EL BAFICI EN EL BAFICI 2015 (06): LAS PELÍCULAS SUPUESTAMENTE MENORES
Por Santiago González Cragnolino
El Bafici 2015 se encuentra recién a la mitad de su recorrido pero ya puedo arriesgar una hipótesis: si uno quiere ver buenas películas tendrá que buscar mayormente por fuera de las competencias. Por supuesto que siempre hay excepciones y una película como The Kindergarten Teacher es eso, una película excepcional. Por otra parte, la mayoría de las aspirantes a los premios sólo deparan indiferencia (en el mejor de los casos) o incluso verdaderos disgustos. Pienso por ejemplo en una de las grandes candidatas de la competencia internacional, Los exiliados románticos de Jonás Trueba, la historia de tres amigos españoles que viajan por el Viejo Continente en busca de novias de distintas nacionalidades, una celebración de ser joven, blanco y europeo. Los jueguitos formales que introduce al final de la película lejos de darle aires renovadores al asunto confirman que es una película sumamente reaccionaria. Mientras los personajes cantan risueños, casi mirando a cámara, una canción que suena por arte de magia, lo que Trueba nos quiere decir es que en Europa todo está bien, siempre y cuando tengamos nuestras becas, nuestras vans, nuestras novias y nuestras canciones fetiche.
En la competencia Vanguardia y Género las cosas no son necesariamente mucho mejores. La idea de riesgo que la definiría puede ser en realidad una trampa, un truco que encubre que detrás de los desvíos de ciertas normas, no hay una mirada propia ni una forma interesante de pensar el cine. Todavía no puedo dilucidar si Wonderful World End entra en esa bolsa, pero sospecho que no. La película de Daigo Matsui cuenta la historia de una lolita japonesa que tiene un blogcast, una transmisión en video en vivo donde las chicas que se graban interactúan con sus seguidores. En Japón estas jovencitas pueden llegar a las decenas de miles de fans y hasta tienen representantes. En un principio la película parece no despegarse de un modelo muy popular en los festivales: obras de directores de distintas partes del mundo que filman, cámara en mano, pegados a los cuerpos de adolescentes que atraviesan alguna crisis personal, películas deudoras, lo sepan o no, de las de Assayas (aunque claro, sin el ojo incisivo y la inteligencia del francés). Sin embargo Wonderful World End se diferencia del montón en dos sentidos. En primer lugar porque muestra una zona desconocida de la cultura juvenil japonesa, mientras que la mayoría de teen movies solemnes de festival insisten en mostrar adolescentes universales (aunque no queda claro si es por un definitivo triunfo de la globalización o por falta de perspicacia de los directores, me decanto por la segunda opción). En segundo lugar, la película de Matsui se distingue por cómo rompe con el naturalismo al intervenir los planos con emojis, mensajes de texto y comentarios del blog, y en momentos puntuales en los que el sonido abandona su función realista y la banda sonora se convierte en la representación del paisaje mental de los protagonistas. Para terminar de diferenciarse de la caterva, Wonderful World End tiene un final delirante e inverosímil. Por un lado la cuota “rupturista” puede ser una pantalla de humo. Por el otro, quizás Matsui tiene una idea clara en la cabeza si pensamos que los juegos con el lenguaje visual de los adolescentes y ese final inverosímil son en realidad una forma de admitir que el mundo emocional de las adolescentes japonesas es incomprensible para los que no formamos parte de él.
Saliendo de las competencias, conviene buscar las películas que no tienen la chapa de ser parte de una selección oficial o que no tienen mucho consenso crítico que las sustente. Es el caso de Bird People, parte de la retrospectiva de la directora francesa Pascale Ferran. La historia se enfoca en dos personajes, un empresario de Silicon Valley que se encuentra en Francia por negocios y una estudiante universitaria que trabaja en el servicio de limpieza del hotel en el que él se hospeda. El grueso de la película se ocupa del ejecutivo y nos trasmite su hastío. Encerrado en su hotel mientras decide qué hacer con su trabajo y con su matrimonio, la película transcurre lenta y engorrosamente, y el único escape del personaje y del espectador es observar los aviones que vuelan desde un aeropuerto adyacente al hotel. El anticlímax de la película es una amarga pelea por Skype entre el empresario y su mujer. Cuando la directora procede a narrar desde el punto de vista de la chica todo cambia, al tiempo que decide darle un giro fantástico a la historia. No creo en la importancia de los spoiler pero en este caso voy a hacer una excepción, porque el efecto sorpresa es sumamente placentero. En las últimas secuencias la cámara de Bird People toma vuelo y nos muestra situaciones diversas dese un punto de vista poco habitual y se da el lujo de hacer cosas impensadas cómo por ejemplo una secuencia de suspenso con un búho. Finalmente Bird People se identifica con sus protagonistas, ansiosos de escapar de la rutina; una película que huye de lo que vemos cotidianamente en las salas.
