¿EN DÓNDE SE ESCONDE TU SONRISA?
por Roger Koza
Una anécdota: un cineclubista piensa programar La sonrisa de mi madre, la maravillosa comedia anticlerical de Marco Bellocchio en donde un pintor ateo debe lidiar con la voluntad de su familia de convertir a su madre en santa. El cineclubista toma una decisión: mostrará en tres pueblos cercanos entre sí la película en cuestión.
Un miércoles presenta el film de Bellocchio en una localidad X. La película resulta un éxito. La gente se ríe en fragmentos inesperados, festejan algunas secuencias como si se tratara de chistes y el programador no siempre entiende el porqué de la carcajada colectiva. Como sea, está contento: no es fácil arrancar risa de una audiencia.
Tres semanas después, decide llevar la misma película a un pueblo en el que también tiene un cineclub. Una vez más, el cineclubista, ahora entusiasmado por su experiencia previa, introduce el film como una de las grandes comedias del año, incluso de la década. Y el éxito le sonríe, como suele decirse. Sí, el público se ríe muchísimo, más aún que en la función anterior. ¿Será por ese señor medio pelado que contagia con su risa al resto del público? Es un reconocido escritor, una persona culta, alguien que sabe perfectamente que el humor define secretamente la naturaleza de la identidad, acaso la especie: ¿no es él un admirador de Henri Bergson, el filósofo que le dedicó un libro a la risa? El calvo erudito y jovial funciona como un faro en la improvisada sala: él advierte la comicidad sutil y el resto lo sigue, se ríe con él, pues las comedias suscitan una inteligencia colectiva. En otras palabras, una comunidad efímera se revela ante el espíritu de seriedad que siempre pone en tela de juicio el poder simbólico de la risa. El relato delirante sobre la canonización de una mujer cualquiera, o mejor dicho, la invención de una santa, jamás irrespetuoso pero sí inclemente en manos de Bellocchio, constituye una prueba de libertad. La audiencia responde bien.
El cineclubista, feliz por su elección, vuelve a programar la película. La sonrisa de mi madre llega a una localidad intermedia, entre el lugar de la primera función y el pueblo de la segunda. Ha pasado tan sólo un mes. Envalentonado y exaltado, el cineclubista, a sala llena, habla de la película de Bellocchio como si se tratara de una obra maestra, una comedia singular en donde se puede apreciar la esencia del humor italiano, la inteligencia cómica de un director marxista y los ecos del psicoanálisis como discurso que disloca los saberes y los torna cómicos. El cineclubista, posiblemente, exagera, pero lo respaldan las carcajadas de las dos funciones anteriores.
Termina la función y en un silencio absoluto adviene el misterio. En esta ciudad X, en donde muchos esperan la llegada de seres celestiales (ET y Cristo en un navío espacial, o Alf bajo las órdenes de Siddharta Gautama), la película de Bellocchio resulta un drama. Nadie se ha reído, literalmente nadie. Les ha gustado la película, le informa un habitué al cineclubista perplejo, pero por otras razones: “es un film muy triste, en el que se notan las consecuencias de la falta de espiritualidad”. El cineclubista, entre cabizbajo y angustiado, aprende una lección: la comedia como género y lo humorístico como expresión de un estado de libertad constituyen un fascinante fenómeno sociológico cuya complejidad excede a su capacidad predictiva. Si bien las audiencias de sus cineclubes son parecidas (edad, clase social, educación), sin embargo, la cultura y la idiosincrasia de esos pueblos, a pesar de su cercanía, reúnen sujetos que viven y experimentan lo humorístico en coordenadas simbólicas disímiles. Así reflexiona, y está en lo cierto.
La anécdota artesanal del cineclubista se repite a gran escala en cualquier festival de cine. Los programadores, a la hora de elegir una comedia, detectan, conscientes o no, un problema central del que se predica la esencia de lo humorístico: las mejores comedias son aquellas que, a propósito de algo singular y específico, pueden localizar en algo concreto un rasgo universal. He aquí el secreto de Chaplin: su vagabundo es el hijo bastardo de la revolución industrial. Inglés o estadounidense, no importa: su errancia callejera era (y es) comprensible para alguien de París, Buenos Aires y Estambul, y ni siquiera deslegitima la figura del pordiosero la paradoja de que Chaplin hizo su fortuna interpretando a un sujeto que carece de bienes materiales.
Dice Milan Kundera en El telón: “No nos reímos porque alguien queda en ridículo, porque es motivo de burla o es incluso humillado, sino porque se descubre, súbitamente, una realidad en toda su ambigüedad, las cosas pierden su significado aparente, el hombre que está frente a nosotros no es lo que cree ser”. La premisa de Kundera es aplicable a toda comedia. ¿Hasta dónde alcanza una película a desnudar el orden simbólico que sostiene una práctica? ¿Hasta qué punto alcanza un director con su mirada a develar el carácter contingente de nuestras creencias? Las grandes comedias son aquellas que producen una rajadura sobre lo establecido, liberan la mirada e inducen a mirar las cosas con cierta piedad. Piedad de especie, piedad horizontal, pues la sabiduría de la comedia consiste en equiparar la precariedad en la que vivimos secretamente y la inconsistencia no reconocida propia de todo orden simbólico. En efecto, la justicia de lo cómico reside en corroborar el carácter abierto de lo real, o cómo un todo, investido por múltiples discursos que logran borronear la invención y su genealogía, es en última instancia una costura imperfecta. En este sentido, un film como Una pareja perfecta, de Ficarra y Requa, en donde Jim Carrey interpreta a Steve Russell, un mentiroso y estafador compulsivo, importa más por su desenmascaramiento de un orden social definido exclusivamente por el dinero como divisa excluyente de la naturaleza humana que por su política de la identidad (aunque incluso ahí es un film más radical que, por ejemplo, Mi familia, de Lisa Cholodenko, en el que se propone un modelo de familia liderado por lesbianas, apostando indirectamente a una estructura familiar clásica en la que no importa demasiado el deseo de sus miembros, por no hablar de los prejuicios de clase que el film trasluce).
