EL TESORO / COM0ARA (02)
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
FICCIÓN Y CONSOLACIÓN
El tesoro / Comoara, Rumania-Francia, 2015.
Escrita y dirigida por Corneliu Porumboiu.
*** Hay que verla
Una película luminosa y lúcida de uno de los grandes directores de nuestro tiempo.
En una entrevista que no tiene nada que ver con el cine rumano, Ricardo Piglia decía sobre Roberto Arlt: “Se sale de la pobreza también por medio de la ficción. Quiero decir: la ficción suplanta el milagro como forma de transformación súbita”. Nada más preciso y sintético para señalar el secreto de El tesoro, la fabulosa película de Cornelius Porumboiu, la más accesible del director de Policía, adjetivo.
La escena inicial es magnífica y ahí están ya todas las coordenadas simbólicas de este pequeño milagro sin dioses. El hijo del protagonista le reclama a su padre haber llegado tarde a la escuela para buscarlo. Mientras maneja, el padre se disculpa comparándose con Robin Hood, pero el niño desdeña esa ilógica asociación. El héroe literario infantil será invocado inmediatamente después, en la habitual lectura nocturna. Robin Hood no es la figura aludida en la infancia de los niños pudientes, y la escena que viene a continuación sumará para contextualizar el lugar de ese padre en el orden social y económico de una sociedad específica. Sus ahorros alcanzan una suma lastimosa: 300 euros.
Ese es el monto que podría prestarle a un vecino que tiene que pagar los intereses de una deuda contraída y que desesperadamente acude a pedirle un poco de dinero. La suma es insuficiente, pero el vecino insistirá con una sorprendente contrapropuesta. Dirá que sus abuelos dejaron enterrado un tesoro antes del advenimiento del comunismo en el país de Ionesco. En verdad, necesita alquilar un detector de metales para ubicar el paradero del cofre en el jardín de una casa familiar. En ese diálogo breve pero sustancial, toda la crisis europea se enuncia como un relámpago que ilumina la vida en las tinieblas. Subsistir en el viejo continente no es sencillo.
De ahí en más, los dos hombres dedicarán su tiempo a resolver cada uno de los obstáculos que se presentarán para conseguir el incierto objetivo: adquirir tecnología, comprender la legislación, ejercitar la paciencia ante la búsqueda; cada acto implicará la superación de un inconveniente, como si la burocracia orquestara cada instancia. ¿Lo encontrarán? Más allá de la respuesta, el origen del tesoro permite decir algo sobre la historia de Rumania, del siglo XIX en adelante. A Porumboiu no se le escapa nada. La ficción nunca está disociada de las fuerzas de la Historia.
El pulso narrativo es notable. Porumboiu dosifica la intriga y manipula amablemente las expectativas de quien mira. Evitar sentir empatía por los dos buscadores es imposible: las esperanzas de sus personajes son demasiado reconocibles para ser desairadas. A su vez, los encuadres son perfectos y los tiempos de las escenas tienen la duración suficiente para maniobrar sobre la ansiedad.
Hay un límite en el análisis de este tipo de películas, ya que insistir es robarle a los futuros espectadores los placeres que provienen de la ficción. Solamente habría que decir: los niños tienen a Robin Hood, nosotros, los adultos, tenemos a Porumboiu. La consolación por la ficción no exige genuflexiones; basta creer por un rato que la suerte podría estar de nuestro lado.
Esta crítica fue publicada en el diario La voz del interior en el mes de abril 2016
Roger Koza / Copyleft 2016
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