EN BÚSQUEDA DEL REFERENTE PERDIDO

EN BÚSQUEDA DEL REFERENTE PERDIDO

por - Varios
06 Jun, 2013 11:10 | comentarios
Egberto Gismonti

Egberto Gismonti

Por Roger Koza

Todo ha cambiado para siempre. El registro fotoquímico de la fotografía (y del cine) ya es una práctica en vías de extinción. La ontología digital se impone y dominará por mucho tiempo todos nuestros conceptos de representación y reproducción. ¿Quién podría decir hoy que la fotografía es “literalmente una emanación del referente”?. En la prehistoria de la reproducción técnica de las imágenes, Roland Barthes afirmaba: “la foto del ser desaparecido viene a impresionarme al igual que los rayos diferidos de una estrella. Una especie de cordón umbilical une el cuerpo de la cosa fotografiada a mi mirada: la luz, aunque impalpable, es aquí un medio carnal, una piel que comparto con aquel o aquella que han sido fotografiados”. Barthes habla en una lengua tan exquisita como extinta. Las fotos del siglo XXI son matemáticas, numéricas, una combinación de ceros y unos que dan cuerpo a una imagen. La traducción digital destituye el referente directo. Lo que vemos es una conversión, otra naturaleza.

La fotografía de Julio Audisio es digital. Su cámara es una Nikon D80, un instrumento demasiado imperfecto para la imparable evolución técnica de las cámaras digitales. Pero en esa elección Audisio ha descubierto una suerte de pasaje mágico entre las imágenes digitales y las analógicas, un simulacro de fundido visual de dos tiempos, acaso una textura en la que se yuxtaponen dos eras de la fotografía. El blanco y negro y un misterioso granulado característico de otro orden de registro son los primeros rasgos reconocibles en su fotografía.

 La luz del sonido

Tom Harrell

Tom Harrell

En Blancas & Negras. Una muestra fotográfica sobre la música, los músicos y sus escalas de grises, que se inaugura hoy en la Alianza Francesa de Córdoba (Ayacucho 46), Audisio reúne un conjunto de fotografías que giran alrededor de un universo rebelde al registro fotográfico: la música. Dice el joven fotógrafo, nacido en Villa María: “La música siempre estuvo presente en mi vida. No podría vivir sin música; además siempre estuve rodeado de amigos músicos. Y llego a la fotografía vinculada a la música cuando empiezo a trabajar haciendo coberturas periodísticas de conciertos o entrevistas a músicos. Yo siempre había abordado la música desde otro lado. Es muy diferente estar sentado escuchando y mirando, pero detrás de una cámara de fotos”.

La música pertenece al orden de lo invisible, primer obstáculo para el registro. Las fotos de Audisio dan la impresión de ir en búsqueda del movimiento de la música, o de la relación que se establece entre el instrumento y el ejecutante en el breve tiempo de la ejecución. Se trata, entonces, de poder reunir los momentos previos y posteriores, como si el fotógrafo quisiera expandir la propia lógica de la cámara fotográfica, diseñada para mirar un único momento. Audisio, que estudió con Tony Valdez y Pablo Baur entre otros, explica su objetivo: “La fotografía no empieza ni termina en el momento del disparo, de la captura. Hay un antes y un después, por más que sólo veamos una imagen fija. Y esos momentos, previos o posteriores, son fundamentales para mi trabajo porque me permiten elaborar un discurso, una historia”.

Quienes vean esta muestra podrán imaginar una historia para cada fotografía. Entre los músicos retratados hay consagrados como Spinetta, Ralph Towner, Tom Harrell, Egberto Gismonti, y otros menos conocidos como Marcelo Fink, Eduardo Elías, Cristian Esquivel. En la mirada de Audisio todos pertenecen a un mismo universo sonoro: “Fue un poco complicada la selección de fotografías. Son muchas; es mucho el material de trabajo que tengo producido en estos últimos años. Y empecé a buscar aquellas fotos que me gustan mucho, las que me han emocionado, verlas y hacerlas, aquellas que son icónicas y se cruzan entre sí en un manto de heterogeneidad, pero vinculadas por una estética que las contempla y la búsqueda de un estilo que las aúna”.

En realidad, no se trata sólo de un estilo de registro, que cambia a menudo. Cada foto busca un centro de gravedad narrativo: puede estar orientada al esfuerzo de una mano tocando un piano o al rostro de un músico posando para una posible tapa de disco, pero el tema esencial es el carácter narrativo de la fotografía. Audisio es preciso al respecto: “Lo que se puede ver son retratos no convencionales, pero tomados, cada uno, a manera de síntesis, de un corpus narrativo que los contiene. Cada foto, por más que se sustente por sí misma, pertenece a una historia; es un eslabón elíptico de una discursividad narrativa. Y esa discursividad es la que, viendo una sola foto, permite ir más allá, casi a la manera de la ley de cierre gestáltico”.

Marcelo Fink (Ella y los otros)

Marcelo Fink (Ella y los otros)

Hay ciertas fotos que exceden a un relato potencial y que proponen un asombro visual de orden alucinatorio. En un mismo plano se puede ver el rostro de Marcelo Fink tocando su instrumento mientras el diapasón de su bajo parece salirle de la frente como una vía de tren en miniatura. No es un efecto de montaje. Sobre este caleidoscopio (realista) dice Audisio: “A veces me pasa que necesito que la imagen se desprenda de sí misma; es algo que siento cuando estoy mirando lo que voy a fotografiar. Por eso me gusta trabajar con velocidades límites, donde hay un registro de lo fotografiado pero también hay una sensación de movimiento de lo fotografiado; hay fotos que parecen un montaje, pero están hechas en tomas directas”.

El trabajo de Audisio es notable. Sus fotos, en este caso, documentan el placer de la música. Una vez desafiada la natural quietud de la fotografía, Audisio parece conquistar el movimiento. Hasta se puede creer en lo imposible: sus fotos parecen sonar.

Este artículo fue publicado por la revista Ciudad X de La voz del interior durante el mes de junio 2013

Roger Koza / Copyleft 2013