EL BAFICI DESPUÉS DEL BAFICI 2013 (10): BREVES APUNTES DE UN INCONFORMISTA (SEGUNDA PARTE)
Por Jorge García
En esta segunda parte de estos someros apuntes sobre el BAFICI me centraré de manera muy breve en aquellas películas que por diversos motivos (fama de sus directores, premios en otros festivales, referencias) venían precedidas de buenos antecedentes, no siempre confirmados después de su visión.
Sobre Como alguien enamorado, la última película de Abbas Kiarostami, tenía opiniones confiables encontradas, con la peculiaridad de que quienes habían gustado mucho de su film anterior, Copia certificada, no tenían entusiasmo por este y viceversa. Debo decir que adscribo al primer grupo ya que (haciendo la salvedad que vi el film con muchos problemas en su proyección) este trabajo me parece que está lejos de los mejores films del maestro iraní. Hay un exceso de parlamentos (no demasiado interesantes) y una cuota de academicismo que, creo, lastra los resultados finales.
Leviathan, de Lucien Castaing Taylor y Véréna Paravel, es otra película que venía con importantes premios a cuestas y algunas discusiones sobre sus reales valores. La película es, antes que nada, un brillante ejercicio de montaje, con un par de escenas muy impresionantes, pero deja la sensación de estar bastante inflada a la hora de su evaluación.
Haewon, la hija de nadie, el último trabajo del coreano Hong.Sang-soo ofrece la habitual ligereza narrativa de sus últimos films, al narrar las fluctuantes relaciones de una muchacha con dos hombres. Más allá del agrado que pueda provocar la visión de sus obras, da la impresión de que Hong habita un universo cerrado del que no puede escapar (como si lo hacía, vg, Eric Rohmer, quien parecía hacer siempre la misma película pero lograba incluir en cada film matices diferenciales).
El portugués Manoel de Oliveira es un caso único en la historia del cine ya que, en sus lozanos 104 años continúa filmando. En Gebo y la sombra, su último film, adaptando una obra de teatro de su compatriota Raúl Brandao, retoma su interés por los escenarios únicos y la palabra como motor de la acción. Sin el aura romántica y la imaginación de su opus anterior, El extraño caso de Angélica, la película no logra siempre escapar a sus orígenes teatrales y está sostenida por un conjunto de brillantes interpretaciones (entre ellas, la de una casi irreconocible Claudia Cardinale).
Ingrid Caven: música y voz, de Bertrand Bonello es la filmación de un recital de la gran actriz y cantante, una de las musas “fassbinderianas” (incluso llegó a ser su esposa). Caven es absolutamente extraordinaria, y es el motivo excluyente de atracción de la película, pero uno tendría derecho a esperar un trabajo más creativo del director en su filmación del evento.
Berberian Sound Studio, ganadora del premio en la Competencia Internacional, resulta una parcial decepción. Me había gustado mucho el anterior film de Peter Strickland, Katalyn Varga, pero este más ambicioso título, acerca de un timorato ingeniero inglés que llega a un estudio italiano para sonorizar un film de terror -más allá de su impresionante trabajo con el sonido- luego de una primera mitad interesante se va progresivamente haciendo reiterativo y estirado. Tenía muchas expectativas con El otro día, el último título de ese muy interesante documentalista chileno que es Ignacio Agüero ya que su idea original me parecía excelente: filmar a cada persona que tocara el timbre de su casa. Aquí el problema radica que el interés del film sube y baja continuamente a partir de la atracción que provoque en el espectador cada uno de los entrevistados. De todos modos, una película original y con momentos muy atractivos.
El film del francés Sylvain George, Figuras de la guerra, un extraordinario documental sobre los inmigrantes indocumentados en Francia, me hacía aguardar con mucho interés este film rodado en España, acerca del movimiento de los “indignados” y que respondía al rimbombante título de Hacia Madrid– ¡El brillo ardiente! (Escenas de la lucha de clases y la revolución). La película no puede escapar a su tono urgente y coyuntural y no deja de ser un documento tal vez útil para la lucha política pero sin demasiados atractivos desde el punto de vista cinematográfico.
