EL BAFICI ANTES DEL BAFICI 2014 (11): LENGUA Y HABLA
Por Marcela Gamberini
Más allá de sorderas, cegueras o mudeces, Escuela de sordos, el atractivo documental de Ada Frontini, habla del lenguaje. Del lenguaje en general, de cómo nos comunicamos, de las superficies de la lengua, de las arbitrariedades del habla. Comunicarse es el eje y el sentido que dispara el documental generando múltiples sentidos. La paciencia infinita de Alejandra – la maestra protagonista – sus ganas, su pasión, su amor por sus alumnos; su insistencia en revisar el Lenguaje Argentino de Señas son las mismas ganas, pasión e insistencia que Ada Frontini pone en filmar sus criaturas. Esas dos mujeres llevan a cabo una tarea extenuante pero apasionada (si se me permite el adversativo) poner a funcionar el dinamismo del lenguaje, en el caso de Alejandra, el lenguaje de sordos, en el caso de Ada el lenguaje del cine.
EEn algún momento del documental, alguien dice – y no importa si con señas o con palabras o con imágenes- que todos los lenguajes cambian. Y si, evolucionan y no siempre para adelante, se mueven, circulan, se usan y se desusan. Los lenguajes, sea cual fuere su signo matriz, son lengua y son habla; arbitrarias y desparejas, certeras e inexactas. La pregunta de Ada pareciera ser: ¿cómo mostrar la paciencia, la inquietud, la tozudez, la inteligencia de Alejandra? ¿Qué signos del lenguaje son aptos para mostrar las inquietudes de una maestra de sordos? Los sonidos ambientes, son, en este caso, otros signos que suman sentido al contexto y al texto de la película, que a veces enmudece, como sus protagonistas y a veces aparecen los ruidos de la naturaleza en plena actividad.
Escuela de sordos, Ada Frontini, Argentina, 2013
Son más que interesantes algunos planos que Frontini incrusta, con manos de artesana, tal vez como planos de transición pero que superan ampliamente la pura transición. Esos planos fijos se interponen en la quietud de esos sordos y de esos parlantes que hablan sin cesar alternadamente. Esos planos fijos, silenciosos y quietos de pronto son atravesados por un auto que cruza, con su color y su ruido la pantalla. Tal vez esto sea el eco de una sensación: en un mundo quieto, callado, silencioso como el cuerpo de los sordos, de pronto aparece el sonido y con el sonido, la sorpresa, la inquietud. La responsabilidad está en los oyentes – o en los espectadores- como dice la propia Alejandra, quien quiera oír que oiga, como dice la canción.
Con bellos encuadres a veces simétricos y geométricos que capturan los sonidos, ya sean de palabras, de la naturaleza o de gestos, Ada Frontini logra un documental emotivo y pasional, consciente de los excelentes materiales con los que trabaja que hace que los espectadores o los oyentes o los hablantes, mágicamente, afinemos la mirada.
Marcela Gamberini / Copyleft 2014
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