EL BAFICI ANTES DEL BAFICI 2014 (13): LOS INDEPENDIENTES DE CÓRDOBA
por Roger Koza
Con la magnética y sorprendente El congreso, del director israelí Ari Folman (Vals con Bashir), empieza hoy el festival de cine más importante de Latinoamérica: el BAFICI (Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente). Excelente elección para inaugurar un festival que garantiza el acceso a otras cinematografías y a otras poéticas de cine, interdictas por los imperativos del mercado y nuestros dóciles hábitos de consumo cinematográfico.
Desde hoy hasta el 13 de abril, más de 400 películas circularán por varios cines de la Capital Federal. Vendrán cinéfilos y profesionales de todas partes del mundo: el BAFICI es un acontecimiento global; entenderlo como un evento esencialmente porteño es una interpretación errónea y miope.
La cantidad de películas cordobesas que se verán en esta edición es notable: nueve. No es un número menor, pues se trata de una provincia.
La competencia argentina es de las más consistentes de los últimos años. Justamente, en esta sección hay cinco películas cordobesas (o de directores cordobeses). ¿Coincidencia? Probablemente no. Desde 2009, después de que la excelente Criada de Matías Herrera Córdoba pasó por el BAFICI, la presencia del cine cordobés es una constante.
De las películas cordobesas en competencia la más exitosa hasta el momento es sin duda la más convencional: Ciencias Naturales, de Matías Lucchesi, que viene de ganar varios premios en el festival de Guadalajara. Es una película que remite directamente a un modelo ligeramente exitoso y canónico del cine (independiente) argentino: el relato se circunscribe a un viaje en el que el personaje principal –una preadolescente en búsqueda de su padre– reacomodará su mundo emocional. Ciencias Naturales pertenece a una tradición que empieza con las primeras películas de Carlos Sorín y que recientemente refrendó su poder de seducción (para la mirada extranjera) en un filme exitoso como Las acacias. La fórmula es la siguiente: se trata de combinar una historia mínima, un personaje sencillo, paisajes sin referencias precisas, un nudo vincular familiar, tal vez un poco de música para agilizar el periplo, y componer con esos elementos un relato discretamente conmovedor. No está mal, pero tampoco está muy bien.
Atlántida, de Inés Barrionuevo, toma mayores riesgos poéticos y temáticos. Es también un filme de adolescentes, pero hay decisiones notables de puesta en escena: los adultos tienen una injerencia en la trama, pero no se ven; el deseo sexual articula los actos de los protagonistas y esto se muestra con elegancia; el relato en cierto momento se fragmenta pero el hilo conductor del filme se mantiene indemne.
Tres D, de Rosendo Ruiz, es otro filme que demuestra ingenio en su poética. Transcurre en un festival de cine (de Cosquín) y su historia se circunscribe al enamoramiento de dos jóvenes. Pero el director de De caravana no repite la fórmula: la ficción se trastoca vía un registro documental. Directores como Prividera, Fontán, Campusano y Scelso aparecen representándose más o menos a sí mismos y proponen un discurso crítico sobre el cine contemporáneo, cuya relación con los festivales se problematiza en tono cómico pero sin perder el costado polémico. Es un filme moderno.
No menos moderna es la nueva película de Santiago Loza, el director cordobés que parece estar tocado por un peculiar estado de gracia. Escribe teatro, hace televisión, todos los años tiene una película (y cada vez son mejores). Si je suis perdu, c’est pas grave transcurre en Francia. Loza, como Ruiz, juega con un orden de representación en el que la ficción y el registro documental son indiscernibles. Un grupo de actores extranjeros de un seminario de interpretación llevan adelante un conjunto de escenas. El filme es justamente eso: la intersección entre las sesiones del seminario y algunas secuencias que remiten a situaciones de personajes que viven en París pero no son de esa ciudad. Con cada personaje y con cada escena, un sentimiento de benevolencia y amabilidad invade la película. París se ve singularmente distinta, y el desarraigo, una experiencia humana característica de los tres últimos siglos, se conjura plano tras plano mediante un registro sensible del mundo y los vínculos entre los hombres.