Si bien las grandes comedias suelen ser subversivas, existen comedias conservadoras, quizás falsas comedias, que suturan el orden simbólico que en un primer momento prometen cuestionar o, como lo podría expresar Kundera, clausuran la ambigüedad. Es por eso que El hombre de al lado resulta paradigmática para pensar esta última categoría. Se trata de una comedia exitosa, alabada por la crítica y ganadora de varios premios en distintos festivales; nadie parece dudar de las virtudes del tercer film de Mariano Cohn y Gastón Duprat.
El plano inicial no permite dudas: dividido en dos, en un falso plano-contraplano, vemos una pared blanca y otra negra; en realidad, se trata del afuera y el adentro de una misma pared que está siendo martillada. Es un dualismo conceptual omnipresente en la totalidad del film: blanco-negro, grasa-snob, luz-oscuridad, voluptuosidad inconsciente-ascetismo involuntario, antagonismos al servicio de una tesis: existe una guerra de clases sin concesiones, amparada y sostenida aquí en una misantropía supuestamente humorística. En todo el film, a ningún personaje se le otorga un estándar mínimo de clemencia, y en la totalidad del relato sobrevuela un tono perverso jamás cuestionado (los dedos de Aráoz convertidos en dos piernas femeninas de cabaret bailando, rodeados de fetas de embutidos, bananas y otras especies, ofreciendo un numerito pseudo erótico a una preadolescente en un heterodoxo teatro de títeres, es la exposición inconsciente de un concepto de perversión aplicado a una clase).
La historia es sencilla: un famoso diseñador, Leonardo (Rafael Spregelburd), que vive con su hija y su mujer (y su mucama) en la única casa diseñada por Le Corbusier en América Latina, se sentirá intimidado por la presencia de un vecino que se ha mudado al lado de su casa y con quien comparte una medianera. Víctor (Aráoz) sólo pide un poco de luz, y considera que abrir una ventana es un derecho casi indiscutible, al menos hasta que se enfrenta con Leonardo, que reclama su derecho a la privacidad.
El hombre de al lado, a quien el film nunca le otorga el estatuto de vecino, es ostensiblemente miembro de otra tribu. Hay una escena autoconsciente cuyo propósito pareciera ser establecer una distancia respecto de los personajes snobs. Leonardo le cuenta a unos amigos una anécdota que vivió con Víctor. Su descripción es siempre peyorativa, aunque el diseñador encuentra cierta vitalidad en el grasa de su vecino que le llama la atención (o quizás lo envidia). Después, Leonardo, junto con otro amigo, escuchará música, el único instante en el que se cuestiona a Leonardo y a la gente de su clase, descontando, lógicamente, la decisión que el personaje tomará en el desenlace y que los realizadores desaprueban.
En una escena ideológicamente crucial, Leonardo espía, junto con su mujer, a Víctor teniendo sexo con una mujer más joven, un contraste esquemático entre los placeres obscenos y primitivos de Víctor y el deseo sublimado en creatividad del culto Leonardo. Cohn y Duprat subrayan todas las diferencias posibles, y a lo largo del film aumentarán la fricción entre los personajes hasta encontrar una resolución diferida y cobarde de este retrato de clases enfrentadas. Pero la perspectiva del film no es imparcial. Es por eso que en muchos enfrentamientos entre Víctor y Leonardo, sobre todo aquellos que tienen lugar en sus respectivas ventanas, la posición de la cámara adopta la mirada de Leonardo. La concepción formal de esas escenas explicita una perspectiva. El plano es la conciencia de los jóvenes directores. Así, nunca vemos cómo mira Víctor, y por eso todos los elementos humorísticos recaen sobre su conducta, excentricidades, giros idiomáticos, ocurrencias.
No hay comedia que no sea ideológica; por eso, en donde se esconde nuestra sonrisa también se descifra nuestra (in)consciencia de clase, nuestros (pre)juicios y nuestro modo de estar en el mundo. Las grandes comedias nos cuestionan; las otras, simplemente, refuerzan lo que creemos ser, y lo que suponemos son los otros.
Foto: El hombre de al lado
Este artículo fue publicado en el número de diciembre-enero 2010-11, de la revista Quid.
Roger Alan Koza / Copyleft 2010
No comparto casi nada de lo que decís, Roger. Leonardo es continuamente cuestionado: es un profesor garca, casado con una estúpida, pésimo padre, snob. Supongo que también es una crítica a Le Corbusier: en su casa no hay absolutamente ninguna comunicación (creo q hay un sólo intento de diálogo con la hija) y mucho menos con el afuera. Saca cagando a los mirones siempre.
Y creo que sí interpela al espectador: con la gente que hablé, todos esperábamos un desenlace violento pero desde el otro lado: claro que guiados por los directores. Pero también bastante por nuestros prejuicios.