Masahiro Kobayashi, un director con una filmografía interesante, rodó La tragedia de Japón a partir de la noticia de la enorme cantidad de suicidios que se producían en Japón por año y el número de muertos y desaparecidos por los últimos terremotos, tomando como eje a un anciano que, aquejado de una enfermedad terminal, se encierra en su pieza, negándose a hablar más con su hijo y sólo sosteniéndose a partir de los recuerdos de su esposa muerta. El film resulta inconvincente y no logra trascender su limitada anécdota, algo a lo que tampoco ayudan los insatisfactorios flashbacks.
El cine de Matías Piñeyro cuenta con muchos adeptos entre la crítica y la cinefilia local. Se le debe reconocer cierta originalidad argumental, rigor en su puesta escena y una gran capacidad para la dirección, sobre todo, de actrices, pero personalmente su mundo me es totalmente ajeno y sus películas me resultan impenetrables a nivel emocional. Esto es lo que me ocurrió con Viola, su último trabajo, ganadora de importantes premios en el Bafici. Todo bien, pero no me movió un pelo.
La película que desató más polémicas en el festival fue The Act of Killing, de Joseph Oppenheimer. Brutal exposición de las atrocidades cometidas por paramilitares indonesios contra cualquier atisbo de oposición en la que los propios asesinos celebran sus crímenes –más allá de que estos surjan como excrecencias necesarias del sistema-, el film no deja tener para mi gusto cierto tufillo sensacionalista. No hay en esta celebración del fascismo por sus propios representantes el hálito trágico que impregnaba la Saló, de Pasolini y algunas escenas tienden hacia un regodeo bastante gratuito. De todos modos, con todo los cuestionable que pueda ser la película, el director no parece animarse a llevarla hasta las últimas consecuencias y en el último tramo del film, uno de los asesinos –a partir de haber representados a un torturado- se “arrepiente”. Esta coda resulta falsa e insatisfactoria y anula en buena medida el incómodo efecto que habían provocado las dos primeras horas. En cualquier caso, no se puede negar la malsana fascinación que ejerce la película en varios pasajes.
Jorge García / Copyleft 2013
Me gustaría saber si García vio The shine of Day, de Frimmel y Covi, y, en ese caso, qué le pareció.
Gracias
No la vi y no me cuento entre los fans de La Pivellina.
Sobre «Ingrid Caven: música y voz» comparto la opinión de Jorge García. Si bien la película evita los vicios de los videoclips, predominando planos de larga duración y pocos cambios de enfoques por cada tema, no demuestra originalidad desde lo estrictamente cinematográfico.
Gracias García. Me había gustado La pivellina, pero ésta me pareció mucho más lograda, más trabajada en cuanto a la construcción de los personajes y de sus relaciones y, en ese sentido, mucho más rica que la anterior.
Muy buenas las dos notas.
Saludos
Ah! Y un placer poder seguir leyendo a García en este espacio.
me encanta leer en este blog criticas tan distintas a las que se publicaron previamente de todas estas películas, esta buena la diferencia de opiniones, porque da la sensacion que todos los demas se parecen bastante entre si
El «repaso»que hace Jorge García sobre el Bafici es mas que interesante. Las opiniones disonantes y justificadas en su disonancia siempre son bienvenidas a la hora de repensar las películas. A veces necesitamos dejar pasar un tiempo después de cada torbellino cinematográfico para reflexionar acerca de lo que vimos. El sedimento que queda en la cabeza, en el corazón y en el cuerpo, es el material con que evaluaremos, pensaremos y reflexionaremos las películas de ahora en más.
Saludos a todos
Qué bien, García. Al fin alguien que dice la verdad sobre La pivellina, una película muy muy menor que, como en muchos otros casos, rapidamente se convirtió en una «obra maestra» que había que ver sí o sí. Algunos, ¡ay!, osaron compararla con el cine de los Dardene.
Saludos,
L.
Muy buen título el de esta columna («un inconformista»). Jorge García «lee» a contrapelo y sabe despejar todo aquello que termina sobre-valorando determinados films.
Se agradece.
edf
Me gusta que existan miradas distintas en el blog. Aprendo siempre de Jorge. En esta ocasión disiento en su evaluación sobre el film de Kiarostami, el de Oppenheimer y el del maestro de 104 años. Las tres me parecen películas extraordinarias. Saludos. RK