EL VIENTO SE LEVANTA / KAZE TACHINU
**** Obra maestra ***Hay que verla **Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Koza
EL ÚLTIMO VUELO
El viento se levanta / Kaze tachinu, Japón, 2013
Escrita y dirigida por Hayao Miyazaki.
*** Hay que verla
La presunta película de despedida del genial Miyazaki es probablemente su film menos logrado en años y el más confuso ideológicamente de toda su carrera, lo que no significa que carezca de varios pasajes notables que remite a lo mejor de su cine
Es el más grande de todos los animadores de las últimas décadas, viene de Japón, probablemente se ha despedido con esta elegía heterodoxa y nos quedarán de él esos mundos que dibujó y a los que dio movimiento. ¿Cómo olvidar los entes animados de La princesa Mononoke, el amable fantasma y el dragón blanco de Las aventuras de Chihiro o el gigante silencioso de El castillo en el cielo?
La última película no se parece mucho al resto de sus títulos, pues aquí la emancipación de la imaginación está acotada a los sueños de su protagonista: el ingeniero aeronáutico Jiro Horikoshi. En cierta forma, El viento se levanta, título inspirado en una sentencia de Paul Valéry, es un biopic difuso de Horikoshi, cuyo lirismo científico acerca de las naves que desafían la fuerza de la gravedad tuvo en su aplicación concreta consecuencias militares poco felices; la más conocida, el diseño de los aviones que se hicieron célebres en Pearl Harbour. El antimilitarismo de Miyazaki, no obstante, sigue en pie, más allá de los hechos inalterables de la vida del ingeniero, pues desde un inicio hay varias secuencias que refuerzan su repudio. Si aquí hay un problema de fondo, pasa por la mistificación de la historia japonesa, ya que en el filme se insinúa que los japoneses son víctimas de los alemanes y no socios. El personaje puede ser “miope”, no así Miyazaki.
El realismo biográfico impone aquí una línea recta: Jiro como niño, estudiante y adulto, pero siempre con un sueño: volar, y sobre todo hacer volar. Hay una secuencia maravillosa en la que Miyazaki materializa el esfuerzo mental de Jiro por entender un mecanismo que falla en un avión a través de un fundido perfecto. Hay otras escenas visualmente notables, a menudo anticipadas –como suele suceder en el animé y en especial en Miyazaki– a partir del movimiento de las nubes y su coloración, signo que anuncia un cambio relevante. Es la gestualidad estética de una tradición, tal vez no muy lejos de los movimientos mínimos de una mano en el teatro No japonés que hacen aparecer una montaña, la lluvia o una laguna en la imaginación de la audiencia. Como sea, las panorámicas animadas de Miyazaki son tan majestuosas como irrepetibles.
La imprecisión histórica del lugar de Japón en la Historia universal, o acaso la conveniente reescritura de la historia del ingeniero y de su país en las cuatro primeras décadas del siglo XX, se ve neutralizada aquí por una historia de amor, tal vez demasiado pura, pero no por eso menos conmovedora. Jiro y su futura amada se conocen en un accidente ocasionado por un terremoto (o quizás algo peor que una catástrofe natural). Más tarde, se reencontrarán y se amarán. Ella padece tuberculosis, y de esta afección se predicará un acto final de una hermosura contundente. El viento se levanta despega en serio cada vez que su trama gravita sobre el matrimonio de Horikoshi. Véase toda la secuencia que tiene lugar a propósito de un paraguas. Exaltación legítima del arte de un genio, que también se percibe en los sueños de Jiro cuando dialoga con la figura que inspira su vocación científica: Giovanni Caproni.
Para los fieles acríticos de Miyazaki, acaso el líder de una fe universal cimentada en el animé, se tratará de una nueva maravilla del sumo sacerdote. Para el no creyente admirador del maestro japonés es una última película que, si bien no es un remedo de su genio, tampoco representa el crepúsculo perfecto de su maestría.
Esta crítica fue publicada por el diario La voz del interior en el mes de abril 2015
Roger Koza / Copyleft 2015
No me cuento entre los fans del director ya que no he visto una parte importante de su obra, disfruté muchísimo de la película y me parece que en algunas secuencias -por ejemplo la del terremoto con su subsiguiente equívoco respecto de las mujeres- hay más vida que en casi todo lo que llega a las pantallas de los cines cotidianamente.
No intento salir en defensa del director, pero me parece que esa cierta confusión respecto del lugar de Japón en los hechos del siglo hace al film más interesante desde el punto de vista histórico. Me parece que Miyazaki no intenta saldar una época ni resultar políticamente correcto aunque esto deje a su film en una posición dudosa. Un film sobre mundos ansiados y perdidos debe llegar algo del dolor de la pérdida en su vientre.
Más allá de las interpretaciones, la belleza de los mundos del director, cargada de una tristeza que no puede terminar de ponerse en palabras, es una las maravillas del cine de cualquier tiempo.
Saludos
Scotti: no veo por qué la imprecisión histórica convierte al film en más interesante. Lo dudoso es evidente, como un tono nacionalista que no solían tener sus películas.
No hay duda de la belleza del filme, y en especial de su lirismo conmovedor cuando el filme se circunscribe a la historia de amor.
De todos modos, no me parece menor los temas enunciados.
La imponencia estética no debería constituir un paréntesis para la preceisión histórica.
No es su caso, pero para los acólitos del director, insinuar cualquier problema en este film, es motivo suficente para desbordarse en insultos.
Tiene momentos geniales, pero no está entre lo mejor del director. Y tampoco es la más bella de todas. La princesa Monoke y El viaje de Chihiro son inigualables en ese menester.
RK
Estimado Roger
No me pareció que del film se desprenda solamente una nostalgia nacionalista, en ese sentido me resultó interesante. El nacionalismo japonés esté presente en la trama atravesado de otros elementos y un poco contrapesado por la figura del personaje con el que dialoga el protagonista en el hotel, que, es cierto, es extranjero. Coincido en que el film no se sitúa claramente respecto de ese nacionalismo, el personaje mismo parece no hacerlo y allí está tal vez el problema del punto de vista del film sobre su tiempo. Por otra parte, la vinculación de la historia de amor con el conjunto del relato no es suficientemente fluida y el film parece habitado por dos tramas paralelas. Creo, con todo, que teniendo en cuenta la edad del director y la intención de dirigir su mirada sobre una época controvertida y evidentemente no del todo cerrada es un elemento interesante para pensar históricamente. Aquí intentaba situar el interés.
Saludos
Estimado Scotti:
Entiendo; no creo que se trate de un problema de senectud. Tal vez existan otros condicionamientos respecto de la época elegida y cómo representarla en el cine de animación para todas las edades. Esto sí que puede ser un problema.
Es absolutamente cierto que se trata de dos películas unidas en una en cuanto a la trama. Y eso sería otro de los problemas de la película.
Aún así, creo que la película es más que recomendable, y si bien es una film menor frente a la obra de Miyazaki, nada indica que aquí el maestro haya perdido su genialidad.
Saludos.
RK
Me recomendó este sitio web una amiga cordobesa a quien nunca voy a terminar de agradecer. Este debate tan respetuoso – el otro existe- me resultó estimulante y esclarecedor y me dejó con ganas de conocer más sobre Miyasaki. Gracias.