EL BAFICI DESPUÉS DEL BAFICI 2014 (05): BAFICI NUBLADO O EL BAFICI NO SE MANCHA (PRIMERA PARTE)
Por Marcela Gamberini
El BAFICI, como todos los objetos culturales, tiene una tradición, que carga pesadamente a veces, livianamente otras. Esa tradición se sostiene en un cine novedoso, un cine que descoloca parámetros, un cine “independiente” de la industria, fuera de la norma. Esta tradición también se sustenta en que el BAFICI es el mejor festival de cine de Latinoamérica. Y es verdad, es el que más oferta tiene y también más demanda; su obligación implícita y explícita es crecer cada año, los espectadores lo piden a gritos. Aumentar la apuesta, jugarse, arriesgarse. Correr todos los riesgos posibles; nosotros los espectadores hambrientos de cine, lo avalamos, lo seguimos, lo apoyamos cada año. Con nuestra presencia, con nuestros comentarios, con nuestras críticas. Ya poco importa el juicio de gusto, importa la densidad de las películas, su calidad, su relevancia.
A lo largo de 16 años ininterrumpidos, contra viento y marea, con varios directores y programadores, el BAFICI es la vidriera nacional del cine contemporáneo internacional. Tiene una identidad, una personalidad, una marca en el sentido mercantil e identitario del término. Una de las mesas redondas (o para ser más precisa semiredonda) que presenta el Festival en sus actividades paralelas, que versaba sobre los sitios de cine, Iván Pinto de Chile que está a cargo del interesante sitio La fuga, preguntaba a los integrantes de la mesa, qué era la crítica en la actualidad. Creo que la pregunta no se resolvió, y sospecho que el motivo primordial es el cambio, la variación, el desvío del cine en el presente (pese a que muchos lo ignoren o estén en desacuerdo o lo que es peor se resistan) y con estos cambios y desvíos la crítica tiene el deber de acompañar estos cambios, por eso es complejo llegar a una definición. Estos cambios en los artefactos culturales impactan de manera profunda en la crítica, esa actividad que los rodea, que los atraviesa, que los recorre, que en definitiva, los carcome en forma de interrogación. Por otro lado, en otra mesa, se escucharon los lamentos por la falta de críticos o de crítica, la pobreza de ideas, la pauperización del conocimiento sobre cine, la debilidad de la escritura. No tengo por el momento ni espacio suficiente ni ideas claras. Lo único que creo es que si hay críticos, que hemos variado con el tiempo, acompañando los movimientos que hacen evolucionar al cine –no necesariamente hacia adelante- que lo enfrentan con otros desafíos, que lo ponen en correlación con otros productos audiovisuales, que cuestionan su esencia, que denudan su maquillaje.
En otra mesa redonda, sobre programadores-críticos, se intentó deslindar estas dos actividades como si no fueran parte de un mismo cuerpo, como si los movimientos de la parte derecha del organismo no pudieran ser advertidos por la parte izquierda. Si esto fuera así, es una anomalía, casi una enfermedad. Diego Lerer que coordinaba la mesa insistía, tal vez desde su propia posición de crítico-programador, en la inevitable aleación de estos espacios de pensamiento: la crítica y la programación como modos de reflexión y de práctica que deberían retroalimentarse. Lamentablemente se habló poco y nada sobre la actividad en sí, la de la programación que es la columna vertebral, el eje, la carne de un organismo, para seguir con la metáfora biológica, de un festival. Me hubiera gustado que se hablara sobre los criterios de programación, sobre los parámetros de selección, sobre la incidencia de factores económicos, políticos o estéticos. Sobre cómo se decide la participación de una película, sobre el consenso o el disenso en los equipos de programadores. ¿Existirán los espacios de discusión? Se ponen en correlación las películas, unas con otras o se las piensa de manera autónoma? Cuáles son las fuentes de selección de las películas? Y también con qué criterios se arma la grilla de proyecciones, porque este año hubo algunas grandes películas que solo tenían pasadas en Belgrano exclusivamente, sabiendo lo complejo que es trasladarse en esta convulsionada Buenos Aires.
Me permitirá el lector de este comentario, ya chorreante de tanta primera persona, seguir abusando de su atención y recordar una pequeña anécdota (que también se comentó en esta mesa redonda). En épocas de Quintín, en la dinastía Quintín, se invitó a Maggie Cheung, y con ella vino su marido, a la sazón el director Olivier Assayas. Quintín presentando una película de él dijo que su cine no le gustaba mucho. Este gesto, repudiado por muchos, celebrado por otros, fue –para quien esto escribe- la dosis necesaria de aquello que parece ser “políticamente incorrecto” pero que finalmente le da pasión a un festival, le da vitaminas, le inyecta sangre. Estos gestos de supuesta incorrección política hacen que los festivales respiren libertad, que no estén atados a cuestiones administrativas, burocráticas o impersonales; esto hizo del BAFICI un organismo vivo, más pasional, mas jugado. Que el director mencionado se fue del Festival por gestos como éstos, y tal vez sí, pero son los riesgos de hacer las cosas desde la pasión. Tal vez, esta última edición del BAFICI, repito, el festival más importante de Latinoamérica, estuvo un poco desangrada, un poco anémica, esmirriada, desangelada. Muchas de las películas –industriales- no estuvieron a la altura, buen cine sí, pero películas que pueden ser un buen estreno de renovación de cartelera de los jueves. Y repito que no hablo desde el juicio de gusto – subjetivo y personal- sino desde la relevancia o la importancia de las películas en el contexto internacional. Tal vez haya un tema económico que desconozco, pero si ese es el motivo (y no el desgano o la automatización) era el momento para lucirse. En los momentos coyunturalmente difíciles es donde es necesario asumir mayores riesgos. Tal vez hayan cambiado los criterios de selección y de programación, no lo sabemos. Tal vez sea un tema político, tampoco lo sabemos y no hablo de política partidaria sino de política en el sentido más amplio y democrático del término.