Querido Roger:
Me parece que una explicación para esas distintas reacciones que provoca la película de Bellocchio («La hora de religión», según el título con el que se estrenó hace poco en Bs As) es que está llena de sutilezas, ambigüedad y lirismo. Yo no la definiría como «maravillosa comedia anticlerical», dicho así suena más a una de los Monty Phyton.
Y respecto a «El hombre de al lado», ya sabés que coincido con tu opinión. Pensaba que su éxito (incluso en materia de premios) debe tener que ver, seguramente, con ciertos conflictos y diferencias sociales muy internalizados entre los argentinos, que en estos últimos días se han hecho muy visibles.
Pancho: entiendo lo que decís, pero precisamente allí esta la estrategia discursiva que protege al film y que la puesta en escena contradice. Esta film es El secreto de tus ojos del año: un film que condensa una (in)conciencia de clase, con la diferencia que aquí es la mirada de otra generación. Además, se trata del advenimiento de un film de diseño, un film Mac, o el reemplazo del director por un diseñador. Es un film que hay que mirar más de dos veces. La perversión absoluta son las dos escenas en donde DA hace el baile sexy con los dedos. A seguir pensando y discutiendo.
Fer: sí, así lo entiendo. Es una comedia, y es anticlerical, al menos si entendemos esa extraña paradoja denominada comedia dramática.
Saludos para ambos. RK
«Las grandes comedias nos cuestionan; las otras, simplemente, refuerzan lo que creemos ser, y lo que suponemos son los otros.» No se me ocurre cómo podría expresarse mejor, felicitaciones.
Gracias, F.
Roger, leete esto que escribio Diego…
Abrazo
http://micropsia.otroscines.com/2010/12/acerca-de-el-hombre-de-al-lado/
Pechito: ya lo había leído y me gustó mucho. Te mando un gran abrazo. RK
¿A qué te referís con «film Mac, o el reemplazo del director por un diseñador»?
Creo que el film es paradigmático de una generación entrenada en diseño. Las escenas iniciales en donde le muestran al personaje de RS su página web no es otra cosa que la exposición del mundo al que pertenecen los directores. Por film Mac entiendo una generación manzanita, los usuarios privilegiados que usan el ordenador al que se identifica a quienes piensan distinto; es mucho más que un fetiche. En otros términos, son los publicistas freak y cools, quienes pasan al cine y allí, como en este caso, e incluso con las mejores intenciones, realizan un film supuestamente consciente en lo político. El problema es que la puesta en escena contradice los objetivos conscientes y la agenda explícita del film. La idea de un film de diseñadores y no directores o maestros de escena, me la sugirió Alejandro Cozza. Creo que tiene razón, y el término me parece muy feliz y preciso. Es otro universo al de los directores formados en la instalación, aunque no creo que esta dupla ignore ese universo audiovisual. Saludos. RK
No sé si estarán de acuerdo pero además percibo en el estilo de los directores (también me pasaba con «El artista») cierta inconsistencia o disonancia en lo formal. Por ej en el uso tanto de largos (para los parámetros del mainstream) planos estáticos con mucha profunidad de campo, como en el de bruscos movimientos con simil cámara de mano. Como si quisieran hacer convivir lo culto y lo popular y dejar de alguna manera conformes a todos (crítica y público).
Milán: es posible que así sea. No tengo duda que en esta ocasión este tipo de decisiones se pronuncia. Hay un trabajo puntilloso y consciente sobre los encuadres, y de allí que la total ausencia de la mirada del otro, es decir, la cámara puesta en el cuarto del vecino, implique un olvido o una decisión simbólicamente central. No tengo nada contra los directores, dicho sea de paso. Mi modo de pensar la crítica y ejercerla no consiste en detectar enemigos y luego atacarlos. He visto sus tres películas y he escrito sobre ellas, y las intento pensar. Creo que RF y DA están muy bien los dos, y el resto ya lo he escrito. Saludos. RK
Ja, Roger, es interesante como atacás este film desde el punto de vista de la (in)conciencia de clase como bien te explayás argumentando que el problema acá está en el (pre)juicio (TENDENCIOSO y no paródico) de la «mirada de clases» (o sobre «las clases») como «argumento» para despertar una sonrisa -que por lo tanto no es irónica si no, más bien, maliciosa- cuando vos al principio de tus anécdotas de»l» cineclubista das a entender la misma (in)conciencia y con el mismo prejuicio tendencioso -pues encabezás tus crónicas con un discurso que tiende a la ironía: ¿humor?- de estos autores: de la película de bellocchio se riéron (y disfrutaron «como se debe») los pueblerinos a los que describís de forma afable y bonachona mientras que la sufrieron (sufriendo sus propias «limitaciones» al parecer) a los que tratás de forma absolutamente despectiva y peyorativa con tu paréntesis de alf, et y cristo. Es decir, tu crítica es tan tendenciosa en cuanto a «la clase» (social o de la que sea) que la película misma que atacás y con el mismo ABC de prejuicios. Pasa que para los directores «lo mersa» es araos con la bola de cristales de boliche en la trafic y para vos los «new age» con túnicas del uritorco.
De hecho, utilizás el mismo recurso que los directores de la película: no usás la primera persona (¿algo que esconder y no asumir?): usás a «un cineclubista», a «un otro» (que es uno mismo en realidad) al igual que ellos usan esas ventanas para ver (o desde donde ver) o ser sin ir mas lejos, el «otro» justamente.
