EL CANON DE DIEGO MONDACA
Poco y nada se sabe del cine boliviano, incluso entre quienes nos dedicamos profesionalmente a la crítica y a la programación. Dada la cercanía con el país hermano (tan cerca y tan lejos, según qué posición se adopte respecto de esta compleja nación constituida por identidades múltiples y también lingüísticamente diversa), deberíamos saber mucho más de lo que se sabe del cine boliviano. La lista final de Diego Mondaca puede servir como un paso inicial para adentrarse a una historia del cine de su país. Lejos está de ser una glosa de una cinematografía, pero conociendo sus títulos estoy seguro de que resulta un primer paso en tierra firme.
No conozco personalmente a Mondaca, pero sí he intercambiado correspondencia, he compartido un debate online, lo entrevisté en dos oportunidades (radio y para un festival de cine por la web) y asimismo he programado Chaco en Filmfest Hamburg. He aprendido de él en nuestros intercambios, porque es un hombre que razona sus pasiones y preferencias, y está dispuesto a volver sobre estas para saber si está o no en lo cierto. También sé que además de cineasta ha trabajado para que otros puedan ver las películas de otros. Su tarea con el Cineclubecito y su paso por el Festival de Cine Radical han sido decisivos en la construcción de una cultura cinematográfica en Bolivia.
Como pienso que este espacio, el del canon, permite revisar o conocer películas de territorios menos transitados, invitar a Mondaca me resultaba casi una obligación. En verdad es un placer, y asimismo una oportunidad, al menos para mí, de conjurar la inconfesada ignorancia acerca de una cinematografía que siempre me interesó. Es probable que en esta ocasión encuentre un nuevo motivo para cumplir con los dictámenes de mi curiosidad. No vi todos los títulos que Mondaca elige de su país, así que ya tengo un nuevo llamado para retomar viejas inquietudes y saldar una deuda constante con el país hermano. Quisiera añadir algo: creo que Mondaca es un buen hombre. Eso he intuido cuando he conversado con él. (Roger Koza)
***
Querido Roger:
Elaborar una lista tiene muchos peligros a pesar de que siempre nos la pasamos haciendo listas, como dice Renzi. Uno pude abultarlas demasiado o que queden siempre incompletas.
Por mi parte se me hace mas fácil, o cómodo, hacer listas de libros, de escritores, de músicos, de pintores, de futbolistas y de recetas de cocina. Es quizás porque no son mi oficio directo, pero sí forman parte fundamental de lo que lo rodea. Esos anexos infaltables. Irse por las ramas te da esa libertad, diría también Ruiz. Como ven, este es el segundo párrafo en el que no puedo encarar el trabajo de elaborar la listas o el canon al que Roger Koza amablemente me invitó.
Veo que podría empezar por directores bolivianxs, algo quizás más seguro para arrancar dado que es mi “territorio”. Pero también me resulta complejo, dado que si omites a algún colega o amigo, es posible que te metas en serios problemas sin quererlo, y solo por hacer mal una lista. Pasa en todos lados, y en todo oficio.
Empezaré (cuarto párrafo) por directores referentes, que considero que han encarado la vida y su obra con especial amor y coraje, determinando/detonando en mí, y en mucha gente, la posibilidad de nuevas miradas y sensaciones, motivándonos a explorarnos un poco más a nosotros mismos y al mundo de (allí) afuera. Ellxs me han detonado preguntas que me permitieron, y me siguen permitiendo, descubrir nuevos espacios y situaciones, en mí y mis contextos. Hacer una lista de títulos no me anima mucho, prefiero empezar al menos citando a personas, gente que han construido una obra, o que siguen en ello. Me hace más sentido así, luego podemos entrar en títulos.
Jorge Sanjinés, Akira Kurosawa, Nicolás Guillén, Luis Ospina, Werner Herzog, Glauber Rocha, Sara Gómez, Agnès Varda, Raúl Ruiz, Lucrecia Martel, Milos Forman, Robert y David Maysles, Avi Mograbi, Luis Buñuel, Pier Paolo Pasolini, Jonas Mekas, Eduardo Coutinho, Edgardo Cozarinsky.
Los citados arriba han sido poetas, escritores, caminantes, viajantes incansables o altos cocineros. Personas que me han ido acercando a varios otros mundos y al resto del cine que me gusta e inquieta.
