Mujeres con pelotas, Ginger Gentile y Gabriel Balanovsky, Argentina, 2014

Por Marcela Gamberini

Este valioso y valiente documental trata de visibilizar, de poner en acto, de accionar en el discurso, el derecho de las mujeres no sólo de jugar al fútbol sino de hacer deporte, de elegir, de tomar decisiones. Las paredes pintadas de la Villa 31 vigilan a esas mujeres, las protegen y a la vez las atacan. La cancha, enraizada en el corazón mismo de la Villa, es el espacio de poder, donde los hombres reclaman desde adentro y desde afuera con miradas vigilantes, derechos adquiridos por costumbres que dejan ver la matriz machista de la sociedad. El cuerpo femenino está colonizado por reglas heredadas a través de voces propias y ajenas, arcaicas y modernas, retrógradas y progresistas, masculinas o femeninas. Ver los cuerpos de las chicas en acción, en la cancha o fuera de ella, hablando a cámara, en la tribuna; es ver cuerpos y palabras liberadas de ataduras heredadas por la clase, por la economía, por el género. Las mismas mujeres, las propias madres, los periodistas deportivos, las voces legalizadas por los social; revelan los mecanismos internos de la discriminación, de las relaciones de dependencia y sumisión. Mujeres con pelotas, arma una melodía polifónica donde los discursos y las voces que forman el entramado de una sociedad son cuestionadas y en ésa interrogación se vuelven políticas. Política que es doméstica cuando las propias madres discriminan a sus hijas conservándolas en el terreno de lo cotidiano; política que es institucional con el periodismo que niega rotundamente la posibilidad de un fútbol de mujeres o allí cuando el director del Futbol Femenino de la AFA dice que “el futuro del fútbol es femenino” pero no presta atención al presente inmediato. Hablar de fútbol es hablar de política. Hablar de género también es hablar de política y Mujeres con pelotas lo hace con dignidad y con un orgullo notable.

Marcela Gamberini / Copyleft 2014