El problema de las críticas moralistas es lo «ista» justamente: que suena más a «inas» que a «ista»… o sea a ¡MORALINAS!
Al margen de eso, la película me pareció un absoluto embole y ya con «el artista» está como agotado el tema.
Saludos
saludos
Gustavo: me gusta tu crítica a mi crítica. Es cierto que es despectiva, pues lo que está en mis palabras es mi intolerancia a la New Age. Puede ser que no corresponda, pero está bien el análisis que hacés de articular una parte del texto con el otro. No obstante una aclaración: 1) no se trata de esconderme en una tercera persona sino en una decisión estilísitca por el lugar en dónde fue publicado el texto. En un blog corresponde, en la revista en cuestión me parecía inadecuado. 2) Comparto contigo el tema de los ismos y tu deriva a la moralina, pero este texto no es moral sino político, al menos lo que corresponde al film argentino.
Saludos.
RK
Algo más Gustavo: los tres lugares en cuestión son pueblerinos. Y la diferencia entre ellos no va de una correcta apreciación sino de mi sorpresa de cómo cambia la percepción. Ahí no hay ningún tipo de desprecio ni nada. El desprecio, una vez más, está concentrado en lo New Age, y que bien podría no estar en el texto, pues termina perjudincándolo, aunque ya publicado me hago cargo. RK
Yo celebro que la película se haga cargo (más allá de las críticas que se puedan hacer sobre como lo hace) de la relación entre lo culto y lo popular (algo que el cine argentino suele evitar). Y creo que mantener el punto de vista en el personaje “burgués” (con el que obviamente no pueden dejar de ironizar sobre sí mismos) es una decisión menos cuestionable que asumir el punto de vista del otro cuando no se lo puede hacer (por incapacidad o imposibilidad de romper la diferencia de clase). De hecho, la película habla de esa distancia, del mismo modo que “Los rubios” o “Las puertas del cielo” –el cuento de Cortazar-. Hablando de Cortazar, en cierto modo “El hombre de al lado” es una reescritura de “Cabecita negra” –el cuento de Rozenmacher que reescribía a su vez “Casa tomada”-. Y lo interesante es que –como el Cortazar de esos cuentos- Cohn y Duprat se hacen cargo de ese miedo/fascinación ante lo popular. De hecho, el personaje de Araoz es mucho más redondo que el de Spregelburd (si hubiera sido al revés, las críticas que se le hacen al film serían mucho más evidentes, desde la corrección política). En todo caso, el problema de “El hombre de al lado” es que reproduce la mirada estereotipada de su protagonista (inclusos obre su propia clase). Pero al menos produce alguna, en un contexto en el que pocos cineastas retratan su propio medio cultural (de un modo tan implacable, además).
Hola. Me parece que el filme, desde lo maniqueo de su construcciàon de los personajes, ridiculiza a ambas partes… Se trata de dos caricaturas que dan expresion a los prejuicios instalados en la sociedad. Y notese que caricatura no es retrato. Ademas, el final no deja dudas de cual es la verdadera escoria, mas alla de las apariencias y envoltorios preferidos por la ideologia de clase que impere. El rayito de sol que, con insistencia, pide Victor, tal vez simboliza acaso un reclamo de humanidad desde lo grasa a lo esnob… Calculo que podria decirse que a un esnob le puede molestar bastante mas la pelicula que a un groncho…
Carla y Nico: en un primer momento es como dicen, pero, al mirarla por segunda vez, ya no. Respecto del último párrafo de Carla: estoy seguro que al snob no le molesta, y que al «groncho» tampoco. El primero se divierte, el segundo quizás entienda pero no le interesa. No puedo, ni quiero hablar por el «otro», como dice Nico, pero creo que una cosa es hablar por el otro y otra es intentar ver qué ve. A mi modo de ver, la puesta en escena revela una modalidad de conciencia. Y allí se devela una incognita del film. RK
Querido Roger,
envalentonado por tu excelente critica a El hombre de al lado, me propongo explicar la nocion del reemplazo del director de cine por el de diseñador, agradecido y halagado porque hayas tomado esa idea.
La idea del film de diseño, y el cambio de rol de «director de cine» por el de «diseñador de peliculas», se me vino a la mente viendo un film tan calculado y pretencioso como El origen. Ese calculo excesivo en su puesta en escena contradice la idea original de ser un film sobre los sueños, y en donde se introduce la idea de diseñadores de sueños. Algo que precisamente es dificil (imposible?) calcular, es lo soñado. Por ende, estructurar una puesta en escena sobre diseñadores de sueños en donde los onirico brilla por su ausencia (a años luz del cine de Lynch, por citar solo un ejemplo) y en donde todo termina siendo simplemente un decorado mas o menos «loco», ni siquiera surreal.
El calculo excesivo en la imagen y sonido niega la inconciencia y arbitrariedad del sueño y la creacion. El diseño tiene como fin la venta de un producto a una determinada clase. El auge de los diseñadores (algo que en si no esta mal a los fines del marketing y el comercio, y con esa idea clara) apunta a vender mejor a un publico mas «exigente» y «culto» (educado?) de clase media y media-alta determinados productos que no comprarian habitualmente si no se le es vendido en ese envoltorio que lo tiñe todo de artistico.
