EL INSUSTITUIBLE
El rostro de Pasolini es indeleble. Los pómulos prominentes, los ojos hundidos, el mentón altivo, una nariz dispuesta a hacerse del oxígeno con total convicción y el tiempo distribuido sin disimulo en una colección de arrugas que vindicaban experiencia e intensidad. Aun así, murió demasiado temprano; tenía 53 años cuando lo mataron.
El rostro de Pasolini no es diverso de los tantos que filmó. Con todas sus películas, extrayendo las secuencias en las que se detuvo a filmar a las personas comunes de los barrios, podría hacerse un documental transversal al que se le podría titular sin más: “La cara del pueblo”. Basta recordar las fisionomías de los amigos de Accattone, los vendedores del mercado en Mamma Roma o los humildes y desesperados que miraban al enviado del Altísimo en El evangelio según San Mateo, la película más hermosa jamás hecha sobre Cristo.
Así como escribió poesía, publicó novelas y diarios de viaje, ensayó sobre semiótica en el cine e intervino con diversos artículos y cartas en la esfera pública de un país como Italia, que, en las décadas del 50, 60 y 70 cobijaba rabia y malestar por doquier, Pasolini demostró una versatilidad cinematográfica inigualable. Fue capaz de filmar el fascismo en una película casi intolerable (Salò o los 120 días de Sodoma), ser completamente moderno como autor (Teorema; Pocilga, 1969); trabajar sobre textos clásicos y hacerlos suyos respetando la matriz de aquellos, pero diseminando su punto de vista, que jamás prescindió del marxismo como visión del mundo (Medea; El Decamerón; Los cuentos de Canterbury y Las mil y una noches). Tiene en su haber películas inclasificables, como Pajaritos y pajarracos (1966), cuya secuencia inicial cantada es tan hermosa e ingeniosa como las que ideó años antes el gran Orson Welles para los prólogos de sus películas. ¿Cómo describir la caminata en las calles de las afueras de Roma de Toto y Ninetto Davoli en compañía de un cuervo marxista? ¿Cómo contar que en esa película libre como pocas el padre y el hijo también interpretan a dos monjes franciscanos que aprenden el lenguaje de los pájaros para predicar el Evangelio?
Las grandes películas son conocidas, como las ya mencionadas, pero nunca está de más, y es en ocasiones hasta metodológicamente deseable, ir en busca de las menos vistas e incluso marginales en el canon para vislumbrar una estética y una política. Apuntes para una película sobre India puede pasar por un documental anacrónico y poco personal. Sin embargo, en esa película secretamente notable de 33 minutos Pasolini, en una tierra lejana, advierte las raíces de la miseria, la singularidad de una cultura milenaria y la vastedad de un territorio en el que vive toda una humanidad. En este film que también puede ser menospreciado como televisivo, Pasolini reúne transeúntes en cuyos rostros resplandecen la humanidad toda y el drama que la define: la injusticia que borra la sonrisa de las caras.
*Publicado en agosto y comisionado por Número Cero.
Roger Koza / Copyleft 2022
Excelente. No conocía «Apuntes para una película sobre India», procuraré encontrarla. Pasolini es un indespensable del Olimpo de directores. Un lugar al que cuesta mucho acercar a las nuevas generaciones. Cada vez más, para llegar a ellos debemos experimentar con nuevas herramientas metodológicas y prácticas para llegar a producir un encuentro.