EL IDIOMA DE LOS OTROS
La cineasta austríaca Ruth Beckermann está viviendo un período de gracia. Sus últimas cuatro películas, sin excepción, son notables: Los soñados (2016), El vals de Waldheim (2018), Mutzenbacher (2022) y Favoriten (2024), esta última recientemente estrenada en la Berlinale y exhibida ahora en el BAFICI. En esta oportunidad, por tres años consecutivos, se dedicó a filmar la experiencia aúlica de la escuela pública ubicada en el distrito Favoriten de la ciudad de Viena. No es una escuela cualquiera. La mayoría de sus alumnos no tiene como primera lengua el alemán. Son hijos de inmigrantes, y sus procedencias espejan la última década de conflictos políticos y bélicos del hemisferio norte.
Favoriten se circunscribe a seguir el aprendizaje de los chicos de segundo grado. La cámara observa de cerca, los chicos se olvidan de que están siendo filmados y la experiencia de la lengua se vuelve en sí misma una revelación. Aprender un nuevo idioma es también asir un modo de vida. Eso se devela en algunas situaciones, cuando la conversación en clase lleva a examinar creencias que comprometen una visión del mundo. Dios, las guerras, lo bueno y lo malo, las partes del cuerpo. La inteligencia de la puesta en escena permite casi palpar el esfuerzo cognitivo de los chicos y la adaptación a una lengua.
Un vienés nacido en 1889 alguna vez escribió: “El niño aprende a creer en muchas cosas. Esto es, aprende por ejemplo a actuar de acuerdo con estas creencias poco a poco, se forma un sistema con las cosas que cree y, en tal sistema, algunos elementos se mantienen immutables y firmes, mientras otros son más o menos móviles. Lo que se mantiene firme lo hace no porque intrínsecamente sea obvio o convincente, sino porque se sostiene en lo que lo rodea”. Eso que decía Ludwig Wittgenstein en Sobre la certeza sobrevuela el aula. Y es tan hermoso como desafiante percibir la contingencia de todo lo que somos y podemos ser a través de una lengua.
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Roger Koza: ¿Cómo llegó a interesarse por la escuela y la inesperada situación de que la mayoría de los alumnos de la escuela pública del distrito Favoriten de Viena no tenía como primera lengua el alemán?
Ruth Beckermann: Hay muchas escuelas como la que filmé, incluso en muchas de las viejas ciudades de Europa. Ha cambiado la constitución de la población. Cuando yo iba a la escuela todos los alumnos hablaban solamente alemán. En la actualidad, en las escuelas que no están en el centro de Viena, el alumnado tiene niños de todos lados. Y como sucede con esta escuela, la primaria más grande de la ciudad, no hay ningún chico cuyos padres hablen como primer idioma el alemán. Antes de elegir esta escuela, visité otras. Pero la escuela y la maestra me convencieron de que era esa clase la más indicada.
¿Cómo se percibe esa experiencia educativa? Uno recuerda su película The Waldheim Waltz, y la impresión es que el pensamiento reaccionario y quienes lo detentan, y no se trata de una minoría, no deben sentirse muy felices con la extranjerización de la población vienesa.
Después del estreno en la Berlinale, la semana pasada se vio por primera vez en Austria en el festival Diagonale; nadie vio todavía la película en los cines. Desde ya, la extrema derecha y su partido siempre están atacando lo que sucede en Favoriten. Es probable que cuando se estrene la película ese sector de la sociedad vienesa haga una lectura muy distinta a la que se le ha dado a la película hasta ahora. Pero quizás no suceda porque los chicos son encantadores y la maestra es grandiosa. Tengo mucha curiosidad sobre qué pasará en el estreno, qué recepción suscitará, porque la derecha extrema vive demonizando a los extranjeros. Algunos miembros del partido socialista que gobierna hoy la ciudad de Viena ya vieron la película, entre otros, el alcalde y otros miembros del gobierno, y les gustó muchísimo, acaso porque conocen muy bien el problema. Hablaron dos horas con la maestra para hallar soluciones a las dificultades que tienen los chicos. Faltan maestros y cada vez hay más chicos en la misma situación.
¿Cómo trabajó con la maestra, ya que sin su presencia la película sería imposible?
Cuando llegué a la escuela el director me sugirió tres maestras. Fui a ver sus clases, pero cuando vi a Ilkae trabajando sentí de inmediato su energía y su hermosura y me di cuenta de que era la indicada. El acto de filmar siempre reside en lo que se ve en la superficie. Ni siquiera hablé mucho antes de filmar. La conocí cuando estaba como maestra de los chicos en primer año, antes de las vacaciones de verano, y empezamos a filmar en otoño. Y recién durante el proceso de filmación comenzamos a conocernos. Salíamos a cenar y nos hicimos amigas. Mi admiración por su trabajo es mayor. Lo que me sorprendió y resulta perfecto para la película es que nunca parece tener miedo de discutir cualquier tema controversial en la clase. En cada ocasión que surgía un tema que implica puntos de vista en oposición, ella favorecía la discusión en la clase.