También se verán por primera vez 3 de Rodrigo Guerrero, Backwards de Ana Pontes y Sol Muñoz e Hilda de Daniela Goldes, películas más que atendibles. Y la promisoria La laguna y la extraordinaria Escuela de sordos, ambas exhibidas en el festival de Mar del Plata, estarán presentes. El cine de Córdoba invade el BAFICI. Es aire fresco, como dijo Marcelo Panozzo, director artístico del festival.
Tres D, Ciencias Naturales y Atlántida tuvieron sus respectivos estrenos en destacados festivales internacionales al inicio del año. El último verano, la ópera prima de Leandro Naranjo, se estrenará mundialmente en el BAFICI, y es también parte de la competencia argentina.
En el cine independiente estadounidense existe una línea estética que se conoce como Mumblecore. El sentido del término poco importa, pero se trata de un cine hecho con escasos recursos que suele caracterizarse por un modelo naturalista de relato, cuyas historias mínimas suelen ser protagonizadas por actores no profesionales y que pertenecen a una toda generación que se ha iniciado en el cine en la era digital. Naranjo es admirador de esta corriente y en el ejercicio de la crítica cinematográfica ha escrito sobre películas de Joe Swanberg y Andrew Bujawski, referentes de este subgénero del cine indie.
Fiel a sus convicciones, Naranjo se apropia de ese universo estético y lo traduce en el contexto de la clase media cordobesa. Los protagonistas son miembros de su generación. El relato se centra en un encuentro (o desencuentro) amoroso entre dos jóvenes. Lo que sobresale en este filme consciente de sus limitaciones de producción es un acercamiento amoroso a sus personajes, la frescura de ciertos pasajes y un concepto preciso en todos los encuadres que componen el filme. Es un buen debut de un director que piensa muy bien el cine que desea hacer.
Roger Koza / Copyleft 2014
Estimado Roger, copio primero esta frase tuya que inicia esta nota:
empieza hoy el festival de cine más importante de Latinoamérica: el BAFICI (Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente). Excelente elección para inaugurar un festival que garantiza el acceso a otras cinematografías y a otras poéticas de cine, interdictas por los imperativos del mercado y nuestros dóciles hábitos de consumo cinematográfico.
¿Es el BAFICI el festival más importante de latinoamérica? Pregunto porque lo que sigue en el comentario tuyo, ¿no es aplicable también a Mar del Plata? y no digo de otros que no conozco, pero que supongo serán de menor magnitud en cuanto a cantidad y variedad de películas. Me interesaría conocer tu opinión, no para polemizar sobre si A es mejor que B, ni tampoco caer en una cuestión de gustos. Sólo que he asistido y disfrutado de los dos y en ambos me he encontrado con acceso a otras cinematografías y otras poéticas, y siento que ultimamente ambos se parecen mucho.
Un abrazo para vos.
Querido Mariano: sí, creo que lo es. A cualquier director, cinéfilo y programador de otro país le hablás de BAFICI y es la referencia. Al decir más importante no necesariamente uno dice con eso el mejor. Creo que existen unos 5 festivales latinoamericanos que pueden ser pensados como los festivales que hacen una diferencia. La reciente semejanza entre MDP y BAFICI responde a un posible radicalización de zonas de programación del primero y su reverso: una ligera «normalización» del segundo. Una gran diferencia: MDP no tiene retrospectivas a fondo, un error importante. Otra gran diferencia, y que remite a mi primer punto: los directores argentinos suelen priorizar estar en el BAFICI y no en MDP. En parte es lógico: la cantidad de programadores extranjeros que atrae el BAFICI es mayor a la cantidad de programadores de otros países que alcanza a ir a MDP. Debo agregar: si no fuera por un par de programadores obstinados de MDP, el festival no tendría incluso vidriera internacional, y es una picardía porque es un festival Clase A. Para eso, todos los responsables de MDP deberían salir un poco más y reposicionar el festival en el mundo. No puede ser que eso depende de la voluntad de ciertos programadores; no es una política del festival como institución. Aún así, la programación de MDP viene consolidándose. El problema ahí siguen siendo las competencias (hay contrastes ridículos en los criterios) y en especial la selección de jurados (que no obstante también ha mejorado). Continuará. Abrazo.
