EL BAFICI DESPUÉS DEL BAFICI 2013 (06): BREVES APUNTES DE UN INCONFORMISTA (PRIMERA PARTE)
Por Jorge García
Es posible que cuando se realizó su primera edición en 1999, los responsables del BAFICI de ese momento no pensaran que el evento iba a lograr una continuidad tan prolongada. Sin embargo, hace unos días se realizó la exitosa edición número 15 (no vale la pena, a esta altura, discutir si hubo más o menos público que en las anteriores, es sabido que los organizadores siempre atribuyen un crecimiento entre el 15 y 20 % respecto del año precedente en la cantidad de espectadores), en este caso con varios cambios. El primero, está referido a la mudanza de la sede principal, que del Hoyts Abasto se trasladó al Village Recoleta, algo que provocó –por diversas causas- satisfacción en muchos y desencanto en otros tantos. Las salas del Village son, sin duda, más chicas que las del Hoyts, pero aquí uno se pudo manejar con mayor comodidad; en primer lugar por haber disminuido ostensiblemente la insoportable presencia policial que en el BAFICI anterior provocó numerosos incidentes con periodistas, invitados y público. El tránsito fue mucho más libre en la zona de las salas y aledaños y no hubo que estar dando permanentes explicaciones a los policías de turno. Otro cambio fue el desplazamiento de meeting point y la sala de prensa a tres cuadras de distancia, en el Centro Cultural Recoleta (en el primer caso la gente tendía a reunirse y conversar más en la puerta del Village que en el CCR) y la bienvenida democratización de los cócteles ya que todos los días había uno diferente en la terraza del CCR al que se podía acceder con la sola presentación de la credencial de acreditación. También hubo cambios en la videoteca, ya que los acreditados podían acceder por medio de un código a una página en la que había una selección de películas que se podían ver cómodamente en los respectivos domicilios. Hubo mucha gente que se quejó de problemas en las proyecciones pero, habiendo concurrido a unas 40, solo tuve inconvenientes (que aparentemente nunca se solucionaron) en la exhibición de la última película de Kiarostami. Lo que si continuó ocurriendo fue el intempestivo encendido de las luces de la sala sin motivo aparente durante algunas proyecciones. Se exhibieron bastantes menos largometrajes, aunque creció proporcionalmente la cantidad de cortos y continuaron siendo, para mi sorpresa, exitosas las actividades paralelas (uno tiende a pensar que la gente concurre a los festivales solo a ver películas). Pasemos entonces a reseñar de manera muy somera algunas de las películas vistas en el BAFICI, centrándome en este caso entre aquellas que más me interesaron aclarando que, a esta altura de la carrera, al menos en mi caso, son pocos los films que me provocan una auténtica sorpresa y que también perdí algunos títulos que me interesaban por no exhibirse los mismos en el ámbito del Village Recoleta o por proyectarse en horarios inconvenientes para una persona mayor.
LAS PELICULAS QUE MÁS ME INTERESARON
Hubo, como es costumbre en el BAFICI, una gran cantidad de películas argentinas pero, por los que vi y por referencias confiables, no fueron muchos los títulos destacables. Sin embargo, de los vistos, uno llamó notoriamente mi atención y ese fue P3END3JO5, de Raúl Perrone. Perrone es un caso único dentro del cine argentino, un cineasta al que sí le cabe sin ambages el calificativo de independiente, con una obra que ya supera los 30 títulos, filmados con prisa y sin pausa a lo largo de dos décadas de un nivel por cierto desparejo, y al que incluso se ha acusado de plagiar a diferentes directores en sus películas, filmándolas “a la manera de”. Lo concreto es que Perrone ha sabido construir un universo propio, con un espacio recurrente en casi todas sus películas, su Ituzaingó natal, que nunca aparece nombrado pero está siempre presente en sus films, en el que se mueve con total libertad (ha filmado una película con un teléfono celular). Luego de su última trilogía en la que experimentó con las formas y el color, Perrone rodó Las pibas (un título que no he visto) y ahora este P3ND3JO5, que en su aparente anacronismo (está filmado en formato 4.3, en blanco y negro y no hay diálogos sino intertítulos) es su obra más experimental y ambiciosa. Film absolutamente “de autor”, ya que el director es responsable también de la edición, el sonido y parte de la iluminación, está interpretado por varios jóvenes no profesionales, cuenta con una asombrosa banda musical de Nomenombres Wey que va desde la cumbia a la ópera y propone una mirada melancólica sobre sus protagonistas, muchachos que tiene como actividad principal practicar el skate y que nunca encuentran motivos para sonreír. Película hipnótica, excesiva, que crece inexorablemente en la memoria, es uno de los picos más altos de la filmografía de un director que continúa imperturbable desarrollando una obra marcadamente personal.
Otra película a la que corresponde aplicarle el calificativo de hipnótica es La última vez que vi Macau, de los portugueses Joao Pedro Rodrigues y Joao Rui Guerra da Mata (del primero también pudo verse en el BAFICI un notable cortometraje , Mañana de San Antonio). Film que puede calificarse como una insólita cruza de thriller con documental, con un extraordinario uso de la voz en off y del fuera de campo, consigue una atmósfera casi onírica en el que los personajes (a los que nunca se los ve) deambulan como fantasmas en una ciudad plagada de contrastes que se convierte – a través de la mirada inquisidora de los directores- en el personaje principal de la película.