Hubo algunos grandes hitos, altos, fuertes, altisonantes: Stray Dogs de Tsai Ming Lian, Norte de Lav Diaz, Why Don’t You Play in Hell? De Sono Sion, Costa da Morte de Lou Patiño, El futuro de Carrasco; un increíble descubrimiento el de Frágil como el mundo de Acevedo Gómez. Las películas argentinas fueron aceptables, con dos o tres grandes momentos como el de Réimon de Moreno (que reseñé en este mismo sitio), Mauro de Roselli y fundamentalmente dos extraordinarias películas como Carta al padre de Cozarinsky y El rostro de Fontán. Pero estas películas se construyeron solas, el conjunto no las acompañó. Un festival se construye en su cuerpo fílmico, en el conjunto de películas que cosen puntada por puntada el presente del cine, con sus variaciones y sus ambivalencias.
Estos tropiezos no dejan de ser detalles en el universo del festival. La mística BAFICI no se mancha, solo se resiente un poco, como un animal apenas lastimado. Sabemos que los espectadores fieles y los ocasionales del BAFICI seguimos creyendo en un festival que supo tener grandes figuras dentro de la pantalla, en cada sala, frente a nuestros ojos cansados y llorosos de tanto mirar. El BAFICI debe seguir mostrándonos el presente del cine: en su amplitud, en su complejidad, en su ambivalencia, alumbrándonos las sombras, desgarrando su entramado. Que el paradigma estético que es inevitablemente político que supo conseguir a puro riesgo fundando una digna tradición no se pierda en algún recodo burocrático. Necesitamos un BAFICI potente, poderoso, que brille a la luz del sol que en abril, o al menos en este abril, por momentos se lo sintió nublado.
Marcela Gamberini / 2014
En mi opinión, en materia del cine argentino, creo entender por qué ya no existe más la sección Lo Nuevo de lo Nuevo. Porque más allá de una medianía de buena factura, y más allá de la confirmación del camino de algunos cineastas (Moguillansky, Coza, Fontán, Wolf), solo podría haber integrado esa sección Mauro de Hernán Rosselli.
En materia internacional, abundaron las «películas de festivales» como la de Patiño, las de Acevedo Gómes, incluso Norte (las anteriores películas de Lav Días fueron muy superiores en cuanto a riesgos formales y propuestas estético-ideológicas que esta última); y se confirmó que aquella categoría de genio, que entre otros Kant definió tan bien, aún podemos seguir usándola, si es que nos referimos al inagotable Tsai Ming Liang, cada vez más denso y desolador
pd. Si alguno de los lectores de este foro me puede explicar qué hace una película como Fantasmas en la ruta en este festival, le agradezco en serio (sin cinismos de por medio). No entendí su inclusión. O sólo la entendí como operación, sobre la cual no quiero pronunciarme hasta no leer opiniones que me permitan entender, tanto la película como su inclusión, más en profundidad
Sassi: Vos mismo señalás que ya no existe «Lo Nuevo de lo Nuevo», o que lo que podría integrar ese concepto es la excepción y no la regla (concuerdo en que «Mauro» es la única verdadera novedad argentina de este año). Tal vez «Fantasmas de la ruta» esté mas cerca de la confirmación de una carrera (como «El rostro»), pero que Campusano sea bien recibido en el Bafici es algo nuevo de por sí… así que bienvenida su inclusión. Y esperemos que alguna vez llegue a estar en competencia (mientras que otras que vimos en competencia no parecen merecerlo…)
Aquí otro balance interesante: http://www.volantesdeprivados.blogspot.com.ar/2014/04/bafici-2014.html
Como balance crítico del festival es interesante, pero como crítica de las películas le falta balance: que le perdone la vida a «El escarabajo de oro» y le pegue a «Mauro» es incomprensible, incluso en sus propios términos.
Nicolás, vos sabés en serio de operaciones, y las has sufrido y denunciado con altura.
No pedía una lectura de la inclusión de Campusano (en su conjunto, digamos), sino una mínima explicación sobre Fantasmas, una película que en su factura y exploración no dista mucho de Diagnóstico Esperanza. Ya sé, es más cool Campusano. Voy entendiendo cómo son las cosas para propios y extraños
Y ojo, celebro como vos y muchos que esté Campusano en el Bafici y que ello implique, al menos por unas horas, romper con la «estética festivalera». Enbuenahora!
Simpáticos los tiros por elevación y las canchereadas de «Volantes», con algún que otro «gol con la mano» (por ejemplo, llamar «monólogos cinéfilos» a los comentarios sobre una peli que vio la vieja de Mauro es, por lo menos, faltar a la verdad, ya que no son ni monólogos ni cinéfilos). Dignos de Twiter, digo, por su nula argumentación y su exaltación del ninguneo, cuando no de la blasfemia.