Nolan y El origen es eso. Un film perpetrado para el consumo masivo, solo que, hecho con la elegancia de un diseñador. Su poder como obra cinematografica es nulo y esta muerto desde el vamos.
Con esta idea en mente, se puede ver que son cada vez mas los filmes hechos por diseñadores de imagenes y sonidos y no por directores de cine. El origen, y ahora agrego a Red Social de Fincher tambien en esta bolsa, pueden ser las peores influencias del cine en un futuro cercano. Lo realmente penoso del caso, fue ver como tantos criticos (locales y de todas partes del mundo) compraron estos burdos diseños y los tildaron de grandes obras cinematograficas. Incluso muchos tildaron de «obra maestra» al lujoso telefilm de Fincher. Y lo compararon con El ciudadano y con Orson Welles cuando Fincher en el film se empecina en ser el anti-welles!!!!
La practicamente nula profundidad de campo y puesta en es escena cinematografica reemplazada por una imagen bonita en cuanto a arte e iluminacion. El colmo del anti-welles es la escena pseudo impresionista del canotaje de los mellizos en Inglaterra.
La moda del film de diseño en donde Hollywood y la industria quiere vendernos los mismos falsos productos de siempre, solo que ahora maquillados por habiles diseñadores para que sean muchos mas los que caigan engañados en esas redes. Dicho sea de paso, no es el creador de Facebook el mas grande diseñador informatico de nuestro tiempo? un tipo capaz de diseñarnos para todos, una infinidad de amigos y una amplisima vida social.
Con estos ejemplos en mente veo que Cohn y Duprat son los habiles diseñadores del nuevo exitoso cine nacional. Maquillaron con las herramientas del diseño de imagen y sonido, al viejo cine argentino. Ese cine que tanto odiamos en los 90 por ser clasista, indulgente y señalar verdades con el dedo en alto. Los mismos defectos de antes, solo que ahora con la nueva cara, podemos venderlo como novedoso y exitoso. Y otra vez nos encontramos con un diseñador como protagonista! Del que, para colmo, se burlan permanentemente. De que se rien? si ellos hacen con su pelicula lo mismo que su protagonista, solo que con un diseño mas sofisticado nomas.
Porque lo mas grave de Cohn y Duprat (mas grave incluso que en El origen e igual de grave que el caso de Red Social) es que no solo diseñaron una pelicula, sino que pretenden con ella diseñar tambien una nueva ideologia de clase, progresista y bienpensante. La misma vieja y reaccionaria solo que aggiornada ahora a los nuevos usos del pensamiento actual gracias a las bondades del diseño.
Saludos fraternales y salud por el Año nuevo!
abrazo grande
Ale
Roger:
A mí me hubiera resultado más falso que los directores jugaran con el punto de vista del personaje de Araoz. Por el contrario, claramente asumen que tanto ellos como el espectador son portadores de la mirada del de Spregelburd, no intentan «falsear» el punto de vista. El problema es que la «autocrítica» suena un poco forzada y -si se quiere- complaciente, porque el film nunca deja (ni siquiera con ese final) de ser una comedia. No logra transformarse en tragedia.
Pero es difícil hacer la distinción entre «hablar por el otro o intentar ver qué ve», porque la distancia está dada justamente por el éxito o el fracaso de la tentativa, es decir, no por los medios sino por el talento: el que «intenta ver que ve el otro» y lo logra da la impresión de «hablar por el otro». Y eso también puede ser muy problemático, como en el caso de otro film argentino de este año, que merecería un análisis en el mismo sentido, porque repite «el viaje (exterior) hacia el otro»: me refiero a «Los labios», de Loza y Fund. Ahí veo un peligro mayor de «una nueva ideologia de clase, progresista y bienpensante», justamente porque el «diseño» es mucho más invisible (y sensible al estilo internacional) que el de «El hombre de al lado» (que sigue siendo una comedia costumbrista cruzada con por una forma moderna, repitiendo de algún modo el cruce de sus protagonistas). Una película muestra (o no puede ocultar) los hilos, y la otra los oculta con talento.
Hola de nuevo y muchas gracias por el tiempo dedicado a las rtas. No termino de entender lo que dice Alejandro: «Con estos ejemplos en mente veo que Cohn y Duprat son los habiles diseñadores del nuevo exitoso cine nacional. Maquillaron con las herramientas del diseño de imagen y sonido, al viejo cine argentino. Ese cine que tanto odiamos en los 90 por ser clasista, indulgente y señalar verdades con el dedo en alto. Los mismos defectos de antes, solo que ahora con la nueva cara, podemos venderlo como novedoso y exitoso». Necesitaria ejemplos de a que se refiere con cine clasista de los 90, para terminar de entender lo que quiere decir, muchas gracias.
Carla,
puedo nombrar a La historia oficial sin ir mas lejos; pero tambien a Subiela (Hombre mirando al sudeste fundamentalemnte, film sobre la «comprension» supuestamente del «otro «que no termina entendiendo a nadie ni nada); a El polaquito mas aca en el tiempo; al Aristatrain de Martin hache y Un lugar en el mundo tambien (por mas que lo quiero a Aristarain y muchas de sus peliculas me gustan, incluso varios pasajes de estas pelis que mencione estan muy bien); a Esperando la carroza!!!!!!!; y asi varias… estas son solo las que se me vienen a la cabeza ahora, recien despertado por la mañana, je
Saludos
Ale
Ah, todas las de Marcelo Piñeyro tambien…
Ale
Estoy de acuerdo con las observaciones de Ale Cozza sobre «El origen» y «Red social», pero me parece que se le va un poco la mano con «El hombre de al lado».
