EL DÍA NUEVO
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Koza
LAS ORILLAS
El día nuevo, Argentina, 2016
Dirigida por Gustavo Fontán. Escrita por Gloria Peirano y G. Fontán
*** Hay que verla
Una característica película de Gustavo Fontán con una giro poético y dramático que se apoya en el uso de un texto peculiar
Empieza otro ciclo de películas para Gustavo Fontán, cineasta que suele elegir un tema y girar en torno a él durante tres películas. Le dedicó uno a la casa paterna, otro a un río de Entre Ríos; todas esas películas eran tan autónomas como distintas, y prodigiosamente insistían en un primer caso en el concepto de habitar, y en el segundo en la relación poética que se establece entre una condición del espíritu y un ecosistema evocado por el río.
El día nuevo podría pertenecer al último ciclo, pero el cineasta aclara que se trata de otro. Así lo afirma cuando empiezan los créditos finales y entre paréntesis dice que el film es el primero “del ciclo de las distancias”. Es decir, en esta oportunidad no será ni un objeto ni un fenómeno natural el tema elegido; aquí se trata de la relación concebida como distancia. Alguien está en una orilla, otro está en la opuesta. ¿Qué los une o separa? El Yo es un perímetro que se define en la no mismidad de otros que siempre están a distancia.
El día nuevo es el diario y el registro de una separación literal. Un hombre vive al lado del río. Es el protagonista visible, pues no se ve a la mujer que lo ha abandonado pero sí se la oye, y es tan decisiva en la trama como él. Separarse es distanciarse y seguir el curso de una vida alejado de alguien con el que se había elegido transitarla. La premisa de la película no es otra que seguir los primeros días de ese nuevo estadio afectivo en la vida de los protagonistas. Habrá algunos indicios del porqué del fracaso, insinuaciones que tienen un peso simbólico inobjetable y que pueden ser leídas como potenciales secretos de una relación que conoció la ternura y la fricción. Fontán prefiere suministrar signos indeterminados, el sentido final es de quien mira.
Todo cineasta concibe una forma para sus temas. La distancia aquí se cifra como separación. El film sacrifica su propio bienestar orgánico, tan ejemplar en las películas del cineasta. ¿De qué manera? Fontán intuye una poética del apartamiento: el hombre es imagen, la mujer sonido, o más bien palabra. Así, a lo largo de toda la película, las imágenes rivalizan discretamente con la voz en off; solamente los une la musicalidad propia del ecosistema circundante. La mujer y su hija, después de todo, dicen vivir ahora cerca del río, pasando la ciudad, en otro paraje litoral. Lógicamente, la hija a veces reclama a su padre. Distancia del relato, distancia física del film: la imagen se disocia del lenguaje; la separación está en la propia forma del film.
Los escenarios se parecen a los de El limonero real, película rodada posteriormente a El nuevo día; las acciones también son parecidas: un hombre anda en bote, camina, pesca y está rodeado de animales. En un momento un niño golpea la puerta de la casa del hombre y juntos se van al río, escena que podría integrar el filme basado en la novela de Juan José Saer. Pero las similitudes no los igualan, ya que la poética es enteramente opuesta. El sonido y la imagen en aquel filme están al servicio de trabajar sobre la naturaleza poética del acto de narrar en Saer, mientras que aquí la imagen y parte del sonido deben mantenerse a distancia porque definen el estado espiritual de los personajes.
Las separaciones son dolorosas, y eso sí se puede divisar en el lenguaje corporal del hombre que está solo con sus animales y en el tono de voz de la mujer que expresa su partida. El resto de la naturaleza no demuestra piedad alguna; la incesante voluptuosidad de la corriente del río, la frondosa vegetación aledaña a él y los animales que existen sin la pauta de un calendario están ahí; el tiempo no los aqueja, apenas son en él y el concepto de un nuevo día les es indiferente. Eso también es parte del registro sensible.
Un hombre y una mujer empiezan de nuevo. Sobre ese tema hay muchas películas, pero muy pocas se parecen a la de Fontán.
Esta crítica fue publicada en otra versión por el diario La voz del interior en el mes de octubre de 2016
Roger Koza / Copyleft 2016
*El nuevo día se podrá ver hoy en el Cineclub La Quimera (Pasaje Escutti y Fructuoso Rivera) a las 20.30h con la presencia del director
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