Disculpen nuevamente que pregunte tonterías, es que yo vengo de otro cotolengo, el de las letras, y quedo descolocado porque no conozco el «Entre nos»: ¿Quién firma «Volantes»? Es que habla en 1ra persona, pero no encontré su firma
La de Campusano es una gran película. Si una película -cualquiera- construye las reglas de su propia objetividad- Fantasmas… lo hace sin transformar eso en mera autorreferencia o en desconexión del resto del mundo.
Pone en escena la tensión entre redes-prácticas e individuos en la Argentina actual como ninguna otra película que yo haya visto últimamente. Y expresa todo un posicionamiento político acerca del lugar del Estado.
Remito además, a este artículo de Quintín en Cinema Scope: http://cinema-scope.com/features/man-southwest-brutish-cinema-jose-campusano/
Sassi: ahora el que hace comentarios tuiteros sos vos, y no entiendo por qué. Te lo dice alguien que, como bien sabés, no defiende ningún «entre nos» (importado del campo literario) ni defiende películas porque sean «cool» (término que si a alguien no le va es precisamente a Campusano…). De hecho tu ataque a «Fantasma de la ruta» se parece bastante al que le suelen hacer los que se creen «cool» en el «entre nos»…
Hola Hernan
Conozco el cololengo de las letras, tambien es mi cuna, aunque alla lejos y hace tiempo. Y el «entre nos» es el mismo que usaba Masilla en sus excursiones por el territorio argentino y en sus «causeries». Coincido con vos, la nota de Volantes no tiene firma, al menos no explicitamente. Voy a intentar trabajar un poco con este tema que, creo, viene de twitter, no firmar los comentarios. veremos si me da el piné para hacerlo.
Y creo que tu pregunta por la inclusión de Fantasmas es lícita porque en el fondo la pregunta es por los criterios de selección. Claro que no son solo estéticos, sino políticos tambien, cosa que esta bien siempre y cuando sean claros.
Cariños y gracias por postear e invitar al debate
Señores:
Una tal Viviana Cantoni es la principal responsable de la desmonumentalización del BAFICI. No se trata en el fondo de un problema de programación, sino de un acto frío y bien articulado a lo largo de años. Es una muy triste coyuntura. Hoy el BAFICI es solamente un festival más de la ciudad sin la mística y la excitación que lo caracterizaba.
Hola Gastón!
Gracias por el dato. Igualmente no sé a que te referis con «desmonumentalización», es sinónimo de vaciamiento o algo parecido? me interesa tu opinion, por eso te pregunto.
Cariños
Sinceramente, gracias Carla por el aporte (aunque confieso que no sé qué significa que una película «construye las reglas de su propia objetividad»). Leeré con gusto el texto de Quinín.
Nicolás, sólo pedía (sin inocencia, como se verá) que alguien me ayude a entender Fantasmas. No creo que eso ni mi equivocada analogía con Diagnóstico esperanza signifiquen un ataque a Fantasmas. Intentaba, desde mi confesado desconcierto ante Fantasmas en el Bafici, que pensemos por qué la misma gente que puso como «película política» a El olimpo vacío el año pasado, hoy le parece cool un cine como el de Campusano. Hablaba del Bafici, no de Fantasmas o Campusano.
Y…tenés razón, como siempre
Sassi: tu última frase replica el tuiterismo que con razón criticamos todos aquí… (aunque en este caso se equivocan, al menos en cuanto al anonimato: no se porque no está firmada la nota, pero supongo que es porque el nuevo crítico supone que lo conocen por su blog, o por su firma en tuiter como Jotafrisco). Como dije, creo que esa nota tiene fundamentos en su cuestionamiento general, pero cuando va a lo particular adolece de su falta… y eso no es solo achacable a tuiter, sino a un estado general de la crítica.
De hecho vos hacés lo mismo al impugnar «Fantasmas de la ruta» sin explicar tus razones (e insistir con lo «cool» de Campusano, algo absurdo). Y eso no tiene nada que ver con preguntarse por la «política de programación», que soy el primero e cuestionar (en la página de otroscines podés leer mi nota sobre»El diálogo», que es «El Olimpo vacío» del reciente festival). Digo: tenés un montón de películas como para impugnar o preguntar por el criterio de programación, pero justo te metiste con una cuya inclusión es más bien una grata sorpresa.
Así es, soy yo el autor. Omití esa firma porque soy el único que escribe en el blog, y porque la sección «Acerca del blog» en la barra de la derecha está llena de datos personales, pero reconozco que el texto puede parecer anónimo por ese detalle. Siempre hay aspectos por mejorar, y tendré muy en cuenta los comentarios que hicieron. Gracias por la lectura.
…Me gustó lo de «Los Jóvenes Viejos en Twin Peaks», Jota… ja…
Es bastante impresionante lo que dice Gastón Solnicki, un hijo dilecto del BAFICI. Sin embargo la crítica sigue hablando vaguedades y mirando para otro lado. La tontería disfrazada de felicidad está matando al BAFICI, un festival cada vez más empobrecido en todo aspecto. Y lo peor está por venir, una vez que se vaya el actual director. Imaginarse quien puede ser la persona que ocupe ese cargo, da miedo. Mientras tanto, que siga la felicidad:
En mi opinion, la mejor pelicula argentina en este BAFICI
http://revistaotraparte.com/semanal/cine-y-tv/mauro/
Y, nuevamente, disculpen si ofendí al referirme a Fantasmas. Sólo me llamaba la atención (y sigue haciéndolo) su inclusión cuando las mismas personas habían sido tan abiertamente antipopulares el año pasado celebrarando aquél panfleto que usa como excusa a un Sebreli decadente (y ojo que fue un tipo lúcido, pero en otro tiempo) para declararse abiertamente no sólo antipopulista, sino antipopular; y previamente se habían pronunciado tmb antipopulares al rechazar TdP. Bienvenidos los «giros populares» de la programación
Me encantaría que alguien me explique con cierto detalle, sin gritos ni argumentos ad hominem ni sinsentidos qué es lo que tiene de nuevo Mauro. Todo está ahí desde hace al menos dos décadas en el NCA y en los 90 habría pasado como una película del montón. Supongo que si Mauro es algo tan nuevo como varios afirman, su novedad debería ser evidente. Ahora bien; puede que lo nuevo aparezca de un modo no evidente. Por tanto, un análisis crítico debe poder fundamentar la novedad.
