EL IDIOMA DEL AFECTO
En Una casa lejos de casa, Clara Obligado reconstruye una escena de su propia infancia en la que una mujer misteriosa solía leerles cuentos en inglés a ella y a su hermana. Buenos Aires dejaba de ser la referencia de todo, también el castellano rioplatense; así un mundo irrumpía en otro, lo impropio hendía lo doméstico, y en ese movimiento de palabras poco familiares se precipitaba una experiencia de asombro que jamás se pierde del todo. La autora dice: “Muchos años más tarde, cuando visité Euskadi, alguien me contó que no sabía escribir en euskera, pero que los relatos infantiles persistían en el idioma de su infancia. El idioma del afecto”.
En la hermosa The Quiet Girl, una niña de nueve años es enviada por sus padres a pasar el verano con sus tíos segundos. En ese viaje que le permite constatar que el mundo en el que se nace no es necesariamente el mundo al que se pertenece, Cáit deja de mojar la cama durante las noches, puede decir lo que siente porque ya no tiene vergüenza y puede leer un pasaje entero de un libro de cuentos sin trabarse. La distancia temporal respecto de su casa paterna y la escuela a la que asiste, dos espacios hostiles, es suficiente para afirmarse en su sensibilidad. Lo puede hacer porque en la casa de sus tíos se habla el idioma del afecto.
Hay dos modos de filmar la infancia. El más frecuente es el que se impone. Desde la edad adulta el cineasta introduce a un niño en el mundo de los grandes y desde esa posición le confiere al niño una personalidad y una modalidad de habitar un orden que no es propio. Una película como Los hijos de los otros, recientemente estrenada, es un buen exponente. El otro camino es más arduo y requiere por parte del cineasta un trabajo de intérprete en el que no solamente se trata de recordar algo de todo eso que se vivió en una época ya transitada y olvidada como la infancia. El denuedo consiste en identificar cómo habla la infancia en la lengua del adulto; no es un trabajo de la imaginación, es más bien el reconocimiento de una experiencia en la que la vulnerabilidad y la curiosidad son magnitudes sensibles del sentimiento y la percepción.
El film de Colm Bairéad ya aludido proviene de ese idioma que persiste en la lengua del adulto. Hay otras grandes películas realizadas en ese mismo dialecto de la intimidad. Clásicos en la materia: La noche del cazador, El espíritu de la colmena, ¿Dónde está la casa de mi amigo? Todos estos son títulos escritos en el idioma del afecto.
*Publicada en Revista Número Cero en el mes de agosto 2023.
Roger Koza / Copyleft 2023
Ese idioma es mérito del libro de Claire Keegan Foster / Tres luces, en el que se basa (tan bellamente) la película.