Creo que hay algo divertido en ese enfrentamiento de culturas o clases, y que la película tiene méritos, aunque el tema de fondo es demasiado serio como para tomarlo superficialmente, así como es cierto, también, que termina adoptando (tal vez inconcientemente) la mirada de uno de los personajes (el de Spregelburd). Yo la veo heredera del humor medio despectivo, canchero y ligeramente progre ejercido por Pettinato, Pergolini y similares. Pero de ahí a sostener que «pretenden diseñar una nueva ideologia de clase» me parece excesivo. Y entiendo la relación con el cine de Marcelo Piñeyro, pero no con las otras películas argentinas que nombra, creo que se están metiendo gatos bastante distintos en la misma bolsa (incluso algunas de las nombradas no son de los ’90 sino de la década anterior).
Felicitaciones una vez más a Roger porque éste sigue siendo el espacio que favorece y genera los mejores debates sobre cine.
Muchas gracias por la rta… La verdad es que todavia me cuesta ver alguna de las cosas que señalan en esta película… Tal vez la próxima vez que la vea me sea más claro su punto de vista, para seguir en desacuerdo o convencerme… Saludos, y concuerdo con Fernando en su aprecio de este espacio. Gracias!
Soy diseñador (de comunicación visual), egresado de La Plata y la idea que tienen de los diseñadores es bastante prejuiciosa. Aunque se que existe gente así (el personaje de la película), principalmente de 40 y pico de años para abajo, no deja de ser un prejuicio – de uds y sólo tal vez de los directores- que todos los diseñadores son cool y pelotudos, además de garcas. Por lo menos, yo jamás conocí al alguien así. Es más, creo q la idea de diseño que tiene por lo menos Ale Cozza está bastante equivocada. Es como decir «El periodismo tiene como fin la venta de una idea de la verdad a una determinada clase.»
Y ya que está hago una pregunta sobre un concepto que se me escapa (hasta Quintín dijo que no lo entiende): ¿qué es puesta en escena? ¿qué diferencia hay con «dirección»?
Gracias.
El blog está buenísimo.
“El periodismo tiene como fin la venta de una idea de la verdad a una determinada clase.” Muy bueno.
Para mí la pelí es arribista y funciona en la desmesura de los estereotipos.
Saludos.
http://es.wikipedia.org/wiki/Puesta_en_escena
Pancho: la puesta en escena muchas veces funciona como un concepto vacío, el que puede parecer una entelequia o, en su defecto, un concepto comodín para decir nada camuflado de mucho. Pero no lo es. Fundamentalmente, la puesta en escena es lo que sucede entre y con los planos de un film. Esa sería una definición conceptual canónica, se me ocurre. Pero sigamos: la puesta en escena supone un director, naturalmente, pero no necesariamente un director de un film piensa a fondo la puesta en escena. Se podrá decir que existirá entonces una puesta de escena inconsciente, porque indefectiblemente hay alguien que organiza lo que se ve (y se escucha) y cómo se ve (y escucha). Es posible. No obstante, las decisiones formales de un film define la materia del mismo, y es allí en donde se explicita un modo de ordenar una historia que está en un papel, lo que puede incluso traicionar lo que está escrito en un guión. Allí reside el poder de la puesta en escena. Tampoco hay que confundir la puesta en escena en el cine con la puesta en escena del teatro. Los decorados y las luces del teatro, la recreación de un espacio x delimita la puesta. En el cine se incluye, pero no lo define. Un ejemplo: en el film ¡Qué bello es vivir!, Capra ubica un cuadro con unas mariposas disecadas en una escena en la que el padre del protagonista le incita a seguir su camino: viajar y vivir, huir de su pueblo. El progenitor morirá después de esa escena (una hermosa muerte, pues será absolutamente elíptica), y así el protagonista heredará una financiera y jamás viajará. La disposición de los dos personajes, sus cuerpos y el cuadro atrás, sobre todo en las espaldas de George Bailey (James Stewart), implica un conjunto de decisiones espaciales que denotan una idea de puesta en escena acerca del espacio y el tiempo. Se podrá interpretar el sentido de las mariposas disecadas, las que no vuelan y están literalmente muertas como si estuviesen vivas, lo que de un modo u otro es la condición simbólica del personaje. 80 minutos después, en otra locación y en una casa que ya no es la paterna sino la del héroe, en el momento cumbre de la crisis del personaje, el cuadro de las mariposas disecadas también aparecen. Están al fondo del plano, pero están. Aquí hay una concepción del espacio, y un modo de entender los objetos en él. Dicho de otro modo: la dirección siempre implica una puesta en escena, pero son los directores consciente de ello que eligen formas específicas para a través de una puesta sugerir una idea de mundo y una posición respecto de la historia o fenómeno que cuentan o registran. Saludos. RK
Algo más: cuando Ale Cozza sugirió su concepto de un cine de diseñadores, pensé en algo distinto a lo que él aquí explicita. Indirectamente, lo relacioné con una tendencia en la cual mucha gente hace cine sin discutir, copiar, rivalizar con una tradición cinematográfica específica, inspirados en otro orden conceptual propio del audiovisual. Es el mundo Mac, una concepción de diseño, un modo de manipulación de la imagen. A menudo, eso sí es cierto, esto se relaciona con la publicidad. Es difícil pensar a fondo esta actividad y verle un costado positivo, pero estoy de acuerdo contigo que no debe ser satanizada, sí pensada. Nada más. RK
En mi idea de film de diseño, no creo haber sido peyorativo para nada a los diseñadores, y menos aun era mi intención. Creo que el del diseñador es un mundo conceptualmente diferente al del realizador de cine, por más que muchos elementos de ambos mundos se toquen peligrosamente. Mi intención parte de mi inquietud al ver que muchos films últimos (aunque es muy probable que esto haya existido desde mucho antes) son apreciados por sus bondades de diseño –una bonita y funcional imagen a los ojos- que por sus construcciones de puesta en escena, en donde coincido con Roger en sus apreciaciones sobre el término.