NP dice: «Mauro nos dice que en el capitalismo la estafa es un modo de vida, e incluso en un trabajo». Supongo que no será esta la novedad, ¿no?
«Los personajes no representan ningún tipo social ya retratado»: hay cientos, miles de películas argentinas que retratan esta misma clase social.
» No se trata sólo de la modernidad de la puesta en escena (con sus curiosos planos fijos y sus precisas elipsis narrativas)…»: Si la puesta en escena es moderna, supongo que no hay ahí novedad. Tampoco habrá novedad en los planos fijos ni en las elipsis. ¿O sí? Por favor, que alguien me lo diga.
«pensar al realismo como sofisticada falsificación. Es decir: no mostrando sus grietas sino extremando sus procedimientos»: Confieso que leí varias veces la frase sin entenderla ni en sí misma ni en su relación con Mauro. ¿Qué quiere decir extremar los procedimientos del realismo? ¿Por qué eso lleva a pensarlo como sofisticada falsificación? Puede haber ahí una idea genial, pero debe estar muy escondida. Y sobre todo no veo cómo se aplica a Mauro. ¿Dónde, en qué, cuándo, cómo esa película extrema los procedimientos del realismo? ¿Dónde lleva a pensarlo como sofisticada falsificación. Solo encuentro en ese párrafo un ingenioso sinsentido aplicable a cualquier cosa y a ninguna, pero no veo a través de él nada de la película misma.
Hernán Sassi dice en su reseña en OP que la película transita en «ese territorio intermedio en el que conviven legalidad e ilegalidad». De acuerdo: pero ¿dónde hay ahí algo nuevo?
» el dinero supone un interjuego de factores materiales e imaginarios»: chocolate por la noticia.
También dice Sassi que el director de Mauro sabe que su historia es parte de la Historia. Cuando quiere fundamentar semejante demasía, dice que Mauro debe usar [el trabajo de falsificador] como modo de subsistencia en un contexto en el que “está todo cada vez más caro” «. Por favor, ruego que me convenzan de que esto no es una terrible banalidad que podemos escuchar cualquier tarde en el programa de Ari Paluch (lo escucho cuando tengo que tomarme un taxi).
Sassi: «un paralelo entre esos billetes que se van desvalorizando y deteriorando con el tiempo y los protagonistas de Mauro, que se degradan con cada nuevo fracaso». ¿Cuál sería la revelación? ¿que los billetes se van deteriorando con el tiempo? ¿Aplicar ese criterio a las personas inscribiria la historia de Mauro en la Historia?
Como los textos de NP y Sassi sobre Mauro son muy breves y poco precisos confiemos en que llegará el análisis que muestre la novedad, o aunque más no sea la calidad de Mauro.
Además: me gusta Campusano como personaje de Rosendo Ruiz. Ahí tiene un lugar asegurado en el cine argentino. Me encantaría que alguien me explique con cierto detalle y sin énfasis, ni gritos ni sinsentidos qué es lo que tiene de cine el cine de Campusano.
Por otro lado, creo que el nivel de las películas argentinas de este último Bafici es más que bueno: El rostro, Si je suis perdu…, Tres D, El ultimo verano, La salada, Carta a un padre. Indudablemente la que fue premiada es la peor, lejos.
Un cariño a todos.
Paciencia, Cuervo. Yo todavía estoy esperando que me expliquen la novedad de «La libertad», que dos décadas después solo produjo confusión y malas imitaciones… Habrá que ver en veinte años donde queda «Mauro»: si fue una más del montón, como decís, o -si su director y otros siguen desarrollando lo que ella y otras como «Reimon» esbozan- logran dar a luz algo «nuevo». Porque (y en eso acuerdo tu única duda) «puede que lo nuevo aparezca de un modo no evidente»: el problema es ver lo «nuevo» con los ojos de lo viejo, como suele hacerlo cierta crítica (que termina relegando lo verdaderamente disruptivo y elevando a la luz espejos de colores que nos venden como genio lo rancio de siempre).
Saludos.
Es verdad: cuando uno hace análisis cinematográfico hay que tener paciencia. Yo por ejemplo creo que La libertad es una disrupción evidente, tanto como La ciénaga. Y yo llegué tarde a ambas películas. Es más: la primera vez que vi La libertad en un canal de cable, la abominé. Alonso se me reveló con Los muertos. Hoy creo que es un puntal del cine argentino de las últimas décadas. Y espero Jauja, porque sospecho que entra en otra época. Veremos.
En cuanto a Reimon, sí, yo no la pongo junto con Mauro. La pongo junto con Los dueños, Criada, del lado de películas que registran una contradicción, un conflicto político en la sociedad argentina. Cosa que no encuentro en Mauro en ningún lado, que apenas ilustra una tesis, como dice Sassi, sobre la carestía de la vida.
