EN NUESTRO TIEMPO

EN NUESTRO TIEMPO

por - Ensayos
09 Oct, 2024 03:12 | comentarios
Breve texto de fundamentación de una clase inaugural para la HFBK de la ciudad de Hamburgo.

Un cineasta pelea por meses por su nueva película. “Cinco festivales canadienses han rechazado mi película”. En su haber tiene ya varias, y años atrás lo llamaban de todos lados. Es joven todavía, tiene tiempo, pero está perplejo. Su historia es la de muchos otros cineastas. Filman como pueden, se postulan a los festivales, esperan una respuesta positiva y la invitación nunca llega. Frente a ese panorama, el cineasta baja la cabeza, observa el juego del cine contemporáneo y culmina obedeciendo las reglas no escritas que resultan ineludibles para vencer la invisibilidad. Los cineastas están solos.

El cineasta no puede sostenerse en el deseo y esperar. Prefiere entonces pertenecer, aprende el idioma de las instituciones y pacta con un orden vigente en el que se vindican ciertas poéticas y algunos temas preferenciales. Existe cientos de películas prolijas, acaso entretenidas y con algún momento deslumbrante, pero al fin de la jornada son películas adocenadas y domesticadas. ¿No se parecen cada vez más las películas de los festivales, de las plataformas y los cines comerciales? ¿No existe una suerte de falso estilo universal en el que se disuelve la indómita pluralidad potencial que el cine cobija en su interior?

Abbas Kiarostami

Primero que nada, es preciso reconocer el juego de las instituciones. Las residencias, los laboratorios, las competencias de películas en construcción constituyen hoy el peregrinaje de los cineastas; moldean el alma del cineasta, calibran el ritmo de sus planos y administran los deseos y los sueños. ¿Por qué se ha institucionalizado el primer impulso que lleva a un cineasta a querer filmar? En todo el mundo, los cineastas jóvenes van de acá para allá con sus proyectos. Tratamiento, teaserpitching son los términos de su derrota. Porque al cineasta se le enseña a especular, como si su película fuera el nombre de una acción que cotiza en Bolsa y de la que se debe dar cuenta de su valor. El cineasta ruso, el argentino, el chino, el etíope aprende dócilmente la lengua del marketing. Un día, la película que quiso filmar desde siempre la puede expresar en una breve oración que podría ser publicada en X.

Declaración incómoda, casi inapropiada: ¿una escuela de cine debe enseñar a amoldarse a ese sistema de reglas? Es una buena pregunta y por lo tanto es difícil de responder en pocas oraciones. Al sistema descripto, eso sí, hay que saber nombrarlo, también desmontar su funcionamiento, entrever las contingencias históricas que permiten su existencia y delinear qué consecuencias tiene para el cine de hoy y el quehacer de los cineastas del mañana. Por eso, otra pregunta se impone, imposible de soslayar: ¿qué hacer, entonces? ¿Alguien puede imaginar a Fassbinder participando de estos juegos del presente? ¿Podría Bresson existir bajo las coordenadas estéticas e ideológicas de hoy? 

Si el cine tiene futuro, si futuro tiene un lugar para el cine, y si los cineastas que vendrán desean hallar un lazo secreto pero firme entre quienes estuvieron antes y los que siguen honrando la gran tradición que erigieron Chaplin, Ozu, Lang, Welles, Favio, Rocha, Kiarostami, Omirbayev, Kaurismäki, se debe reflexionar a fondo y sin concesiones sobre el sistema internacional que regula el arte cinematográfico. ¿Y no es exactamente el paso necesario para empezar a estudiar cine? ¿No radica en esa pregunta una epistemología de la emancipación estética? Quien crea que la rebeldía ya no puede ser más que una cuestión de jóvenes inmaduros reaccionarios está pactando con el cinismo, ubicua filosofía social que domina el imaginario y los límites de la experiencia, y contra la que debemos combatir.

Roger Koza / Copyleft 2024