Gracias, Roger, por subir El Cinematógrafo acá al blog con tu charla con Salinas. De «luz disponible» habla él; me parece muy preciso decirlo así, quizá más que «luz natural». Ya se lo comenté a Marcela G. a propósito de La vie d’Adele. La artificialidad tremenda en las escenas amorosas del film de Kechiche provocada por una luz cegadora colocada arriba me resultó casi irritante; en una de ellas hay despliegue de numerosas velas cuya luminosidad tenue aparece neutralizada por esa luz todopoderosa. Hubiera sido (más) interesante filmar con la luz disponible de las velas, que no echara mano de una luz tan potente. Kechiche pareciera pretender que los espectadores nos quedemos satisfechos a partir de la idea de mostrarlo «todo» para que, precisamente, podamos, supuestamente, verlo todo desde esa luminosidad invasiva. La imaginación al ataúd.
Abrazos,
edf
Gracias, Roger, por subir El Cinematógrafo acá al blog con tu charla con Salinas. De «luz disponible» habla él; me parece muy preciso decirlo así, quizá más que «luz natural». Ya se lo comenté a Marcela G. a propósito de La vie d’Adele. La artificialidad tremenda en las escenas amorosas del film de Kechiche provocada por una luz cegadora colocada arriba me resultó casi irritante; en una de ellas hay despliegue de numerosas velas cuya luminosidad tenue aparece neutralizada por esa luz todopoderosa. Hubiera sido (más) interesante filmar con la luz disponible de las velas, que no echara mano de una luz tan potente. Kechiche pareciera pretender que los espectadores nos quedemos satisfechos a partir de la idea de mostrarlo «todo» para que, precisamente, podamos, supuestamente, verlo todo desde esa luminosidad invasiva. La imaginación al ataúd.
Abrazos,
edf