Si uno suele llegar tarde, lo lógico sería entonces ser un poco más cauteloso. Yo soy puntual, y sigo sosteniendo lo que pensé de «La libertad» por entonces. Coincido en que fue un puntal, aunque en el peor sentido… No se si «Mauro» lo es, pero tampoco me interesa pensaren esos términos: la desesperación por encontrar obras maestras (en el sentido más didáctico del término) me parece más bien nefasto. Lo que hace falta son movimientos, incluso sin son zigzagueantes e imperfectos: lo importante es que sean colectivos y no dependan del mayor o menor genio de nadie. En ese sentido, hay varias peliculas que parecen marcar un desvío interesante de lo agotado en el NCA (incluyendo películas a las que se le ven demasiado los hilos, como «Los dueños», o alguna a la que más bien le faltan, como «Reimon»: pero lo importante es que por fin algo se está removiendo…)
Otra vez coincido: una de las cosas que perturbó a la crítica cinematográfica argentina en las últimas décadas es esa manía de encontrar todo el tiempo the new big thing. Lo mismo que esperar que cada BAFICI se convierta en una epifanía. Mientras tanto, fuera de las vitrinas oficiales hubo en estos años un cine que fue creciendo más apartado de los reflectores: Fontán, Loza/Fund, los cordobeses que emergieron claramente en este Bafici (me sorprendió gratamente Leandro Naranjo), El Calefón Cine, el taiwanés Hsu viene bien perfilado, tu propia obra, el apartado e incansable Perrone. Cosas muy diferentes. Quizá lo mejor de esta década es que, a diferencia de los 90, hay muchos cines argentinos bien distintos.
Oscar, te leo y no lo puedo creer. Sinceramente. Lo de tu socio, Villalobos, fue mucho más bajo y evidente, porque no maneja las herramientas intelectuales para hacer pasar toda esa mala leche que tiene como crítica. No pretendo que te guste la película. De hecho, me preocupa que le guste a todo el mundo, sobre todo porque no estoy de acuerdo con varios de los “méritos” que encontraban algunos críticos. Además, vos sabés, tanto como Roger y Nicolás, cuanto me gusta discutir y leer sobre cine. Y leer críticas negativas era la posibilidad que tenía de discutir la película, que es algo que me interesa y que disfruto. Lo que me da una paja tremenda, tre-men-da, es la falta de rigor de tu crítica para escamotear el más mínimo mérito. Aun así, voy a intentar responderte.
Primero:
Mauro no es una novedad ni pretende serlo, en todo caso, es la sintesis de la forma de trabajo de otros cineastas contemporáneos, modernos y clásicos que me gustan, de la argentina y del mundo. No creemos en la novedad, preferimos el eclecticismo. Cuando a Ringo Star le preguntaron si se consideraba un rocker o un mod, respondió: soy un mocker. Y nos gusta como Ringo toca la batería. Es discreto pero contundente.
Segundo:
En los 90 no existían las condiciones materiales para filmar como filmamos. Por lo tanto, es casi imposible que Mauro se parezca formalmente a una película de los 90. Esto te puede sonar tan abstracto como la lectura que hace Prividera del film, en todo caso, como prueba te pido que nombres al menos una película argentina de los 90 que se parezca a Mauro. Pero que se parezca de verdad, eh. Teniendo en cuenta que acá escribiste “en los 90 sería una más del montón” o que hago una película “del 94”. En tu blog, ya intentaste cruzar a Rejtman con Trapero, un tagline digno de esos productores al comienzo de The Players de Altman. Teniendo en cuenta que filme 250 hora de material, durante tres años, en la calle, sin ningún tipo de ayuda, sin seguridad, te propongo, al menos por respeto, un ejercicio intelectual un poco más serio.
Tercero:
En tu blog dijiste que “las elipsis eran un recurso técnico”, leyendo lo “impresionista” que te ponés en otros textos (porque a diferencia de vos, yo te tengo bien leído, Oscar querido) me suena un poco reduccionista… Y ya empezamos a creer que tenés la “percepción cinematográfica”, como asumís en tu respuesta a Ramos, de una horma de queso. De todas formas, nosotros no renegamos de la técnica. Trabajamos mucho y creemos, como decía Chaplin, que cualquier persona que sepa hacer bien un trabajo conoce el “alma” humana. Incluso los falsificadores, o quizás ellos con más razón.
Cuarto:
Si la película te parece noventista ideológicamente, es otro cantar. No estoy de acuerdo, pero lo respeto. No era la intención, pero no es una etapa superada para mi, fueron años muy difíciles para mi familia y mis amigos y quizás algo de eso todavía persiste. Pero la “neutralidad moral” que criticás si es premeditada. En parte, porque queríamos que la falsificación fuera una especie de “didáctica” de la teoría del valor, o sea que fuera percibida simplemente como trabajo o simplemente la “moral del trabajo bien hecho” y a su vez, de alguna manera la puesta en escena de la identidad en construcción de los personajes y esta nueva familia. Por eso no estoy de acuerdo con lo de “neutralidad afectiva”, porque no se si se te pasó por alto, que los personajes están haciendo eso, construyendo una familia. Y lo hacen como pueden, sobre las ruinas de la generación anterior, pero con mucho amor. Y así pretendo filmarlos yo. Lástima que no coincidamos.