Incluso hasta encuentro mas nobleza en un diseñador en la actualidad que jamás busca ocultar su fin mercantilista (no tienen ese conflicto) que en algunos directores que si lo hacen. Hasta encuentro muchos artistas (en cuanto a creadores genuinos) que trabajan de diseñadores para poder subsistir, algo que tampoco veo malo en si mientras se tenga claro ese objetivo y desde alli podamos apreciar su trabajo. El problema lo veo al revés cuando directores de cine con una muy chata concepción de puesta en escena (como David Fincher y con la excepción de Zodiaco en su filmografía, film que hasta estoy tentado a rever para constatar si no ocurría lo mismo alli) son valorados como tal por sus dotes de diseñadores de imagen y sonido.
Y si creo que Cohn y Duprat tienen ese prejuicio al pintar a Spregelbrud como un garca, pero desde el lado de prejuicio de clase. Y no desde una asociación directa de diseñador=garca, no creo que eso ocurra en el film. El problema de ese prejuicio de clase de los directores es que termina siendo a mi parecer autocomplacientes a esa misma clase en su reduccionismo. Me ha llamado mucho la atención todo lo valorado y aceptado que es el film por mucha gente de clase media y media-alta intelectual que se siente cómoda en ese reduccionismo de “cheto” y “grasa”. E incluso se ven identificados en esos estereotipos que el film manipula y, peor aun, clausura al final con su moraleja. A eso me refiero con mi apreciación de “diseño de una ideología de clase”. En que no se busca pensar al film, ni a la clase social, más allá de su simple moraleja. Menos aun su puesta en escena. La clausura evita ir más lejos.
En cuanto a esto, creo que Quintin al decir que no entiende el concepto de puesta en escena, esta preguntándose por lo mismo que se preguntaba Bazin sobre Que es el cine? Esto me parece muy positivo para poder repensar muchos conceptos y seguir discerniendo sobre ellos. Y me meto en la discusión de al lado sobre Fipresci. La inquietud actual sobre puesta en escena me parece mas que acertada al ver que muchos críticos ponen entre lo mejor del año a Red Social y al El hombre de al lado (no vi Jackass 3D aun). Es que ya no pensamos este concepto? Es que ya nos parece rancio y por su carácter de difícil aprehensión simplemente lo negamos?
Es muy viejo seguir pensando un plano y la forma cinematografica en función de su moral y de su transmisión de conciencia de clase? Francia de Caetano y Vikingo de Campusano (y hasta Carancho de Trapero), cada uno desde su lado y con sus diferencias, me parecen buenos ejemplos para contraponer diferentes modos de concepción de puesta en escena frente a El hombre de al lado. Y me quedo pensando en Los Labios de Loza y Fund en funcion de la apreciacion de Nico Prividera.
Ale
Gracias por las respuestas. Lo de wikipedia lo había leído, pero no me pareció muy claro.
Y podría seguir discutiendo lo relativo a los diseñadores. Todo ese mundo (generalizando) tipo el personaje de la película, los objetos diseñados de palermo, etc, son casi el anti diseño. Por lo menos lo era cuando yo estudié. Esos son vivos que se sumaron, y aprovecharon, una moda. Y que tal vez tenga q ver con algo que se proponían las vanguardias del siglo pasado: que el arte formara parte de nuestra vida cotidiana. Y sucedió: ahora hasta la pava y el mate son objetos diseñados! Pero todas estas boludeces no son más que una renovación/actualización de esas cosas que podrían aparecer el una «feria de cosas lindas», tipo utilísima. Pero un diseñador (industrial, había que aclararlo siempre) también es un tipo preocupado por proyectar un vaso irrompible, apilable, de fácil producción, etc. O un foquito más barato y duradero. Para continuar con la comparación, es como si el periodismo fuera lo que representa Grondona.
Y con respecto a algunos prejuicios, hay un diálogo de la película dónde ponen en evidencia lo nabo y snob del diseñador: cuando está escuchando música (creo q con Juan Cruz Borges, o como se llame). Ese mismo diálogo, casi idéntico, lo escuché de boca de dos amigos (queridos amigos), pero uno es un ampleado bancario y el otro kiosquero. Ahí puede haber un prejuicio (o tal vez sólo ganas de agredir o estereotipar) de los directores, pero también de los observadores. Yo en ese momento me reí mucho, claro, ya q me acordaba de mis amigos. Pero se que eso puede pasar en cualquier lado, no sólo en ese mundo. Y no me parece grave.