Gracias Roger. Muy clara la exposición. Hay cosas que decís que son muy entendibles. Lo de las retrospectivas no me cierra del todo, supongo que dirás que no son a fondo porque no están todos los títulos del director al que se le hace honor?
Lo de los directores argentinos que eligen el BAFICI, creo que también los hay que eligen MDQ, Campusano por citar alguno.
En el fondo creo sinceramente que lo bueno es que nuestro país tenga esos dos festivales insigna y otros más pequeños pero muy atendibles en el interior.
Ciertamente, veo determinadas circunstancias que hacen peligrar la continuidad del de Río Negro o FAB. Una lástima que se repite.
Gracias por la completísima respuesta. Siempre es bueno leerte.
En Mar del Plata no suele haber retrospectivas completas. Hay focos, y a veces da la impresión de que responde a una voluntad singular. El mejor ejemplo es el de Dante: si no existiera Pablo Conde no hubiera habido jamás una retro de Joe Dante. Lo de Jancsó del año pasado fue genial. Pero más genial hubiera sido ver el último período del director. Para eso hay que invertir y no conseguir intercambios con instituciones o cosas por el estilo. Un festival como Mar del Plata, siendo clase A, debería haber dicho: «Bien, tenemos las mejores de Jancsó, pero es nuestro deber reunir su obra posterior que la mayoría desconoce. Busquemos las películas. Vamos con todas, o casi todas». Programar hasta las últimas consecuencias. (Eso sí se puede percibir en España alterada)
Que existan los dos festivales es genial, acaso un milagro. El año pasado MDP pasó 20 películas clave de 2013.
Se había creado algo distinto en Río Negro. Se perdió. Veo que la nueva administración le importa un bledo. Menos les importa pagarnos a Pablo a y mí. Nosotros pagamos el Work in progress de nuestro bolsillo. Se nos dijo que se nos iba a pagar. Fue en 2010. Por mi parte, además, le pagué el transporte a dos miembros del jurado en el 2011. Creo que a Pablo le deben 6000 pesos o más. Un monto apenas menor me deben a mí.
Ya ni sé quiénes son los responsables.
Jamás me llamaron. Jamás nos preguntaron qué pensábamos cuando hacíamos el festival.
Abrazo.
RK
Tengo dos amigos acá que dieron servicios al festival y que les deben sumas similares. En cuanto a las administraciones, creo que las dos son responsables; la anterior que se fue dejando los muertos y la nueva que debiera pagar lo adeudado antes de iniciar un nuevo festival.
Si se de algo, te aviso.
Un abrazo.
No hace falta, querido. Simplemente te lo cuento porque viene a cuento de lo que hemos intercambiado. No quiero hacer lío. Tampoco me preocupa que al responderte se haya hecho público. Los responsables leen este blog como yo los libros de Dianéctica. Abrazo. RK
querido roger: con mas tiempo discutiremos en situ sobra lagunas pelis que comentás. Y te voy a mandar algo al blog. esta entrada es solo para aclarate un dato geográfico, la ciudad que filma loza, si bien no especificada en el film, pero si en sus titulos finales, es Toulouse, no París. Y Loza la filma con su otoñal delicadeza que incluisive conserva en primavera, esa belle ville rose, sede , entre otras cosas, de los Recontres de cinemás de Amerique Latine. Esta bien lo que decís del aire ruiziano del film, pero del «ruiziano melancólico» tal vez. las actrices, todas, extraordinarias. Después seguimos.
ah recomiendo altamenete también «Juana a los 12» de Martin Shanly, un mirada muy aguda sobre la preadolescencia, y tan incómoda y secreta como la vida a esa edad. Solido debut como realizador de alguien que solo conocía como excelente actor- justamente de obras de Loza como «He nacido para verte sonreír», y «Pudor en animales de invierno»-