De todas formas, Oscar, antes de escribir sobre la supuesta “realidad social” que ya no existe, te pido, no que cruces la general paz, sino que por lo menos te acerques acá, a unas cuadritas desde donde te escribo, a la esquina de Curapaligüe y Cobo, donde, si la “inversión social” que se hizo funciona como se espera o el ajuste que ahora supuestamente reclama la ortodoxia se hace con un poquito de sensibilidad, siendo optimistas en definitiva, al menos dos o tres generaciones van a tener que literalmente sacrificarse, para que sus nietos o bisnietos puedan terminar la secundaria y hacer una carrera terciaria; si le chupan, eso si, muy bien la pija al supervisor de un call center, algo así como el comisario de una fábrica, las otras 8 horas del día que no estén estudiando. Puede ser que hayas terminado con los 90- te entiendo, a mi también me daría vergüenza-, pero los 90- y los 80 y los 70-, todavía no terminaron con vos.
Eso no significa que tengamos que ir ahí a hacer un cine miserable. De hecho filmé esta película casi sin distancia, justamente porque no quería una película de tesis y mucho menos una tesis naturalista, si no exactamente lo contrario. Pero quería poner el trabajo y el dinero en el centro. Y para mi los personajes son opacos, de motivaciones difusas, pero son fuertes y se abren camino por prepotencia de trabajo. Ahora, épicas pelotudas y paternalismos, no. Eso no queríamos.
Quinto:
Lo de “monito las pelotas” lo vamos a charlar personalmente.
Para todo lo demás, acá hablo un poco más en detalle:
http://www.informeescaleno.com.ar/index.php?s=articulos&id=170
Roselli:
No se pongan nerviosos, que el que se enoja pierde (hablo en plural, ya que vos me respondés en «nosotros»).
-bueh, a todo el mundo no le gusta. A mí no me gusta.
– Lo de las «herramientas intelectuales» y el ninguneo a mi «socio» te califican como un tipo de baja catadura moral. Traer a mi «socio» a esta discusión es, diría, cobarde (ya que querés dar sermones morales sobre la «moral del trabajo bien hecho», un clásico de la derecha cultural).
– En lugar de enojarte conmigo, que soy por lo visto uno de los poquísimos a los que no le gusta Mauro, enojate con los que te elogian por la «carestía de la vida» o los que dicen que sos «lo nuevo de lo nuevo». Porque si no, no parece que me estuvieras reclamando rigor, sino solo que tu narcisismo está herido.
– Escamotear mérito: para mí es una película 6 puntos. Los planos fijos, las elipsis son elegantes. Esquivás cuidadosamente cualquier conflicto, político, moral, afectivo. Es muy ingenioso haber usado las elipsis de esa manera, lo que te hizo ganar el aplauso de todo el arco político. Una unanimidad extraña en esta Argentina crispada. Un 6 es una película pasable, correcta, hecha con mala conciencia, claro, pero con astucia. Méritos o deméritos según lo mires. Ahora no te enojes si no caí rendido por la película. Cuando aparece una película, no creo que el análisis cinematográfico consista en demostrar que no es una obra maestra. Creo, al contrario, que los que sostienen que lo es, o que es lo nuevo de lo nuevo son los que deberían demostrarlo.
– Las condiciones materiales y las formales: tenés una confusión: hay películas filmadas en muy distintas condiciones materiales que comparten un mismo universo formal. De hecho, todavía no pude leer ningún análisis de la película que me señale una novedad formal. Las elipsis, el realismo saturado, la zona intermedia entre lo legal y lo ilegal, los planos fijos, la fotografía oscura… ¿dónde hay novedad formal?
– Martín Rejman y Pablo Trapero pertenecen a un mismo paradigma cinematográfico, eso no habla ni bien ni mal de ellos, tampoco hablo de sus temas, ni de las clases sociales que retratan. Tu película forma parte de eso, aunque llegó un poco tarde. Algunas cosas cambiaron en 20 años en el cine y en el mundo, y no me refiero a filmar con cámaras digitales.
– De acuerdo: Mauro no es una novedad. Yo no discutía con vos al respecto, eh? Sino con los que afirman eso. La comparación con Ringo te queda un poco holgada.
– «Trabajamos mucho»: felicitaciones. Sigan trabajando mucho. De vez en cuando descansen.
– La falsificación: sí, se nota la intención didáctica. Creo que la falsificación es la única clave que atraviesa la película, y, como dice Sassi, los personajes se degradan tanto como los billetes. No solo trabajan falsificando sino también eso impregna toda su posición existencial. Incluso impregna a la película. Esa intención didáctico-política la entendí.
– » “realidad social” que ya no existe»: No hablé de realidad social ni de que «ya» no existe algo: Si ustedes trabajan mucho y si exaltan la moral del trabajo bien hecho, no sean mentirosos atribuyéndome palabras que no dije. Se acercan ahí peligrosamente a un Lanata, ustedes.
– Lo de Curapaligüe y Cobo es conmovedor. Cierto, hace falta más inversión social. Pero no entiendo a qué viene, porque yo no hablé en ningún momento de inversión social. Otro lanatismo.
– «pero los 90- y los 80 y los 70-, todavía no terminaron con vos»: esa parte no la entendí. Por suerte todavía ninguna década terminó conmigo. Ni yo pretendo terminar con ninguna década.
– «no quería una película de tesis»: bueno, te salió una de tesis, lo lamento. Vos mismo hablas de la didáctica de la falsificación y de la moral del trabajo bien hecho. Dos tesis un poco fatigadas. El mérito de la película es haberle hecho creer a varios que había ahí algo nuevo.