Listado breve de películas bolivianas:
Wara Wawa, 1930, José María Velazco Maidana.
Acá me gustaría compartir el relato de Marina Núñez del Prado, importante artista y escultora boliviana, que participó de actriz en la película y narra sus impresiones en el libro de sus memorias titulado Mi vida en los Andes:
“La realización de Wara Wara constituyó toda una odisea; parte de ella fue filmada en una isla del famoso lago sobrado de los Incas, señalado en todos los textos de geografía como el más alto del mundo, el Titikaka. La isla también tiene un nombre aymara, se llama Suriqui. A esa isla que emerge de las aguas limpias y azules del pequeño mar interior, un lugar privilegiado por su belleza natural, tuvimos que trasladarnos un grupo de improvisados actores, pasando con este motivo algunos días entretenidos e inolvidables”.
Y continúa Marina: “La película representa episodios de la Conquista española en tierras del Inca Emperador. Los actores eran poetas, artistas, como la escritora Ana Rosa Tornero, el pintor Arturo Borda, que hacía el papel de gran sacerdote, el poete Guillermo Vizcarra Fabre, mi profesor de Historia de Arte, de Curaca (…) Yo y otras actrices improvisadas éramos las Sacerdotisas o Ñustas del Culto de la Luna. Los esfuerzos mancomunados de Velazco Maidana y todos nosotros, después de ímprobos trabajos, se vieron coronados por un triunfo total. La primera película largometraje auténticamente boliviana estaba concluida” .
Vuelve Sebastiana, 1953, Jorge Ruiz y Augusto Roca.
Este mediometraje de Jorge Ruiz es una de las primeras producciones bolivianas en alcanzar una amplia trascendencia internacional y con premios en varios festivales. Entre documental y ficción, entre cine etnográfico y de denuncia, Vuelve Sebastiana narra la historia de una comunidad antiquísima, anterior a la aymara, y ahora casi inexistente: los chipayas, habitantes de las mesetas del altiplano boliviano.
La vertiente, 1958, Jorge Ruiz.
Primer largometraje sonoro de la historia del cine boliviano. Cuenta la historia de un pueblo de la amazonia boliviana, Rurrenabaque, en el que sus pobladores se organizan para poder acceder a agua potable de manera comunal y autogestionada.
Yawar Mallku, 1969, Jorge Sanjinés.
Más allá de la trama y del impacto de la película, este trabajo es determinante como parteaguas y detonador de profundas reflexiones en el Grupo Ukamau. La película había sido concebida para alertar a los indígenas de los propósitos esterilizadores que estaban implementado foráneos y nacionales contra las comunidades rurales e indígenas. La película no lograba conmoverlos, y por tanto tampoco animarlos. Para el equipo, y este es un relato de Jorge, “no era nada grato constatar que la película que gustaba tanto en el exterior y ganaba premios en festivales, fuera mirada como una nueva intromisión en ese otro universo cultural indígena”. Y Jorge continúa: “No bastaba que la película estuviera manifestando su voluntad de cooperación, que se alineara a su lado, que se arriesgara, inclusive, por ellos. Comprendimos que el problema no era otro que el de la forma, el del lenguaje utilizado para ‘tratar’ sus problemas y tratar de hablar en ‘su’ nombre”.
A partir de esa comprensión, dura y directa, el Grupo Ukamau se encamina en la búsqueda de “otro lenguaje”.
El coraje del pueblo, 1971, Jorge Sanjinés.
Película que se establece como el primer ejercicio, un paso fundamental del Grupo Ukamau en la búsqueda de un lenguaje propio, donde el protagonista es colectivo. Al desplazar al individuo logra priorizar al grupo, estableciendo así un puente comunicador con los destinatarios del film. El coraje del pueblo evidencia la organización de las familias mineras, su alta conciencia política y social, como también el rol activo de las mujeres, entre ellas Domitila Chungara, quienes fueron determinantes en las acciones de denuncia y las huelgas de hambre que finalmente obligaron al dictador Hugo Banzer Suárez a llamar a elecciones y dar paso a proceso democráticos. Un film que se establece también como testigo y testimonio de la lucha y resistencia obrera ante las masacres en los campos mineros por parte la dictadura y sus militares.
