EL CANTANTE

EL CANTANTE

por - Críticas
13 Ago, 2007 12:36 | Sin comentarios

**** Obra maestra *** Hay que verla ** Válida de ver ● Sin Valor

por Roger Alan Koza

 El show debe continuar

The Singer

El cantante, Francia, 2006.

Dirigida y escrita por Xavier Giannoli.

** Válida de ver

Este film de Giannoli se sostiene en una interpretación legendaria de Depardieu, cuyo talento eleva un film proclive a la mediocridad en una película simpática.

En la última edición del festival internacional de cine de Hamburgo, Gerard Depardieu recibió el premio Douglas Sirk, galardón exclusivo para todos aquellos que han hecho una contribución significativa al séptimo arte. En esa ocasión, la película exhibida antes de la ceremonia fue El cantante. El director artístico del festival, Albert Wiederspiel me decía: «Es una película muy pequeña pero con un Depardieu enorme».

El juicio de Wiederspiel es preciso. El cantante es un film menor, fluido y encantador en su primera hora y cuarto, innecesariamente sentencioso y ambiguo en su desenlace, pero con un Depardieu, sutil y magistral, interpretando a un cantante melódico en el final de su carrera.

En un plano medio largo, Depardieu como Alain Moreau espera solo en su camerino. Es un plano justo porque transmite en su duración el sentimiento dominante de la película: la soledad. Aquí, la de un perseverante músico de discoteca y fiestas varias, ligeramente reconocido en Clermont-Ferrand, cuyas canciones animan a bailar a todos esos solitarios que después de los 40 han quedado solteros. Como dice el propio Moreau, «hay 14 millones de personas sin parejas para hacer bailar». Y esta evidencia sociológica se la comunica a una joven mujer, madre y divorciada, Marion (Cecile de France), que no sólo será su agente inmobiliario sino su posible último amor. Un romance complicado, pues a la diferencia generacional se sumarán otras dificultades que involucran a viejos amigos, ex-mujeres y otros pretendientes.

Extremadamente convencional para una película que estuvo en la competencia oficial de Cannes 2006, aunque saludable para una cartelera poblada por magos, ladrones y robots, una de las virtudes de El cantante, además de la presencia de Depardieu, es su respetuoso retrato de un universo artístico proclive al sarcasmo de clase media.

En efecto, Alain Moreau, bien podría ser un Sergio Denis regional, un intérprete que muchos calificarían de grasa. Pero el acierto de esta tercera película de Xavier Giannoli es dignificar a este tipo de artista. Así lo demuestra el breve pasaje en el que se ve a Christophe previo a un show, lo que Giannoli considera una presencia extraordinaria. Hay estrellas que llenan estadios. Hay virtuosos que tocan en lugares consagrados. Y existen también esos músicos anónimos que sábado a sábado se presentan en clubes y discotecas, y que con su música animan la vida de miles de personas destinadas a una existencia corriente.

Depardieu, quien interpreta todas las canciones del filme, ya había encarnado a un músico. Recuérdese a su crepuscular Marin Marais, en Todas las mañanas del mundo. Pero este Moreau habrá de permanecer como una de sus grandes composiciones, tan disímiles a su genial cura en Bajo el sol de Satán, su obsesionado amante de La mujer de la próxima puerta, o su gerente neurótico de Mi tío de América, personajes excepcionales de su carrera.

Quienes amamos a Depardieu le concederemos nuestro consentimiento a este discreto film de Giannoli. Recordaremos a Moreau en su casa junto a su mascota, un chivo, mientras que posa frente a su pantalla solar. O sus sesiones de claritos. Y guardaremos en la memoria ese pasaje en el que Marion y Moreau van de paseo al cráter de Puy-de-Dôme, allí en donde otro cantante melódico, Claude Vorilhon, ahora conocido como un líder espiritual, Rael, creyó entrar en contacto con seres de otros mundos.

Esta crítica fue publicada con algunas modificaciones por el Diario La Voz del Interior durante el mes de julio de 2007.

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