– «Quinto:
Lo de “monito las pelotas” lo vamos a charlar personalmente.» Epa! No sé si da para una charla. Pero Mauro me parece una peli muy monito.
Lo del link te la debo: ya te leí bastante hoy.
Un abrazo
-«Porque si no, no parece que me estuvieras reclamando rigor, sino solo que tu narcisismo está herido.”
No campeón, fijate que tardé semanas en responderte, pero como seguía leyendo necedades de tu parte, decidí responderte acá. Las otras prefiero responderlas con una nueva película.
-“Por eso Mauro, el de la película, está condenado a seguir en la lógica de la falsificación. No por la realidad social, sino por la perspectiva ideológica de la película.”
Acá tenés Lanata, ¿esto lo escribiste o no lo escribiste vos? Hacete un favor y date una vuelta por el barrio.
-“tenés una confusión: hay películas filmadas en muy distintas condiciones materiales que comparten un mismo universo formal.”
El que está confundido sos vos. Con condiciones materiales, no me refiero a si las películas fueron hechas con mucha plata o poca plata, si no al diseño de producción. Y no, en ese caso, no hay películas hechas con un diseño de producción diferente que compartan el mismo universo formal. Te doy un ejemplo burdo: se podría llegar a decir en una crítica que Aquelle querido mes de agosto es en algún punto Rohmeriana o que remite a ese universo, por el verano, los jovenes, los encuadres conjuntos, etc. Pero claramente no. Porque fue realizada desde un diseño de producción totalmente diferente al de las película de Rohmer. Un diseño contemporáneo. De paso te doy una clase de crítica, anotá:
Diseño de produción ———- Influye en la forma.
-“moral del trabajo bien hecho”, un clásico de la derecha cultural.
Trabajo como realización, querido. No como deber cívico. La izquierda tiene letra propia ¿Te acordás todavía? El deber cívico está más cerca de tus posteos diarios sobre los paros sorpresivos de los trabajadores de los trenes- ahí bien que te olvidás de Foucault- y otros temas como los saqueos a los que te acercás confundiendo la militancia con la alcahuetería.
-Bueno, te salió una de tesis, lo lamento. Vos mismo hablas de la didáctica de la falsificación y de la moral del trabajo bien hecho. Dos tesis un poco fatigadas.
Didáctica de «la teoria del valor», dije yo. El terreno de las emociones y las motivaciones es el de la indeterminación, ahí evitamos las tesis y las motivaciones y justo ahí vos te ponés moralista y juzgas que no hay lugar para la amistad y el amor: “Sequedad y dureza: sus personajes están duros y secos, el sentimiento, cuando aparece, viene acompañado por la traición.” ¿Sos el mismo que cree que Lancelot du Lac es una comedia?
-“Para mí es una película 6 puntos. “
Lo tengo acá a Carnevale en el teléfono, te manda saludos y me pregunta a cuantas estrellitas equivalen los 6 puntos, para canjearlos por algo en el super.
-“Esta ópera prima remite inmediatamente a las formas elípticas y secas del nuevo cine argentino noventista”
¿Por ejemplo? No recuerdo ninguna, puede que las elipsis si sean una novedad en el cine argentino. No en el cine de Pialat, o los Dardenne, pero si en el cine argentino y sobre todo de los 90. Sigo esperando que me digas a qué película de los 90 se parece Mauro.
Si tenés razón a que la clase retratada por mi película aparece en otras, pero no en mil, como decís. Aparece en las de Loza, en las de Perrone, en las de Fund. Algunas de ellos me gustan mucho. Creo que Mauro, tiene una voluntad narrativa que las otras no tienen, que la hizo atractiva, no se.
Y lo de la mala conciencia me gusta, eh. Filmé muchas horas por eso. No estoy de acuerdo con lo que pensás del resultado, porque se que obrás con mala leche, pero creo que el arte debe ser un poco un proceso de mala conciencia. Abrazo.
Buen, Roselli, que todo sea como vos quierás!
No vamos a hacer una lucha a muerte por esto, no es pa tanto: vos hiciste tu película, fue muy bien recibida, a mí me pareció sobrevalorada un % 167. El resto de los demás te aplauden. Vos ya estás haciendo la segunda. Se entendió lo que vos decís, a mí no me parecen demasiado sólidos los elogios que te hicieron. Siempre que llovió paró.
Ahora vamos a esperar la nueva de Lisandro.
Por eso, yo hago mi nueva película. Y vos podés seguir tu encarnizada y solitaria lucha contra la hegemonía cultural de la derecha de la mano de películas no eluden el conflicto y son realmente novedosas como Journey to the west. Shalom.
Dos cosas:
1) No entiendo la mala leche en las críticas, como se ve en esta discusión sobre «fantasmas de la ruta» o «Mauro» (curiosamente, dos películas que hacen la diferencia en medio de películas perfectamente intrascendentes). Entiendo que se puedan tener opiniones fuertes y de hecho las tengo (como aquí mismo se ve), pero trato de que estén respaldadas en un argumento, no en la mera defensa de un gusto personal que no habilita a nada. Menos a ser irrespetuoso con un director de cine con convicciones (como evidentemente tienen Campusano, Rosselli o el mismo Alonso).