Otra película oculta de este Bafici, recluida en la sección Música, es American Interior que puede ser tomada erróneamente como un simple acompañamiento al disco homónimo del galés Gruff Rhys (líder de los geniales Super Furry Animals), pero es una película por derecho propio. La historia empieza cuando Rhys se entera que es descendiente de John Evans, un explorador de fines del siglo 18 que decide viajar a Norteamérica en busca de una tribu de indios que, según la leyenda, fueron súbditos de un príncipe galés, precursor secreto de Colón; guardianes de una especie de tierra prometida para los hijos de Gales. El músico decide rastrear los pasos del explorador por Estados Unidos y emprende una gira acompañado con un muppet de John Evans, una muestra de su sentido del humor o de su locura. En los recitales, Rhys cuenta la historia de su ancestro y explica su empresa apoyado por una rudimentaria presentación de PowerPoint con la cara de póquer de un profesional del stand-up. A medida que el cantante descubre la increíble historia de su tatarabuelo, se va formando la idea de que Evans fue, secretamente y desde un lugar marginal, una figura importante en la historia de los Estados Unidos coloniales. Al mismo tiempo la película entra en el terreno de la road movie y del documental de personajes excéntricos y geniales (pienso en Vernon, Florida de Errol Morris). La ventaja que tiene Rhys como extranjero al mundo del cine es que se acerca a su trabajo de director libre de presiones y de expectativas ajenas. Así, se da la libertad de incluir todo tipo de caprichos que estiran la forma de su documental, como cuando incluye una escena de pesca en un lago congelado que hace acordar un poco a los programas televisivos de supervivencia como A prueba de todo con Bear Grylls. Al mismo tiempo, Rhys demuestra que tiene verdadero potencial como director de cine. En primer lugar, American Interior es una de esas obras de extranjeros encantados por los paisajes y la historia de Estados Unidos y logra transmitir su fascinación por el país del norte. En segundo lugar, cuando logra contactarse con la tribu de los Mandan, lo hace con plena conciencia de que filma un encuentro de culturas y lo hace desde un respeto nada forzado y sumamente cálido. Lejos de no saber lo que hace, el músico devenido cineasta entiende el cine como una forma de preservación cultural y un arma lúdica que aniquila solemnidades.
Santiago Cragnolino González / Copyleft 2015
Santiago: me gusta el texto, y en especial lo que decís al final y parte de cosas que decís al inicio, sobre todo cuando evaluas la japonesa.
1. No veo que Los hermosos exiliados sea reaccionaria. La conclusión que sacás y las premisas que la sustenta me parecen inadecuadas. Hay un recluimiento en la interioridad, o más bien en una burbuja comunitaria a pequeña escala, pero el momento en el que tienen una cena en la casa del señor que pide festejar en el nombre de Fuller es exactamente la escena en la que aparece el conflicto del mundo. En este sentido, es un film que está muy cerca de El último verano, que no es reaccionario.
2. Menos aún estoy de acuerdo contigo de que en las competencias campea una mediocridad arrasadora: La de Lapad es muy buena, pero también lo es la de Périot. En esa hay como mínimo unas 8 películas sólidas en sus propios términos. The Court es una ópera prima muy valiosa. Y podría seguir dando títulos. Y esto sucede en la competencia argentina y en la VyG.
Dicho esto, me gusta el texto. Explicito el desacuerdo solamente porque así lo veo.
RK
Roger: en esa escena que mencionas se dibuja algo del mundo extrerior pero no alcanza. De hecho me parece clave el tratamiento que le da a la palabra del viejo, que cuando habla lo despacha en dos fundidos encadenados. Trueba tiene todo el tiempo del mundo para las pavadas que dicen sus protagonistas, pero resume el discurso del viejo en un minuto.
Yo creo que lo que digo si se sigue de las premisas. Pienso por ejemplo en el diálogo de las mujeres al final acompañado de los intertítulos. Esa parte en la que algunos ven una autocrítica yo veo cinismo. Por eso sostengo que es una peli reaccionaria.
Con respecto al punto 2 puede sonar muy duro pero lo que yo llegué a ver me me dejo esa idea. No cuento con la ventaja que tenés vos de ver casi todas las películas antes de que comience el festival. Igual creo que está claro que el texto esta escrito «en caliente» y en tiempo presente. Voy a seguir viendo pelis de la competencia pero dudo que cambie de parecer. Veremos.
Abrazo
Ahora que terminó el BAFICI, sería bueno actualizar esta entrada. Me parece que no puede faltar un análisis de «A Girl Walks Home Alone at Night». Cruce de géneros original y película climática como pocas.