Con respecto a lo de Quintín, eso lo leí en LLP. Que nunca lo había entendido, que se lo había explicado … no me acuerdo el nombre, por ahí tengo un libro del tipo, sobre el cine clásico, creo que Mario algo, y que seguía sin entenderlo, y en todo caso, no le parecía importante. Y claro, alguien le linkeo alguna crítica en la que hablaba de la «gran (o pésima) puesta en escena. Y de ahí que me parezca que muchos lo utilizan más o menos como dice Alan: un concepto comodín para decir nada camuflado de mucho.
Gracias
Querido Roger:
Muy interesante el tema. No sé si alguna vez lo habrán sido, pero cine y política ideológica hoy resultan inseparables. El espíritu de mercado vuelve insustancial valores y categorías. Categorías necesarias para pensar nuestra realidad multidimensional. La perfección aparentemente caótica del movimiento natural de las cosas, su observación, su abordaje sensible y curioso, cuando no obsesivo o desesperado, es reemplazada por esta matriz nada casual que además funciona como pedagoga. No es en la escuela donde se aprenden, es en la TV, Internet y el Cine. Las experiencias reales y personales se modulan contra este telón a la hora de darles significado. Cualquier tendencia que se promueva en este aspecto no puede ser casual.
El primer comentario de Ale Cozza, su percepción de la sustitución de Directores de cine por Diseñadores de películas y sus apreciaciones al respecto me pareces del todo pertinentes.
“Un film perpetrado para el consumo masivo, solo que, hecho con la elegancia de un diseñador (…) Con esta idea en mente, se puede ver que son cada vez mas los filmes hechos por diseñadores de imágenes y sonidos y no por directores de cine. El origen, y ahora agrego a Red Social de Fincher tambien en esta bolsa, pueden ser las peores influencias del cine en un futuro cercano (…) Porque lo mas grave de Cohn y Duprat (mas grave incluso que en El origen e igual de grave que el caso de Red Social) es que no solo diseñaron una película, sino que pretenden con ella diseñar tambien una nueva ideología de clase, progresista y bienpensante…”
No se trata de manipulación de la imagen, sino de la percepción. Reconocer este fenómeno no es satanizar.
En lo personal te leo con placer e interés y admiro tu equilibrio, pero no dejo de preguntarme de qué modo un crítico puede permanecer fiel a su vocación cinéfila sin quedar asimétrico a un suceder de tal magnitud, que coloca lo tendencioso y político en la médula de los films más vistos.
Cómo sea, imagino no es una discusión novedosa.
Por si algo de esto fuera así, estoy atento, intentando comprender como se resuelve.
Abrazo.
es una mierda este juegos ami no me asusto mas feo
Disfruté mucho El hombre del al lado, aún así es un placer encontrarse con alguien que nos ofrezca argumentos que se opongan a los nuestros con tanta altura.
Estimado Mateo: más allá de mi evaluación del film y de tu placer al verlo, me resulta de un placer inmenso ver una expresión de disenso como la tuya. Así debería ser siempre. Debe ser uno de los comentarios más bellos que leí en el blog. GRACIAS. RK
que discusión más interesante, gracias Mateo por hacer ese comentario y hacerme ver esto, primero decir lo afín que estoy a la definición de buena comedia del artículo…hace unos días Roger notaba cierta estética publicitaria en la película 3 y yo le decía que era una tendencia en el cine de mi pais… acá lo que sucede que los directores de cine no están formados específicamente en cine y puesta en escena, salen de facultades de comunicación audiovisual donde no se vá mucho más allá de la naranja mecánica, pulp fiction y old boy y donde el centro está puesto en el diseño, la publicidad y el periodismo, lo que todos satanizamos creo, sin querer queriendo, es la publicidad y su abrumadora homogeinización de sensibilidades… la consecuencia es que el cine entonces se ve ahí en un lugar extraño y, a mi juicio, queda rengueando… por eso y por que quienes lo hacen inevitablemente lo hacen desde un prejuicio de clase bastante hermético…quienes lo hacen son quienes pueden pagar la cuotas de esas instituciones… no hay nada de malo en ello, pero condiciona y se nota…es simple, quiere hacerse algo «bello», marketinero audiovisualmente por un lado y en cuanto a contenido algo lo más…digamos, compremetido socialmente posible, por los concursos, fondos, festivales etc y por que es politicamente correcto…algo forzado, un parto con fórceps…entonces terminan saliendo cosas que no suman en ninguno de los dos ámbitos ¿ que se puede hacer? ni idea, no vi la película de la que aquí se habla pero yo creo que ser diseñador no se contradice con la puesta en escena, ahí esta wong kar wai para probarlo, el problema es cuando crees que por ser diseñador sabés de cine y que eso te otorga cierto poder no sólo estético si no filosófico y que tenés cierta verdad universal sobre lo que acontece..es una realidad que hay cierta prepotencia cultural de parte de las personas que provienen de esta rama del conocimiento, basta entrar a twiter un rato para verlo (sería interesante relacionar este debate y este articulo, con las reflexiones de Prividera sobre Trakovski en un texto que hay acá en este blog, sobre el tratamiento del tiempo).más simple aún: la formación en cine construye humanidad, la formación en diseño y publicidad no, la formación en cine siempre quiere avanzar en cuanto a la interpretación, la formación en diseño (publicitario) apunta a persuadir y por lo tanto a construir guettos de persuación, o sea a estancar la sensibilidad en un páramo cada vez más primitivo, que parece que construye, pero no.. .ahora, si quieren, sáltenme a la yugular
Tu yugular está cubierta. Nada pasará. RK