2014 (06): LOS CLÁSICOS
Por Jorge García
En pocos directores como en John Huston se manifiesta de manera tan clara las diferencias que existen cuando una película le interesa y cuando no. Aquí estamos ante uno de los primeros casos y el resultado es una de los mejores films del director. Adaptación de un relato de Leonard Gardner que narra la dificultosa relación entre un boxeador alcohólico y en decadencia y otro que recién comienza buscando el estrellato, el film –una suerte de quintaesencia de las constantes temáticas del director- cuenta con varios de los momentos más memorables de su filmografía, vg, las peleas del protagonista mayor con la chica que se levanta en un bar (Susan Tyrrell en el apogeo de sus caracterizaciones de mina borracha y reventada, la solitaria salida del estadio del boxeador que, luego de perder una pelea, va al baño y orina sangre, el desolado plano final con el protagonista borracho en un bar, rodeado de viejos decrépitos que prefiguran su futuro. Entre las dos o tres mejores películas del director y un must indiscutible de la programación del BAFICI.
Fedora, Billy Wilder, EE.UU. ,1978
Penúltima película del director, antes de la más convencional Compadres, se ha comparado hasta el hartazgo esta película con la notable El ocaso de una vida, que el realizador dirigiera en 1951 (posiblemente la primera y ¿única? película narrada desde el punto de vista de un muerto). Sin embargo, lo que en este film era un caústico y desaforado melodrama, en Fedora se transforma en un relato de un tono más reflexivo y distante. Ambas películas están estructuradas a través de flashbacks y ambas remiten al mundo de Hollywood, El ocaso… de manera más cruda y directa, Fedora con una pátina de inocultable melancolía, en una historia en la que un suicidio es el punto de partida para una descarnada reflexión sobre el temor a envejecer y el abandono del éxito reflejado en la historia de esa actriz retirada que remite vagamente a Greta Garbo. Gran película muy poco apreciada en su momento, su exhibición en una copia restaurada será una excelente ocasión para acercarse a ella y descubrir sus valiosos méritos.
Jorge García / Copyleft 2014
No sé Señor Koza si es la única película narrada desde el punto de vista de un muerto (me refiero a El Ocaso de una vida), ya que Belleza Americana (por más de que no me guste para nada dicha película) utiliza el mismo recurso con la voz en off del protagonista narrando desde el más allá.
El texto fue publicado por García. Concuerdo con usted: BA es lamentable. Hay otros films en el que narra un muerto, pero García deja el signo de pregunta. Eso es todo. RK
Mis disculpas, torpeza mia de no leer quién lo escribió el texto.
Saludos
Celebro la proyección de Fedora, la última gran película del gran Wilder. El BAFICI sigue siendo una gran oportunidad de ver en pantalla grande y en general con muy buenas copias algunas grandes película de la historia del cine. Recuerdo la proyección de Stromboli, un par de años atrás y, un poco antes, Vida y muerte del Coronel Blimp, de Michael Powell.
Me parece que el plato fuerte en esta ocasión es La gran ilusión, el film que a mi juicio mejor da cuenta de la época de entreguerras, más allá de que la historia se sitúa estrictamente en la primera guerra mundial. La gran ilusión es una de las más grandes fuentes que el cine ha legado a la historiografía y un film esencial bajo todo punto de vista. Ojalá colmemos las salas durante su exhibición.
En este preciso momento mi mujer está viendo La gran ilusión. Es un clásico del hogar. Renoir, Bresson y Anderson e repiten diariamente mientras hacemos nuestras tareas domésticas. Desconozco el encanto, pero así sucede. ¡Ojalá se llene! RK
Fat City
Huston muestra con una economía de recursos destacable, el sórdido mundo del boxeo norteamericano de los años ‘70, apoyándose en magníficas actuaciones, en especial de Stacy Keach a cargo del rol protagónico, y su novia alcohólica interpretada por Susan Tyrrell.
El relato muestra el devenir en las vidas de dos boxeadores, donde la desesperanza que trata de combatir el entrenador, parece adueñarse a cada momento de ellos. No asistimos a grandes tragedias, al menos si no consideramos que es de por si una tragedia, el desarrollar una vida de soledad, y miseria material y moral. Los hechos que se narran parecen formar parte de una rutina que se repite a ciclos regulares, y aunque los años pasan, las personas siempre están varadas en el mismo lugar, y padeciendo los mismos problemas. El único que parece tener un horizonte más alentador, es el personaje interpretado por Jeff Bridges, que si bien fracasa en su intento de convertirse en un boxeador profesional exitoso, al menos forma una pareja y comparte la crianza de su hijo. Las emociones casi nunca se desbordan, pero el sufrimiento está a la vista en cada gesto, en cada mirada perdida y desorientada, en las medias sonrisas y en los diálogos tristes e intrascendentes.
Los exteriores refuerzan el sentimiento de opresión, ya que muestran por un lado, sectores decadentes de la ciudad en donde transcurre el filme, junto a seres marginales que la habitan, sin otro fin que el de emborracharse y vagabundear día tras día. Otro escenario que presenciamos en varias secuencias, son los campos donde se desarrolla el duro trabajo en la agricultura, única salida que le queda a nuestro protagonista cuando encuentra clausurada la vuelta al boxeo profesional.
La extraordinaria escena final, donde ambos boxeadores se encuentran y comparten un café, es una síntesis perfecta del modo de narrar de Huston, y del sentimiento que ponen de manifiesto las imágenes a lo largo de todo el filme.