Las banderas del amanecer, 1985, Beatriz Palacios.
Beatriz Palacios (1952-2003) reconstruye minuciosamente los hechos acaecidos en Bolivia entre 1979 y 1982. Años oscuros. El film articula con maestría y alta sensibilidad testimonios de las protagonistas, incluyendo escenas captadas durante los hechos mismos, hace un repaso a los tres procesos electorales registrados en 1978, 1979 y 1980, el golpe de Estado encabezado por el coronel Alberto Natush y la masacre de Todos Santos; el asesinato de importantes personalidades políticas, como Luis Espinal y Marcelo Quiroga Santa Cruz; las grandes movilizaciones obreras, campesinas, estudiantiles, el sangriento golpe del general García Meza Tejada; la lucha en la resistencia, y finalmente la reapertura del proceso democrático.
La nación clandestina, 1989, Jorge Sanjinés.
Pelicula en la que finalmente pueden implementar el “plano secuencia integral” que busca transmitir el sentido de integración que constituye la tradición cultural de la colectividad indígena y que fractura el ordenamiento lineal, planteando concepciones reñidas con la lógica cartesiana desde la idea de un futuro que puede estar atrás del presente o la idea de que la muerte puede ser el inicio de la vida. Cuando el viejo “chakamani” le dice a Basilia, la esposa de Sebastián, que esta caminando a revés, de cabeza, y que no podría caminar parado si no estuviera de cabeza, está planteando una distinta manera de ver las cosas de la vida, que es importante atender para comprender la Bolivia que tenemos, nación compleja y abigarrada, en la que dos más dos no son cuatro y mirar atrás es también ver el futuro.
Lo más bonito de mis mejores años, 2005, Martín Boulocq.
Filmada en la ciudad de Cochabamba, esta película de Boulocq es un crudo reflejo de una época, de una generación teñida por el desencanto y de una recesión económica que afecta al país provocando una migración masiva en búsqueda de “mejores opciones”. Todo el elenco es joven. Se trata de jóvenes que experimentan el sinsentido y que mirándose a sí mismos van develando limitaciones y nostalgias. Una de las primeras películas filmadas completamente en formato digital y con mucha transgresión respecto de lo que se había visto o propuesto desde el cine boliviano, Lo más bonito de mis mejores años se establece como un film bisagra ante un formato y hacia una nueva generación de realizadores bolivianos.
Viejo calavera, 2016, Mauricio Quiroga (Kiro Russo).
Una muy interesante exploración de la oscuridad de la mina y las personas que la ronda. Trabajo plástico destacado, tanto en sonido como la fotografía, que se centra en el trauma de una generación de hijos de mineros que ya no quieren saber más de la mina, y buscan desesperadamente encontrar otras opciones.
El corral y el viento, 2014, Miguel Hilari
Acá voy a tomar la descripción que hace Mijaíl K. Miranda, critico de cine y periodista en la revista MUY WASO, sobre el film, que me parece muy atinada y la mejor manera de sintetizar esta película, “que avanza sin grandilocuencias y al mismo tiempo exhala complejidades”:
“El encierro y el estancamiento contrapuestos a la libertad y lo transitorio. Opuestos pero, de alguna forma, vinculados por el desencuentro. Un juego de palabras y significados irreconciliables”.
Algo quema, 2017, Mauricio Ovando.
Una muy valiosa expiración y catarsis en torno a los archivos fílmicos familiares del director, y que revisa la vida intima y familiar de Alfredo Ovando, abuelo del director, quien en la década de 1960 fue presidente de facto de Bolivia y uno de los responsables, entre otras cosas, de las masacres en los centros mineros y la emboscada al Che Guevara en Bolivia.
*Fotogramas de portada: El coraje del pueblo; 2) Viejo calavera; 3) El corral y el viento.
Con los ojos abiertos / Copyleft 2020
Última edición de La Internacional Cinéfila
2019 (leer aquí)
El canon: los participantes precedentes:
Sara García – España (leer aquí)
Lucías Salas – Argentina (leer aquí)
Gürcan Keltek – Turquía (leer aquí)
Affonso Uchôa – Brasil (leer aquí)
Radu Jude – Rumania (leer aquí)
Últimos Comentarios