ESTRENOS EN DVD (1)
**** Obra maestra ***hay que verla ** Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor
Por Roger Alan Koza
DOMICIO DESCONOCIDO / UNKNOWN ADDRESS, KIM KI DUK, COREA DEL SUR, 2001 (*)
Autodidacta, provocador, ex-militar, pintor, extrañamente popular en Occidente e impopular en su país de origen, Kim Ki-duk debe ser el único director coreano cuyo nombre no es ajeno a la audiencia vernácula. El fenómeno de Primavera, verano, otoño invierno… y otra vez primavera, esa película falsamente budista que tanto le debe a Mandala y ¿Por qué Bodhidharma se ha ido al Este?, lo convirtió en una suerte de gurú sofisticado de un difuso género en alza: el new age cinema.
Dirección desconocida habrá de ser una desilusión si el espectador está ávido de experiencias transcendentales. Nada de incienso, artes marciales, mantras, simbolismos y prácticas ascéticas, a lo sumo un par de escenas con flechas, aunque lejos del bestseller Zen en el arte del tiro con arco. Lo que sí se podrá verificar es la genealogía de la violencia de todas las películas de Kim.
En efecto, esta película coral que transcurre en la década del ’70 refleja con nitidez los efectos sombríos de la Guerra de Corea, la posterior participación de Corea del Sur en la Guerra Fría y la extensa dictadura del general Park. No se trata de una película de guerra, pero sí cómo ésta se interioriza. Así, Kim elige mostrar la vida de cinco jóvenes: un mestizo, hijo de un soldado estadounidense, cuya madre espera por una carta de su marido; una chica con un ojo enceguecido, hija de un héroe de guerra; un joven pintor, también hijo de un soldado condecorado; dos estudiantes patoteros obsesionados con la cultura yanqui. El resto de los personajes son «sobrevivientes» de guerra, aunque la presencia bélica por excelencia son los soldados norteamericanos de una base militar cercana al pueblo. Los aviones, los helicópteros, la pornografía, las drogas, la lengua inglesa atraviesan la vida cotidiana. No hay una historia particular, excepto la que se desprende de la interacción cotidiana de todos sus personajes.
El film más político de Kim hasta la fecha no economiza en metáforas: las vidas de estos hombres y mujeres son vidas de perros. En su característico lirismo grotesco, varios perros se molerán a palos, aunque en esta ocasión la violencia extrema no será sublimada por ningún bellísimo plano saturado de compasión budista.
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PIÑA EXPRESS / PINAPLE EXPRESS, DAVID GORDON GREEN, EE.UU, 2008 (**)
Cualquier película (y género) tiene derecho a existir. En el paraíso imaginario del séptimo arte, un filme sobre dos fumetas irresponsables pero queribles, que terminan participando en una suerte de guerra de pandillas vinculada a las drogas, posee la misma legitimidad que una película sobre la marginalidad o la esperanza. Aunque si uno mira sin prejuicios, Piña express no es ninguna tontería. En última instancia, ésta es una película sobre la amistad masculina, no exenta de un difuso erotismo, en donde se respira libertad y se ve una saludable anarquía narrativa.
El elegante plano inicial muestra un desierto y en esa nada se percibe una entrada camuflada. Es 1937. Dos militares se adentran a ese centro de experimentación clandestino del ejército: allí, un soldado lleva siete minutos fumando el artículo 9, una poderosa cannabis sativa que décadas más tarde se llamará «pineapple express». Interrogado por un superior, el soldado responde con una pregunta: «¿Sabe cuál es mi problema con este circo llamado ejército? Muchos hombres». Luego hace un llamado a la libertad. Dictamen del General sobre el artículo 9: «Es ilegal». Los placeres no son convenientes para las sociedades puritanas.
Después de este prologo, filosóficamente esencial, sigue un disparate, en donde Seth Rogen y James Franco (el primero un notificador legal, el segundo un dealer que vive en pijamas y vende la yerba en cuestión), en el transcurso de un día, quedarán involucrados con mafias diversas. Mientras escapan nacerá una amistad.
El productor (y a veces director) Apatow es conocido por Ligeramente embarazada y otras películas y series. Pero la diferencia de este delirio que remite por momentos a las películas de Cheech y Chong y varios títulos del género «buddy movies» es quién está detrás de cámara: el poeta cinematográfico de Carolina del Norte, David Gordon Green, un «familiar» de Terence Mallick, cuyo filme Legado de violencia destilaba todo su talento. Verlo dirigir este filme «menor» es una sorpresa, aunque si uno mira con atención los tiempos de las escenas, las persecuciones automovilísticas, y, en especial, toda la secuencia que transcurre en un bosque, podrá reconocer la firma de un cineasta. No se equivocaba Emmanuel Burdeau, el editor de los Cahiers du cinéma, cuando en un simposio en el festival de Nueva York celebraba la existencia de Piña express.
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El último bandoneón (**): Documental honesto y didáctico, aunque a veces en el límite del género, sobre el tango en general y el bandoneón en particular, en torno a la figura del gran Rodolfo Mederos y una de sus alumnas, Marina Gayotto. La película de Saderman se dedica a seguir los pasos de Gayotto, una joven bandoneonista que toca en los colectivos y que, tras una audición, estudiará con Mederos y formará parte de la Nueva Orquesta Típica. Un retrato multigeneracional sobre el tango, que, como dice Mederos citando a Macedonio Fernández, «es lo único seguro en la cultura porque no consulta con Europa».
Esta reseñas fueron publicadas en el diario La Voz del Interior durante el mes de febrero y marzo.
COPYLEFT 2009 / ROGER ALAN KOZA
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