2) La idea de que, frente al NCA canonizado en los 90 hoy hay por suerte «muchos cines argentinos bien distintos» proviene muchas veces de los mismos críticos que elevaron ese cine a vara rectora. Y me parece que ambas cosas son errores simétricamente opuestos: el problema fue imponer un canon que resultó insostenible, y ahora proponer que está bien que no haya ninguno… Ni tanto ni tan poco. En ese sentido, «Mauro» me parece una película literalmente excepcional porque trabaja sobre la tradición del cine de los noventa para cuestionarla desde adentro. Y está claro que es apenas un primer movimiento, del que deb4mos esperar su desarrollo (y no habrá que esperar mucho, porque Rosselli hace rato está filmando su segunda película…)
No hay mala leche, Prividera. Así como no hay mala leche cuando vos comentás El Diálogo: Son puntos de vista, disidencias, tensiones. No matamos a nadie: discutimos nomás.
– «fantasmas de la ruta” o “Mauro” (curiosamente, dos películas que hacen la diferencia en medio de películas perfectamente intrascendentes)»: te contradecís con lo que dijiste en comentario anterior. No están en medio de películas perfectamente intrascendentes: están en medio de unas cuantas películas valiosas.
– Yo no defiendo un gusto personal: estoy esperando que alguien me diga la novedad o la excepcionalidad o la maestría o la calidad de Mauro. Hasta ahora no tuve suerte en mi espera.
– ¿Dónde está la falta de respeto? Convicciones todos tenemos una, incluso dos. Pero eso no impide discutir. Observá que yo siempre solo hablé de las películas, ninguna referencia personal a los directores.
– «La idea de que, frente al NCA canonizado en los 90 hoy hay por suerte “muchos cines argentinos bien distintos” proviene muchas veces de los mismos críticos que elevaron ese cine a vara rectora.»: introducís esa premisa de un modo falaz. Yo no elevé el cine de los 90 a vara rectora, ni impuse ningún canon, así que en este debate es inatinente. Sí creo que no es ningún error decir que por suerte el cine argentino de 2014 es más diverso que el de los 90. Lo vengo diciendo desde hace 6 o 7 años. Algunos se empezaron a dar cuenta últimamente.
– No veo que Mauro cuestione la tradición de los 90, sino que la repite. El cuestionamiento debería demostrarse, no es un axioma evidente.
– Qué bueno que haya pronto una segunda película de Roselli. Capaz que me gusta más. Capaz que me pasa como con Lisandro Alonso, que me gustó más la segunda que la primera.
Cuervo:
Decis que no hay mala leche, pero hasta en ese comentario de descargo la hay. Te marco algunos “sin gritos ni sinsentidos”:
– Al decir que Fantasmas de la ruta o Mauro son “dos películas que hacen la diferencia en medio de películas perfectamente intrascendentes” no me contradigo: no dije que fueran las únicas películas valiosas (y de hecho nombre otras). Es clarísimo si uno lo quiere leer con buena leche…
-Decís que no defendés “un gusto personal”, pero no se entiende cual es tu “sistema” de lectura (con perdón de la palabra), cuando atacás furibundamente una opera prima que intenta decir algo sobre la realidad política y a la vez defendés a capa y espada el cine de Alonso, cuya maestra abstracción bien podría recibir el sayo de “noventista” que graciosamente le endilgás a Mauro…
– Decís que no defendés ningún canon (lo que contrtadice el ejemplo anterior) y que “no es ningún error decir que por suerte el cine argentino es más diverso que el de los 90” como venís “diciendo desde hace 6 o 7 años”: es curioso entonces que te dediques a atacar con tanta saña películas que claramente participan de esa diversidad…
-Por último: la falta de respeto está en tus ironías gratuitas sobre el valor de Mauro, o directamente en frases agraviantes como “Monito las pelotas”, que empeñan los argumentos que sí venís usando…
La nota de Marcela dió para que se hable de todo un poco y no leí en profundidad todo pero, disculpen si no es así, suena en parte a furibundas batallas de egos. Volviendo a la nota, yo me enganche en el párrafo de la dinastía Quintín por lo que menciona Marcela y porque la última vez que vi y escuche algo rico, innovador y arriesgado en un Festival fué en MDQ en Jornadas que Quintin coordino con panelistas de nivel internacional para debatir sobre cine, critica, futuro, internet, etc. Uno de los panelistas era Jonatahn Rosenbaun el nivel era así. Y fueron,creo, 5 Jornadas, quedé fascinado. Nunca más hubo de esos espacios en ningún Festival y en esa ocasión, me extrañó, no contamos con la presencia como público de cineastas y tampoco críticos, eramos todos doñas Rosas, más o menos. Nunca me explique esas ausencias en una actividad de claro nivel internacional. Y creo que una parte de las claves de todo esto están en los 4 «tal vez» de Marcela en ese párrafo. PD : y los «tal vez de Marcela» se pueden aplicar también a la Feria del Libro, un gran muestrario comercial, sin sangre, sin política, sin riesgo, sin debate. En definitiva sin cambio.
Tal vez esos espacios no existen porque a quienes debieran armarlos no les interesa la discusión, con la excusa de que es una «furibunda batalla de egos»…
cuando se habla de los 90, imagino que se están refiriendo al cine que se hizo en los 2000, no? porque hasta donde se, en los 90 identificados con el NCA sólo se hicieron rapado (92), mundo grúa (99) y pizza birra faso (97). sería bueno encuadrar un poco mejor el dato historiográfico.
Nos referimos a la los ’90 porque es la época de formación y surgimiento de esa generación (con las películas que mencionás y otras): no llegaron de un repollo en el año 2000, aunque muchos prefieran verlo (y verse) así.