Posiblemente la obra más libre del BAFICI haya sido Carmela, salvada por los piratas, de los italianos Giovanni Maderna y Mauro Santini. Inclasificable adaptación de una novela de Emilio Salgari, el film, ambientado en nuestros días, cabalga con fluidez entre lo documental y lo ficcional en una suerte de registro de los tiempos muertos de los relatos de aventuras. Original y creativa, esta película fue una de las (escasas) sorpresas que deparó el festival.
El brasileño Julio Bressane es una figura singular dentro del cine de su país; enfrentado siempre con los popes del Cinema Novo, su obra, desarrollada a lo largo de más de cuatro décadas, es tan interesante como desequilibrada, con títulos valiosos y otros prescindibles. La hierba de rata, pertenece a su última etapa y es uno de sus mejores films. Con solo dos personajes, a partir de dos relatos breves de Machado de Assis y con una serie de encuadres extremadamente precisos, Bressane construye un relato obsesivo y desasosegante al que tal vez quepa objetarle su excesiva frialdad.
Ambientada en un pequeño poblado fronterizo entre Galicia y Portugal, Arraianos, segunda película del español Eloy Enciso, trasmite con precisión la vida diaria en un rincón apartado del mundo. Describiendo los rudos trabajos cotidianos de sus habitantes, sus encuentros en una taberna donde beben y cantan y las insólitas reflexiones de Dos personajes en medio de un bosque, el film aparece como una rara cruza entre la obra de Straub/Huilliet y la de John Ford. Sin embargo, la película es una obra marcadamente personal que abre amplias expectativas sobre futuros trabajos del director.
Centro histórico, es un título “de encargo” comisionado a cuatro directores notables por la ciudad de Guimaraes y el resultado es un film desigual, pero con segmentos memorables. Si Aki Kaurismaki ofrece un trabajo encuadrado dentro de su estilo pero sin mayor compromiso y Manoel de Oliveira propone una suerte de comentario satírico sobre el turismo, Pedro Costa retoma a su obsesionante personaje de Ventura en un relato de tono casi pesadillesco al que se le puede objetar que aparece como un tanto recargado para las dimensiones de un cortometraje largo. Pero la obra maestra del film es el episodio de Víctor Erice, un director enorme del que solo cabe lamentar que su obra sea tan escueta. Con un gran retrato de los trabajadores de una fábrica ahora cerrada como fondo y a través de las declaraciones de varios de sus obreros despedidos, el director ofrece un fresco poético, conmovedor y marcadamente político sobre los tiempos actuales europeos. El plano final, un sutil y delicado paneo sobre el mencionado retrato con la música de un acordeonista como fondo es memorable.
Tal vez la obra maestra absoluta exhibida en el BAFCI. Lucas, el extraño, del filipino John Torres narra una historia del pasaje de la adolescencia a la adultez eludiendo rigurosamente los transitados caminos del naturalismo. Relato de connotaciones míticas, acerca de un muchacho que podría ser hijo de un ser mitad hombre y mitad caballo, que transcurre en medio de la llegada al pueblo de un equipo de filmación, es una película que posiblemente requiera una visión más tranquila que la que puede darse en medio de un festival para ser apreciada en toda su bizarra riqueza.
Avanti popolo, del uruguayo radicado en Brasil Michael Wahrman, elude todos los clisés del cine “político” clásico para ofrecer un relato intimista en el que se entremezclan la desilusión, la nostalgia, la influencia de las dictaduras latinoamericanas sobre las conductas posteriores a ellas y la esperanza siempre renovada. Uno de los muy escasos títulos originales vistos en los últimos tiempos dentro de ese terreno.
Denis Coté es un realizador canadiense cuya obra hasta la fecha no me había interesado demasiado. Sin embargo, Vic+Flo vieron un oso, la historia de una ex presidiaria que se va a vivir a una cabaña junto a su tío enfermo es una pequeña sorpresa. La llegada de su amante femenina, la relación con el guardián encargado de su vigilancia y con el muchacho que cuidaba hasta ese momento a su tío y su agresivo padre provocan una serie de situaciones que dejan una sensación de constante incomodidad hasta desembocar en un final tan cruel como inesperado.
Christoph Hochhäusler es, junto a Christian Petzold y Ulrich Köhler, el más interesante director del cine alemán actual, En Debajo de ti, la ciudad, aparece uno de los temas recurrentes de ese cine, las consecuencias de las competencias que se entablan en el capitalismo salvaje como motivadores de las conductas de los protagonistas. Con un riguroso y austero trabajo de puesta en escena, el director propone una lúcida mirada sobre aspectos de la vida social del país que hoy lidera el capitalismo europeo.
Como bonus a este comentario sobre títulos actuales, no puedo dejar de mencionar que volví a ver en fílmico, luego de unos 25 años, Últimos días de la víctima, de Adolfo Aristarain. El film sigue manteniendo intacta su intensidad y su potencia narrativa (la primera secuencia continúa siendo antológica) y persiste en mi ranking personal como una de las mejores películas argentinas de todos los tiempos.
Jorge García / Copyleft 2013
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