Hay una decisión metodológica en la película que consiste en privilegiar los primeros planos, siempre muy cerca de los chicos. En el aula hay pocos planos generales y medios. ¿Cómo trabajó de ese modo, ya que la impresión es que la cámara está al lado de los chicos?
Es verdad y fue lo más arduo. No tanto para mí, que estaba sentada en el rincón de la clase, pero sí para mi camarógrafo. Johannes estaba en una silla con ruedas o arrodillado, porque la altura de cámara tenía que coincidir con la altura de los chicos sentados en sus bancos. El ingeniero de sonido se movía alrededor y la maestra demostró su genialidad no dejando de hacer lo que tenía que hacer en ningún momento. Daba la clase, nosotros filmábamos. Pero es cierto: el concepto de registro consistía en privilegiar los primeros planos. Quería también que los diálogos de los niños fueran en cámara, no en off. Era importante observar el tiempo que empleaban para encontrar una palabra en alemán para expresar algo que querían decir. Algo increíble fue que la maestra, después de un tiempo de rodaje, comprendió cómo funcionaba la puesta en escena. Por ejemplo: si el camarógrafo estaba con un niño y dejaba de hablar, la maestra le hacía una pregunta al chico que estaba a su lado para que el camarógrafo pudiera hacer un paneo. En cierto sentido, codirigió la película.
¿Cómo se concibió la coherencia de los temas que se van registrando en clase?
Nos limitábamos a observar. No proponíamos nada. Cuando se dio en el aula la discusión sobre nadar en la pileta, de inmediato había un tema que surgía: el bikini, las mujeres. Lo único que propusimos fue la discusión sobre la guerra en Ucrania. Estábamos rodando cuando Rusia inició la invasión. Pienso que la maestra hubiera sacado el tema por su cuenta. En varias oportunidades, ella nos adelantaba los temas que iban a referirse en clase. Por ejemplo, nos avisó que iban a hablar sobre las partes del cuerpo. Era obvio que nos íbamos a topar con algo muy valioso. Y cuando ella nos contó que iban a realizar una excursión a una mezquita y a una iglesia, no dudamos ni un poco: fuimos con la clase.
Hay una diferencia formal en cómo filman en la iglesia de la mezquita. Los planos cerrados en el primer caso, los planos abiertos en el segundo. ¿Se debe a alguna razón?
Eso depende del espacio. La arquitectura de la mezquita es muy diferente de la iglesia. La mezquita es austera: bastan una alfombra, un altar, y nada más. Es un espacio vacío. Los chicos se sentaban en el suelo. Es un espacio disímil al de la iglesia con sus pasillos y sus bancos para rezar. También fue muy diferente la relación con los religiosos. Lo que sucede con el cura es cómico debido a que este no sabía qué decirles o cómo tratarlos. El momento en que los chicos le preguntan dónde está Jesús y él responde que yace en una caja y también está en el pan lo hilarante es evidente. Por otro lado, los chicos se sentían más a gusto en la mezquita. La mayoría de ellos son musulmanes y conocen ese universo y asimismo las plegarias.
¿La idea de que los chicos pudieran filmarse fue suya?
Yo quería que pudieran hacer algo que no estuviera relacionado con la situación de ser alumnos en una clase. Por eso salimos en grupos pequeños y filmamos. Les pedimos que la toma la hicieran en posición horizontal y también les dimos trípodes. Hagan entrevistas, filmen. Algunas respuestas eran interesantísimas: la niña que dice que quiere vivir en Dubái, o la otra que afirma que no quiere casarse para ser una mujer independiente.
Hay también un caso que es notable. La niña que empieza a filmar como si la cámara fuera un instrumento de indagación del mundo circundante e incluso de sí misma.
Me pone muy contenta que se haya dado cuenta de eso; es la primera vez que me preguntan al respecto. Se trata de una alumna que no tenía buenas notas. Matemáticas le costaba mucho y en ciertos ejercicios de lengua no podía responder o encontrar las palabras correctas. Pero fue la única que se interesó muchísimo por filmar. Muchas veces caminaba con el trípode filmando por ahí, como si fuera una steady cam. Verla filmando fue un placer.
*Publicado en Revista Ñ en el mes de abril.
Roger Koza / Copyleft 2024
*Favoriten se exhibe en el BAFICI 2024
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